Ilustración de Florencia Menéndez: ESCUCHANDO EL MAR.
Ese precario bote, gomón o patera (como quieran llamarlo) se veía desde lejos, entre las olas, con gente haciendo desesperadamente gestos para llamar la atención del crucero. De a poco todos vieron a esos pobres náufragos gritando auxilio en francés. ¿Recuerdan la película de Federico Fellini "E LA NAVE VA?" Pues así de esperpéntico se presentaba esto. El capitán los fue acercando lentamente pero por lo que dijo mientras los veía venir, tenía la clara intención de llenarles el botecito de comida, agua y despacharlos con viento fresco. Apenas adivinaron aquéllo, las mujeres fueron indignándose y dándose manija unas a otras, hasta que por fin lo encararon. La que rompió el hielo fue Kuky.
-¡No, no puede ser!- gritó Kuky Belack- ¿cómo los vamos a dejar en ese botecito de mierda a la deriva? Eso sería criminal.
-¿Pero qué vamos a hacer con ellos?-replicó Marta P., muy jurídica ella.- Estamos en aguas internacionales. ¿Cuál sería su status?
-¡Qué status ni status!- dijo, conteniendo la ira Graciela Vasallo- Están en medio de la nada, en un desierto de agua. Morirán todos ¿no se dan cuenta? (Cómo se notaba que hace años que trabaja a favor de gente desfavorecida).
-Pero, pero, ¿dónde los alojaremos? Son como 20, más que la propia tripulación-argumentó el capitán- Si las quieren violar, ¿quién las va a defender?
-¡Nosotras nos sabemos defender perfectamente!- retrucó Marita Pollice- ¿no, chicas? Las mutuas miradas fueron más que elocuentes. ¿Quién autorizó al capitán a meterse en nuestros íntimos asuntos de violaciones?
-¡¡Claro que nos sabemos defender!! vociferaron todas a la vez. Y en voz baja agregaron: "también hay que ver si nos queremos defender y de qué"
Pero, repito- dijo el capitán que iba adquiriendo un tinte violáceo en su face- ¿dónde los metemos?
Ya nos arreglaremos- dijeron todas mirando a esos jóvenes atléticos, hechos a una vida de sacrificio, bronceados sobre bronce.- Ya los acomodaremos- y los volvían a mirar con ojos de...de..., solidaridad. Graciela Meccia ofreció rápidamente lugar en su vivero marítimo: ¡pero si espacio es lo que sobra!- dijo no muy convencida. Es que Graciela, junto con un par de esclavos de la tripulación había logrado hacer un hermosísimo jardín al que bautizó EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES, aunque ella era la única NINFA.
-Claro, los subimos a bordo pero luego no nos van a dejar atracar en ningún puerto- masculló el capitán, ya desesperado - son indocumentados, por supuesto, ni tendrán pasaportes. Nos quedamos dando vueltas de puerto en puerto y en todos nos rebotan. ¿Qué les parece la idea?
-Si usted no admite subirlos a bordo, lo bajamos a usted con ellos y sin pasaporte ¿qué le parece la idea?- sugirieron Kuky Belack y Graciela Vasallo, mirándolo desafiantes con los brazos en jarra.
El capitán, al verse acorralado, sugirió que antes de tomar tal decisión, sería conveniente consultar al club SEMENTAL MEN DE LA PRADERA.
¡¡¡Noooooooo!!!!-aullaron las lobas al unísono con mirada asesina- ¡de ninguna manera!
-Yo las apoyo- dijo enfática Susana Grosso, ya que ella sabía muy bien lo que es ser extranjero- ellos no pueden sobrevivir por sí mismos, pobrecitos. Y les lanzó una mirada cariñosa.
Yo las apoyo- dijo con dura mirada Adelina Siri, ya que ella había leído mucho sobre temas de refugiados en Alemania y, además, se acordaba continuamente de su caddy subsahariano y, por eso, los miró con ternura.
Nosotras las apoyamos- dijeron con gran autoridad Stella Botti y Estela González y cualquiera se animaba a llevarles la contraria. Stellita soñando con todas las comidas africanas que aprendería, los miraba con devoción.
Y nosotras también- dijeron, como si cantaran en un afinado coro las Gracielas (para ir abreviando). La Larcamón muy convencida no estaba, pero disimulaba, los miraba con desconfianza.
Y yo- dijo Elvira Gaute- apuntando con un bisturí y amenazando con un estetoscopio y los miró con ojo clínico.
