viernes, 31 de julio de 2020

MITOS GUINEANOS

ETNIA FANG ❤️

La etnia fang es de origen nubia y originaria del interior del área continental de Guinea Ecuatorial. Esta extendida asimismo en Gabón y Camerún.
Constituye el 37 % de la población de Gabón y son la etnia mayoritaria en Guinea Ecuatorial, donde representan el 80 % de la población total; en Camerún son el 20 %. Su estructura social es patrilineal y se subdivide en linajes, tribus, clanes y familias. La religión más practicada entre los fang es la bwiti. Son célebres por sus esculturas talladas y por la música que crean con el instrumento del mvett.

Mitología Fang ❤️

 En el principio sólo existia Nzame, que tenía tres divinidades: Nzame, Mebere, y Nkwa. Nzame creó el universo y la tierra y le trajo vida. Las tres partes de Nzame estaban admirando esta creación y pensaron que había que crear quien gobernara la tierra y creó el elefante, el leopardo, el antílope y el mono, pero pensaron que había que crear un goberante mejor. Entre los tres hicieron una nueva criatura en su imagen, y le llamaron Fam (poder), y le dijeron que gobernara la tierra. Pasado un tiempo, Fam se volvió arrogante, maltrataba a los animales y dejó de rendir culto a Nzame. Nzame, enfadado, llamó a Ntzalan (trueno)mandó truenos y relámpagos y destruyó todo lo que existía, excepto a Fam a quien había prometido la inmortalidad. Nzame decidió renovar la tierra y probar de nuevo. Puso una nueva capa de tierra al planeta y creció un árbol en ella. El árbol dejó caer semillas de las que crecieron más árboles. El árbol dejó caer algunas de sus hojas en el agua y se volvieron en peces, y dejó caer otras hojas en la tierra y se conviertieron en animales. La tierra requemada por el trueno quedó debajo y la pueba es que si se excaba profundamente se encuentra esa tierra a la que llamamos carbón. Más tarde, Nzame decidió crear un nuevo hombre, pero esta vez lo haría mortal, y le llamó Sekume, que es el padre de todos nosotros. Hizo a Sekume con Gnoul (cuerpo) y Nissim (alma). Nissim le da vida a Gnoul. Cuando Gnoul se muere, Nissim sigue vivo. Nissim vive en el ojo. El punto brillante que hay en el centro del ojo es Nsissim. Más tarde, Nzame le dijo a Sekume que cogiera un árbol e hiciera con él una mujer. Así lo hizo y le llamó Mbongwe, que es la primera mujer y la madre de todos nosotros. Entre los dos tuvieron muchos hijos. Y ¿qué pasó con Fam?. Un día Sekume cogió a Fam, hizon un profundo agujero en la tierra y metió en él a Fam, poniendo una gran figura de Nzame, de piedra, taponando la entrada.  Pero Fam hizo túneles debajo de la tierra hasta que consiguió salir fuera. Entonces, al encontrarse con que Sekume, Mbongwe y sus hijos se habían adueñado de la tierra. Enfurecido, se oculto en los bosques y en el agua donde mata a las personas y hunde los barcos.

RENE FAVALORO.

RENÉ FAVALORO

Una anécdota revela la magnitud de esa mente veloz. Operaban a un famoso jugador de fútbol y su yerno, que era cirujano, había pedido estar. Su colega Boullon lo autorizó, aunque no se lo comunicó a Favaloro que, cuando llegó a suturar al paciente, comentó: "Este era un choborra total. Si no tenía medio troli encima, no la veía ni cuadrada". Boullon le hacía muecas detrás de las lupas y el barbijo, pero sin suerte. En un momento se acercó y le dijo despacio: "El yerno está arriba". En el acto cambió el discurso. "Qué cosa el alcoholismo. Si habré sacado a mi padre de los bares". Don José Favaloro pasó a ser borracho y el futbolista, Jesús. Empezó relatar los goles de cuarenta metros y las proezas más monumentales que recordaba. Todos terminaron cagandose de risa, y la operacion de maravilla.
En las operaciones les daba a sus colegas recetas, como guiso de lenteja, puchero, si no se ponía a cantar tangos.

