domingo, 17 de mayo de 2015

NADA DE PARTICULAR.

Todo esto no tiene nada de particular...lo que voy a contar, quiero decir.
Estoy regando las plantas, aunque podría poner el aspersor pero hoy prefiero entretenerme en esto.
A contraluz es un espectáculo magnífico: dirijo el chorro de agua hacia lo mas alto y entro en trance viendo maravillada ese velo transparente que a veces forma un pequeño arco iris y otras siembra de pequeñas lupas cristalinas el tapiz verde del césped y el follaje circundante.
El fuerte viento desvía la cascada hacia la enredadera del jardín del vecino. Esa líquida cortina translúcida a cuyo través se vislumbran deformados los troncos de los árboles. Todo es evanescente, desdibujado, irreal, fantasmal. Todo esto no tiene nada de particular. Sólo es belleza en estado líquido.
Los troncos de las palmeras se elongan en sombras violáceas como centinelas del sendero y sus altas cabelleras se sacuden enloquecidas. Ese fragor intimida, parece que en cualquier momento alguna se va a quebrar y me va a caer en la cabeza. Pero seguro que están pensando "muchos vientos como éste nos han sacudido...no tengas miedo".
Tampoco tiene nada de particular ver como enormes cantidades de insectos sobrellevan ese inesperado evento húmedo, tan entretenidos como estaban polinizando o simplemente viviendo. A contraluz se ven sus aleteos enloquecidos. Esos bichitos hiperquinéticos que dicen los biólogos que son los seres vivos más abundantes del planeta.
El viento fresco fluctúa entre acariciarte o empujarte hasta casi tirarte al suelo y su persistente sonido atronador te obliga a entrar cada tanto en casa con el consiguiente alivio que brinda el respetuoso silencio de la hora de la siesta. Todo esto no tiene nada de particular, sólo es una felicidad momentánea en un jardín del montón un domingo cualquiera.


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