martes, 30 de septiembre de 2014

EMIGRANDO, CAPÍTULO VIII, Taconeando.

Finalmente, él aceptó. A regañadientes, pero aceptó. Era un buen compañero y excelente persona (murió hace poco). Además, un tipo viajado y con una vida enriquecida por mil experiancias. Tuvo la desgracia de enamorarse de mí en una edad un poco avanzada. A esas edades, cuando creen que ya lo han vivdo todo, les cae el amor y prácticamente no tienen defensas.
Compartimos mil tormentas pero nos quedaba la más dura.
Pero vayamos a los bifes: él se fué a cumplir con su noble propósito. Yo, naturalmente, no me podía quedar de brazos cruzados esperando que él volviera con todo resuelto. Así que, averigüando, preguntando y solicitando ayuda, llegué a una conclusión que no me gustaba nada: tenía que reiniciar todo el trámite de pedido de residencia y trabajo desde Buenos Aires.
Bueno, a primera vista no parecía tan complicado pero sí que lo era. ¿Por qué? Es fácil de resumir: hijos, rublos y tiempo. Conseguí una amiga reciente, maravillosa y solidaria, que se quedaba con mis hijos, conseguí el dinero y pedí el mínimo tiempo necesario en el trabajo para hacer esos trámites repelentes." Pero cómo nos complican la vida estos gallegos"-pensaba yo- "si con todo lo que cuesta esto se puede dar una coima divina y sanseacabó". Entonces para qué les sirve el refrán "a nadie le amarga un dulce" ¿Eh? ¿Para qué?
Eso mismo le sugerí en plan coloquial a un abogado vecino y me miró, primero sin comprender y luego como si fuera un monstruo. Y eso que se lo dije SUAVE. Pero no hay nada que hacer: son estrechos de mente. En cambio, nosotros sí que somos modernos, resolviendo las situaciones más complicadas a golpe de billetera y evitando burocracias innecesarias que lo único que hacen es darle de comer a funcionarios ineptos. Por eso nos va tan bien.....¿tan bien nos va?  Uffffff, ya me fuí para el lado de los tomates.
Vuelvo al meollo: me voy a Baires...¡lo tenía que hacer!
Y lo hice. De paso ví a mis padres que no estaban al tanto de la situación, porque ¿para qué preocuparlos?. Aunque mi papá alguna mosca detrás de la oreja tenía. No era fácil engañarlo.
En esos entreveros apresurados de papeles, me quisieron coimear...y no me dejé. ¿Ven cómo es la vida? Una se la pasa cacareando de inescrupulosa, libertina y liberada pero luego, sobre la marcha......ná de ná. Pura teoría. A propósito de libertinaje, me acordé de algo que decía el HMIDMV (el hombre más importante de mi vida, pero abreviemos, che) "lo ideal de una mujer es que sea una dama en el living y una puta en el dormitorio....el problema surge cuando es al revés".  No se refería a mí, claro......bueno, más o menos.
Hoy estoy un poco dispersa, ¿no?
TOTAL: con mis papeles de solicitud en la mano, me tomo el avión de vuelta a los Madriles, sabiendo lo que ya sabía: que en cuanto los policías del aeropuerto vieran que volvía tan rápido, después de un relativo largo tiempo en el país (1 año, cuando el visado turístico dura 3 meses), podrían rechazarme y mandarme de vuelta con un sello en el pasaporte que no me permitíría regresar a España en 3 años.  TRES AÑOS. 
Pensaba en mis hijitos, criaturitas indefensas que daban sus primeros pasos en el trapicheo de hachís y carecían de experiencia, solos y abandonados en la península ibérica y yo, de vuelta en el cono sur. Vaya panorama.
UN TRAUMA. UN DESASTRE. Mejor no pensarlo.
Apenas empezó a perder altura el avión, me maquillé, me puse aros caros y zapatos de tacones altos. Me ubiqué para salir entre las primeras personas, como si viajara en primera.
Y taconeando fuerte me dirigí a mi destino: dependía enteramente de un funcionario.
Me miró, lo miré, miró mi pasaporte, me volvió a mirar y le dirigí una mirada tipo: "no me haga perder el tiempo que vengo por importantes negocios". Desvié la mirada como buscando a alguien que me esperaba y.....y.....y..... escuché el estampado del sello de entrada............¡¡¡¡coñooooooooo, triunfo total!!!!!!! Busqué una cabina y llamé inmediatamente a mi amiga madrileña, quien, incrédula, me dijo: "¿pero cómo hiciste para entrar?" Sólo pude contestar lo que era una realidad: "suerte".
Otro obstáculo superado, pero vendrían más. FOLLOW ME!!!!!!!!!!!!!!!!!!

domingo, 28 de septiembre de 2014

EMIGRANDO. CAPÍTULO VII. Boda trucha.

