viernes, 13 de octubre de 2023

CASA ABDUCIDA

 


Biografía lectora por JAIRO ROMÁN. 

En la infancia no hubo ni un solo libro. Las historias de dolor, lucha, amor y pérdida eran las que ofrecían las calles de un barrio de invasión que se abría paso desde la periferia de la Villa de Robledo, un municipio bañado por el rio La Vieja, donde los gallinazos navegan sobre cuerpos hinchados que nadan boca abajo bañados por el sol más alegre. Así, entre el potrero y la escuela transcurrieron los primeros años, ya en la adolescencia migré a la esquina entre humo, guaro y salsa. La suerte estaba echada, vivíamos al día, sin mañana; no porque no pudiéramos soñar con algo distinto, era tan solo que la vida nos parecía demasiado corta: tenía 16 años y ya había visto morir a varios amigos.  

Eran los inicios de los noventa, transcurría mi segundo año de matrícula condicional, finalizaba el segundo trimestre y ya iba perdiendo el año por faltas. Me encontraba en clase de español, el docente era un tipo llamado Pedro, un vacan, pero exigente. Llegó con unos periódicos en la mano, pensé entre mí “este loco nos va a poner a leer noticias” Fue llamando a lista: Román —me debe mil— dijo, y me pasó varias hojas de papel periódico. Lo primero que miré fueron los dibujos, el título sigue intacto en la memoria, decía La Casa Tomada. Lo leí sin entender por qué lo hacía, normalmente esperaría a que uno de los nerdos que se hacen adelante lo hiciera y me pasara el resumen, pero esta vez una fuerza extraña me hizo leer el cuento. Debo confesar que ha sido una de las cosas más aterradoras que he experimentado, no pude dormir bien en los días sucesivos, la idea de ser expulsado de la casa, de quedar expuesto sabiendo que no hay retorno, que pase lo que pase estarás sin amparo sabiéndose sin refugio, perdido en arraigo, me parecía terrible. El ensayo o lo que debiera de entregar por escrito, quedó impregnado por esta angustia, lo supe cuando el profe me devolvió el escrito con un cinco, junto una nota que decía “muy bueno” en letra cursiva pero legible. Fue extraño sería la primera vez que alguien me felicitaba de esa manera. A la semana siguiente llamó de nuevo a lista: Román —este le va a gustar— dijo, y no me cobró. Me pasó unas hojas de papel periódico con un título en negrilla que decía El Túnel. Algo pasó ese día, algo cambió para siempre: la esquina dejó de ser el universo conocido, descubrí otros mundos, tuve diálogos distintos con diferentes mentes, viví en otros, otras vidas; estas cosas pasaban en silencio, y soledad, así ha sido. Los libros se convirtieron en mi refugio, mi lugar sagrado; la casa donde sé que jamás seré expulsado.


Jairo Román 

13 de octubre de 2023

2 comentarios:

  1. Bonito relato amiga👏👏👏🤗

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  2. ¡Me hizo recordar momentos de estudio de nuestra lengua!¡Muy bueno! 👏👏👏

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