miércoles, 29 de noviembre de 2023

LEGADOS

 

CONSTE EN ACTA                                                   Se entregará el collar de perlas a la muchacha que me leía los Salmos al atardecer; me hacían creer que existe otra población en otro mundo. La maceta con clemátides será de mi hermana mayor.                                                                Al invierno lego la grandeza de los fuegos de mi chimenea.                                              A la noche, la claridad.                                  A la vida, mis libros porque permaneceré con mis ojos abiertos en sus páginas.          A la parca dejo una caja vacía.                    Al atardecer, el cedro con el rocío.              A la mariposa, las imbatibles alas de mis sueños.                                                              A mi hijo lego mi vida por cuyas venas corren presurosos los versos.                                               DELFINA ACOSTA                                                     

martes, 21 de noviembre de 2023

EL BARREÑO DE ZINC

 RECUERDOS DE JUAN GARCÍA LARRONDO



Mi abuelo Paco tuvo la feliz idea de ir anotando en un diario las fechas y acontecimientos que él consideraba importantes de conservar para la memoria de la familia. Por eso sé, entre otras cosas, que su mujer, Dolores Requena Mateos -mi abuela materna- nació en Albacete un par de meses antes de que el Titanic desapareciera, en 1912. En esta vieja fotografía, posa conmigo y con mi prima Ana Larrondo a finales de los 60 en la casa de #Llerena donde pasábamos los veranos, junto al barreño de zinc en el que nos bañaban y que todavía conservo bajo el jazmín de “Villa Salvadora”. Mi abuela murió #TalDíaComoHoy hace más de 40 años, en la ambulancia que la trasladaba a Badajoz tras sufrir un ictus; durante un trayecto “de infarto” de más de una hora por una carretera llena de baches. Comenzaban los 80. Datos, fechas, vivencias y silencios que se anotan y que ya no importan a casi nadie. Me conmueve pensar en todas esas historias anónimas que nunca llegan a saberse y de las que todos provenimos por un azar inexplicable, fortuito, a menudo reinventado por los velos del tiempo que nos han de servir a todos de mortaja. Mi infancia tiene este color sepia, y está conformada, como la de todos, de momentos que ya nunca sabremos dónde están o si sucedieron como evocamos o como nos fueron contados. 
Yo aún creo oír mis dedos removiendo las aguas de aquel baño rebuscando entre las ondas el reflejo de un extraño. Ya no somos lo que fuimos ni aún somos quienes seremos. Pero hoy yo he necesitado hacer como mi abuelo y anotar sobre las nubes esta íntima efeméride para mantenerla viva entre mis sueños. 
Quizás porque siempre queda algo de verano en las hojas que se caen de los árboles y de mi corazón cada 19 de noviembre.

#ArritmiasYLeyendas de un golfo de Cádiz.

domingo, 5 de noviembre de 2023

LAS INFANTAS

 

Sobresaltos nos sobran. Solo con ver la portada de un diario ya tenemos para una indigestión. Yo tengo una amiga alemana que quería publicar un diario con las buenas noticias. Solo por eso y para eso, voy adelantando material. Esto que escribo hoy es una breve reinterpretación de lo leído en uno de esos diarios de los domingos que traen los dos tipos de noticias: las trágicas y las esperanzadoras. Pero claro: lo lúgubre vende más. 

Juntando valor hojée el diario El País y hete aquí que empiezo a leer algo positivo. Ya sabemos que la familia real española está, a imagen y semejanza del  resto de la sociedad, para el desguace. O estaba. Porque la parte de la familia real nuclear, es decir, el rey, la reina y sus dos hijas han dado muestras sorprendentes (para mí, que no estoy al tanto de las vidas de sus majestades porque no tienen mi WhatsApp) de equilibrio y buena onda. Es, repito, para mí, inmigrante documentada, un cálido aliciente enterarme que esa familia real viva en la REALIDAD, o sea, sin campos de golf, sin regatas, sin esquí de moda, sin puestas de largo o monterías, sin Sotogrande y sin mucho contacto con la rancia aristocracia española. No tengo nada personal contra las aristocracias, entre otras cosas porque no conozco a ningún aristócrata. Sé, por lo que he leído, que algunos de sus exponentes son personas cultas, decentes y que aman a  su país. Aunque, por lo general, las realezas, las noblezas y otras clases privilegiadas de muchos lugares del ancho mundo nos muestran una patética decadencia. Cayeron desde hace mucho en el culto al dólar... o al euro... o al yen... como quieran. Es fácil corromperse si hay bastante dinero, tráfico de influencias y una educación consumista y banal. Admitamos que se necesita tener alma de titanio y mucha integridad para resistir lujos y despilfarros. 

