OPINAR por Marcos Ayciriex
No deberíamos incentivar tan vehememente en nuestros hijos el derecho indiscutible de opinar sino, mas bien, la obligación moral de pensar, de dudar, de generar un sentido crítico aún si éste contradice nuestras ideas.
Familias de peronchos, familias de gorilas, familias de médicos, de escribanos, qué bueno cuando alguien se atreve al riesgo de plantarse y anunciar: no moriré haciendo endodoncias, quiero tocar la trompeta.
La opinion sin reflexión reduce y nos encasilla.
Los periodistas salen a la calle a preguntar: ¿qué opina? No se nos fomenta el pensamiento sino la mecánica superficial y básica que requiere el opinar.
El mundo está construido sobre opiniones y no sobre reflexiones.
Sobre una acusación, sobre un juicio, sobre una sentencia, sobre una persona que desconocemos, todos opinamos sin habernos interesado en saber a fondo de qué se trata. No toda opinión es respetable. En una mujer que quiere saber a quien han regalado su nieto o donde han tirado el cuerpo de su hijo no cabe el insulto ni el desprecio. No respeto todas las opiniones ni tampoco a todas las personas, hay cierta calidad de respeto que debe ganarse.
No es de pecho frio no opinar, sino de insensatos el hablar sin saber nada. Es de valientes decir: no sé, aún no tengo nada que decir, voy a interiorizarme y después te cuento...
Pero no nos interesa llegar al interior de nada y este sistema que nos necesita marmotas lo sabe muy bien. No hay que repetir lo que se dice sino aprender a escuchar lo que se calla, lo que se tapa, lo que pulsa debajo del ornamento con que se cubren las realidades. Cada vez estamos más informados pero cada vez sabemos menos.
Marcos Ayciriex
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