El mundo entero sufrirá un daño económico y Argentina además del económico sufrira el cultural, porque el virus viene a atentar de manera directa contra la manera de vivir de los argentos.
Me refiero a la costumbre de la reunión (y de la solidaridad consecuente), a la del bar, a las previas como llaman los jóvenes, a la "juntada" en casa, los asados multitudinarios, tomar agua del pico de la botella en un picadito y pasarla entre los once jugadores, a la "picada" anterior al asadito (bueno, ya volverá), el after hour (tilingada pero criolla), al "nosotros qué llevamos", el abrazo estrecho y besuquero de incluso mí género masculino.
Me refiero al día 1 después de la cuarentena.
(Alguna vez una nieta de dos o tres años, alojada por razones laborales de su madre en una casa alemana o sueca, alteraba el momento de acostarse, tras la cena, porque exigía a gritos y a todos los presente el beso de las buenas noches, una costumbre ajena a los anfitriones). En Europa y América del Norte es muy difícil que la gente te invite a su casa, son de reuniones afuera.
Me refiero, sobre todo, al mate compartido, eso que nos iguala y que nos dice que o estamos todos a salvo o estamos todos al horno, y a otra fatalidad, la del tango, porque el que alguna vez bailó abrazado a otro/a y se olvidó de si mismo/a y se enamoró en esos tres minutos.
Es lo que les pasa a los extranjeros que han bailado un tango en Buenos Aires, a los que han abrazado en Buenos Aires, se enamoran del acercamiento y no se pueden ir aunque se vayan, se acuerdan de nuestro afectuoso contacto.
Ya volverá...
Taffetani Oscar
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