"He visto pocas veces una rapidez tan grande como la de él. Lo mismo en una cirugía: cuando todos hacíamos agua, él tenía una solución, una alternativa.
Insultaba mucho cuando algo no le salía, en EE.UU, cuando algún ayudante se incorporaba a la sala de operaciones preguntaba: How many puta madre did he say? Así se hacían una idea como para saber cómo entrar al quirófano. Acá lo mismo. Pero no había ningún resentimiento porque eso era una olla a presión y así descomprimía, largaba presión. Después seguía funcionando. René tenía esa explosión y después pedía disculpas a todo el mundo.
Sus colegas le decían Don Corleone, el capo de mafia, pero no con el concepto malo, sino el capo bueno. El intervenía en todas nuestras cosas. Eramos una especie de parte suya. Era su personalidad. Hubo parejas que trató de arreglar. Estaba en todo, en cada detalle. Y nosotros éramos un peón, un alfil, un caballo, distintas piezas de más o menos valor, pero piezas de un enorme juego de ajedrez. En algún momento éramos 200 en el servicio y él veía todo.

Su colega Boullon recuerda que cuando Favaloro lo veía con mala cara le preguntaba qué pasaba. Una vez él le mencionó que estaba preocupado por la evolución de un paciente, porque algo no había salido bien; entonces su maestro le decía: ‘Pensá en el que sigue’. No porque no le importara ese paciente, sino porque entendía que lo sucedido no tenía arreglo. "Con el próximo vas a cometer menos errores. Deprimido no me servís", remataba el hombre que realizó la primera operación de bypass del mundo.
Sabés cuánto pesan las crucecitas que vas dejando por tu camino, Favaloro era implacable. Boullon, formado por él en el quirófano, su primer hogar, recuerda que cuando una operación a corazón abierto, de las difíciles, salía bien no les decía nada. Pero si algo iba mal, repetía su frase: ¿Sabés cuánto pesan las crucecitas que vas dejando por tu camino?, ¿Se imagina lo que dolía eso? El era duro". El maestro les llevaba 20 años a los demás médicos del staff, tenía 5000 cirugías a corazón abierto; sus aprendices pocas o ninguna.
No tenían navidades, operábamos Navidades, Año Nuevo, todas las fiestas. No me acuerdo de haber pasado ninguna fiesta importante sin operar. Se operaba sin límite, no paraba nunca el servicio. Era la personalidad de él dejar todo ahí, tenía esa manera de ver la vida: vivió para la medicina y murió con esa idea.

Cuenta el Dr. Boullon que el día que le pidieron la renuncia a Favaloro él ya no estaba en su staff. Trabajaron juntos entre 1972 y 1988. "Me imagino que fue la muerte para él", dice. "Había llamado a varios exdirigentes, directores del PAMI, gente del gobierno de Fernando De la Rúa y grandes industriales. El tenía que echar a 700 personas y como le dijo al juez en la carta, no iba a poder mirar a la cara a esa gente. Estoy seguro, después de haber estado tantos años con él, que no iba a poder hacerlo.
Ese día tomó la frase que nos había dicho en el quirófano".

_¿Qué frase?

- Estábamos operando y hablábamos de cualquier cosa. El tema fundamental es que no perdíamos el tiempo, seguíamos para adelante, pero charlábamos de distintas cosas. Alguna vez me preguntó: ¿vos cómo te suicidarías? Doctor, le dije, no me pienso suicidar. Bueno, pero si tuvieras que suicidarte, me dijo. Bueno, una bala de alta potencia y por la boca. ¡No, no, no, no! Se puso loco y me dijo: hay que dispararse en el corazón, nosotros sabemos de anatomía. Ahí no te equivocás. Porque en la cabeza por ahí te quedás ciego o medio boludo y vivo.

Un hombre decidido a cumplir su camino. Y alguien que convivía a diario con la muerte, incluso conversaba con ella. "Recuerdo que hasta la veíamos nosotros en el quirófano, porque es una imagen muy fuerte. Decía: ‘A éste no te lo vas a llevar, a este no te lo llevás’. Muchas veces la muerte se quedaba con las ganas porque andaba todo bien pese a las dificultades", recuerda Boullon. Estaba cerca de la muerte, el riesgo de la cirugía cardíaca nunca es cero.
Favaloro vivió y murió por la medicina, cuenta Boullon ,el cirujano relata una historia vivida en el quirófano que se presenta con el subtítulo "creer o reventar". Cuenta Boullon que una vez operaron a una monja por una "insuficiencia mitral para recambio valvular". Pusieron a la paciente "en bomba", para que el corazón latiera con ayuda de una máquina. Luego Favaloro cambió la válvula sin problemas. Cuando quisieron "salir de bomba" el corazón hacía dos latidos normales y luego se fibrilaba (no latía armónicamente). Se la chocó eléctricamente en forma repetida y no cambiaba. Después de media hora de intentos inútiles Favaloro tomó el corazón en la mano y lo apretó; lo dejó de nuevo en el tórax abierto. Pensaron que había que hablar con la familia, informarle que la paciente había fallecido, pero el corazón empezó a latir normalmente.

