sábado, 26 de septiembre de 2020

SIN RUMBO. Capítulo séptimo: modelos de yeso.

Ilustración de Florencia Menéndez: ENAMORADO. 
 

¿Entonces ya sabemos quién estaba con el finado? -preguntaron Marta V. y Graciela L. qué hablaban siempre a la vez porque la vida las había emparentado. 

-No- replicó Mónica B. con cara de circunstancias. 

-¿Noooo? ¿Y por qué?- inquirieron todas a coro. 

-Porque las huellas no coinciden con nadie. Y no es tan complicado el tema ya que entre las que tienen postizos, muelas ausentes, férulas, implantes, prótesis y obturaciones no hay modo de confundirse. 

-Bueno, che, no es para tanto. Tan arruinadas no estamos- se defendieron varias, bastante ofendidas.

-No, no se lo tomen así -, contestó conciliadora la torda odontologista- se nota que se han cuidado. Hasta Stella Maris Botti se puso un diente de leche que se le cayó a su nieta Lara y lo pegó a la prótesis con pegatodo. Eso es una prueba de amor más fuerte que un tatuaje. ¡Y duró muchos años!

La perplejidad crecía entre las chicas pareja a la curiosidad, hasta que el sentido común vino de la mano de Elvira: "bueno, pero eso ¿qué importa? ¿qué aporta? Ya sabemos que nadie lo mató, ¿por qué es tan importante saber quién  saboreó ese bocado?

-¡A que has sido tú!- señaló Maricruz a Elvira con un índice acusador- ¡que te gusta la sangre hasta en las películas, torda cardiologista!

-¿Yoooo? ¡Claro que no! ¿A que ha sido la marquesa L, tan intocable siempre ella?

-¡Qué idiotez!- dijo Grace desde sus alturas morales- No me llega ni a las suelas de los zapatos ese individuo- Pero pudo haber sido Marita, tantas horas desaparecida. 

-¡Jajajajajaja!- carcajeó Marita por toda respuesta- OJALÁ. Yo creo que fue alguna de las Martas, tan sanitas ellas, mosquitas muertas.

-¡Momento! - discutió Meccia- que yo estaba entre canteros y macetas.

-Pues un jardín no es mal lugar para esas placenteras actividades- opinó Adelina. 

-Tan bueno como una biblioteca, según Borges- terció Estela G- escrutando a Adelina de pies a cabeza.  

-¡Cheeeeee!- gritó Pily- si todos sabemos que fue Ana Nowacke. 

-¡Serás guacha!- aulló Ana- si estábamos juntas, a menos que hayamos sido las dos...

Y se largaron a reír. -Fué Stella Botti- ¡a ella le encanta masticar!

-¿Por qué no se van al carajo las dos? - fue la suave respuesta de la más dulce de las compañeritas- si todas sabemos que fue Kuky B. 

-¿Yooooo, por qué?

-Porque no tenés coartada, por eso. 

-Bueno, basta, déjense de darle vueltas a la cuestión: nosotras queremos saber con quién estaba, que alguien confiese, se sincere y logre la paz espiritual-  afirmaron todas las demás a coro, entre ellas Betty Traviezo y Ana María Ponce de León. 

Mientras tanto, Norma y Mirta trataban de mantener el orden y las buena educación para que el grupo no perdiera su carácter de mosqueteras ¿cómo diríamos? espíritu de D'artagnan, Porthos y Aramís, espíritu de todas para una y una para todas. 

-Bueno, con educación, pero queremos saber; ¡el pueblo quiere saber de qué se trata!- corearon. 

-Calma, por favor- suplicó Mirta, interrumpiendo temporalmente la conexión por Zoom, con sus alumnos.  

(¡Chusmas! - dijo alguien de la tripulación- No pueden ser tan Chusmas). Pero sí lo eran.

-¿No habrá sido alguien de la tripulación? Se murmuraba que ese hombre era gay- terció Marta V. 

-¡No me digas!- se sorprendió Ana María P. de León. 

-Es que está tan de moda; un desperdicio- suspiró Mónica B. 

- Bueno- dijeron algunas - esto no va a quedar así. -Pero ahora vayamos a cenar- pidió Marita- demasiadas emociones para un solo día, tengo hambre y el hambre me hace bostezar. 

(¡Chusmas!- seguían ronroneando en la tripulación- son unas chusmas).

En la espléndida mesa empezaron a saltar, junto con langostas, bogavantes, ensaladas, riñones al jerez, mollejas al vino blanco y otras exquisiteces, recuerdos revoltosos desde el pasado de los últimos años de escuela secundaria en nuestro resignado colegio del Huerto. 

Por ejemplo, los viernes de cuaresma en la iglesia, mezclábamos nuestros nombres en voz bien alta, con el ora pronobis o el miserere nobis en medio de las letanías, lo cual enfurecía a las monjas. Nos reíamos mucho viéndolas correr por la nave central de un lado al otro tratando de pescar a alguna "in fraganti".

O en los retiros espirituales girando como calesitas en el patio que daba a la casa de retiro de las monjas. Cada una con su librito de Santo Tomás o San Francisco de Asís. Pero en cuanto podíamos, sacábamos las revistas mexicanas que llevábamos ocultas en la cintura de las polleras. Nos interesaban más que nuestros libritos. Ahora una piensa en la tonta ingenuidad de esas revistas y se da cuenta cómo han cambiado los tiempos. 

Alguien recordó que una vez vino un cura nuevo, lindo y joven a darnos misa y una charla posterior. El joven sacerdote, inocente como un bebé, quiso congraciarse con nosotras y nos preguntó qué tema nos interesaría tratar. Con toda la maldad propia de algunas, un par de voces atronaron: ¡las relaciones prematrimoniales!

El pobre curita, pálido como el mármol, no sabía para donde disparar y sólo logró articular cuatro incoherencias hasta que las monjas, escandalizadas, pararon el espinoso asunto alejando precipitadamente al ingenuo de tanta bruja malévola. Le faltaba demasiado asfalto al curita para enfrentar a  ese gineceo contestatario. 

Pero el episodio más violento que ha quedado en los anales de la historia del Hortus Conclusus fue ese aciago día del campeonato de pelota al cesto entre 5°A y 5°B. ¿O era cuarto? Bueno, da igual. 

El hecho es que, como siempre ganaba el A y como esta vez parecía que no, algunas lo tomaron como un agravio comparativo a todas luces injusto, lo cual era seguramente falso pero constituía un oportuno pretexto para armar la de Dios es Cristo. 

La cosa fue subiendo de tono hasta que las vándalas empezaron a tirar las sillas por la ventana del primer piso. Con desesperación vieron las monjas que no podían parar aquéllo y menos mal que no vieron a Ana, cuando estuvo a punto de estrellarle una silla en la cabeza a la profe de gimnasia, aunque en el último instante de lucidez algo la detuvo. 

Profesores del colegio Belgrano vinieron en auxilio de la de gimnasia y las monjas. En unos veinte minutos la cosa estuvo bajo control y los ánimos se calmaron. Desde siempre quedó la sospecha de que las autoridades decidieron no dar trascendencia al tema y mucho menos, avisar a los padres. Era demasiado escándalo y no le convenía al colegio. Hasta donde después se supo, alguien decidió correr un tupido velo. Por supuesto que las peores cargaron con amonestaciones pero la cosa no pasó de ahí. 