¿Dónde me quedé? ¡Ah, si! Quería quedarme en España, aunque había una orden de expulsión........¡¡¡¡Qué suspenso, eh!!!??
Bueno, pues lo siento pero las narraciones lineales en el tiempo son muy aburridas, así que para eso tendrán que esperar. Así somos los escritores de élite con un público numeroso ...caprichositos. Son licencias literarias. Además, si no, ¿quién me va a seguir leyendo ya rebelada la incógnita?
Pero lo que viene ahora es más sabroso. Lean con atención y sin prejuicios:
El hombre más importante de mi vida no podía obtener tampoco el permiso de residencia. Pero entonces apareció, como si de una chistera y una varita mágica se tratase, una ex-novia de hacía 500.000 años, que lo amaba todavía y era ¡oh, hete aquí! ESPAÑOLA. "Me casaré encantada contigo" -le dijo- "para que luego podamos hacer la reagrupación familiar y así obtienes tú los papeles". Por supuesto "DESINTERESADAMENTE", lo cual significaba que no había que pagarle ni tenía que, por ejemplo, vivir con ella o serle fiel, porque ella sabía que él vivía conmigo.
-"Mmmmmmmmm"- masculló él entre dientes manifestando una clara oposición.
-"Mmmmmmmmm"-pensé yo, viendo solucionados al instante gran parte de los problemas.Si él casándose obtenía la residencia y luego de un tiempo se divorciaba, podría casarse conmigo y yo obtendría mi residencia y la de mis hijos. Era complicado pero no se podía ignorar esa posibilidad.
-"Bueno"- murmuré-"¿qué te parece?"
-"¡Una porquería, un engaño y un despropósito!"- casi gritó.
-"Joder"- pensé- "a éste va a costar convencerlo".Y argumenté, tratando de mantenerme serena: -"una porquería sí, un engaño, también pero un despropósito no...es a propósito de algo muy concreto". Viendo la expresión de odio en su face, consideré inoportuno seguir, porque todos sabemos que, en caliente, nadie convence a nadie.
Había que irse a dormir....bueno, no exactamente a dormir, pero en un entorno donde hubiera ese elemento mágico que lo resuelve casi todo: UNA CAMA. O sea, en caliente, pero de diferente tipo de emisión calórica. 
-"Cariño"- le susurré al oído, después de ya saben qué- "la vida nos pone obstáculos difíciles para que los podamos superar, para que hagamos lo impensable". Y, sobándole la oreja, agregué: -"¿ya no te acordás de la definición de inteligencia, ésa que vos siempre das como ejemplo?. Inteligente es aquélla persona que tiene soluciones originales ante situaciones nuevas".
-"¡Pero eso es no tener escrúpulos!"- dijo enfático. 
-"Bueno, casi..."
-"¡No, casi no, del todo!¡Es un asco!"
-"Es que hay algo en lo que no pensaste"
-"¿¿Qué??"
"La alternativa es volvernos, derrotados, fracasados y sin un mango, a empezar de cero con una hiperinflación y una inestabilidad política"
Eso fué un golpe bajo. No una caricia por los bajos, como minutos antes. Se quedó mudo, no supo qué contestar y yo consideré que ya era bastante para un solo día. A dormir, porque mañana había que volver al ataque.
Pero no fué necesario. En la cena había puesto disimuladamente una hojita de maría (si,maría, de la que traían los chicos), en lugar de albahaca, en la sopita y durante la noche, muy, muy, muy bajito, puse unos tangos derrotistas, pesimistas tipo "cuando estén secas las pilas de todos los timbres....", "...el mango que te haga morfar", "...ni el viejo criado me reconoció". Estas maniobras  podrían ser calificadas por mucha gente como inmorales y burdas (bueno, burdas no, refinadas) manipulaciones del subconsciente  pero que no lo eran.....bueno, sí lo eran, pero que no había más remedio. Para problemas dramáticos, soluciones desesperadas.
Al despertarse, muy temprano, algo mareado y después de unos sueños que me describió como delirantes (no sé por qué) me dijo: "Parece que tendré que olvidarme de mis principios". No me pareció oportuno recordarle lo que había dicho Groucho Marx: " si no le gustan mis pricipios, tengo otros"
Por lo cual, para que no se arrepintiera, contesté: "Es que todos tenemos que hacer sacrificios".
Dándole ese barniz católico de sufrimiento, la cosa parecía menos jodida; tendría, sin duda, el perdón de Dios, aunque en realidad era ateo...pero claro, todos, en el fondo, sentimos que tenemos que ser perdonados por alguien.
Esta sabia (modestia aparte) mezcla de filosofía, ideología y teología le comieron el coco a mi pareja y le anestesiaron los pruritos morales.
No obstante, esgrimió su última carta: -"¿y si me tengo que acostar con ella?"
-"Todos tenemos que hacer sacrificios, como ya te dije, pero no te olvides el preservativo"- observé. (sin especificar cuál era MI sacrificio, claro, porque si él lo hacía por los dos, mucho mejor).
Me miró de reojo....me volvió a mirar y casi susurró:- "No tenés escrúpulos"
Esa palabra esdrújula, con la que supuestamente me quiso herir, fué mi mayor satisfacción y la sensación de que él estaba ya "en el bote", como dicen acá.
Además, esa palabara esdrújula fué siempre mi bandera de batalla, sin la cual, en la vida, nadie llega a nada importante. Yo no era ni soy importante y no hice cosas importantes, sino lo que hacemos casi todos los mediocres. Pero lo que sí era, sin duda, un ser que, con ciertas limitaciones, (o con ninguna), HACE LO QUE SEA NECESARIO, o sea, sin escrúpulos.
Matar al vecino, noooooo...................bueno, según................. todo depende.........
 