Las anécdotas que van dando cuenta de la personalidad de ese hombre. De una familia de clase media, Favaloro nunca tuvo grandes pretensiones materiales, conducía un Renault 12 break (un auto medio pelo para la época) y siempre decía que soñaba con un auto de techo corredizo. Una mañana Juan Manuel Fangio, alguien a quien Favaloro había operado con éxito, le estacionó en la puerta de la fundación un Mercedes 300 color gris con techo corredizo. "Decile que se lo lleven. El doctor Favaloro no va a andar en un Mercedes mientras no haya una mamadera para cada chico en la Argentina", le respondió a su colega. "Que se lo lleven".

- ¿Cree que cambió algo con la muerte de Favaloro?

- Su muerte desgraciadamente no sirvió para mejorar nada. Está peor. Hay tantos intereses creados. El tenía la idea de que había que tener un sistema general de salud. Todas esas historias se quedaron en su esfuerzo. La Argentina tiene una gran chance y le tiene que dar salud a 45 millones, por constitución nacional, en época de pandemia cómo resuenan, no?.

Gracias por leer.

miércoles, 29 de julio de 2020

CUENTO DE GRACIELA MECCIA BLANCO

LA AFEITADA
Amanece, el campo todo despierta este domingo de enero.Por el hueco de la ventana comienza a filtrarse la luz del día. Fermín abre los ojos, un haz de luz lo encandila, los cierra y se vuelve sobre la almohada húmeda, se quedará un rato más remoloneando. No fue una buena noche. Las colchas están revueltas y caídas. Hoy no hay horario, el mate puede esperar hasta que el día se pinte entero.Con los ojos cerrados escucha los cantos, cientos de gallos juegan al coro. Algunos muy lejos, otrosaquí no más. Está bueno descubrir cuál es cuál.El rancho tiene olor a encierro, hoy sacará sus pilchas al sol. Es inútil, no puede dormir, se levanta. Saca la tranca y abre la puerta. Una brisa fresca con olor a tierra húmeda lo recibe, se sienta bajo el alero y se acaricia la cara como para despejarse, su mano tosca siente la barba crecida. No hay nada que hacer, si quiere ir al pueblo tendrá que afeitarse.Echa una mirada cansina a los surcos con choclos maduros, acaricia al Negro que le lame la mano, el alazán relincha contra el alambrado. Tiene la barba dura y espesa, habrá que ablandarla con agua caliente. Va hasta la bomba, llena la pava,prende el fuego y espera... Mientras tanto entra en busca del espejo, sale, lo cuelga de un clavo, acerca el banquito, la palangana de lata. En el ropero guarda la brocha, el jabón y la maquinita con hoja. Organiza todo el equipo y se mira en su viejo y opaco espejo roto. Con el revés de la manga le saca la tierra y lo vuelve a colgar. Se mira distraído.El sol ya salió y el campo entero se llena de luz. Su rostro de surcos profundos se refleja fragmentado en ese espejo. Fermín casi no conoce su cara completa, por años se ha mirado primero de un lado y luegodel otro. En realidad se mira poco. Se mira por dentro.La brocha espumosa lo pinta de blanco, disfruta el momento, la mueve despacio, en redondo, el jabón tiene perfume de flores. Observa el cachete, la barba entrecana lo cubre hasta el cuello, por un largo rato sigue con la brocha hasta sentir que los pelos ya no se resisten.  Mientras tanto piensa que no se conoce,se ríe al pensarlo. Él es Fermín Ojeda, 68 años, nacido en el campo, soltero, sin hijos, trabajador de la tierra, poseedor de un caballo, un rancho y un perro... Para qué más, siempre fue así... Solo.Se mira de nuevo y deja la brocha, en el espejo caben pedazos de cara, despacio y por partes desliza la hojita que barre a tirones los pelos más dóciles. Primero el bigote, la pera. Ahora baja despacio por lamejilla derecha, la patilla... Su ojo derecho lo mira desde el otro lado. Hundido, profundo, de un azul intenso, rodeado de plieguesy de cejas oscuras de pelos despeinados. Se miran descreídos y el tiempo se detiene... Fermín gira la cara y continúa con la rutina. La hojita baja lenta desde el costado de la oreja, hace una mueca para no cortarse. De pronto se siente observado. Detiene la mano, otro ojo lo mira: las arrugas, los pelos, el azul profundo...Es igual, pero no lo siente igual. Cree que son sus ojos los que ve en el pedazo de espejo, pero algo  no está funcionando como debiera ser. ¿Por qué siente que esos ojos no se mueven con él? Que no se mueven como él. ¿Siempre habrá sido así y nunca le prestó atención?  