jueves, 29 de abril de 2021

Animales queridos.

 


A un gato. 

Jorge Luis Borges


No son más silenciosos los espejos

ni más furtiva el alba aventurera;

eres, bajo la luna, esa pantera

que nos es dado divisar de lejos.

Por obra indescifrable de un decreto

divino, te buscamos vanamente;

más remoto que el Ganges y el poniente,

tuya es la soledad, tuyo el secreto.

Tu lomo condesciende a la morosa

caricia de mi mano. Has admitido,

desde esa eternidad que ya es olvido,

el amor de la mano recelosa.

En otro tiempo estás. Eres el dueño

de un ámbito cerrado como un sueño.

lunes, 19 de abril de 2021

LOS DIOSES DEL HOMBRE.

 


Ulises, el del alma generosa, logró desatarse del largo mástil ante la mirada atónita del resto de la tripulación (que tenía los oídos tapados con cera para evitar los seductores cantos de las sirenas) ya que, según advirtió Circe, los iba a inducir a estrellarse irremediablemente contra las piedras de la brutal rompiente. Pero Ulises, empujado con gran delicia por la voz de las Sirenas y dueño de un espíritu  temerario, se lanzó al mar y nadó hacia la peligrosísima isla, dispuesto a todo para seguir los hipnóticos cánticos. Inevitable, la tradición no fallaba: iba a una muerte segura. 

Cuando estaba a punto de morir medio ahogado, medio estrellado; una suave mano submarina lo arrastró hasta ponerlo fuera de peligro, mientras su nave se perdía de vista en el río Océano, hiriendo con sus remos las olas profundas del mar, y empujados por el dios Eolo, que soplaba fuertemente. 

Ya en tierra se vió rodeado de sirenas, jóvenes y viejas, que no parecían feroces ni peligrosas, que lo alimentaron con abundante carne y lo cuidaron amorosamente hasta la caída de Helios, en la que se hundió en un profundo y placentero sueño.  Cuando Eos, la de los dedos rosados, hija de la mañana, se dejó contemplar, Ulises se preguntó a qué se debería esa mala fama de las sirenas y por qué a él lo estarían tratando a cuerpo de rey, sin saber ellas que era realmente un rey. Decidió afrontar la situación. 

"Dime, sirena, ¿a qué se debe vuestra fama de gran ferocidad; que dice que nos atraen con su armonioso canto para luego reducirnos a un enorme montón de osamentas que pueblan vuestras praderas? Por el contrario, a mí me cuidan, y me tratan como cariñosas madres, alimentándome y ofreciéndome vino hecho de néctar y ambrosía".

La vieja sirena lo miró largamente y luego dijo: "Lo de nuestra agresividad, dulce Ulises, es una leyenda que se fue propagando por el Mediterráneo y más allá de las columnas de Hércules. En cuanto a las osamentas, son de los navegantes que quisieron invadirnos y secuestrarnos y los dioses lo impidieron". 

Y prosiguió la anciana sirena: "La verdad es que nosotras nos hemos refugiado aquí para protegernos de ustedes, los hombres. Las maternidades infinitas y riesgosas, fruto de nuestros mutuos deseos, nos tenían condenadas a un destino repetido, ya que la diosa Deméter entraba en nosotras y fomentaba nuestra fertilidad", explicó dulcemente con una semi-sonrisa tristona y resignada. 

Ulises quedó boquiabierto y, luego de un rato, dijo, dudando si decirlo o no decirlo: "¿qué palabras se escaparon de entre tus dientes? Pero si ésa es vuestra misión más sublime y casi única en la vida: dar vida".

"Eso dices tú, valiente navegante", replicó la sirena con una mirada indescifrable, "pero que sepas que algunas sufrimos incontables  desdichas porque no es algo voluntario sino inevitable y que muchísimas veces nos cuesta perder nuestra propia vida al dar a luz: no todas queremos ser madres, y así se lo suplicamos a Deméter, la diosa de la fertilidad, la tierra y la agricultura, aunque creo que no nos ha querido ayudar porque la cosa sigue igual". 