jueves, 25 de septiembre de 2014

EMIGRANDO, CAPÍTULO VI. Códigos.

Enseguida me dí cuenta que yo hablaba muy rápido en porteño y ellos muy rápido en andaluz. No cuesta mucho imaginar los variados cortocircuitos que engalanaban nuestra comunicación verbal. "Tener una mosca detrás de la oreja" era el coloquial de "tener una sospecha"; "¡Venga ya!" es algo como "qué exagerado"; si haces una pregunta te pueden contestar, mirándote con picardía: "¡Hombre!", como algo obvio, aunque uno se queda con la duda de que ese "¡hombre!"(aplicado por igual a hombres y a mujeres) sea un sí o un no. La  palabra "culo" es absolutamente corriente y nada chocante y si uno le dice a una nena, por ejemplo, en el consultorio "apoyá la colita aquí", te contestará escandalizada: "yo no tengo colita", ya que la colita es el pene. Hay que decir "pon el culo aquí".
"¿Te has enterao?"es "¿has oído?"y si alguien mira al cielo y dice "para hoy han dado agua"es el coloquial de "pronosticada lluvia". Pues eso.
Aunque lo insuperable viene ahora: una vez ví pintado en esas maravillosas paredes blanquísimas de un pequeño pueblo andaluz la siguiente palabra: "CAPANCALÁ". Será un apellido, pensé, pero no podía ser porque se repetía demasiado en otros pueblos. Entonces pregunté y la respuesta fluctuaba entre el encogimiento de hombros y la obviedad..... yo seguía sin entender. "¿Qué será capancalá" me preguntaba, pensando en una cala, en una capa, en una palanca, en una rima.....
Hasta que un castellano, de ésos que hablan como si hubieran salido del Quijote, me lo aclaró :"cal para encalar". Ni de coña lo hubiera adivinado yo solita. Ni de coña es "ni por azar" o algo así. 
En esas interesantes interioridades lingüísticas me encontraba yo sumergida cuando me llegó una carta de la policía. Como no me esperaba nada bueno, porque ya era la tercera vez que me rechazaban el permiso de residencia (a causa de un pecado original: la empresa española, la de mis amigos, no contaba con suficiente capital para contratar a un extranjero y, aunque aumentaron el capital, no resultó. Luego, me cambié de empresa contratadora pero el dato informático me volvía a escrachar),
me compré una macetita con una planta preciosa para que me diera buena onda y me acompañara, me inflé los alvéolos de aire puro de la bahía y me lancé con mi mejor sonrisa a la comisaría. (Hay que aclarar que en este país aprendí a confiar en la policía).
Allí me atendió un señor muy amable que, con cierto embarazo, me dijo: "Pero, señora, usted está expulsada". Mi plantita no me sirvió para una merde, la pobre, tan ocupada como estaba con su propia fotosíntesis. "Bueno", casi supliqué, "¿entonces que debo hacer?""Irse", me dijo cariacontecido (al fin y al cabo sabía que estaba ante una doctora y muchas veces los títulos universitarios sólo sirven para eso, para ganarse el respeto de otros) y me explicó que no se explicaba porqué no me habían avisado antes, ya que esa orden de expulsión hacía muchos meses que se había emitido. El no se lo explicaba pero yo sí. El anterior funcionario (luego se dió de baja por enfermedad) tenía una pila de papeles iguales de otros inmigrantes, pero cuando llegaba al mío, lo volvía a poner al final. ( Yo le estaba haciendo la ortodoncia a su hija, y, de esa forma, evitaba que se concretara la orden. Él no podía permitir que, después de todo lo pagado, el tratamiento quedara en el aire). "Uyy" pensé horrorizada " me van a meter en un avión de vuelta".
Como si me hubiera leído el pensamiento, el poli (que tenía un notorio apiñamiento dentario inferior, con pérdida de inserción en el 41, aunque no me pareció oportuno ofrecerle mis servicios en esas delicadas circunstancias) explicó: "Usted se tiene que ir por sus propios medios; nosotros no podemos mandar a todos los indocumentados de vuelta a sus países de origen porque para eso no tenemos presupuesto". "¿Y si no tengo dinero para volverme con mis tres hijos?", inquirí intuyendo la respuesta. Se encogió de hombros en un gesto característico de la gente de estas latitudes cuando se quedan sin argumentos lógicos.
Por lo tanto, quedé en una categoría evanescente, inmaterial e inespecífica que, ni los propios policías de inmigración  me pudieron explicar bien ya que, en teoría, un expulsado no podía abrir una cuenta bancaria, tener un teléfono, alquilar una vivienda, comprar un coche.....pero es que yo todo eso ya lo tenía. Sólo me pidieron el pasaporte para esas cosas.
Probablemente no hubiera podido pedir un préstamo, pero, de hecho, colegas míos ya lo habían hecho...aunque desconozco los detalles de tal situación.
Entonces salí de la comisaría prácticamente como había entrado...en foja cero, y seguí mi vida como hasta ese momento. Pero la espada de Damocles pendía sobre mis parietales, mein Gott!!! Sabía que era cuestión de tiempo.
¿cómo resolvería esa situación?¿Y qué haría con mis pobres e ilusionados hijitos, que, ya se habían iniciado en el edificante camino del sexo, las drogas y el rock and roll, (aunque con connotaciones hispanas, todo hay que decirlo).  Ahhhhhhhhhhh......... eso en el próximo capítulo.  

