lunes, 30 de septiembre de 2019

EL TRÍO.

Por Mónica Bardi. (Basada en una historia irreal)

Sonó el teléfono.
-Hola- dijo ella.
-Hola- contestó ella. 
-¿Con quién desea hablar?- dijo Mérope Barbie. 
-Con Mérope Barbie.
-Ah, soy yo. ¿Quién habla?
-Soy Macarena Butrón.

-...¡No me diga! Bueno, no sé si debería decir "encantada de conocerla".
-No hace falta. Yo llamo para avisarle que Luis Giovanni me quiere a mi y no a ti. (Tuteo intempestivo). Está acá conmigo, en Buenos Aires y no contigo, allá en España. 
-Bueno, bien- contestó ella manteniendo la sangre fría, con su cerebro trabajando a todo tren.
Mientras se desarrollaba esa extraña conversación, la hija de Mérope Barbie, una adolescente cargada de insoportable adolescencia, recién emigrada de Argentina, igual que el resto de la familia, escuchaba con curiosidad creciente. Habían huido todos de la hiperinflación y la inseguridad en Argentina. Todos menos el padre de la familia, hombre muy patriarca pero no padre, que, como todo el mundo sabe, no es lo mismo. Jamás se había hecho cargo del sustento de la prole. 
La madre, Mérope Barbie, era la que trataba, con poco éxito, de cumplir todos los roles y sobre ella recaía la responsabilidad y la economía de haber emigrado. Hacía unos años que tenía una relación amorosa con Luis Giovanni, un buen hombre cargado de problemas y descargado de plata.

-Bien- repitió Mérope Barbie, continuando la conversación telefónica- si él está allá y te quiere, ¿cuál es el problema?
-El problema es que se quiere ir para España.
- Ah, qué se yo. Ya es bastante grandecito para decidir. Que venga.
-¡No!- exclamó Macarena Butrón.
-¿No? Y bueno, entonces que no venga.
-Es que quiere ir pero no tiene dinero. Tú le tendrías que pagar el pasaje y yo no creo que sería lo mejor. Te llamo para pedirte que no se lo pagues.
-Bueno, que me lo pida él y ya veremos.
-¡No!
-¿No? ¿Y por qué?
-Porque la vuestra es una relación enferma.
-¿Ah, si?¿Y eso quién lo diagnosticó?
-Mi prima, que es psicóloga y sabe mucho de parejas, me explicó con lujo de detalles que la gran diferencia de edades entre ustedes ha creado una relación paterno-filial y eso es patológico.
-Mira qué cosas, yo me acuesto con mi papi y me la paso bomba. A decir verdad, muy mal con los orgasmos no me siento.  Avísale a tu prima que el diagnóstico a control remoto que se construyó debe ser deconstruído o, al menos, revisado.
-¡¡Pero qué dices!! -se espantó Macarena Butrón- Si eso es como una enfermedad.
-Ahhhh, pero claro, por eso estamos tanto tiempo en la cama...
Los ojos azorados de la hija adolescente le iban dando un toque a lo Lisa Simpson.
En el otro lado de la línea, en Buenos Aires, Macarena Butrón tuvo algo así como un TELEFONICUS INTERRUPTUS, tragó saliva y volvió a la carga: -¿pero no te das cuenta que vuestra relación no tiene futuro?
-Es posible, pero tiene presente. Pero me lo he pensado mejor: sí le pagaré el billete.
-¡No!
-¿No?
Macarena Butrón empezó a sollozar con auténtica pena. Mérope Barbie sabía que había ganado la partida.
No obstante, decidió seguir el juego a ver hasta dónde era la otra capaz de llegar por amor. Y tuvo una idea estrafalaria, pero pensó: "no pierdo nada con proponérsela".
-Aunque- adelantó Mérope Barbie sinuosamente con voz misteriosa.
-¿Aunque qué?- articuló brusca y ansiosamente Macarena Butrón, entre moco y moco, aferrándose desesperadamente a la titilante posverdad.
- Tengo una idea. Creo que te va a chocar porque es algo muy loco, pero si no hay nada mejor...
-Te escucho...te escucho...
-¿Y si lo compartimos? A Luis Giovanni, me refiero. Seis meses contigo y seis meses conmigo. Me hago cargo que no es muy ortodoxo, claro.
-¡No!
-¿No?¿Por qué no? Sería un trío por temporadas, en diferentes países y financiado por nosotras mismas, no hace falta mezclarnos, y además, ¿quién se va a enterar? ¿Qué problema hay?
La carita de la hija de Mérope Barbie parecía la de un búho. Incluso pretendió intervenir pero la madre la hizo callar con un gesto de enfermera de hospital.

