Anoche ví PASTORAL AMERICANA, película dirigida por EWAN McGREGOR, basada en la novela de PHILIP ROTH. No voy a contarla pero sólo diré que transcurre con el fondo de la llegada del hombre a la luna, la guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles, en un pueblo pequeño de EEUU.
Profundamente conmovedores son los papeles de los actores protagonistas, arrastrados desde una situación de normalidad familiar a una tragedia que se desarrolla a lo largo de treinta años, en donde confluyen un ramillete de factores históricos, familiares y personales que desembocan en lo inesperado. O lo esperado, ahora, que ya pasó y lo vivimos, porque fué un fenómeno social que sacudió los cimientos del estilo de vida norteamericano y latinoamericano (y los de algunos países europeos), llevando a muchos de sus hijos por el camino de la rebeldía ideológica o de la rebelión violenta contra un sistema que, de puertas para adentro, venía sufriendo el KU KLUX KLAN y el maccarthismo y para afuera... lo de siempre, si ya lo sabemos de MEMORIA.La desesperación de una familia decente, luchadora y que forma parte inconsciente de un sistema básicamente depredador, que ve como su preciosa hija los va considerando a ELLOS, sus padres, sus abuelos inmigrantes, SUS ENEMIGOS.
Esto me suena, pensaba mientras veía la película. Esos padres desesperados y perplejos que se quedan sin argumentos frente a un ser desconocido, que es su propia hija, y que no admite matices ni razonamientos. ESTO ME SUENA.
Esos almuerzos en mi casa paterna, allá por los años '60, que terminaban siempre mal, a los gritos, sin lograr un mínimo acuerdo, con la sola intención de adueñarse cada uno de LA RAZÓN. Situaciones inmanejables, aún para personas inteligentes, brutales enfrentamientos que no conducían a NADA, sólo a lágrimas, dolor y más bronca bien juntadita para el próximo almuerzo. Con el abismo generacional y la joven impulsividad por donde se han colado y perdido para siempre el respeto a la experiencia que dan los años y la ceguera frente al miedo, al pánico paterno de lo que ve venir, cosas que, siendo joven, se comprenden mucho después. El incondicional amor de los padres frente a las bestiales respuestas de un hijo/a que ya mira a través del odio. Un dolor que sólo se puede vivir en primera persona cuando se tiene un hijo. (En el film es muy interesante y controvertido el personaje de la psicóloga).
Luego se va viendo cómo los caminos van divergiendo en los diferentes personajes, con la intención de encontrar una salida, con el paso de los años, para seguir viviendo...o muriendo. Fué la época que nos tocó vivir...ésa mirada en perspectiva del maravilloso Philip Roth, con dolor pero sin rencor, de la inútil búsqueda incesante y absoluta de culpables individuales, sino, por lo menos en el caso que nos ocupa concretamente, de circunstancias totalmente fuera de control. COMPRENSIÓN EN ESTADO PURO. UN BÁLSAMO CARENTE DE ODIO.
Una crítica excelente, no puede estar mejor expresado,un gran saludo y felicitaciones.
ResponderEliminarFue fuerte el encontronazo entre nuestros padres y nosotros. Pero creo que abrimos caminos importantes....Cada familia los gestionó como pudo. Sí encuentro la peli la veo. Gracias Moni...
ResponderEliminarGracias Mònica por llenar mi mente de inquietudes y curiosidad,fantàstica como siempre brillante
ResponderEliminarUn bálsamo, sí. Un reconocernos entre el súper yo y el ello.
ResponderEliminarUn bálsamo, sí. Un reconocernos entre el súper yo y el ello.
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