domingo, 17 de mayo de 2015

NADA DE PARTICULAR.

Todo esto no tiene nada de particular...lo que voy a contar, quiero decir.
Estoy regando las plantas, aunque podría poner el aspersor pero hoy prefiero entretenerme en esto.
A contraluz es un espectáculo magnífico: dirijo el chorro de agua hacia lo mas alto y entro en trance viendo maravillada ese velo transparente que a veces forma un pequeño arco iris y otras siembra de pequeñas lupas cristalinas el tapiz verde del césped y el follaje circundante.
El fuerte viento desvía la cascada hacia la enredadera del jardín del vecino. Esa líquida cortina translúcida a cuyo través se vislumbran deformados los troncos de los árboles. Todo es evanescente, desdibujado, irreal, fantasmal. Todo esto no tiene nada de particular. Sólo es belleza en estado líquido.
Los troncos de las palmeras se elongan en sombras violáceas como centinelas del sendero y sus altas cabelleras se sacuden enloquecidas. Ese fragor intimida, parece que en cualquier momento alguna se va a quebrar y me va a caer en la cabeza. Pero seguro que están pensando "muchos vientos como éste nos han sacudido...no tengas miedo".
Tampoco tiene nada de particular ver como enormes cantidades de insectos sobrellevan ese inesperado evento húmedo, tan entretenidos como estaban polinizando o simplemente viviendo. A contraluz se ven sus aleteos enloquecidos. Esos bichitos hiperquinéticos que dicen los biólogos que son los seres vivos más abundantes del planeta.
El viento fresco fluctúa entre acariciarte o empujarte hasta casi tirarte al suelo y su persistente sonido atronador te obliga a entrar cada tanto en casa con el consiguiente alivio que brinda el respetuoso silencio de la hora de la siesta. Todo esto no tiene nada de particular, sólo es una felicidad momentánea en un jardín del montón un domingo cualquiera.


EL FUTURO.

He leído un reportaje que publica El País Semanal este domingo a Pedro Duque, astronauta nacido en Madrid, ingeniero aeronáutico y del cual me parece que pueden interesar algunos párrafos que he extraído: "¿Y qué tipo de minerales habría allí (en la luna)?"-pregunta el periodista.
Contesta Pedro Duque: "- Todo tipo de minerales y, además, con todo el territorio por explorar. Pero hay también grandes cantidades de HELIO-3, que nos daría la posibilidad de, según los físicos, hacer centrales nucleares sin apenas residuos radioactivos. Y eso se encuentra en la Luna y no se encuentra en la Tierra".
Pregunta: "- ¿Y la energía nuclear?"
"- ...es una alternativa, pero nadie quiere ver reactores nucleares volando por encima de su cabeza".
P.: "-¿Usted ve en unos años una central nuclear en la Luna?"
R.:"_Si, claro. Lo único es cómo se trae la energía. Pero ya existe un desarrollo de esta unidades centrales solares en órbita desde la Tierra y la energía se bajaría con ondas de radio, de microondas de alta potencia. Y abajo, en la Tierra, habría que poner una antenas receptoras que también fueran capaces de admitir esa potencia. Por supuesto que habría que tener mucho cuidado de no freír, digamos, a los que están al lado de la antena. Todo sería mucho más limpio y eficiente si por fin se hiciera realidad la FUSIÓN EN FRÍO".
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Pregunta el periodista si es lo mismo la sonda no tripulada que una nave tripulada.
R.:"- ...no es lo mismo tener esa sonda que hace movimientos minúsculos (....) que ir con un señor geólogo que llegue allí y en tres patadas coja precisamente las muestras correctas y después se vuelva con ellas. Es imposible que se obtenga la misma información ".
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P.: "- Los satélites nos sirven de algo frente al cambio climático o al deterioro de la Tierra?"
R.: Ya nos han servido de mucho porque la única forma de estudiar la Tierra en su conjunto es desde afuera.(....) Igual que tenemos torres de vigilancia en los bosques para ver si sale humo de algún sitio y controlar a los que queman, tendremos unos satélites muy especializados que permitirán -con el control de algún organismo mundial- frenar a los países que contaminen más de lo permitido. Es MUY DIFÏCIL medir el dióxido de carbono, pero ya, por fin, hemos conseguido instrumentos que pueden hacerlo y los vamos a lanzar dentro de muy poco tiempo. Será importantísimo."
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R.: "- Yo trabajé durante años en una empresa española que controlaba un pequeño satélite, el DEIMON-1, extremadamente especializado: controlaba el vigor de las plantas. Ya existe el Deimon-2".
P:"- ¿A qué llama usted pequeñito?"
R:"-Deimon-1 es del tamaño de una lavadora estándar (60 por 60 por 100) y pesa 100 kilos, algo más que la lavadora. Se lanzó en 2009 a una órbita baja, a 686 kilómetros de altitud. Los satélites de comunicaciones, por ejemplo, se sitúan en la órbita geoestacionaria, a 35.786 km. Tiene seis pequeños telescopios y está especializado en estudiar el vigor de las plantas".
P.:"- ¿De las plantas?¿Así de especializado?"
R.: "- Pues si. Simplificando, sabemos cuál es el vigor de la planta, la cantidad de función clorofílica que está haciendo. Y si tenemos una gráfica de eso a lo largo del año, podemos perfectamente decir que hay plantado y cuál es su estado en cada parcela que esté controlando. Bueno, con ese tipo de satélites podemos hacer un mapa con los cultivos de todo el mundo. Y de ahí, podemos hacer un inventario de la comida que va a haber el año que viene, por lo que las empresas que se dedican a distribución también pueden hacer sus previsiones y mejorar su eficiencia. Es impresionante la fiabilidad de esos aparatos".  