Esta vez la voz gimoteante de Macarena Butrón se tornó dura y pontificia.
-¡Estás loca! ¡La gente tiene razón!
-Claro que estoy loca. Vaya novedad. Pero por curiosidad ¿qué gente? Además, loca o no ¿tienes tú una solución mejor?
En ese momento Macarena Butrón colgó el teléfono e interrumpió el único diálogo que mantuvieron esas dos mujeres en sus vidas.
-Colgó- dijo Mérope Barbie- ¡Qué lástima! Me estaba divirtiendo mucho.
La hija, que ya parecía una estatua de sal, la miró estupefacta. La madre también la miró...y las dos estallaron en sonoras y prolongadas carcajadas.
Al final, la niña pudo articular, entre lágrimas de risa, la lógica pregunta: "pero, mamá, ¿y Luis Giovanni que va a decir?"
-¡Y qué se yo! En este caso parece como un hombre-objeto. Pero sabemos, al menos, una cosa: él se casó con ella para obtener la nacionalidad española. Yo en eso no lo puedo ayudar porque todavía estamos "indocumentados" y en este país, España, no nos molestan porque somos blanquitos y con aspecto europeo, pero, por el momento, papeles no tenemos.
Para averiguar algo más haremos algo que NUNCA, pero NUNCA se debe hacer.
-¡Ay, mamá, me das miedo!
-No, tú tranqui, que estás con la reina de las transgresiones.
Seguidamente, abrió un cajón y sacó unas cuantas cartas cerradas.
Mientras ponía una olla con agua a hervir, lanzaba su discurso: "mira, hijita, esta es una gran oportunidad para que aprendas la diferencia entre la teoría y la práctica. Como ya te dije, nunca se husmea en correo privado ajeno: esa es la teoría. Ahora vamos a abrir cartas que le mandó Macarena Butrón a mi amorcito, porque en este mundo la información privilegiada es clave: esa es la práctica. ¿Te ha quedado claro?"
-Pero, mamá, ¿eso no es una contradicción?
-Ay, mi niña, el camino de la vida está plagado de contradicciones. Ya lo irás entendiendo.
-Pero, mamá, ¿eso no es ilegal?
-Las leyes están para cumplirlas, siempre que se pueda; para pasearse a su alrededor en caso de problemas y, si es perentorio, saltárselas. Y ya basta de legislaciones y pongamos manos a la obra.

Abrieron todas las cartas con el vapor del agua, las leyeron y las volvieron a cerrar. Información obtenida: Macarena Butrón admitía, en muchas de ellas, que don Giovanni se le resistía.
Todas estas movidas generaron en la hija una cierta confusión mental, de la cual todavía no ha salido...no ha salido del neuropsiquiátrico, más exactamente.
Pero a lo que íbamos.
Cierto tiempo después de la llamada telefónica de marras, Luis Giovanni aterrizó en España y luego de la perceptiva "luna de miel" con Mérope Barbie, ella le entregó la correspondencia adulterada (y disimulada) en mano, mientras ironizaba: "el remitente dice M.B. pero yo, Mérope Barbie desde luego, no soy la que te escribe. Es tu socia de permiso de residencia en Europa, Macarena Butrón, que por una pirueta del destino, coincidimos en las iniciales de nuestros nombres. ¿Será por eso que también coincidimos en el mismo hombre?".
Luis Giovanni ignoró el comentario sarcástico, miró dubitativamente las cartas y comentó, tanteando el terreno: "¿tú sabes lo que me propuso Macarena Butrón cuando estaba a punto de subirme al avión? "
-¿Qué?-
-Que por qué no pasaba seis meses contigo y seis meses con ella, como si yo fuese un muñeco inflable. De hecho, así me sentí.
-¿Y tú que le contestaste?
- Que si estaba loca.
-Pero, claro, ¿de dónde sacó esa idea tan estrafalaria?
-Y qué se yo, no es propio de ella.
- Una loca- reafirmó Mérope Barbie y le dió un sonoro beso: "¡felicitaciones, te salvaste de una loca!"
CONCLUSIÓN: cuando la desesperación aprieta, los principios se aflojan.

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