Yo, Mónica Bardi, me siento testigo de varios cambios en éste, nuestro vapuleado mundo. No me refiero a las revoluciones tecnológicas, ni al bestial avance de la medicina, ni a las comunicaciones. Eso es bastante obvio y se ve casi a simple vista.
Me refiero más concretamente a esos cambios de paradigma, donde lo que hasta ayer se aceptaba sin demasiada alharaca, hoy desborda los juzgados. Para mí era "normal" que le clavara el tacón o la punta del paraguas (si lo llevaba) al idiota degenerado que se me pegaba atrás en los autobuses atestados, con el pene erecto.O al otro que se sentaba en el asiento de al lado en un vagón de tren medio vacío y disimuladamente se desabrochaba la bragueta. Te quedaban tres opciones: avisar a alguno que pasara (con el riesgo de que no te creyera), ponerte de pie y pasar por encima a toda velocidad del susodicho (con el riesgo de que te agarrara y no te dejara ir), o mirar por la ventanilla el espectáculo hasta que se acabase (porque era de noche y en el cristal se reflejaba lo de adentro). Era "normal". Las mujeres estábamos acostumbradas y conocíamos desde chicas las maniobras de evitación. Algunos buenos ejemplos son: en un cine, sentarse al lado de otra mujer, no viajar en trenes largos con poca gente ...o con demasiada en el autobús, cerca de la salida, si es posible. Esto ocurría en Buenos Aires, cuando yo era jovencita. Dice Rosa Montero en su habitual columna dominguera que ella iba en el metro a su colegio secundario en Madrid y que muchísimas veces no se libraba de que le tocaran el culo o se frotaran contra ella, sobre todo cuando era más pequeña. "Tu aprendizaje en la vida incluía tácticas de huída ante los depredadores". Y era verdad, tanto en Argentina como en España, por poner dos casos de testigos directos.
Muchos defendieron a Roman Polanski cuando tres veces fue señalado como abusador sexual. Pero ahora Harvey Weinstein ha sido denunciado y la cosa crece como una bola de nieve. ¿Qué cambió?
Opina Rosa Montero:" ....la canción social que todos cantábamos seguía siendo la vieja tonada ancestral: que exageradas son esas mujeres, qué mentirosas, qué desmesurado escándalo, qué manera de mancillar la dignidad de un profesional magnífico con nimiedades sacadas de contexto. Y aún más abajo, ya en la frontera con el inconsciente, un pensamiento atroz clavado en el cerebelo: pero si todo esto es normal".
Pero algo ha cambiado en NOSOTRAS y el vaso se ha llenado hasta que por fin rebosa. "Hoy, sin embargo, .....parte de los velos del prejuicio se han rasgado y hemos decidido dejar de considerar normal lo aberrante. ES UN GRAN PASO".
No hay comentarios:
Publicar un comentario