La verdad es que eso fue too much y tarda una años en entender cuál era (repito) el combustible que mantenía en pie de guerra a esas niñas de buena familia. 

Pily contó que una vez estaba esperando afuera a que saliera Stella Botti, a la que habían amonestado, como de costumbre. Alguien salió a decirle que se fuera, pero ella seguía clavada en la vereda, esperando como un perro fiel a su compañerita y con mirada desafiante, según un hábito ya incorporado en su conducta habitual. Alguien interpretó eso como una provocación (lo era) y ese alguien la hizo entrar a la dirección y le encajó dos días de suspensión. 

De vuelta a su casa pensaba Pily cómo decírselo a sus padres pero en ese preciso instante a Silvia Ferramola se le prendió la lamparita. Ensayó un rato un pequeño discurso y llamó al colegio haciéndose pasar por María Luisa, la mamá de Pily y en tono muy elocuente le dió la razón a la Madre Superiora agregando que en esa casa decente se iban a poner fuertes límites al mal comportamiento de la oveja descarriada. Que se quedara tranquila y no dudara ni por un instante que las cosas se iban a enderezar. Sonó muy convincente. Todavía no sabemos cómo la monja no se dió cuenta de que la madre de Pily era española y tenía un característico acento de aquéllas tierras. Así que Pily hacía como que iba al colegio cada mañana pero en realidad estaba todas esas horas escondida en la buhardilla de su casa.

Pero volvamos al crucero. El tema del muerto volvió a surgir y llamaron al capitán para preguntarle cuándo y cómo echarían el cadáver al mar, porque a bordo no había congelador de ese tamaño. El pobre hombre enmudeció. Estaba acorralado por las fieras, pero evidentemente alguna decisión tenía que tomar: para eso era el capitán. 

-Pero antes de eso- afirmaron al unísono las féminas- queremos ver todos los modelos de yeso de la mordida para saber quién estaba con él al momento de morir-

-Pero todos- recalcó Stellita B., inquisidora y olfateándose algo que las demás no veíamos. 

-¡¡Siiiii!!!, eso queremos- gritaron al unísono ya un poco borrachas y aplaudieron a Stellita por su iniciativa. 

Eso hicieron: los pusieron a todos en fila arriba de un mostrador como patéticas  esculturas blancas y los fueron probando en el yeso del muslo del muerto a ver si coincidían. Pero nada. Ninguna coincidía, como el zapatito de cristal de la Cenicienta, la evidencia se resistía y la borrachera generalizada nublaba un poco las ganas de seguir insistiendo. 

Y estaban TODOS los modelos , incluídos los de la tripulación. ¿Estaban todos? ¿Seguro, segurísimo?¿Alguien habría manipulado o escondido el correspondiente a la huella? Muy cansadas y beodas decidieron dejar el tema para el día siguiente. 

Mientras, al PANÓPTICO no se le escapaba nada, siempre atento y vigilante, con la respuesta justa pero oculta. 

domingo, 20 de septiembre de 2020

SIN RUMBO, capítulo sexto: y la nave va




Ilustración de Florencia Menéndez: ESCUCHANDO EL MAR. 

Ese precario bote, gomón o patera (como quieran llamarlo) se veía desde lejos, entre las olas, con gente haciendo desesperadamente gestos para llamar la atención del crucero. De a poco todos vieron a esos pobres náufragos gritando auxilio en francés. ¿Recuerdan la película de Federico Fellini "E LA NAVE VA?" Pues así de esperpéntico se presentaba esto. El capitán los fue acercando lentamente pero por lo que dijo mientras los veía venir, tenía la clara intención de llenarles el botecito de comida, agua y despacharlos con viento fresco. Apenas adivinaron aquéllo, las mujeres fueron indignándose y dándose manija unas a otras, hasta que por fin lo encararon. La que rompió el hielo fue Kuky. 

-¡No, no puede ser!- gritó Kuky Belack- ¿cómo los vamos a dejar en ese botecito de mierda a la deriva? Eso sería criminal. 

-¿Pero qué vamos a hacer con ellos?-replicó Marta P., muy jurídica ella.- Estamos en aguas internacionales. ¿Cuál sería su status? 

-¡Qué status ni status!- dijo, conteniendo la ira Graciela Vasallo- Están en medio de la nada, en un desierto de agua. Morirán todos ¿no se dan cuenta? (Cómo se notaba que hace años que trabaja a favor de gente desfavorecida).

-Pero, pero, ¿dónde los alojaremos? Son como 20, más que la propia tripulación-argumentó el capitán- Si las quieren violar, ¿quién las va a defender?

-¡Nosotras nos sabemos defender perfectamente!- retrucó Marita Pollice- ¿no, chicas? Las mutuas miradas fueron más que elocuentes. ¿Quién autorizó al capitán a meterse en nuestros íntimos asuntos de violaciones?

-¡¡Claro que nos sabemos defender!! vociferaron todas a la vez. Y en voz baja agregaron: "también hay que ver si nos queremos defender y de qué"

Pero, repito- dijo el capitán que iba adquiriendo un tinte violáceo en su face- ¿dónde los metemos?

Ya nos arreglaremos- dijeron todas mirando a esos jóvenes atléticos, hechos a una vida de sacrificio, bronceados sobre bronce.- Ya los acomodaremos- y los volvían a mirar con ojos de...de..., solidaridad. Graciela Meccia ofreció rápidamente lugar en su vivero marítimo: ¡pero si espacio es lo que sobra!- dijo no muy convencida. Es que Graciela, junto con un par de esclavos de la tripulación había logrado hacer un hermosísimo jardín al que bautizó EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES, aunque ella era la única NINFA. 

-Claro, los subimos a bordo pero luego no nos van a dejar atracar en ningún puerto- masculló el capitán, ya desesperado - son indocumentados, por supuesto, ni tendrán pasaportes. Nos quedamos dando vueltas de puerto en puerto y en todos nos rebotan. ¿Qué les parece la idea?

-Si usted no admite subirlos a bordo, lo bajamos a usted con ellos y sin pasaporte ¿qué le parece la idea?- sugirieron Kuky Belack y Graciela Vasallo, mirándolo desafiantes con los brazos en jarra. 

El capitán, al verse acorralado, sugirió que antes de tomar tal decisión, sería conveniente consultar al club SEMENTAL MEN DE LA PRADERA. 

¡¡¡Noooooooo!!!!-aullaron las lobas al unísono con mirada asesina- ¡de ninguna manera!

-Yo las apoyo- dijo enfática Susana Grosso, ya que ella sabía muy bien lo que es ser extranjero- ellos no pueden sobrevivir por sí mismos, pobrecitos. Y les lanzó una mirada cariñosa. 

Yo las apoyo- dijo con dura mirada Adelina Siri, ya que ella había leído mucho sobre temas de refugiados en Alemania y, además, se acordaba continuamente de su caddy subsahariano y, por eso, los miró con ternura. 

Nosotras las apoyamos- dijeron con gran autoridad Stella Botti y Estela González y cualquiera se animaba a llevarles la contraria. Stellita soñando con todas las comidas africanas que aprendería, los miraba con devoción. 

