¿La ven a la BOMBI, la perrita que se casó (sí, contrajo matrimonio, como lo oyen) con mi hijo menor, Alejo? Allí está, en medio de la nieve londinense con su capita azul.
Y luego en casita, ya a salvo, con calefacción. Cansada de tanto combatir el frío (no va a ser de pagar impuestos). ¡Qué vida la suya! Se casó con el que la crió, luego éste tuvo que emigrar así que se quedó en Barcelona unos meses hasta que la United Kingdom, siempre tan celosa de su salud insular, permitió su entrada. Pero bueno, estuvo en buenas manos. Hasta que pudo por fin reunirse con su amor...como en una película romántica con buen "THE END". Y ahora son felices y comen perdices...cuando pueden. Pero ya saben: contigo pan y cebolla. Amores desinteresados que ya casi no se usan. Si la oyeran roncar se darían cuenta por qué digo lo de amores desinteresados. ¡Les aseguro que es una personita maravillosa la BOMBI! Casi tan buena como mi gato Emilio
¡Éste es! ¡A que tiene unos ojos seductores! Allí posando como un gato de porcelana al lado de Bombón, el perrito que tuve que devolver a sus antiguos dueños cuando me enfermé porque no podía con él. Emilio está casi igual: ¡no le pasan los años! También tuvo que pasar por un largo período de adaptación...y no me refiero a aceptarlo a Bombón porque eso fué rápido. Tuvo que aprender a vivir en ¡libertad, nada menos! Y allí se topó con lagartijas, a las que trituró, algunos pájaros, otros gatos, por ejemplo el temible CALCETINES, el macho alfa con el que tuvo varios encontronazos. Sólo consiguió un amigo: otro gato negro que se llama Zeta y que es una vaca disfrazada (está algo obeso y encima lleva una camisetita blanca ridícula de pequeña porque tiene una herida y no se puede permitir que se lama) Pero lo que más le gustó a Emilio es comer cucarachas. ¡Sí, le encantan, aunque se sacia en seguida: con dos ya está lleno!.
Yo pensé que con esa dieta tan peculiar me ahorraría el pienso, pero ¡qué bah, es omnívoro!, come de todo, hasta yogur (pero tiene que ser natural azucarado). También pensé que bajaría la población estable de cucarachas del jardín de la urbanización, aunque sólo baja con las fumigaciones.
Aquí estoy aprovechando que no estaba BOMBI para pegarle una franeleada a mi hijo chiquitito.
Y ya que hoy estoy volcándome en la familia quiero mostrarles la pintura que le hicimos Cuyén (mi hija) y yo a mi nieto al poco de nacer: un animalario. Es bastante grande y quedó muy alegre y variopinto. Él ya está grande para esta pintura (11 años), pero allí sigue porque dice que le trae muchos recuerdos. ¿No parecen las palabras de un viejito?
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