Por eso es un cálido aliciente que esa familia haya decidido criar a sus hijas sin institutrices y especies por el estilo. No tengo nada contra las institutrices, seguro que hay muchas buenísimas. Pero si hay padres, mejor. 

Letizia, la mamá, se ocupó, siempre que sus actividades se lo permitieran, de despertar a sus hijas y llevarlas al colegio con Felipe, el papá, siempre que pudo. Como todos los padres del mundo. Los dos, o uno de los dos, acudía si a una de las niñas le subía la fiebre por la noche, cuentan los allegados. La mamá Letizia, una asturiana independiente, periodista divorciada con una prometedora carrera, lo dejó todo para meterse en un avispero. Sería por amor, digo yo. Porque hay que tener lo que hay que tener para encorsetarse en una vida estrictamente reglada hasta para acudir a las llamadas del baño. 

En fin, que la cosa seguramente no fue fácil: esa gran familia española de los anteriores reyes Juan Carlos y Sofía estaba para el desguace, como dije, con problemas de corrupción y otras yerbas tóxicas. El desprestigio campaba a sus anchas. De modo que el matrimonio de  los actuales reyes, decidió cortar por lo sano y se quedaron los cuatro solos, ellos y sus dos niñas, a excepción de la abuela paterna, la reina Sofía, a la cual visitan. Felipe VI tomó duras decisiones con el propósito de recortar gastos y aumentar la transparencia de la institución para recuperar la confianza de la sociedad española. Seguramente habrá sido un palo para él alejarse de sus hermanas y de su padre. Digamos que había que salvar a la institución de un terremoto y pagar un alto precio para ello. 

Letizia, persona con la cabeza bien amueblada, gran cómplice de sus hijas desde que nacieron; con una muy alta exigencia en su educación, frecuentaron teatros, cines, exposiciones y excursiones no oficiales a otros países pero también a barrios desfavorecidos, a desahuciados, a refugiados políticos y a víctimas de enfermedades mentales, entre otros. O sea, al mundo REAL, pero no al de la realeza. ¡Si hasta los allegados dicen que cocinan de vez en cuando, cosa que yo jamás logré hacer con mis hijos en mi larga vida! 

Tanto es así que Letizia invitó a su casa a una joven yazidí, de 25 años de edad, NADIA MURAD, premio Nobel de la Paz, una de las 7000 víctimas mujeres secuestradas y esclavizadas por el ISIS, en Irak en el año 2014, que logró escapar. 

Y allí pasaron la tarde las dos princesitas con la joven árabe, entre lágrimas y suspiros por las espantosas narraciones de la pobre Nadia, a la que escucharon con gran atención y congoja hasta el final. Para aliviar el momento la reina Letizia animó a las 3 jóvenes a cantar canciones en árabe. (Las infantas aprenden árabe y están interesadas en esa cultura). Y así van creciendo las chicas, aceptando con aparente normalidad esos roles que les han tocado con escasas posibilidades de salirse del marco, sabiendo que el gran panóptico las está viendo con el zoom, día y noche. 

Lo notable es que, según los allegados, Leonor y Sofía, parecen transitar esos obligados caminos del instituto de Gales y la academia militar con agrado e interés. Si es así, esos reyes que muchos dicen que no sirven para nada nos tendrían que dar clases de "como educar hijos aparentemente felices". La pequeña Leonor nos dijo "les pido que confíen en mí". El tiempo lo dirá. Igual sigo pensando que es una buena noticia y muy apropiada para el diario de mi amiga alemana. 

En mi condición de aconfesional, no militante en ningún grupo o partido político me declaro color GRIS, sin fanatismos. Eso incluye la posición de republicana o monárquica, pero me gusta la historia y a medida que la voy estudiando no dejan de sorprenderme aquéllos sistemas, cualesquiera que sean, que han dado un resultado mejor para la paz y el desarrollo de las personas. Considerando el contexto y vaya una a saber cuántos factores más deben confluir para que la cosa llegue a buen puerto. En fin, hoy tocó monarquía.