miércoles, 24 de septiembre de 2014

EMIGRANDO, CAPÍTULO V. Jóvenes exploradores.

Una vez en Algeciras empezó la odisea. Quién más, quién menos todos los inmigrantes la tuvimos.
Los chicos explorando el entorno. Cuando no estaban en el colegio se lanzaban a la aventura. ¡Un mundo nuevo por descubrir! Tanta aventura que mi hijo mayor, junto con otros dos ejemplares locales, tuvo que ser rescatado por la guardia civil de un acantilado al cual treparon y luego no podían bajar, pero tampoco subir. "Cosas de chiquillos", me dijo con gran tolerancia el guardia ante mi cara de incredulidad.
Otro día, el menor, Alejo, llegó al consultorio con cara de compungido. Corriendo con los chicos por la playa se cayó y una rama le atravesó la mejilla de modo que, cuando se hacía un buche, el agua le salía por el agujero. A suturar y antitetánica. La nena estaba más tranquila. Ya se había fracturado la tibia cierto tiempo atrás haciendo gimnasia deportiva en Témperley.
El clan argentino "clandestino e indocumentado", los sin papeles (y los con papeles) nos juntábamos en una parrilla argentina a contarnos nuestros progresos con la ley de extranjería. Lo curioso era que siempre había policías comiendo allí, pero no pasaba nada. Eran amigables...supongo que nos veían muy pacíficos, aunque algo exóticos. Les causábamos buena impresión.  A veces venía el cónsul, que era un divino, a comer con nosotros. Una doctora altamente epecializada, que esperaba legalizarse hacía las empanadas y la pasta frola, y un doctor altamente especializado era el mozo. Entonces yo, a la hora de pagar, decía:"Ahhhh, no, si no viene un antropólogo a cobrarme, no pago".
 Después me enteré, hablando con taxistas, que nosotros (y los cubanos) estábamos como "muy bien vistos" por los españoles y muchos de ellos todavía recordaban cuando venían los barcos de Perón a traer carne y cereales, en la posguerra civil.
Y muchos hasta se emocionaban, agradecidos.
Como la legalidad se alargaba pasé a llamarme Lola para despistar. Lola, mucho más auténticamente hispano que Mónica. Tan auténtico como una corrida de toros.
Yo recomendaba a mis hijos que no anduvieran ventilando por ahí mi profesión, pero ellos me contestaban: "Pero, mamá, si ya te conoce todo el mundo".
Aprendí que el levante no es ir por ahí olisqueando hombres (o mujeres) sino un viento fuerte que viene de levante, oriente, donde se levanta el sol. La gente hablaba de "la gota fría", fenómeno meteorológico que origina grandes fluctuaciones del tiempo.
Apenas llegaba el invierno, las mujeres se uniformaban de negro. ¡Cómo les gusta el negro! (Ahora menos). Yo seguía con mis vaqueros gastados y mis zapas, o los de corderoy de colores que se usaban tanto en Argentina. Y así iba, tan colorida que llamaba la atención.
Al principio no sabía por qué me miraban tanto las otras mujeres, entonces se lo pregunté a una auxiliar de la clínica, quien me contestó sonriendo: "porque eres muy guapa, cariño". El primer piropo en España vino de una mujer.
Una vez fuí con unos recién conocidos a un pub. Algún que otro caballero apalancado en la barra me lanzaba miradas sugestivas. Y alguien me dijo al oído: "¿ves como no se atreven a más? Sólo miran. es que se nota que eres GUIRI". "Guiri" es el equivalente al gringo nuestro.
Era evidente que pertenecía a una fauna diferente y había como un mutuo descubrimirnto. 




