miércoles, 13 de febrero de 2013

¿VIDA SIN ADN?

Hace ya años que todos conocemos la imagen de la doble hélice que, en todas las formas artísticas y variaciones imaginables, ha sido representada. Es hasta PRECIOSA, sinuosa, llena de elementos constitutivos que parece cosa de magia. Esa escalera que conduce a la vida, que se autoduplica, que evoluciona, en realidad, ES cosa de magia. Aunque la química dice que no, que no es magia sino que responde a fuerzas primordiales para lograr la autoorganización.
Bueno, sea como sea, ese maravilloso diseño no es el único posible.
Phillip Holliger, del consejo de investigaciones médicas de Cambridge (Inglaterra), explica que hay al menos seis polímeros que se le asemejan y pueden realizar la misma función.
Y para demostrarlo creó el AXN (ácido xenonucleico) y las enzimas que forman con ella un sistema genético completo.
¿Y para qué sirve esta nueva molécula? Bueno, como, por lo visto, se podría reemplazar ADN (en una bacteria o en un virus) por AXN y usar su generación de energía, las funciones tradicionales de esta molécula (síntesis de proteínas...transmisión de vida) se podrían aprovechar para crear microorganismos portadores de medicamentos y medios de diagnóstico mucho más efectivos que los actuales.
También se podrían diseñar para devorar manchas de petróleo o convertir aguas residuales en electricidad.
Y tendría la ventaja de que, si una criatura así, escapara al exterior, moriría ya que carecería de un suministro constante de enzimas específicas para el AXN.
Además, el AXN no podría entretejerse en los genomas de los organismos naturales: las enzimas naturales no lo reconocerían.
¡Qué increíble! ¿no?
Estas cosas me dan vértigo: parece que una se asoma a un precipicio, a algo absolutamente nuevo e impredecible. No quiero decir con esto que me negaría a semejante adelanto. Sería como tener un familiar enfermo y negarle una nueva medicación que, a lo mejor, le salva la vida o una existencia penosa. Sólo digo que todo lo que pone patas arriba lo establecido, el paradigma conocido y aceptado, da miedo, porque de ninguna manera se puede saber a qué Frankestein nos conduce, qué inconmensurables consecuencias, buenas y malas, nos puede acarrear. En fin, confiemos en que sean mejores que peores, pero yo sigo alucinada.
El mundo no deja de sorprenderme