"No te entiendo, bella sirena, los Dioses te han vuelto loca", se sorprendió el peregrino, escuchando lo que parecía inadmisible "¿por qué no van a querer tener hijos, si es lo mejor que pueden hacer? Nosotros no podemos". 

"¡Y a veces nosotras NO QUEREMOS!" casi gritó la sirena, que ya iba perdiendo la paciencia.

"Pero entonces, ¿cómo no se han extinguido ya, si hace tantos años que viven solas, sin cruzarse con hombres? ¿Los dioses las ferlilizan?"

"Ya veo que sigue incrédulo tu espíritu: cada tanto los dioses transportan a las voluntarias al continente convertidas en mujeres y tienen hijos, pero sólo traen de vuelta a las niñas que luego los dioses transforman en sirenas". 

Ulises se quedó pensativo un rato y  musitó en voz apenas audible: "Mi ánimo está estupefacto en el fondo de mi pecho. ¿No nos echan de menos?"

"Si, a veces si" dijo ella sin poder disimular algo de pena. "Y si alguna se quiere ir, la acompañamos hasta la costa, con la ayuda de los dioses... pero la verdad es que casi siempre vuelven. Prefieren estar en esta isla, ayudándonos las unas a las otras, aunque a veces discutamos; que como esclavas o personas de segunda, sin ningún derecho en vuestro mundo masculino de ciudadanos libres. Sí te reconozco, amado rey, que muchas veces dudamos y para eso nos alejamos: para tener la perspectiva de saber quién se quiere ser".

"¡Pero si tienen protección y derechos entre las 4 paredes de sus casas!" protestó Ulises. A sus oídos las palabras de ella eran como el rugido del mar. Intraducible.

"Si, el derecho a elegir la hora de limpiar la cocina", afirmó la sirena que ya empezaba a estar cansada de que ese buen hombre no entendiera nada. 

"Pero es que eso es lo normal" argumentó él  con una respuesta convencional y aceptada por todos.

"En realidad, prudente Ulises, ése es el quid de la cuestión: que se considera "normal". Está normalizado. ¿Normal que seamos analfabetas, como los esclavos? No podemos participar en la vida pública, en la toma de decisiones políticas con respecto a guerras terribles que nos afectan también a nosotras, por darte sólo un ejemplo. La democracia es muy interesante, pero sólo para ustedes, los "Sócrates", los ciudadanos de pleno derecho".

"Permíteme que te diga, dulce sirena, y sin querer ofenderte, que la mujer no puede tomar esas decisiones porque su inteligencia es menor" dijo Ulises, con un hilo de voz porque acababa de decir algo de lo cual ni él estaba convencido y temía las consecuencias. 

"¡Desdichado!", pensó la sirena, "sólo sueña con empresas de guerra" y viendo lo inútil de sus palabras, se resignó. Cambiando el punto de vista, en una actitud típicamente femenina, dijo a continuación: "Dejémoslo aquí. Igualmente, nuestro propósito de hablar contigo es otro. Tenemos un mensaje para ti, ¡oh, rey de Ítaca! Nosotras desearíamos que, con tu gran poder y valentía, hagas entender a los hombres que  no nos maten, no nos violen, ni nos sojuzguen: y si hay quienes siguen haciéndolo que sean los propios hombres los que acepten descalificarlos y desaprobar su conducta con leyes y autoridad. Aunque a decir verdad no estamos seguras de que eso sirva para mucho". suplicó de esta suerte la sirena, ya más enfática. Entretanto, la diosa Palas Atenea, que estaba invisible entre las otras sirenas, la escuchó, pero no se apareció por temor a la ira de su padre Zeus. 

 Y prosiguió la bella sirena: "Nosotras, las mujeres, mucho hemos luchado y seguiremos haciéndolo, no te quepa duda, pero los dioses no nos acompañan. Entonces, para lograr eso, estamos intentando comprenderlos mejor: ¿qué los mueve a actuar así? ¿Por qué no les inspiramos respeto? ¿Es por lo que dice Aristóteles, que somos volubles y caprichosas? ¿Tú me lo podrías explicar?"

