miércoles, 31 de enero de 2024

MARÍA TERESA LEÓN

«Estoy tan cansada de no saber dónde morirme. Esa es la tristeza del emigrado. ¿Qué tenemos nosotros que ver con los cementerios de los países donde vivimos? Habría que hacer tantas presentaciones de los otros muertos, que no acabaríamos nunca». 

• "Memoria de la melancolía", de María Teresa León | Escritora española ~ Murió el 13 de diciembre de 1988.

Hoy recordamos a una escritora que formó parte de la Generación del 27, exiliada y comprometida. Entre 1936 y 1939 publicó en diversas revistas artículos que alentaban a las españolas a involucrarse en la historia: «La mujer popular se ha levantado sobre nuestros campos rotos con el prestigio de su derecho a intervenir en la historia de España [...] ella está resistiendo sola con su ira y su fe». Estuvo casada con Rafael Alberti. Juntos lucharon, se exiliaron, viajaron, tuvieron una hija, regresaron a España en 1977. Teresa ya sufría Alzheimer. Alberti la abandonó en un hospital psiquiátrico cerca de Madrid. Teresa murió sola y olvidada. Escribió cuentos, novelas, biografías noveladas, teatro, ensayos, artículos y guiones de cine. "Memoria de la melancolía" es su obra más conocida, dónde evoca la riqueza de su mundo.

Lamentablemente se le conoce más como "Teresa, la esposa de Alberti", que por sus propios logros; más por leer las memorias de Alberti, que por las obras de ella.

No sin razón escribió en "Memoria de la melancolía": «Zenobia Camprubí acaba de recibir el premio Nobel. Me diréis: No, estás confundida, el premio Nobel fue para Juan Ramón. Pero yo contestaré: ¿Y sin Zenobia, hubiera habido premio? [...] Fue la suya una decisión hermosísima: vivir al lado del fuego y ser la sombra».

Las esposas de los escritores, todo un tema, eh.

Ni siquiera le puedo recomendar leer a María Teresa León, porque sus obras no han sido reeditadas. Hoy la recordamos.

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martes, 30 de enero de 2024

FIBRAS RESISTENTES

 ESTA MUJER

Circe Maia


A esta mujer la despierta un llanto:

se levanta medio dormida.

Prepara una leche en silencio

cortado por pequeños ruidos de cocina.

Mira cómo envuelve su tiempo

y en él está viva.

Sus horas

fuertemente tramadas

están hechas de fibras resistentes

como cosas reales: pan, avena,

ropa lavada, lana tejida.

Cada hora germina otras horas

y todas son peldaños

que ella sube y resuenan.

Sale y entra y se mueve

y su hacer la ilumina.




viernes, 26 de enero de 2024

HIGOS

 


Curiosidades de la Naturaleza 

Un higo no es cualquier fruta. De hecho, ni siquiera es una fruta. “Estrictamente los higos son flores invertidas” Las higueras no florecen de la misma forma que otros árboles frutales hacen, como almendros o cerezos. Los higos tienen una historia muy curiosa. Primero, técnicamente, no son fruta, sino una infrutescencia (un conjunto de frutos). Y segundo, necesitan una avispa sacrificada para reproducirse, insecto que muere dentro del higo.

En palabras simples, los higos son una especie de flores invertidas que florecen dentro de esta gran vaina oscura con tonos rojizos que conocemos como higo. Cada flor produce un único fruto de cáscara y una única semilla llamada ′′aquenio". El higo está formado por varios aquenios, lo que le dan esa textura crujiente tan característica. Así que, cuando comemos un higo estamos comiendo cientos de frutos. Pero lo más increíble es el proceso de polinización especial que las flores del higo necesitan para reproducirse. Ellas no pueden depender de que el viento o las abejas les hagan llegar el polen como otros frutos, por lo que necesitan una especie conocida como avispas de higos. Estos insectos transportan su material genético y permiten su reproducción. Por su parte, las avispas no podrían vivir sin los higos, pues depositan sus larvas en el interior de la fruta. Esta relación se conoce como simbiosis o mutualismo. Actualmente, la gran mayoría de los productores de este fruto ya no necesitan el trabajo de las avispas. La mayoría de las variedades de higo de consumo humano son partenogenéticas. Eso significa que siempre dan fruto en ausencia de polinizador.

jueves, 11 de enero de 2024

COSAS QUE ME CUENTAN (4)

 Lo que voy a contar está extraído de una de las clases de la extraordinaria historiadora y brillante divulgadora española EVA TOBALINA. O sea, que esto ocurrió porque está documentado. 