Y nosotras también- dijeron, como si cantaran en un afinado coro las Gracielas (para ir abreviando). La Larcamón muy convencida no estaba, pero disimulaba, los miraba con desconfianza. 

Y yo- dijo Elvira Gaute- apuntando con un bisturí y amenazando con un estetoscopio y los miró con ojo clínico. 

Yo me solidarizo- afirmó dando un paso adelante Maricruz Ojea- levantando una de las tantas banderas políticas que hubo que traerle para que se subiera a la nave y agregó: "el pueblo unido jamás será vencido" Aunque no especificó si el pueblo argentino, el nigeriano o el marroquí... pero bueno, da igual. 

Y yo, en nombre de la paz- apostilló Nilda repitió: todo sea por la paz. Y la apoyó Betty Traviezo que, de tan buena no tenía nada de traviesa. Ambas les lanzaron miradas maternales. 

Pily y Ana, bajaron del globo aerostático y afirmaron con cara de culo: -nosotras las apoyamos- mientras ocultaban las navajas en los bolsillos traseros del jean. Y los miraron alentándolos a subir. 

Calma, calma, mis almas, estoy con ustedes-suavizó Mirta Arima, mientras grababa toda la escena con su celular y hacía respetuosas reverencias, secundada por Norma Ragusa, que trataba de quitarle hierro a las hienas salvajes, ya que eso parecían algunas de sus compañeras... tanto, que hasta los negritos empezaron a acojonarse. 

Yo las apoyo- susurró con ternura pero firmeza Ana María Ponce de León. No olvidemos que por sus venas corre la sangre de Juan Ponce de León, adelantado, explorador y conquistador español, descubridor de La Florida y de noble ascendencia. Con este ADN no podía mantenerse al margen y los acarició con su mirada. 

Moriremos aplastadas por el papeleo y la burocracia y en la cárcel, pero igual que se haga justicia y a la porra las leyes- dictaminaron las tres Martas. Parascándalo, Gibilini y Verdini (para seguir abreviando). Ésta última por su compasión y alma piadosa, aprendidas de su matrimonio con un buen hombre, ex-sacerdote, que había dejado los hábitos por amor. Una historia preciosa que en otra ocasión abordaremos, no ahora, a bordo y a merced de las mareas y los mareos.  

¡Arriba esos pobres náufragos!- gritó a voz en cuello Marita Pollice (montada en un andamio desde donde pintaba la casita del árbol de Estela González). Marita, repito, cuyas oscuras y aviesas intenciones con respecto a esos musculosos morochos saldrán a la luz más adelante... o no saldrán nunca. Y los miró con interés creciente. 

Frente a semejante unanimidad y temiendo un motín femenino a bordo, el capitán, el cocinero y la tripulación bajaron la guardia y aceptaron de mal grado la situación. En ese preciso momento, apareció corriendo Mónica Bardi, y a los gritos anunció que ya había terminado de revisar y comparar los modelos de yeso de la mordida en el muslo del MUERTO. Al ver semejante panorama, se quedó petrificada y muda, pero ya había metido la pata. 

Los africanos oyeron la palabra "muerto" y se miraron entre sí con los ojos fuera de las órbitas. Vaya uno a saber que coño entendieron, aunque eso sumado al casi motín, los puso al borde del pánico. "Preferimos morir en alta mar" habrán pensado y a toda velocidad volvieron a su botecito para huir despavoridos remando a toda pastilla, hasta que se perdieron en el horizonte ante los ojos atónitos del personal. 

La desilusión fue un trauma para todas, que vieron evaporarse las fantasías que la imaginación desbordada había regado generosamente. Ni la entrega amorosa de la psicóloga Pily y la dulce llamada a la calma de Mirta, lograron consolar a ese grupo de mujeres con alma joven, que solo pretendían divertirse un poco y, de paso, llevar a cabo una obra humanitaria. En un plis plas se alejó la posibilidad de contactar con otras culturas, con otras costumbres, incluso con otras posibilidades gastronómicas y muchas posibilidades de... ¿cómo decirlo? Bueno, mejor no decirlo. 

Entre todas querían matar a Mónica y por poco no la tiran al mar, por haberlos espantado. ¿Qué mierda le hubiera costado no bocinar a los cuatro vientos esos asuntillos sin importancia como un cadáver? Ella se deshacía en disculpas pero igual la querían matar: por algo de chica la apodaban "radio Nacional informa".Chivata. Se había perdido una oportunidad única. Mientras tanto, el PANÓPTICO no dejaba un instante de registrar todo minuto a minuto. 

Continuará. 

viernes, 18 de septiembre de 2020

SIN RUMBO. Capítulo quinto: en el colegio

Ilustración de Florencia Menéndez: EL SUEÑO DE ANALÍA.
 

En el insigne colegio Nuestra Señora del Huerto sabían muy POCO de epistemología, también llamada gnoseología. Me atrevo a poner sobre el tapete tan rotunda afirmación porque la definición de EPISTEMOLOGÍA es la rama de la filosofía que se ocupa del estudio del conocimiento. Se distingue de la mera opinión, de la creencia, de la fe o de las ilusiones de la imaginación. Y allí todo iba mezcladito: la fe, las creencias, las ciencias, etc,  un verdadero quilombo. Sin embargo, algo nos habrá cultivado, algo habrá dado sus frutos porque somos unas diosas en muchísimos aspectos, modestia aparte. 

Pero como casi siempre, lo más interesante ocurría fuera del aula, en los alrededores. Afuera, en las conversaciones y conspiraciones: allí estaba la salsa de tomate. Y si no, que se lo digan a Marita Pollice, que andaba todo el santo día suspirando por un tal Raúl. Esta artista en potencia nos dibujó a todas, alumnas y profesoras, entre suspiro de amor y suspiro de amor.  De hecho, mil años más tarde, en una loca travesía en crucero, pintó todo el barco con escenas variadísimas, algunas de alto voltaje sexual en las paredes de los camarotes. ¿Cómo no se iban a calentar la tripulación y las pasajeras?

Pero volvamos al colegio. Un muy mal ejemplo para aquéllas alumnas fue una tal Mónica, de cuyo apellido no quiero acordarme, hija de un odontólogo de la zona, que le falsificó la firma en el parte de ausentes a su propio padre, porque en lugar de concurrir a sus clases, se fue con Ana Nowacke a conocer la ciudad de La Plata, hecho que no dejaba de poner de manifiesto sus curiosidades geográficas. 

-¿Ésta es su firma, doctor?- preguntó la Madre Superiora con una sonrisa medio forzada, indudablemente molesta por tener que dirigirse a un buen "cliente", al que parecía que iba a perder. 

-No...parece- musitó el padre, bastante contrariado, lanzando miradas asesinas a su hija, que más que humana parecía una estatua de sal. 

-Pero, doctor, ¿es o no es?

-No, no es mi firma, evidentemente no lo es. 

Cuatro ojos se clavaron en Mónica, que estaba navegando mentalmente por otras latitudes. Pensaba, por ejemplo: ¿por qué fui tan idiota de no pedirle a Marita Pollice que imitara la firma, como pensé en un principio? A ella no la hubieran pillado. Dibuja mejor que yo. -

¡Señorita! ¿En qué está pensando? - dijo la monja, tratando de parecer serena. 