domingo, 14 de septiembre de 2014

EMIGRANDO, CAPÍTULO IV. Raíces

Emma María Martina, una compañera de la facultad, me pregunta cómo hicimos para arrigarnos a un nuevo país. Si uno quiere hablar del ARRAIGO primero debería abordar el DESARRAIGO. No puede haber un buen arraigo si uno no se ha desarraigado por muy buenas razones. Además, no es lo mismo un desarraigo voluntario que otro empujado por la necesidad aguda, involuntario (una guerra, por ejemplo).  No obstante, las buenas razones no son suficientes porque el tema tiene mucho que ver con lo emocional.
De mi experiencia puedo afirmar que hay personas que NO sufren el desarraigo: son esencialmente AVES.
Y otras personas que no lo elaboran nunca y no son felices en esa situación por muchos años que pasen. Son esencialmente ÁRBOLES.  Juan Gelman cuenta que, cuando se vió forzado a emigrar, aprendió alemán y estuvo muchos años como profesor en la universidad alemana....de a poco se fué desprendiendo de su origen. Hasta que un día habló con alguien en castellano y sintió una gran emoción al hacerlo. Su patria era el IDIOMA. Otros dicen que la patria es la NIÑEZ: .
En mi caso concreto la facilidad del desarraigo se veía venir desde lejos. Siendo pequeña me fuí a pasar unos días con unos tíos que no tenían hijos. Eran estrictos pero cariñosos. Pasaban los días y mi amorosa tía me interrogaba: "¿no extrañás tu casa?". -"No"- contestaba yo, algo sorprendida por la ausencia de lo que se supone que debía sentir.
El desapego, el desprendimiento, el alejamiento; la mirada siempre puesta hacia adelante y nunca hacia atrás eran en mí algo natural. No sé cuándo se gestó y el paso de los años no hizo más que acentuar esa tendencia. No me ataba a nada ni a nadie, mis vínculos siempre eran superficiales. El compromiso era sólo conmigo misma y luego, años más tarde, con mis hijos. No creo que se pueda hacer un juicio moral sobre eso. No es bueno ni malo. SIMPLEMENTE ES y no sé por qué. 
Y para responderle a Emma de cómo nos arraigamos más concretamente, sólo se me ocurre lo que contestó PINTI, cuándo le preguntaron que cómo se destruía un país (hablando de la decadencia de Argentina): "DE A POCO". Así se arraiga uno, de a poco. Igual que como se desarrolla un germen dentario: de a poco.
Pero, a diferencia del germen dentario, que responde a un programa genético y va derecho al objetivo final; arraigarse es equivocarse una y otra vez, es escuchar más que hablar, es aprender los nuevos códigos, es estudiar un poco de historia del país para intentar entender fuertes hábitos adquiridos con los años...es DIFÍCIL. Y lo más difícil es no enjuiciar comportamientos diferentes como equivocados, sobre todo para un porteño. Ya sabemos cómo somos: tenemos todas las respuestas. (aunque luego lo que pasa es que nos cambian las preguntas, como dice MAFALDA).
La buena voluntad es fundamental y lo que más ayuda es el sentido del humor, aunque eso depende de las comunidades.No es lo mismo Andalucía que Galicia o que el país vasco, por dar sólo 3 ejemplos al azar. Funcionan con bastantes características diferenciales. Y otra cosa que entendí (que comenté con un alemán que había observado lo mismo) es que es muy distinta la mirada de una persona criada en una gran ciudad que una criada en un pueblo pequeño o en una aldea. 
Mis hijos tuvieron una ventaja: su madre estaba FELIZ, no andaba llorando por los rincones ni recordando el dulce de leche o el bife de chorizo. En lugar de ello, saboreaba el gazpacho y las gambas al ajillo. Y eso de que hablamos el mismo idioma ayuda...aunque luego ves que no es exactamente el MISMO idioma. Allí se podía coger (o cojer) todo el día...nadie lo veía mal.
He visto enormes diferencias en la adaptación si uno TRABAJA en casa, como muchas de las esposas de odontólogos que están en casa mientras sus maridos trabajan en su consultorio. En casa se está recordando mucho y conociendo poco y eso estimula la nostalgia y disminuye la curiosidad por conocer una sociedad diferente. El contacto con la sociedad es fundamental: para mí eran todos DESCUBRIMIENTOS y NOVEDADES y, aunque había muchos argentinos recién llegados, de a poco fuí tratando españoles, (con los cuales además, trabajé desde el principio) y salí del búnker, donde sólo se hablaba de los papeles.¡¡¡ OHHHHH, LOS PAPELES!!! el que los tenía y el que no los tenía, pero haría cualquier cosa por tenerlos. No se hablaba de otra cosa.
Con respecto a esto aprendí algo más: no se podía COIMEAR a un funcionario de inmigración como no se podía COIMEAR a un guardia civil de tráfico ni a un policía.........NO SE PODÍA Y PUNTO. 
En Argentina en diciembre del ´88 fué la hiperinflación: sentí que nos habíamos salvado de un NAUFRAGIO......uno de tantos. Pero no todo era un camino de rosas en la península ibérica.....la historia continúa.............

viernes, 12 de septiembre de 2014

EMIGRANDO, CAPÍTULO III. Padres e hijos.