Hoy nos remontaremos al imperio romano. Año 100 a.C. cuando nace Julio César. Sus padres mueren y él, siendo un adolescente, debe esconderse cada noche durmiendo en un lugar distinto porque el emperador Cornelio Sila lo andaba persiguiendo para rebanarle el pescuezo por esas cuestiones dinásticas y de pertenencia a un grupo (los optimates, al cual pertenecía Sila) o a otro (los plebeyos, al cual pertenecía Mario, tío de Julio y subsecuentemente Julio). 

Al final, Julio César, viéndose acorralado, huyó a Asia y allí entabló una buena amistad con un rey de un país asiático. Al morir el emperador Sila y alejado el peligro el joven decide volver a Roma, para empezar su carrera política. Pero en el viaje por el Mediterráneo en dirección a Roma secuestran su nave unos piratas de Cilicia. Corre el año 74 a.C.

El caso es que Julio César se ganó la admiración de los piratas porque parece ser que en esa época se valoraba todo lo culto, no como ahora. Como vieron que el joven aristócrata y príncipe candidato al trono valía su peso en oro, decidieron pedir rescate a Roma y exigieron el pago de 20 talentos, lo cual, por lo visto, era una fortuna. Julio César se enfadó mucho porque afirmó que él valía mucho, muchísimo más. Como podemos ver, el jovencísimo ya iba demostrando su carácter dominante e impetuoso y la alta estima que tenía de sí mismo. Los piratas le hicieron caso y pidieron 50 talentos. Mientras esperaban la llegada del dinero Julio César entretenía a sus captores recitándoles poesías y narraciones fabulosas que tenían a esos salvajes hombres de mar totalmente abducidos. Hasta ordenaba a su esclavo a mandarlos callar si estaban armando jaleo y el quería dormir. 

Un día, con semblante severo les avisó a los piratas que si alguna vez los capturaba, los haría crucificar. Llegó el dinero por fin y soltaron a Julio César en una costa cualquiera (total, todo era imperio romano), quien, de inmediato reclutó galeras y mercenarios y partió raudamente a la caza de los piratas. Les dió alcance, los amarró, los llevó a Roma y allí, tal como había prometido, los crucificó. Antes de eso los estranguló para que no sufrieran ya que, por lo visto, se había encariñado con ellos. 


martes, 9 de enero de 2024

KHALIL GIBRAN

 


EL RIO TIENE MIEDO AL ENTRAR AL OCÉANO 

Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo; mira para atrás todo el recorrido, las cumbres y las montañas, el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y ve frente de sí un océano tan grande, que entrar en el sólo puede significar desaparecer para siempre. 

Pero no existe otra manera. 

El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. No hay otra manera, el río no puede volver. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar al océano. 

Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo.  Porque sólo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino de convertirse en océano. 

jueves, 4 de enero de 2024

OTRA ABUELA

 


Escultura de Lidia Barujel


OTRA ABUELA por Lidia Barujel


Mi otra abuela, la de Rumania,

reunía en la mesa de los miércoles

a todos los primos, grandes y pequeños,

y no podía faltar ninguno.


Tenía el pelo abundante, largo y muy blanco, 

y lo llevaba en una sublime trenza

alrededor de su cabeza matriarcal.

A nadie mostraba ese pelo suelto sobre la espalda.

A veces yo dormía en su casa y la espiaba 

cuando ella frente al espejo

cepillaba esa hermosa cascada de seda y nube.


Tampoco mostraba su torso desnudo. 

Pero a mi pedido abría su blusa

y yo podía ver (pero no tocar) su centro sísmico,

esa rara impronta geológica,

una cicatriz con forma de río desmadrado

o grieta quebrada,

que le cruzaba el pecho de este a oeste.

Allí mismo, 

en el sitio de esos dos volcanes cercenados,

habían sabido estar los generosos senos

que amamantaron a mi padre.


Ella cerraba su blusa, yo la abrazaba, 

y el mundo giraba de vuelta.