Yo me solidarizo- afirmó dando un paso adelante Maricruz Ojea- levantando una de las tantas banderas políticas que hubo que traerle para que se subiera a la nave y agregó: "el pueblo unido jamás será vencido" Aunque no especificó si el pueblo argentino, el nigeriano o el marroquí... pero bueno, da igual.
Y yo, en nombre de la paz- apostilló Nilda repitió: todo sea por la paz. Y la apoyó Betty Traviezo que, de tan buena no tenía nada de traviesa. Ambas les lanzaron miradas maternales.
Pily y Ana, bajaron del globo aerostático y afirmaron con cara de culo: -nosotras las apoyamos- mientras ocultaban las navajas en los bolsillos traseros del jean. Y los miraron alentándolos a subir.
Calma, calma, mis almas, estoy con ustedes-suavizó Mirta Arima, mientras grababa toda la escena con su celular y hacía respetuosas reverencias, secundada por Norma Ragusa, que trataba de quitarle hierro a las hienas salvajes, ya que eso parecían algunas de sus compañeras... tanto, que hasta los negritos empezaron a acojonarse.
Yo las apoyo- susurró con ternura pero firmeza Ana María Ponce de León. No olvidemos que por sus venas corre la sangre de Juan Ponce de León, adelantado, explorador y conquistador español, descubridor de La Florida y de noble ascendencia. Con este ADN no podía mantenerse al margen y los acarició con su mirada.
Moriremos aplastadas por el papeleo y la burocracia y en la cárcel, pero igual que se haga justicia y a la porra las leyes- dictaminaron las tres Martas. Parascándalo, Gibilini y Verdini (para seguir abreviando). Ésta última por su compasión y alma piadosa, aprendidas de su matrimonio con un buen hombre, ex-sacerdote, que había dejado los hábitos por amor. Una historia preciosa que en otra ocasión abordaremos, no ahora, a bordo y a merced de las mareas y los mareos.
¡Arriba esos pobres náufragos!- gritó a voz en cuello Marita Pollice (montada en un andamio desde donde pintaba la casita del árbol de Estela González). Marita, repito, cuyas oscuras y aviesas intenciones con respecto a esos musculosos morochos saldrán a la luz más adelante... o no saldrán nunca. Y los miró con interés creciente.
Frente a semejante unanimidad y temiendo un motín femenino a bordo, el capitán, el cocinero y la tripulación bajaron la guardia y aceptaron de mal grado la situación. En ese preciso momento, apareció corriendo Mónica Bardi, y a los gritos anunció que ya había terminado de revisar y comparar los modelos de yeso de la mordida en el muslo del MUERTO. Al ver semejante panorama, se quedó petrificada y muda, pero ya había metido la pata.
Los africanos oyeron la palabra "muerto" y se miraron entre sí con los ojos fuera de las órbitas. Vaya uno a saber que coño entendieron, aunque eso sumado al casi motín, los puso al borde del pánico. "Preferimos morir en alta mar" habrán pensado y a toda velocidad volvieron a su botecito para huir despavoridos remando a toda pastilla, hasta que se perdieron en el horizonte ante los ojos atónitos del personal.
La desilusión fue un trauma para todas, que vieron evaporarse las fantasías que la imaginación desbordada había regado generosamente. Ni la entrega amorosa de la psicóloga Pily y la dulce llamada a la calma de Mirta, lograron consolar a ese grupo de mujeres con alma joven, que solo pretendían divertirse un poco y, de paso, llevar a cabo una obra humanitaria. En un plis plas se alejó la posibilidad de contactar con otras culturas, con otras costumbres, incluso con otras posibilidades gastronómicas y muchas posibilidades de... ¿cómo decirlo? Bueno, mejor no decirlo.
Entre todas querían matar a Mónica y por poco no la tiran al mar, por haberlos espantado. ¿Qué mierda le hubiera costado no bocinar a los cuatro vientos esos asuntillos sin importancia como un cadáver? Ella se deshacía en disculpas pero igual la querían matar: por algo de chica la apodaban "radio Nacional informa".Chivata. Se había perdido una oportunidad única. Mientras tanto, el PANÓPTICO no dejaba un instante de registrar todo minuto a minuto.
Continuará.
Excelente como siempre. Este crucero será inolvidable para las chicas del Orto. Gracias Moni y esperando la continuación. Reitero felicitaciones!!!!
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