Víctor.
Mi amigo Víctor me cuenta una historia de cuando era muy jovencito. Un amor a destiempo, como tantas veces ocurre. El tendría 17 o 18 años y ella, Ramona, 30 y pico, casada y con 3 hijos. Como llegaron a hacerse amantes es algo que no debería sorprendernos, ya que eran vecinos y Víctor empezó a frecuentar la casa de ella. Como un amigo que iba a ver la tele con los niños.
Ramona se enamoró apasionadamente de ese chico y pronto ambos empezaron a frecuentar hoteles alojamiento (hoteles por horas para tener sexo) varias veces a la semana. Él se la pasaba bien, pero no estaba enamorado aunque muchos, muchísimos años después, haciendo balance de su vida, llegó a la conclusión que ninguna mujer lo quiso tanto como aquélla. Y actualmente me cuenta que su deseo de trascendencia después de la muerte es para encontrarse otra vez con ella.
Pasaban los años y ellos seguían amándose a escondidas con una intensidad inaudita, pero no era sólo pasión. Era amor. Ella lo apoyó en muchas decisiones que luego a él lo impulsaron a una vida adulta. Era una gran compañera.
También le costó mucho a Víctor ocultarle al marido y a los jóvenes de la vecindad esa relación que duró tantos años, con esa mujer que, además, tenía una tienda de golosinas, era muy atractiva y atendía al público. O sea, una persona conocida en el barrio.
Un día estaban en la casa de ella. Víctor miraba el fútbol en la tele apoltronado en el sofá. Los niños ya dormían y, de golpe Ramona, sin venir a cuento, se abalanzó sobre él con una pasión desenfrenada y dispuesta a hacer el amor allí mismo. Él, sin saber por qué, la rechazó con un fuerte empujón que la dejó sentada en una silla del comedor justo enfrente. En ese preciso instante una llave giró en la cerradura de la puerta y entró el marido de Ramona.
"Hola, Víctor" dijo él tranquilamente y fue a darle un beso a su mujer.
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Posteriormente, Víctor se puso de novio con una joven de su edad, se casó y esa relación se rompió dejando a Ramona con el corazón maltrecho. Lo que a lo mejor nunca supo Ramona, que ya murió hace años, es que ese chico jamás la olvidó y que su recuerdo se agiganta con el pasar de los años.
Esta historia me trae a la memoria un fragmento de CUERPO A LA VISTA, de Octavio Paz.
Yo creo que ese Víctor tenía muy buen oído, y había escuchado llegar al marido de lejos.
ResponderEliminar😂😂😂muy buena la observación
EliminarSe lo vamos a preguntar. Jeje
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