Detiene la afeitada y mira el espejo, observa su frente, el nacimiento de su cabello tupido, lacio, comotirado hacia atrás de manera natural, aún quedan algunos pocos negros, pero en su mayoría son canos,más duros y rebeldes. Su pelo parece un cepillo peinado hacia atrás. Le causa gracia lo que piensa. Siente ternura por su cabello tordillo y esa frente plegada en paralelas desde las cejas hasta el “cepillo”. Los años y la vida dura de vientos y soles dejaron sus huellas. Las mejillas hundidas con pómulos salientes también tienen una piel gruesa y ajada, y la barba canosa. Se vuelve a mirar y otra vez sonríe con ternura por su imagen. Aquella cara joven de rasgos fuertes y quemada por el sol cedió su lugar a tanta arruga y tanta cana. Es la vida que anduvo lenta, pero anduvo mucho, y hoy la siente no sólo en canas y arrugas, sino en las menos ganas de trabajar, en la cintura, en las piernas. Pero por sobre todo en el alma. La vida dejó cicatrices  que aún sangran. Dolores lejanos, secretos. Los recuerdos lo distraen, se olvida del espejo y de esa mirada de ojos azules. Vuelve a intentar con la maquinita y los pedacitos de cara. Se habla: “-¡Qué pinta tenías Fermín! Cuánta china se te regalaba en tus años mozos. Y por tanto elegir te quedaste solo. Ahora sería bueno tener una compañera para vivir estos años de calma, mirar el
maizal de a dos, compartir los amargos cuando el día es lluvioso y no se puede salir a los surcos. Viste Fermín, no querías perder la libertad, querías ser el dueño de tus tiempos, y ahora...” Pasan imágenes rápidas por su mente aún ágil, mujeres, hombres, lugares. Siempre el campo, siempre el caballo, siempre una partida como huyendo, y otra vez la soledad del rancho. Como en  un destello apareció el único rostro amado. Lo borró rápido, esa era su defensa. Siempre pensaba que lo borraba.Nunca lo pudo borrar.Sigue con la afeitada, la barba que queda está otra vez dura. Tironea, la hojita está vieja, entonces pasa y repasa. De pronto lo ve. El ojo derecho quedó en el espejo. Lo mira, se miran. No siente que es él. No entiende qué pasa. Siente miedo. Algo nuevo, diferente, le corre por el cuerpo. Se serena. No puede ser tan pavo, a qué le va a tener miedo a plena luz del día, un hombre grande, un paisano acostumbrado a los peligros delcampo, la luz mala y el lobizón.-“Vamos Fermín, que te estás poniendo sonso con los años, terminá con la afeitada que en el pueblo hay cuadreras, algo de asado y mucho vino”Levanta la mano, apoya la vieja maquinita sobre la patilla y espía de refilón al ojo enemigo. Lo mira, no cede Es inquisidor, y ese azul intenso que al madurar la mañana se fue iluminando, lo perturba del todo. De pronto siente que enloquece. Bajo la soledad del alero recuerdos y miedos lo hacen gritar: - “¿Qué te pasa, quién sos? Dejame tranquilo. No te alcanzan las noches, mil noches, para atacarme dormido y revolverme en la culpa? Mojar las almohadas, despertarme temblando? ¡¡¡ Andate!!! Ya sé,esos ojos azules no son míos, son tuyos. Los míos son negros, con arrugas y pelos, fuleros, pero negros. Los tuyos eran claros y no pude cerrarlos.”Le tiemblan las piernas, se sienta aturdido, por años de años le escapa a su historia, a la culpa. Al precio terrible de su cobardía.Fue en enero, un domingo, cuando a aquel rostro amado de ojos azules  lo devoró el arroyo.Descuelga el espejo, lo pisa con furia, tritura la imagen. No alcanza...       -“¡Ya voy, te acompaño! ¡Por favor perdoname, no me dejes solo…. ¡yo también te quiero!!!!”En la mañana ardiente del domingo de enero el solitario alazán pasta sereno y bebe, ignorante, esa agua fresca le ofrece el arroyo. El Negro en el rancho, aulla aturdido el dolor de la muerte.

miércoles, 22 de julio de 2020

LAS OVEJAS

Las ovejas.
Guillermo Alonso.