Bueno...¿dónde estaba? Ah, si: en "me voy, pero YA".
En mi viaje exploratorio a España había constatado que había lugares en el mundo que no padecían  esa enfermedad crónica llamada INFLACIÓN.
Apenas me bajé del avión en Barajas, corrí al Museo del Prado. Aunque yo era una asidua del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, lo que ví en el Prado me dejó como a la niña del exorcista: con los ojos en la nuca. Velázquez, "Las Meninas", Goya, "Las pinturas negras"......salí de allí con un ataque de ansiedad.
El ofrecimiento de ir a Galicia lo pospuse y me largué a Andalucía. Allí conseguí trabajo. 
Resumiendo: volví a Argentina con una clara intención: EMIGRAR. Sentía que tenía un futuro allí. La gente no hablaba de dinero y se palpaba esa atmósfera de país en alza, lleno de proyectos y de ilusiones. Las situaciones que viví me evocaban continuamente imágenes de mi niñez, de una Argentina donde hacer una carrera universitaria era sinónimo de progreso y prosperidad. El optimismo estaba omnipresente.
Cierto tiempo atrás el hombre más importante de mi vida me había hecho un comentario inteligente (como siempre): "Continuamente estamos diciendo que Dios le da pan a quienes no tienen dientes....y vos, que los tenés (se refería, obviamente, a la posibilidad de trabajar en otro país y no a mis dientes, que, como todo el mundo sabe, los tuve bien alineados, después de la ortodoncia, claro; y los sigo teniendo como último baluarte de mi percudido cuerpecito gentil), y vos, que los tenés, no los utilizás"
Una frase verdaderamente lapidaria.
Es que lo difícil eran los padres y los hijos. Los padres porque se quedaban y los hijos porque hacían preguntas y más preguntas, que, en realidad, una contestaba al tanteo, ya que la incógnita era para grandes y chicos.  El mayor (15) estaba absolutamente entusismado con el cambio, aunque ignoraba por completo con lo que se iba a encontrar. Sólo dijo: "¿Monarquía, reyes....qué, nos vamos a meter en la máquina del tiempo?" Este hijo siempre fué de espíritu aventurero y bastante temerario.(Y es, ahora está en Dinamarca).
La nena, no. Ella (13) tenía un noviecito y esto era una brutal ruptura para ella." Romeo y Julieta, segunda parte". La parte dolorosa del tema. 
Y el menor (11) creía que era un viaje del cual volveríamos antes o después, a pesar de nuestras explicaciones al respecto. Solo preguntó: "¿Allá cuánto es la inflación?"
Había que tomar una decisión: todo no podía ser un camino de rosas. Entonces pensé: "¿Y si no voy porque me da miedo y luego se me pasan los años (ya tenía 40) y me arrepiento?"
Así que la decisión la tomé. La autorización del padre para que viajen los chicos la logré engañándolo, por supuesto. Le hice creer que iba con una beca por unos meses y me llevaba los chicos como unas vacaciones culturales. Y entonces, estampó la firma tan anhelada. Abandoné la tesis doctoral, tampoco pude dar la última clase en la UBA para llevarme el título de docente autorizada (3 años de carrera docente en los que aprendí cosas interesantísimas), venta del consultorio, derivación de pacientes (una pequeña paciente lloró cuando se lo dije, cosa que me sorprendió muchísimo), despedidas y lo peor....se quedaban solos mis padres, otra parte dolorosa... con un solo hermano y desaparecido. 
Aunque me alentaron a irme porque eran personas generosas y sin apego, para ellos fué un duro golpe nuestra partida. Yo quedé con la idea de que luego se vinieran conmigo, aunque nunca quisieron viajar, ni siquiera de vacaciones. (Cada año volvía yo a verlos).
El martes 13 de septiembre de 1988 era la partida. Mi hija intentó el último asalto y me dijo que el martes 13 daba mala suerte, que se caería el avión y que nos haríamos m......  Mi respuesta fué: "Esta es una gran oportunidad para dejar de ser supersticiosa".
Fué un viaje placentero y sereno, con pocos pasajeros, con lo cual tuvimos la suerte de dormir acostados ocupando varios asientos.
Amanecía en Madrid. En 12 horas habíamos pasado de la primavera al otoño y de una verde región húmeda a una seca con todos los matices del color tierra. Un asimétrico ajedrezado de marrones, ocres, rojos y anaranjados complementados con un cielo azul inmaculado nos recibía allá abajo.......    
¿Cómo nos iría, qué nueva sociedad nos esperaba? 