-Eh...eh....en nada. Perdone, madre.

-¿Ha sido usted la falsificadora?

-Eh... si, efectivamente. 

-Bueno, en vista de las presentes circunstancias le voy a pedir, doctor Bardi, que el próximo curso no anote a su hija en esta noble institución. Porque, por si no lo sabía, acá vienen niñas de buena familia. 

-Me ha quedado meridianamente claro, madre. No voy a discutir esa decisión y le pido disculpas en el nombre de mi hija. 

El doctor Bardi no se iba a poner a protestar sobre lo de las "niñas mal de familia bien" porque también iban muchas a su casa y las conocía de manera transparente, sabía de sobra que eran unas cabras locas. No daba. 

Mejor no entrar en detalles sobre la bronca que le cayó a la pobre criatura, la futura sor Monjamon, por esa tonta travesura. El arrepentimiento de Mónica fue tal que, con los años y luego de haberse extinguido el fuego de la juventud, ya vieja (no quedaba mucho por experimentar) se metió a monja de clausura y se dedicó a rezar de rodillas (pero sobria, bueno, casi siempre) todo el santo día y gran parte de la noche. Sus letanías interminables rompían los nervios (no las normas) de la congregación:"Monjamon, Monjamon, aparta de mí este garrón"; "Monjamon, Monjamon, aparta de mí este moscardón"; "Prendo vela, velita y velón". Era la voz de su conciencia, Pepito Grillo católico.

El tema de los zapatos en esa noble institución era todo un tema. Estaban una vez Pily y Stellita, en un recreo, delante de todas, en ese dilema infinito discutiendo con Tomatito, la monja Agustina. Que si mocasines, que preferían las jóvenes, que si botines acordonados, que exigía el uniforme del colegio. Que si, que no. Y nadie aflojaba. Esas dos con mocasines y todo el resto con botines. 

Las dos aprendices de delincuentes no querían retractarse y la monja cada vez se ponía más furiosa. Mayor era el grado de nervios de ella, más duros se volvían los semblantes de las dos alumnas mientras no dejaban de avanzar y avanzar y Tomatito no paraba de retroceder y retroceder...parecían 2 gángsters a la caza de un chivato. Ya no se trataba de los zapatos... era un tema de poder. 

Finalmente, el pulso terminó con un ataque de histeria y una huída de la monja entre faldas voladoras, presa del pánico.

Algunas veces necesitábamos faltar a alguna materia, por exámenes, por ejemplo, así que descubrimos cómo cortar la luz, bajando el térmico en la sala de mandos, para que suspendieran las clases... aunque duró poco el invento. 

Lo que fue realmente imperdonable fue el episodio Estela G. ¿la recuerdan?, que era la envidia de todas porque con 15 años ya ostentaba unas tetas grandiosas. Y nosotras, NADA DE NADA. Planas como una tabla de planchar. Eso no era equitativo y merecía un castigo. Esa mina no podía pasarnos por delante de nuestras narices y pechos que parecían trazados con tiralíneas, esas preciosas y abundantes glándulas mamarias...no, era injustamente desproporcionado.  Pero ¿qué hacer? ¿cómo y dónde? ¿Cómo se fabrica una venganza?

El cuartito al lado de los baños, antes de los pajonales donde íbamos a fumar no parecía mal lugar. Allí ocurrió el pecado: la pobre teutona...perdón, tetona, quedó prácticamente desnuda por la manteada, con el agravante de que allí se cambiaban los albañiles. ¿Sería esa la primera vez que nuestra compañera era vista en todo su esplendor por unos hombres desconocidos? Afortunadamente, los hombres ese día no habían ido a trabajar ¡Ay, Monjamon, Monjamon, qué papelón, mejor dicho, que movidón!

En ese suceso intervinieron varias alumnas carentes totalmente de escrúpulos y, cuando los gritos alertaron a las monjas, hubo severas represiones en forma de amonestaciones y suspensiones. Pero eso era lo de menos, esos pechos divinos habían recibido lo suyo. ¡Ahhhh, las niñas aleluyantes del orto parecían no tener arreglo y todas las oraciones, plegarias y mantras no las iban a salvar del fuego purificador del infierno! Cada año que pasaba, más rebeldes se volvían. Y claro que no eran todas, sino un grupúsculo ruidoso e inconformista, un calco de la sociedad en la que habían nacido. Hoy en día, eso se llama bullying y es propio de gamberros y niños crueles... exactamente igual que ayer. Hoy te llevan al psicólogo, ayer te metían amonestaciones. Casi lo mismo. ¿Qué combustible emocional hacía arder a esas chicas "rebeldes sin causa" en ese caldero de broncas reiteradas? ¿Cuándo y por qué se extinguió ese fuego y llegaron a ser personas "normales"? ¿Qué secuelas pudieron haber quedado en nuestra compañera maltratada?Lo notable y la gran diferencia con tiempos actuales es que no había odio ni desprecio. De hecho, la compañera tetona (luego de unas cuantas puteadas por parte de ella y la insólita explicación que le dimos: vos sos la única que tenés tetas) y las demás nos seguimos tratando normalmente, dentro y fuera del colegio. Y, por supuesto, nadie se suicidó, ni las buenas ni las vándalas.

Todo, todo, todo hay que decirlo, visto por el PANÓPTICO, porque lo que no sabían las monjas, acostumbradas a lo judeo-cristiano es que en "Ética a Nicómaco", Aristóteles (nada menos) afirma lo siguiente: "Se considera que todo arte, todo anhelo, así como cualquier acto y búsqueda aspiran a alguna forma de bien. Por consiguiente, se puede determinar correctamente que el bien es aquello a lo que todas las cosas aspiran". ¿Algo así como que el fin justifica los medios?

Las niñas "mal de familia bien" aspirábamos a unas tetas suculentas...ni que hubiéramos leído a Aristóteles.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

SIN RUMBO. Capítulo cuatro: el muerto.

Ilustración de Florencia Menéndez: SIESTA EN EL SILLÓN. 

