Tras oír que Platón definía al hombre como "un animal de dos patas sin plumas", el filósofo Diógenes le envió a la academia, un GALLO DESPLUMADO, con un comentario: "Aquí está el hombre de Platón".
Éste, entonces, de vio obligado a añadir a su definición: "...con uñas anchas y planas".
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