Bueno...¿dónde estaba? Ah, si: en "me voy, pero YA".
En mi viaje exploratorio a España había constatado que había lugares en el mundo que no padecían esa enfermedad crónica llamada INFLACIÓN.
Apenas me bajé del avión en Barajas, corrí al Museo del Prado. Aunque yo era una asidua del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, lo que ví en el Prado me dejó como a la niña del exorcista: con los ojos en la nuca. Velázquez, "Las Meninas", Goya, "Las pinturas negras"......salí de allí con un ataque de ansiedad.
El ofrecimiento de ir a Galicia lo pospuse y me largué a Andalucía. Allí conseguí trabajo.
Resumiendo: volví a Argentina con una clara intención: EMIGRAR. Sentía que tenía un futuro allí. La gente no hablaba de dinero y se palpaba esa atmósfera de país en alza, lleno de proyectos y de ilusiones. Las situaciones que viví me evocaban continuamente imágenes de mi niñez, de una Argentina donde hacer una carrera universitaria era sinónimo de progreso y prosperidad. El optimismo estaba omnipresente.
Cierto tiempo atrás el hombre más importante de mi vida me había hecho un comentario inteligente (como siempre): "Continuamente estamos diciendo que Dios le da pan a quienes no tienen dientes....y vos, que los tenés (se refería, obviamente, a la posibilidad de trabajar en otro país y no a mis dientes, que, como todo el mundo sabe, los tuve bien alineados, después de la ortodoncia, claro; y los sigo teniendo como último baluarte de mi percudido cuerpecito gentil), y vos, que los tenés, no los utilizás"
Una frase verdaderamente lapidaria.
Es que lo difícil eran los padres y los hijos. Los padres porque se quedaban y los hijos porque hacían preguntas y más preguntas, que, en realidad, una contestaba al tanteo, ya que la incógnita era para grandes y chicos. El mayor (15) estaba absolutamente entusismado con el cambio, aunque ignoraba por completo con lo que se iba a encontrar. Sólo dijo: "¿Monarquía, reyes....qué, nos vamos a meter en la máquina del tiempo?" Este hijo siempre fué de espíritu aventurero y bastante temerario.(Y es, ahora está en Dinamarca).
La nena, no. Ella (13) tenía un noviecito y esto era una brutal ruptura para ella." Romeo y Julieta, segunda parte". La parte dolorosa del tema.
Y el menor (11) creía que era un viaje del cual volveríamos antes o después, a pesar de nuestras explicaciones al respecto. Solo preguntó: "¿Allá cuánto es la inflación?"
Había que tomar una decisión: todo no podía ser un camino de rosas. Entonces pensé: "¿Y si no voy porque me da miedo y luego se me pasan los años (ya tenía 40) y me arrepiento?"
Así que la decisión la tomé. La autorización del padre para que viajen los chicos la logré engañándolo, por supuesto. Le hice creer que iba con una beca por unos meses y me llevaba los chicos como unas vacaciones culturales. Y entonces, estampó la firma tan anhelada. Abandoné la tesis doctoral, tampoco pude dar la última clase en la UBA para llevarme el título de docente autorizada (3 años de carrera docente en los que aprendí cosas interesantísimas), venta del consultorio, derivación de pacientes (una pequeña paciente lloró cuando se lo dije, cosa que me sorprendió muchísimo), despedidas y lo peor....se quedaban solos mis padres, otra parte dolorosa... con un solo hermano y desaparecido.
Aunque me alentaron a irme porque eran personas generosas y sin apego, para ellos fué un duro golpe nuestra partida. Yo quedé con la idea de que luego se vinieran conmigo, aunque nunca quisieron viajar, ni siquiera de vacaciones. (Cada año volvía yo a verlos).
El martes 13 de septiembre de 1988 era la partida. Mi hija intentó el último asalto y me dijo que el martes 13 daba mala suerte, que se caería el avión y que nos haríamos m...... Mi respuesta fué: "Esta es una gran oportunidad para dejar de ser supersticiosa".
Fué un viaje placentero y sereno, con pocos pasajeros, con lo cual tuvimos la suerte de dormir acostados ocupando varios asientos.
Amanecía en Madrid. En 12 horas habíamos pasado de la primavera al otoño y de una verde región húmeda a una seca con todos los matices del color tierra. Un asimétrico ajedrezado de marrones, ocres, rojos y anaranjados complementados con un cielo azul inmaculado nos recibía allá abajo.......
¿Cómo nos iría, qué nueva sociedad nos esperaba?
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