martes, 9 de septiembre de 2014

EMIGRANDO, CAPÍTULO II. Título

Entonces, en mi nueva vida porteña-temperleña transcurrieron unos años hiperactivos. Apareció el hombre más importante de mi vida, el divino Juan. los hijos seguían creciendo porque comían seguido, trabajo y estudio a mansalva: consultorio, cátedra en la UBA y en la UNLP, Ateneo, primeras prácticas de ortodoncia y estudio de la ATM con el doctor Luis Zielinsky, hombre de profundos conocimientos que me enseñó el sentido de la palabra HOLÍSTICO.
Mientras tanto se desarrollaba el Plan Austral con Alfonsín de presi.
Empiezo mi tesis "Diferentes concentraciones de proteínas y su efecto en el crecimiento mandibular" con el Dr. Bozzini de padrino. ¡Hasta los domingos tenía que ir a la cátedra a pesar y dar de comer a las ratitas blancas! (Lo cual hacía las delicias de mis hijos, que me acompañaban)
Allí aprendieron que en la jaula de proteínas cero no había que meter la mano porque las ratitas muertas de hambre podían morder. 
Pero negros nubarrones amenazaban nuestras vidas, porque como todos, estábamos en manos de los POLÍTICOS.
Inesperadamente se abrió una puertita: en la UBA admitieron a un grupo de médicos españoles que venían a cursar parte de la carrera porque en su país no tenían plaza en estomatología (carrera de odontología no había), cumpliendo un convenio entre ambos países.
Yo tuve la suerte y la audacia de darles fisiología oral y así empecé mi contacto con los españoles, muy respetuosos y sumamente silenciosos y tímidos, dejándoles claro de antemano que ellos probablemente sabían más que yo de fisiología. (Aunque la fisio oral era muy específica, así que algo les pude enseñar).
Un día, una joven madrileña se acercó a mí porque necesitaba ayuda: le dolía mucho un molar y no sabía a quién acudir. 
Me la llevé a mi consul y le hice una endodoncia que, según me cuenta, hasta hoy no le traído más problemas. ¡Qué suerte, quedé como una diosa! Por todos los errores que una comete, en la profesión y en la vida, esta vez me salió bien y salvé el honor. Era muy agradecida y nos hicimos más cercanas. Además, les facilité la entrada a las clases teóricas del Ateneo Argentino de Odontología, hecho totalmente irregular, ya que no estaban graduados, pero que se reconsideró por el hecho de que eran médicos. Eso sí, carísimo y ellos, felices porque nunca soñaron con acceder a un posgrado de alta calidad, sin ser postgraduados.
Tiempo después, esa joven madrileña sugirió que podría llevar mi título a homologar a España, cuando llevara el suyo, al terminar la carrera en Buenos Aires. 
Pensé: "¿para qué?"............................Y luego: "¿por qué no?" Y pensé en el museo del Prado, en la Gran Vía, en Felipe II, la entrada en la Unión Europea, en las Meninas, en el Gaudí de Barcelona, en Joan Manuel Serrat,  en la Alhambra, en Sorolla, en Paco de Lucía...


Aunque ni me planteaba emigrar, nuestros políticos, siempre tan generosos y pensando en nuestro futuro, ya estaban abonando la pista de decolaje de Ezeiza primorosamente, para que buscáramos horizontes más promisorios y no nos pusiéramos contestatarios. 
Sintetizando: fracasa el Plan Austral, fuera Alfonsín y Menem gana la interna.
Y yo cavilo: "¿más de lo mismo?"
Mi título se homologó en 15 días. Increíble. Velocirraptor. La cosa se acelera y hay que tomar una decisión importantísima. 
Empiezo otro milenio de psicoanálisis con Leonor Pagano, la psicóloga que tantas veces me salvó del desastre: "mis hijos", "me voy, no me voy" "Este país me quiere, no me quiere, mucho, poquito, nada....y yo a él, ¿lo amo aunque me machaque? ¿para qué seguir perfeccionándome?, hijos adolescentes, tengo que decidir por ellos, quieran o no quieran". 
Mis respuestas a esas preguntas siempre eran deprimentes pero Juan, el hombre más importante de mi vida, me animaba a dar el paso, aunque no tenía un peso. La delincuencia aumentaba. No veía horizonte ni sol naciente. De golpe pensé: "¿Dios le da pan a quien no tiene dientes? Pero yo tengo dientes: tengo un título homologado. Si no lo hago, creo que me pesará toda la vida".    
Hago un viaje exploratorio a España y allí hago un descubrimiento deslumbrador: NO HAY INFLACIÓN, casi. NO HAY INFLACIÓN.............¿¿¿¿¿¿Qué????? Me voy, pero YA. Juan pidió plata prestada para los pasajes mío, el de Cuyén y el de Alejo. Camilo se tenía que quedar con un matrimonio amigo, pero los dentistas que me contrataban decidieron prestarme para su billete. Menos mal. 
Pero todavía quedaba un obstáculo grande: mi ex. ¿Cómo haría para conseguir su permiso para que mis hijos pudieran viajar? En fin, ya se me ocurriría algo. 

viernes, 5 de septiembre de 2014

SOMBREROS SELFIES (UNA TARDE AL DOPE)








EMIGRANDO, CAPÍTULO I. Neuquén.