Salieron tempranito a la mañana. Los primeros kilómetros iban todas juntas charlando entre ellas. El pastor, con los auriculares puestos, las seguía desde atrás. El perro las corría y empujaba a alguna díscola que se abría del rebaño. El sol fue apareciendo detrás de la montaña. Ya era primavera pero los picos todavía estaban nevados. Antes de empezar la trepada, el pastor dio orden de parar y el perro las reunió a todas para que comieran un poco de pasto húmedo y bien verde. Cuando estuvieron saciadas se organizaron para seguir subiendo. La líder con su cencerro al frente, todas las otras en fila, de a una. El perro, ladrando para apurarlas y el pastor puteando porque su celular ya no tenía señal. La líder, que era joven, impuso un ritmo que a las otras les costaba seguir, pero cuando alguna se retrasaba, el perro le ladraba, la empujaba y la obligaba a mantener el ritmo. Cerca del mediodía llegaron a destino. Allí estaba esa laguna de aguas cristalinas que se alimentaba de los deshielos. Las ovejas se distribuyeron por la orilla, metiendo las patas en el agua. Algunas, las más jóvenes, se animaron a meter el cuerpo, pero no la cabeza. Los cóndores, dueños absolutos del lugar, se enojaron por la intromisión del rebaño, pero después de sobrevolarlo dos o tres veces se asustaron por los ladridos del perro. El pastor buscó un lugar para sentarse, abrió su mochila y comió las dos empanadas que le había preparado su mamá. También alimentó a su mascota. Se recostó y dormitó un rato hasta que unas nubes oscuras le indicaron que había que iniciar la vuelta. Otra vez la líder hizo su trabajo y emprendieron una tras otra el camino del descenso. Las nubes taparon el sol y al finalizar el desfiladero empezaron a llorar una lluvia finita. Casi no pararon para comer el verde césped. Al recuperar la señal de su teléfono el pastor avisó a su casa que ya llovía, que llegarían un poco más tarde y que prepararan el corral bajo techo. Llegó a tiempo para darse una ducha antes de comer. Su mamá había puesto un cordero en el horno con papas y batatas de su cosecha. Antes de acostarse llamó a su novia.  Ella vivía en el pueblo y sólo se veían los fines de semana. Se dio cuenta que estaba muy cansado. Se acostó y se durmió enseguida. Soñó que el sol aparecería al día siguiente. Las ovejas soñaban lo mismo.
Guillermo Alonso (julio/2020)

viernes, 17 de julio de 2020

DESCANSO

Por Mónica Bardi. 

Mamá hacía años que iba arrastrándose en la vida porque caminar de pie ya no podía. La tristeza había pasado a ser estructural. Casi no hablaba: había que sostener largos silencios para que ella dijera algo. Las expectativas con respecto a su vida estaban demasiado alejadas de lo que luego fue la realidad. La desaparición de su hijo, nuera y nieta; el alejamiento a otro país de su hija, la pérdida de contacto con su familia y amigas la habían dejado sola, vacía.
Su marido hacía lo que podía, juntando fuerzas para los dos, pero él también parecía "más fantasmal que después de morir" (Borges). La casa ni siquiera evocaba los ecos de las risas y la música.
Mamá se fracturó la cadera por osteoporosis y luego no pudo, no tuvo la fuerza de voluntad para hacer una buena rehabilitación.
Ya estaban muy viejitos los dos. A veces no hace falta vivir tanto, ¿no?
Un día, papá llamó a un médico porque mamá había empezado a desarrollar escaras en las nalgas por estar siempre en la misma posición.
El médico la examinó y cuando la dieron vuelta para ponerla otra vez boca arriba, mi papá exclamó: "¡Doctor, esta mujer está muerta!"
Sorprendido, el médico sólo pudo certificar la muerte.
Cuenta luego mi papá que mi mamá tenía una expresión de paz y beatitud que nunca le había visto antes. La muerte fue un ángel piadoso que se la llevó a un jardín de ensueño para tener un descanso pleno y largamente esperado.