-¡¡Un muerto a bordo!!-vociferaron unos asustados marineros, mientras corrían hacia la torre de mando.
-¿Pero cómo, quién, qué pasó?- se interrogó todo el mundo mirándose con incredulidad.
Visto y considerando que estaban muy lejos de cualquier costa y en aguas internacionales, la cosa se complicaba.
-¡¡Llamen a la abogada penalista, que es lo más cerca que tenemos de un forense... y a la médica, rápido!!
Volando llegó Martita Parascándalo, quien a toda costa trató de atemperar los ánimos de la turba vociferante, o sea, nosotras.  Con calma de entomóloga mirando un insecto, examinó fríamente el escenario del ¿crimen? Y dictaminó con gran autoridad que no veía signos de violencia.
El muerto era un vejete, parte de la tripulación, que, con esa edad quién sabe a quién sobornó para formar parte del equipo y estaba completamente desnudo, sobre la cama, en posición de Cristo crucificado e indudablemente kaput, pero todavía calentito.
Marta miró su reloj Rolex de oro y decidió que la hora de la muerte sería precisamente esa, pero dejó caer en voz baja, para no alarmar más al personal, que el difunto tenía unas marcas características en el muslo izquierdo. Y agregó quedamente: llamen a Mónica, la dentista.
Ésta estaba charlando tranquilamente con Estela González, en su casita del árbol. No habían oído nada a aquéllas alturas. Resulta que Estela González había presentado sus exigencias, para formar parte del crucero, al igual que todas las demás; y éstas eran que ella quería estar en un lugar muy alto para sentirse en contacto con el Universo. La cabaña estilo Tarzán y Jane, se posaba en lo alto del mástil más alto, con techo corredizo para poder ver las estrellas y sus mágicas constelaciones y hacer algún viaje astral, ¿por qué no? A ella le pareció una opción aceptable y todo el mundo contento, porque en este grupo prima la tolerancia, que no es infinita y por eso convinimos desde el principio no hablar de política.
Pero volvamos a Armando, que así se llamaba el muerto, porque siempre andaba armando broncas. Mónica y Estela llegaron muy excitadas y sorprendidas al escenario del crimen, sin saber muy bien por qué las habían convocado. Mónica examinó la marca del muslo del occiso y no le cupo la menor duda: incisivos, caninos, premolares y molares habían dejado una inequívoca impronta en las flácidas carnes del hombre.
-Entonces- dijo muy seria Estela -ésa es la marca del asesino: su dentadura; lo mordieron con saña. Unas gotas de sangre ya coagulada colgando de las dichosas marcas dentarias eran testigos mudos del luctuoso hecho. 
Cuando todas estábamos súper entusiasmadas con el desarrollo de tan dramáticos acontecimientos, vino Elvira, la cardióloga y nos pinchó el globito.
-Pero no, acá no hay ningún crimen. Murió por sobredosis de VIAGRA. ¿No lo ven?
Parece que no lo queríamos ver...pero allí estaba, todavía ERECTA, la EVIDENCIA, aunque hay múltiples formas de llamar a esa parte de anatomía masculina.
-¡Ohhhhhhhh, no!- exclamamos al unísono profundamente desilusionadas- ¿entonces nadie lo mató?
-Pero por Dios- dijo el capitán, rojo como un tomate- a ver si yo he entendido bien, ¿ustedes están deseando de verdad que aquí haya habido un crimen?
-¡Siiiiiiiii!- contestamos al unísono.
-¿Ustedes están locas?-
-¡Siiiiiii! ¡Nosotras queremos una aventura del tipo Ágatha Christie!
- ¡Llamen a la psicóloga!- aulló el capitán, a punto de desencadenársele una crisis hipertensiva- ¡Y que nadie salga de este barco!
"¿Y dónde mierda vamos a ir?" fue la instantánea y lógica respuesta.
La psicóloga Fernández y la licenciada en medio ambiente Nowacke viajaban cerca, pero no a bordo, lo cual, a priori, las eximía de cualquier sospecha de mordisco.
Ellas prefirieron viajar volando, a poca distancia, en un globo aerostático multicolor traído especialmente de la Capadocia. Efectivamente, Pily Fernandez y Ana María Nowacke disfrutaban como enanas ese medio de transporte que las mantenía cerca, pero no tan cerca y, como tenían algunas horas de conexión a Internet, charlábamos por pantalla múltiple, o sea, por Zoom, tan de moda y cuyo manejo nos subía a todas la autoestima ya que sentíamos el poder que da el dominio de lo informático. De hecho, la que más había avanzado en ese aspecto era Mirta Arima, cuyos tutoriales llamando a la calma y a la concordia nos tenían fascinadas, mejor diría hipnotizadas.
Además, Pily estaba cansada de tanta agua porque toda su vida adulta, ella y su primi habían navegado muchísimo en su propio velero. Prefería verla desde lo alto. 
Pero volvamos al apasionante ¿crimen?
Pily logró sedarnos con sus sabias y reposadas palabras, haciéndonos entender que no nos convenía que fuera un crimen porque Adelina Siri, gran lectora, le había dicho que, en los cuentos de Ágatha Christie la mayoría de los personajes van muriendo. Eso no nos convenía. Acá no se quería morir nadie.
Entretanto, Ana Nowacke se puso a hacer sesudos cálculos de cuándo convenía tirar el cadáver al mar, sin afectar al ecosistema. Mientras Mónica les tomaba impresiones de alginato a todos los de a bordo, para confirmar taxativamente quién había estado con Armando cuando andaba pidiendo pista, así podría explicar ese misterioso (o no tan misterioso) bocado en el muslo.
Para que los moldes no provocaran arcadas  desagradables a los inesperados "pacientes" y así poder hacerlo "en serie", se solicitó la ayuda de Mirta Arima y su mantra infalible.
Tanto nos calmó que nos quedamos todas dormidas, incluía Mirta. En esa ingente tarea prestó una colaboración inestimable nuestra compañera Nilda, que lo único que pretendía era disfruta de un poco de PAZ. Como en "la Bella Durmiente" alguien caminaba entre ronquidos y suspiros, cautelosamente, observándolo todo. El PANÓPTICO nunca descansa.
Continuará.

lunes, 14 de septiembre de 2020

SIN RUMBO. Capítulo tres: el sacerdote.


Ilustación de Florencia Menéndez: SERIE PAN. AMASANDO. 