El martes 13 de septiembre de 1988 tomamos un avión mis 3 hijos y yo con destino a Madrid.
El menor, Alejo, de 11 años, me preguntó con una carita sonriente: "¡Qué divertido!¿Y cuándo volvemos?".
Lo miré fijo y contesté: "No volvemos". Su carita de perplejidad la recuerdo con nitidez a pesar de los años transcurridos. 
Aunque ya se lo había explicado a él y a sus hermanos, por lo visto, no había llegado a entender lo que para nosotros, los adultos, significa "quemar las naves". Y escuchando y viendo todos los preparativos no llegó a imaginar siquiera lo que es "EMIGRAR". Pero, en realidad, ¿alguien lo sabe de verdad hasta que no lo hace?
Bueno, al menos, uno puede preguntarse en qué argumentación racional basó su decisión. (lo de las emociones y el inconsciente viene depués, aunque estaba antes). La Argentina siempre fué un país movidito. Tipo adolescente: IMPREVISIBLE. Pero como una ha crecido con eso, es igual que un ciego de nacimiento: HABITUAL.
A pesar de ello, yo leía y escuchaba que existían lugares más seguros y me preguntaba, a medida que pasaban los años, si no podría aspirar a algo mejor.(Ojalá me hubiera preguntado lo mismo al elegir pareja).
 Bueno, a lo que iba: inicié mi andadura profesional por la migración INTERIOR. Empezaba el año 1974 (¡Qué año, mon Dieu!). Conseguí un trabajo full time en Neuquén, en la cordillera de los Andes. Primero a Villa La Angostura (donde quedaba el elegante Messidor, residencia presidencial. Allí vivió "prisionera" María Estela Martínez de Perón, aunque no llegué a conocerla pero estuvimos en la misma época y, si hubiera tenido algún problema odontológico o médico, sólo estábamos el médico y yo para resolver el tema), posteriormente a San Martín de los Andes. Estuve 8 años. Fué una experiencia intensa y edificante. En ese bellísimo lugar, la villa, como le dicen los autóctonos del lugar, trabajé por primera vez en mi profesión, nacieron mis dos hijos menores (en un hospitalito sin quirófano, donde había dos profesionales: el Dr Arraiz, excelente médico y mejor persona y yo), vi paisajes y colores inimaginables en esa naturaleza salvaje; en ese precioso lugar tomé contacto con otra realidad y conocí gente divina.Y lo siniestro: supe de la desaparición de parte de mi familia en Buenos Aires... luego me agarró el rodrigazo, con su salvaje devaluación. "¡¡¡Tomá, para que te vayas acostumbrando!!", parecían querer decirme entre los militares y los políticos.
Años más tarde, cuando la rutina comenzó a devorarme y los chismes de un pueblo pequeño empezaron a cansarme, me resigné a prescindir de la comodidad, de los bosques multicolores, de las montañas nevadas y de los lagos transparentes y decidí mudarme DE VUELTA a la gran ciudad. Volvía la democracia (Alfonsín) y con ella la esperanza. Así me deshice de un solo golpe de dos problemas: de mi marido, que no tenía demasiado apego al trabajo ni ganas de evolucionar y de mi progresivo atraso en las novedades odontológicas.
Para eso conté con el apoyo, siempre incondicional, de mis padres. Volví a Témperley, contacté con obras sociales (gracias a mi mamá, que hablaba con todo el mundo) para trabajar en el consultorio de mi papá y me presenté en la cátedra de fisiología de la facultad de Buenos Aires (siempre me fascinaron las materias básicas) para un trabajo ad-honorem. La cátedra estaba a cargo del Doctor Bozzini, un hombre sabio e inolvidable, del cual aprendí muchísimo y cuyo amor a la ciencia me dió un impulso que todavía me dura. Meses más tarde, me acerqué al Ateneo Argentino de Odontología con el propósito de aprender ortodoncia y ortopedia maxilar. En ese magno lugar comprendí la importancia del trabajo INTERDISCIPLINAR, algo interesantísimo y que marcó mi futuro profesional.  Así empezó mi nueva etapa vital.
En el próximo capítulo sigo. No quiero cansar a mi pequeñísima (o inexistente) audiencia.