domingo, 10 de mayo de 2015

LITERATURA Y DIENTES

VALERIA LUISELLI escribe en El País Semanal en sus cartas desde Harlem lo siguiente:
"Un escritor es siempre un impostor, de un tipo u otro. Un impostor, como un buen jugador de póquer, nunca muestra la baraja de sus dientes al menos de que ésta sea perfecta-y nunca lo es-.
Los dientes son siempre lo que se está muriendo dentro de nosotros, lo que entre líneas se hace intuir pero no se dice. Son nuestras pequeñas vergüenzas; ya sea porque les hemos dedicado tiempo insuficiente o dinero en demasía.
LOS DIENTES están siempre ahí para recordarnos de nuestra insuficiencia, nuestros vicios, nuestra negligencia, nuestra verdadera extracción social. LOS DIENTES cuentan buenas historias porque son la historia que los escritores casi nunca se atreven a contar bien.
Dos autobiografías contemporáneas que hay que leer: EXPERIENCIA, de Martín Amis y SIMPLE PERVERSIÓN ORAL, de Margo Glantz".

DIENTES Y ALTA SOCIEDAD.

"El conde ROBERT DE MONTESQUIOU-poeta olvidable, esteta, esnob, diletante, dandi; el hombre con más capital de cool en el París de fin de siégle- tenía unos pésimos dientes. Demasiado pequeños y algo negros. Tenía el hábito de esconderlos tras una mano-propinándose pequeñas palmadas contra el bigote espléndido- las veces que estallaba en una carcajada.
MARCEL PROUST, a fin de pertenecer a los círculos selectos de la burguesía, tenía, a su vez, el hábito de emular las maneras afectadas del conde. Cuando se reía, se tapaba también la boca con una mano- a pesar de que sus dientes eran muy blancos y estaban perfectamente bien alineados-." NUESTROS DIENTES, VALERIA LUISELLI, CARTAS DESDE HARLEM. Revista El País Semanal.


Comentario al margen: hasta los genios como Proust tenían sus aspiraciones de escalar en la "buena" sociedad.