Como decíamos, en el crucero iban una cardióloga Elvira Gaute, una abogada (penalista, of course) y una dentista.
La abogada Marta, que ya venía a los tumbos con caídas e incisivos fracturados, exigió por telegrama colacionado que hubiera, a bordo, sucursales bancarias,  oficinas administrativas y juzgados.
Para complacerla se contrataron escenógrafos del teatro Colón que armaron unas ventanillas de plástico atendidas por robots humanoides, que reproducían a la perfección una calle comercial de Lomas de Zamora. "Tal fue la primera intrusión del mundo fantástico en el mundo real"(Borges). Y ya que estamos con un escritor único, recordemos que Adelina pidió una biblioteca completa, ya que, cuando se cansara de oír hablar boludeces, se sumergiría con apnea voluntaria, en sus amados libros. Nuevamente se recurrió a los escenógrafos, que armaron un enorme tinglado con las tapas de las mayores obras de la literatura universal, aunque adentro no había nada. "¡Los libros pesan mucho!" argumentó todo el mundo. Y, por las dudas, llevaron un e-book. Lo que sí construyeron fue un golfito, a falta de cancha de golf y trasladaron con sumo cuidado unos nidos de picaflores que ella personalmente debía vigilar. No dejó de acercarse al golfito la marquesa de los pies a la cabeza, Graciela Larcamón, encantada con la idea de tener con quién jugar. ¡Así son las aristócratas, de otra especie! Todo el mundo sabe que aunque duerman sobre 10 colchones mullidos, bastará un guisante entre ellos para que la delicadísima cheta no pegue ojo en toda la noche.
Entre tanto césped y pistas de ladrillo vino en nuestro auxilio una jardinera experimentada. Menos mal. Graciela Meccia, a partir de ahora REINA DE LAS FLORES, trajo toneladas de tierra e infinidad de almácigos y semilleros. Se le ofrecieron unos recipientes con cajas de huevos (Google da para todo) muy resultonas porque las diferentes especies vegetales florecerían y fructificarían gracias a sus cuidados, al atravesar diferentes climas durante la travesía. Cuando exigió subir a bordo a una cuadrilla de trabajadores, la cosa se puso fulera, porque eso era, desde todo punto de vista, inaceptable, pero, por las dudas, se consultó al club SEMENTAL MEN DE LA PRADERA, que consideraron ese pedido un desatino y aunque generalmente a ese grupo de homo sapiens (mezcla con homo demens), no se los tenía en cuenta para nada, quedó bonito que pareciera que se respetaba su opinión.
La trinidad formada por Graciela Meccia, Adelina Siri y Marta Parascándalo parecían haber olvidado las enseñanzas de la hermana Agustina, que había dejado meridianamente claro que estudiar algo administrativo era exponerse a los tocamientos de hombres, HOMBRES, ¡siiii!, esos animales bípedos que caminan crudos por el mundo y que al manipular tanto papeleo y burocracia; por sí solo, implica un peligro, aunque una esté al día con las pastillas anticonceptivas.
¡¡Aléjense de la lujuria!! aullaba Tomatito sacudiendo las manos... cómo diciendo, en el fondo: "la lujuria, sólo para mí".
Este extremo fue fuertemente contestado por el padre Ioco, nuestro sacerdote preferido, al que consultábamos con frecuencia para que nos diera "letra" anti- monjil.
Realmente confusas estábamos todas en ese cuarto año del secundario con tanto argumento y contaargumento, ya que nuestras conversaciones giraban alrededor de temas abstractos y elevados, como, por ejemplo, si una se podía quedar embarazada con un beso de tornillo y cosas similares.
-Hermana- dijo la alumna con un fuerte acento de ingenuidad que era, por supuesto, más falso que billete de goma- ¿es verdad lo del angelito de la guarda?
-Por supuesto, niña- contestó con firmeza la monja- ustedes, cuando se duchan, háganlo rápido porque el angelito se está tapando pudorosamente los ojos con sus alitas.
Las miradas entre las alumnas eran un poema y, evidentemente, la conspiración ya estaba en marcha. ¿Quién mejor que el padre Ioco para dejar las cosas en claro?
Aprovechando una misa y luego una charla con el sacerdote, apareció la esperada ocasión de calcinar a la monjita.
-Padre, tenemos una duda.
-¿Qué duda, gurisa? (Él nos llamaba cariñosamente así)
-Necesitamos saber si el angelito se está tapando con las alitas mientras nos bañamos.
La mirada del padre Iocco fue más que elocuente y muchas pudimos leerle el pensamiento: "no, no pueden ser tan hdp".
Echando mano de toda su tolerancia, puesta en práctica con legiones de alumnas perturbadas, a cual peor, y sonriendo irónicamente contestó: "la hermana tiene toda la razón del mundo. Deben ducharse rápido porque el angelito las mira con un buen par de prismáticos".Y para ser más gestual, puso sus dos manos en forma circular sobre los ojos y estiró el cuello como un pelícano.
Desde un oscuro extremo de la iglesia, o sea, desde el PANÓPTICO, sor Monjamon sonrió con sarcasmo y pensó "¡Cómo nos vamos a reír con estas anécdotas cuando tengamos 70 años!"

sábado, 12 de septiembre de 2020

SIN RUMBO. Capítulo dos: saliva

Ilustración de Florencia Menéndez: CONFIAR EN LOS PROCESOS.

-¡Botti!- gritó la hermana Agustina.
La aludida se puso firme y seria y se acercó a la monja, quien, con los nervios a flor de piel, siguió vociferando como alma que lleva el diablo.
-¡Ya le he dicho y repetido hasta el cansancio que esto no es una cancha de fútbol, a ver cuándo aprende lo que es el respeto! ¡Parece mentira que estas chicas de buena familia no sepan guardar las formas!¡Usted me tiene cansada con esos movimientos incesantes, etc, etc,etc!
El largo rapapolvo siguió, aunque algo diferente al polvo lo fue aguando, humedeciendo, como esas mínimas gotitas que anuncian la lluvia en la Pampa húmeda.
¿Qué pasaba? Todo parecía empañarse, "¡y yo sin limpiaparabrisas!" pensó Stellita.
En las clases de higiene y puericultura, la Dra. Finochietto nos enseñaba detalladamente la función y la ubicación de las glándulas salivales, gracias a las cuales lubricamos mucosas, alimentos, dientes, chupetes de bebé... y otras cosas que necesitan ser lubricadas... dejémoslo ahí.
Años más tarde, con el covid 19 aprendimos que, al hablar, uno va soltando pequeñas gotitas de saliva sin querer.
GOTITAS, o sea, ínfimas cantidades imperceptibles. Muy diferente a la catarata de fluído oral que lanzaba inopinadamente a quien estuviera cerca, la hermana Agustina, gritando desaforadamente y al borde de un ataque de nervios, siendo éste su estado habitual de ánimo. Conociendo el paño, era prudente mantener las distancias, como ahora con la pandemia.  Es un misterio aún no aclarado por qué nuestra dócil y buena compañera Stella Maris se acercó tanto a ese aspersor humano.  Seguramente por vergüenza o miedo, vaya una a saber.
El hecho es que la pobre Stellita quedó como en estado de shock y lentamente sacó un pañuelo. "Se va a secar las lágrimas", pensamos todas. Pero hete aquí que no.
Parsimoniosamente y con la mirada fija en la hermana, se empezó a secar lentamente los escupitajos provenientes de la cavidad bucal de Agustina, en las solapas del blazer, cuello de la camisa y alrededores.
Del rosa al rojo, del bermellón al violeta iban subiendo en franjas horizontales, los colores desde el cuello hasta la raíz de los cabellos en la cara de la furiosa monjita, que más que cara parecía un cielo vespertino. Mientras tanto dió un bandazo con su amplia falda, pegó media vuelta y se fue ofendidísima. Allí nos dimos cuenta todas, de qué pasta estaba hecha nuestra compañera: era sádica, pero disimulaba bien.
Hablando de pastas, muchos años más tarde, al subir al crucero, Stella Maris no se dejó convencer de que, a bordo, había un buen cocinero y que no hacía falta su ingente trabajo para la elaboración de exquisiteces; que por qué no se acostaba plácidamente en la cubierta en esas elegantes reposeras a rayas, y que, cada tanto, se le llevaría en bandeja de plata, puchos y whisky.
No hubo caso, no aflojó. Era demasiado sedentarismo para ella. Se hizo un casting con hábiles cocineros que no escupieran al hablar, todo hay que decirlo, y al fin se logró conseguir a un castrati de voz aflautada y de carácter dócil para que Stella lo mandara de aquí para allá a su antojo.
Todo ocurrió, ocurre y ocurrirá bajo la inevitable y escrutadora mirada de sor Monjamon, portadora del PANÓPTICO, de la cual hablaremos más tarde.

jueves, 10 de septiembre de 2020

SIN RUMBO. Capítulo uno: proyecto

Ilustración de Florencia Menéndez: CANAL DE PARTO.

