EL NIÑO MOJADO
Mónica Bardi.
Chiclana de la Frontera, esa frontera, tierra de nadie, con resonancias de moros y cristianos...Chiclana de la Frontera, cuyas aguas dulces y saladas se mezclan sin pelearse...Chiclana de la Frontera, con soleadas tierras de secano que periódicamente son regadas; a veces a regañadientes, a veces sobradamente; a veces por lo humano y a veces por lo divino, es el escenario de los siguientes acontecimientos:
Paco estaba dando de comer a las gaviotas a orillas del río Iro. Era un día de otoño como tantos otros, nublado y lluvioso, pero algo inusual estaba ocurriendo porque las aguas del río corrían atropellándose entre sí y arrastraban cosas y pedazos de árboles caídos. El río subía y subía. Había ira en el Iro. Ira hídrica, diría Neruda.
Paco se acurrucó en el hueco de una pared amiga a ver qué pasaba. Seguía lloviendo. De tanto esperar se fué adormilando. En ese mismo momento se le acercó un chico y le habló con extremada seriedad aunque sin gritar: "Sal de aquí inmediatamente y corre hacia el lugar más alto que veas". Era un chico extraño, ajeno, como si viniera de otro mundo y su mirada imperativa más que sus palabras convencieron a Paco de que convenía seguir su consejo; aunque dudó un instante, hasta que el chico le gritó, ya desesperado: "¡¡A mí me mató una ola gigantesca que vino del mar...hazme caso!!".
Más asustado por la eventual presencia de un aparecido que del río Iro encabritado, salió Paco disparando. Corrió muy asustado por la calle La Vega, llegó al mercadito Lora, trepó jadeando la cuesta Hormaza, exhausto se tumbó en la ermita Santa Ana y de allí ya no se movió. Todo a su alrededor estaba inundado.
Vió cómo llegaban los helicópteros de Rota que rescataban a la gente de las azoteas, refugiada allí huyendo de la riada ocurrida esa misma mañana, un 19 de octubre de 1965. Costó mucho tiempo y esfuerzo limpiar y reconstruir la chorreante ciudad afectada por la inesperada crecida de las aguas.
Paco siguió su vida preguntándose quién podría haber sido ese efímero chico al que le debía la vida y que jamás volvió a ver. Un día, en el instituto, estudiando la historia de su ciudad, supo del espantoso Tsunami que había arrasado la costa gaditana en el siglo XVIII.
Aconteció un 1º de noviembre de 1755 y fué la consecuencia de un terremoto que destruyó totalmente la ciudad de Lisboa causando cientos de miles de muertos y generó la filosófica pregunta: "¿es éste el mejor de los mundos posible?" ya que la mayoría de los lisboetas se encontraba en las iglesias rezando a ese dios que, supuestamente, los debía proteger. Paco recordó las palabras del chico: "...una ola gigantesca me mató". Por un momento imaginó que ese misterioso niño antiguo podría ser una de las víctimas y que había vuelto del mas allá para ayudarlo. Pero, ¿cómo saberlo, dónde podría volver a verlo? Después de mucho pensar se encaminó instintivamente hacia el hueco de la pared amiga a orillas del río Iro y, como en aquélla ocasión, de tanto esperar se quedó dormido. Entonces lo vió: el chaval no había crecido, seguía completamente mojado y lo miró con una sonrisa triste...pero esta vez no le dijo nada. Tuvo entonces Paco la certeza de que ese jovencísimo ahogado en el pasado era un fantasma amigo que había vuelto para evitarle a él, un niño del siglo XX, el mismo triste destino.
Mónica Bardi.
Chiclana de la Frontera, esa frontera, tierra de nadie, con resonancias de moros y cristianos...Chiclana de la Frontera, cuyas aguas dulces y saladas se mezclan sin pelearse...Chiclana de la Frontera, con soleadas tierras de secano que periódicamente son regadas; a veces a regañadientes, a veces sobradamente; a veces por lo humano y a veces por lo divino, es el escenario de los siguientes acontecimientos:
Paco estaba dando de comer a las gaviotas a orillas del río Iro. Era un día de otoño como tantos otros, nublado y lluvioso, pero algo inusual estaba ocurriendo porque las aguas del río corrían atropellándose entre sí y arrastraban cosas y pedazos de árboles caídos. El río subía y subía. Había ira en el Iro. Ira hídrica, diría Neruda.
