Hola, querido blog. Hace mucho que no te escribo porque no me dejaba acceder como propietaria, aunque sí podía leerlo. Es que los años no vienen solos. Con ellos vienen la pérdida de la motricidad fina, los momentáneos olvidos y la sensación de que el mundo va muy rápido y no lo podemos seguir. ¡Ah, pero se ganan un montón de otras cosas! Se gana en irritabilidad, se gana dinero porque no tienes en qué carajo gastarlo, se gana... se gana... ¿que era lo que había pensado?
Bueno, no importa o no debe ser importante. ¡Ah, sí, ya me acuerdo! Se gana en olvidos súbitos. Se gana en ganas de lecturas más profundas, mas reflexivas porque se tiene más tiempo.
Por ejemplo, Ahora estoy leyendo OPUS NIGRUM, de Marguerite Yourcenar.
Describe la vida difícil de Zenón, un médico de la Edad Media, época en la cual ibas a parar a la hoguera por un malentendido.
Bueno, igual que ahora, pero dejemos eso de lado...El libro es una pintura muy erudita de la época. Una obra maestra.
Para dormir la siesta, lo escucho a Darío, un filósofo argentino que me tiene abducida. Con él, entre sueños y vigilias, aprendo mucho y me conecto con mi tierra natal, la sobrevuelo, la saboreo y me lleno de mis códigos queridos. Darío tiene la capacidad de hacer fácil lo difícil. Lo que no ha podido hacer fácil es su propio apellido, que escribiré en la próxima vez porque no me alcanzan las consonantes de este teclado. Y hablando de teclados, voy a guardar este breve escrito, antes que lo vuelva a perder, como me pasó con el anterior. Hasta ahora.
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