Había una vez un club de hombres en Buenos Aires llamado "SEMENTAL MEN DE LA PRADERA", en donde se reunían periódicamente para hablar de sus cosas: fútbol, tetas, etc. Estos hombres tenían algo en común: se habían casado con unas pibas divinas que iban todas al mismo colegio. Pasados unos mil años, esas féminas  crearon un chat para recordar tiempos pasados y decidieron llamar a sus cónyuges "primitivos" (que vendría a ser lo opuesto de "avanzados", aunque hemos de reconocer que este sobrenombre es, a todas luces, injusto. Deberíamos haber optado por "paleolíticos", que suena más científico). Ellos, por su parte, en el club y en sesión ultrasecreta, se pusieron de acuerdo en mandar a sus "evolucionadas mujeres" a un largo viaje en un soberbio transatlántico. Un viaje chárter, sólo para ellas.
Son, hasta el día de hoy, difícilmente explicables los motivos que movieron a esos buenos maridos a invitarlas a un viaje que se preveía más largo que un día sin pan. El motivo de que se pasaran por México, EEUU, Canadá, España y Australia para ver a sus desparramados hijos y nietos no alcanzaba a justificar del todo tal decisión. Cuando por fin, después de muchos años, se desclasificó el dossier, la luz cegadora de la verdad asombró a propios y ajenos. Pero ésa es otra historia.
El hecho es que ellas aceptaron encantadas tan generoso ofrecimiento (el viaje lo pagaban los "primi") y allá zarparon, mar adentro. Naturalmente, la organización previa fue complicadísima (con tanta mina exigente) y hubo órdenes, contraórdenes, quejas, solicitudes y caprichos.
La tripulación, compuesta exclusivamente por hombres jóvenes y atléticos, tenía la misión indisoluble de no entablar relaciones de ningún tipo con las señoras; ni siquiera conversaciones casuales: NADA.
Claro que lo indisoluble lo es hasta que se disuelve en el medio adecuado, como la sal en el agua. El capitán era un castrati, antiguo niño cantor de Viena, ideal para actuar de enlace entre ellos y ellas. Tampoco se comprende por qué los maridos aceptaron esta anómala e insegura situación de bomba de tiempo testosterónica... Pero ésa también es otra historia.
Las ladies cargaron miles de elegantes maletas con regalos para los hijos y nietos, vestuario, joyas, largavistas, chalecos salvavidas doble ancho, dentaduras de repuesto, muletas, cremas, potingues antienvejecimiento y remedios suficientes para sacar de la quiebra a cualquier farmacéutica multinacional. Tuvieron la precaución de incluir entre las pasajeras a una cardióloga, una abogada y una dentista...por lo que putas pudiera. La cardióloga o torda cardiologista (lunfardo inventado por Enrique Sampons), se llamaba, y se llama, Elvira. Dicha torda exigió, para subirse al barco, no sólo un equipo de reanimación cardio-pulmonar sino nada menos que una cancha de tenis. Y hubo que complacerla, entre otras cosas,  por las medallas de "oro" que arrambló, siendo chica, en matemáticas de la escuela primaria. Y, más aún, en nombre de su desinteresada generosidad al hacerle las cuentas a Graciela Labourdette, de manera que así se alternaban con el tema de la medallita de todos los viernes y le daban el gusto a la puñetera monja, que vaya una a saber por qué le tocaba los cataplines que siempre se la llevara Elvirita. Pero volvamos al viaje.
Elvira, muy previsora, le dejó dicho a Adrián, su primi, donde hacía 25 años que guardaban las sábanas...por si llegaba el tan ansiado momento de cambiarlas. Todo transcurría bajo la atenta mirada de sor Monjamon, portadora del PANÓPTICO, de la cual hablaremos después.
Hasta acá, todo genial. Risas, proyectos, ilusiones y gratis ¿Qué más se le puede pedir al destino?
Continuará.

domingo, 6 de septiembre de 2020

LO IMPRESCINDIBLE. LUIS MARÍA LETTIERI

#Loimprescindible.

La semana pasada nos encontramos con Alejandro, un amigo de mis primeras  andanzas. Nos citamos en uno de esos bares viejos, con sillas de esterilla y cenicero de Cinzano, pisos de mayólicas y ventanas que dan a una plaza tristecita.
No nos veíamos desde hace meses, desde antes de la pandemia y del aislamiento. Dudamos un instante en abrazarnos, como quien olvida cómo se besa en la boca. Pero nos abrazamos, un instante callado y largo.
Corrimos el cenicero, ya que los dos dejamos  de fumar hace mucho, y apoyamos sobre la vieja mesa el celular, las llaves y el barbijo.
Hablamos muchas horas, nos reímos a carcajadas, estimulados por café y cognac, recordamos más nombres de personas que números. Hasta que un silencio nos explicó que ya nos habíamos dicho todo, entonces alguno de los dos pidió la cuenta, y el otro pagó.
Caminamos hacia la puerta y entendimos que la noche había convencido a la plaza, que encendía con pereza las luminarias.
Nos despedimos con la promesa de volver a vernos pronto, nos calzamos sendos barbijos y nos alejamos en direcciones opuestas.
Alguien dentro del bar corrió las sillas y barrió esas cenizas que dejan las conversaciones entre las personas, y con una palita, las arrojó dentro de un tacho de basura.
Todas esas palabras ya no eran sino un manojo de confusos polvos, mezcladas con colillas, servilletas, borra de café, etc.
Y dos hombres se alejaban en el barrio de Flores, creyendo haberlo dicho todo, e ignorando que lo único que tuvo sentido fue ese abrazo, y que todo lo demás fue sólo cháchara, cognac y café.
Nunca volvimos a ese bar, ni a vernos, lo cual era esperable. Alguno de los dos se murió al tiempo, y el otro se murió después, aunque no recuerdo quién fue el primero, y acaso no importa. La muerte es poca cosa, ocurre una sola vez en la vida, aunque alcanza.
Las cenizas de todo lo que dijimos siguen flotando en el aire marrón del Río de la Plata, a veces se le meten en los ojos a un pibe, y le hacen lagrimear.
De fondo, suena un tango.

Luis María Lettieri

sábado, 5 de septiembre de 2020

COSAS DE MUJERES.

¿LO SABÍAS?
PABLO DEL CERRO, QUIEN COMPONÍA CANCIONES PARA ATAHUALPA YUPANQUI ERA EN REALIDAD SU ESPOSA. AHORA LO SABÉS: Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick, apodada Nenette, fue una compositora, pianista y letrista francesa, esposa del cantautor argentino Atahualpa Yupanqui. Muchas de las canciones más conocidas de Atahualpa Yupanqui son de su coautoría. Luna tucumana, El alazán, Indiecito dormido, Chacarera de las piedras, Vidalita tucumana, Zamba del otoño, El arriero, etcétera, etcétera, etcétera. Pero no podía decirlo. Una mujer no podía componer, mucho menos componerle al gran folclorista que era su marido. No, de ninguna manera. Entonces escogió un seudónimo: Pablo del Cerro. Pablo por su segundo nombre (Paule) y del Cerro por su lugar más preciado (Cerro Colorado, Córdoba).

jueves, 3 de septiembre de 2020

NO LLORES POR MÍ, ARGENTINA.