Paco se acurrucó en el hueco de una pared amiga a ver qué pasaba. Seguía lloviendo. De tanto esperar se fué adormilando. En ese mismo momento se le acercó un chico y le habló con extremada seriedad aunque sin gritar: "Sal de aquí inmediatamente y corre hacia el lugar más alto que veas". Era un chico extraño, ajeno, como si viniera de otro mundo y su mirada imperativa más que sus palabras convencieron a Paco de que convenía seguir su consejo; aunque dudó un instante, hasta que el chico le gritó, ya desesperado: "¡¡A mí me mató una ola gigantesca que vino del mar...hazme caso!!".
Más asustado por la eventual presencia de un aparecido que del río Iro encabritado, salió Paco disparando. Corrió muy asustado por la calle La Vega, llegó al mercadito Lora, trepó jadeando la cuesta Hormaza, exhausto se tumbó en la ermita Santa Ana y de allí ya no se movió. Todo a su alrededor estaba inundado.
Vió cómo llegaban los helicópteros de Rota que rescataban a la gente de las azoteas, refugiada allí huyendo de la riada ocurrida esa misma mañana, un 19 de octubre de 1965. Costó mucho tiempo y esfuerzo limpiar y reconstruir la chorreante ciudad afectada por la inesperada crecida de las aguas.
Paco siguió su vida preguntándose quién podría haber sido ese efímero chico al que le debía la vida y que jamás volvió a ver. Un día, en el instituto, estudiando la historia de su ciudad, supo del espantoso Tsunami que había arrasado la costa gaditana en el siglo XVIII.
Aconteció un 1º de noviembre de 1755 y fué la consecuencia de un terremoto que destruyó totalmente la ciudad de Lisboa causando cientos de miles de muertos y generó la filosófica pregunta: "¿es éste el mejor de los mundos posible?" ya que la mayoría de los lisboetas se encontraba en las iglesias rezando a ese dios que, supuestamente, los debía proteger. Paco recordó las palabras del chico: "...una ola gigantesca me mató". Por un momento imaginó que ese misterioso niño antiguo podría ser una de las víctimas y que había vuelto del mas allá para ayudarlo. Pero, ¿cómo saberlo, dónde podría volver a verlo? Después de mucho pensar se encaminó instintivamente hacia el hueco de la pared amiga a orillas del río Iro y, como en aquélla ocasión, de tanto esperar se quedó dormido. Entonces lo vió: el chaval no había crecido, seguía completamente mojado y lo miró con una sonrisa triste...pero esta vez no le dijo nada. Tuvo entonces Paco la certeza de que ese jovencísimo ahogado en el pasado era un fantasma amigo que había vuelto para evitarle a él, un niño del siglo XX, el mismo triste destino.
Hermoso cuento ,historia y actualidad mezclados.
ResponderEliminarFelicidades amiga!!
Me encantó Doc, genial, me quedo con ganas de más
ResponderEliminarYa te dije que estaba precioso. Los cambios quedaron bien. Abrazo grande.
ResponderEliminarHola amiga, desde New York, domingo calmo te busco aquí y leo algo que, como siempre, me inspira ternura y placer por tus relatos floridos y de un manejo del idioma « impecable » .
ResponderEliminarUn abrazo enorme y... extraño, no imaginas cuanto, nuestras charlas o sea extraño la cultura ...... besos
ResponderEliminarGracias por tus artes
ResponderEliminarMe ha encantado Mónica eres grande.
ResponderEliminarUn beso enorme desde Cádiz 😘😘
Precioso Monica
ResponderEliminarYo digo: Uf me dió cosa !!!!
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