YOU KNOW?
ROBERTO PAGES

El amigo Aldo se preguntó: ¿cómo nos ocurrió Macri? Dije cómo nos ocurrió Menem, cómo nos ocurrió De la Rúa, Larreta en la ciudad, etc.
La amiga Marcela dijo, con certeza, que el problema no son esos tipos sino la clase media que los elige una y otra vez.

Ampliemos. Yo pienso, y lo dije varias veces, que es hora de preguntarnos qué nos pasa a nosotros. Y creo que nos pasa que tenemos dos extremos fascistas: la clase alta, que defiende, hasta matar, sus intereses, y la clase media baja que también mata, hasta morir, al que tiene debajo de ella.
Basta ver sus reacciones violentas, a los golpes, a las patadas, cuando se topan con un ladrón de manzanas, y cuando detestan al boliviano o peruano al que, sin embargo, le compran la verdura porque es más barata.

En el medio –ah, el medio- esas almas sensibles que defienden a los que pisan sus cabezas desde el fondo de la historia. Y basurean a los de debajo de ellos desde el mismo fondo. Incluidos ciertos votantes K progresistas que verduguean con su desprecio al mozo en el restaurante, o no saludan ni miran al que les vende paltas por la calle.

Quizás podríamos ponerlo de otro modo. ¿Qué hemos hecho para que la Legrand esté cincuenta (50) años en la televisión, haciéndoles creer a los infelices que esa mesa es finoli, que así comen los ricos? Eso se llama vivir vicariamente. Vivir a través de otros, una paja que se desvanece al terminar el programa y ver que en la mesa propia no hay candelabros ni manteles de hilo. ¿Por qué nos hemos vuelto sordos con los gritos de Tinelli durante más de treinta años? ¿Qué hacemos para que tipos como Longobardi, Majul, Leuco, Lanata, Roa, Morales Solá, entre decenas más, sean los “analistas políticos” de consumo masivo?

Preguntas: ¿Alguien me puede explicar por qué Silvestre invita a personas valiosas para interrumpirla cada veinte segundos? ¿Un alma caritativa puede decirme por qué la gente que putea a Brandoni aclara, antes, que es un gran actor, que es una lástima su proceder? Tal vez entre los lectores/as haya una persona que me explique por qué se dice que “todo el mundo tiene derecho a decir lo que piensa” cuando, justamente, esa gente si hay algo que no hace es pensar. Cuando Lanata dice que Ginés es el boludo de la semana ¿está pensando? Un ejemplo entre miles.

Hay una tendencia, acaso cómoda, a creer que los mil o dos mil boludos, ordinarios, ignorantes, que se juntan para protestar contra todo son eso, un grupito, una minoría, unos pocos descerebrados.
Cuando pase la pandemia los invito a oír a la gente en el café, en la cancha de fútbol, en la cola del cine, arriba del colectivo, en el hall del teatro, en la carnicería, en la televisión, en los lugares que se les ocurra. Oirán el empobrecimiento intelectual, emocional, estético y espiritual al que ha llegado una enorme parte de la sociedad. A lo largo de los años yo he comprobado que, en ocasiones frecuentes, al decir una frase con sujeto, verbo y predicado, se hace una pausa incómoda en el interlocutor/a. Un silencio. Durante esos segundos de silencio, no pocas veces me ha parecido oír el crujir del cerebro de ellos, intentando vanamente comprender qué carajo he dicho.

Acaba de pasar con un diálogo insulso, medio pelo, entre Morales Solá y Brandoni. MS es una mierda de tipo, ninguna novedad, pero no dijo lo que le atribuyeron sino todo lo contrario. ¿Lo exculpa de sus tropelías cotidianas? No, pero ya hace bastantes como para atribuirle las que no hace. Se llama incomprensión de textos, sordera intelectual, pasión por la estupidez, en el mejor de los casos velocidad para no llegar a ninguna parte o al lugar equivocado. No quise escribirlo porque estoy harto de escribir lo mismo una y otra vez (este texto es a pedido, mi amiga Marcela lo sabe), pero Verbitsky lo señaló el domingo en El cohete a la luna.

Nadie riega una piedra para que crezcan flores o zanahorias. Se planta, se riega y se cosecha sobre terreno fértil. Macri, Menem y tutti quanti son frutos de una sociedad. Violenta, racista, estúpida, ignorante. ¿Estoy diciendo que todo el país es así? Por supuesto que no, hay mucho talento combatido por esa mediocridad imperante, pero a ojo de buen cubero un 50% piu o meno. Más piu que meno.
Hace unos días, en C5N, un tal Ladaga decía que Messi tenía que venir a jugar a Newells. A los gritos, enfático, como todo cretino. Que tenía que dejar Europa, donde los rivales “te dejan pasar” (pregúntenle a Messi por Ramos, Casemiro, Pepe, Carvajal, Alonso, en distintos momentos del Real Madrid: si no lo quebraron nunca es porque Messi vive en el aire, toca el suelo apenas para elevarse). Y Ladaga agregaba que tenía que luchar aquí, con el empujón rival, con que te agarren de la camiseta ("que te camiseteen", decía en exquisito castellano), con el guadañazo, y hasta “con el agua fría” en la mayoría de los vestuarios.
Luciana Rubinska desesperaba, por amor a Messi, frente a lo que decía semejante imbécil. ¿Pero, preguntemos, qué estaba diciendo, qué estaba pidiendo, qué estaba exigiendo en realidad, el tal Ladaga?

Messi, volvé a la mediocridad, a lo vulgar, a la violencia, a la miseria. No aguantamos más el talento, los triunfos, la belleza reconocida en el mundo. Sé como nosotros, torpes, ventajeros, antideportivos. Sé Bilardo, Messi, por favor.
Inesperadamente, dos días después, Tévez (que me cae mal), con lenguaje correcto, sin muletillas, frente a dos desencajados por lo que Tévez decía, dijo: A veces es difícil jugar con Messi, porque a nosotros nos pasa lo mismo que le pasa a la gente en la tribuna. No sabemos qué va a hacer. Porque nosotros jugamos al fútbol pero Messi juega a otra cosa.

Esa otra cosa –Cristina, antes Néstor, hoy Alberto, por ejemplo- es lo que no se soporta. Mejor malo conocido que bueno por conocer. Esa frase que oí y me dijeron toda la puta vida. Esa comodidad enferma de vivir en la mierda y protestando y quejándose.
Esa frase penosa, estéril, ese polvo en el inodoro que, tal vez, explique porqué “nos pasó  macri o de la rúa o menem”, o nos pasa Larreta y los que se están preparando para volver.
Que ellos también vuelven, you know?

HOMENAJE A BORGES.

POESÍA DE JOSÉ ARAMÍS PÉREZ AQUINO


Me influye de Borges el acertijo
El sueño, el tigre, los espejos.
Me influye su voz como un reflejo
Cual vago rumor de lo intangible.

Maestro de tiempo y distancia
De un léxico empeñado en el misterio
Rumor de palabras que no debo
Ni siquiera tratar de descifrarlas.

Me influye su voz entre la sombra
Misterio quejunbroso que me espanta
Borges rumor, Borges fantasma.

El tiempo y todo a ti viene y te nombra
Como en los elogios de la sombra
Tu pluma maestro te retrata.

...si señor

#desonetosrd
#josearamisperez
01/09/2020