Ulises se quedó mudo. No sabía qué respuesta siquiera aproximada tenía a esa pregunta. Él era un guerrero violento, navegante intrépido y esencialmente poderoso... nunca se había cuestionado a sí mismo, no era muy dado a las reflexiones. Él no apaleaba a su querida Penélope ni a otras mujeres... pero otros sí que lo hacían... si se portaban mal, claro. Cómo a los niños, claro... en fin...pero eso es justo y necesario, ¿no? Ulises estaba confuso. Mudo. 

¿Repito la pregunta?- dijo pacientemente la sirena- ¿Por qué pretenden reducirnos al hogar y a los niños y encima con violencia, si nos queremos revelar?

Ulises seguía mudo y pensativo: ellos eran tan violentos con los otros hombres como con las mujeres. ¿Por qué habrían de hacer esa diferencia? ¿No tendrían algo de razón ellas, que eran de menor tamaño físico, menos musculadas y quedaban medio maltrechas de tanto parto y tanto embarazo? 

La sirena, a esta altura de los acontecimientos, estaba ya rodeada por otro número creciente de sirenas de todas las edades, que, interesadas en el tema, se iban acercando discreta y silenciosamente. No querían interrumpir las reflexiones del navegante. 

En ese momento, Apolo, el dios del sol, la lógica y la razón, cubrió a Ulises de una densa bruma, haciéndolo invisible a las otras, y se le acercó tomando la forma de un ciervo. "¿Te aquejan las palabras de la mujer-pez, querido Ulises?".

"Si, mucho, no me llegan al corazón, no logro comprender lo que la mujer-pez me quiere decir, me hace dudar". 

"Intentaré ayudarte: hay ideas de las que careces, tan empeñado cómo estás en tus combates. Las ideas de piedad, consideración y respeto sólo las aplicas a tus compañeros de luchas, pero no has pensado en tus compañeras de vida, las mujeres, sin las cuales ni siquiera existirías. Tú, al que llaman el paciente, no pones ni una pizca de paciencia en tu trato con ellas y ni siquiera imaginas que la primera víctima eres tú, al no dejar espacio a las opiniones de ellas, muy valiosas; cargando tú y los demás hombres las interpretaciones del oráculo y sus posteriores decisiones. Ni siquiera han pensado en compartir las consecuencias, como buenos compañeros de vida".

"Apolo, dios de la razón,  me dejas perplejo y con el alma llena de dudas; mi trabajo me costará primero entenderlo a mí y luego explicarlo a los demás... nadie me creerá. Pero te prometo que lo consideraré y volveré a Ítaca para explayarme en el ágora de los héroes y las grandes murallas, sobre estos espinosos asuntos, con la ayuda de los dioses". 

"...y de tu esposa Penélope, no lo olvides".  ...............................................................................

Mientras tanto, en las montañas, la diosa Palas Atenea, la de los ojos claros, habló a Zeus, su ilustre padre, tratando de no irritarlo: "Padre, tú que lo sabes todo, dime: ¿por qué las mujeres mortales no pueden aprender a leer, escribir y opinar y sólo deben parir?"

Zeus, muy pensativo, respondió al cabo de un largo rato: "¿no es lo normal?" Y decidió preguntarle a Dios, el monoteísta, que ya le iba comiendo el terreno con sus ideas peregrinas de omnipotencia, omnisciencia y omnibuenismo. "Che"-dijo Zeus, perplejo- "¿vos lo ves normal?".

El monoteísta opinó que tantos dioses como había confundían sus diversas voces y, al final, nunca llegaban a nada. Que era mejor para la humanidad una sola voz verdadera y que deberían empezar de cero. Se pusieron de acuerdo y así fue como Dios llamó a Moisés y le ordenó construir un arca para reiniciar la vida con una pareja de cada especie. El mundo se inundó y murieron todos, como si de una acuática pandemia se tratase. 

Al calmarse los cielos y la tierra, bajaron del arca y se volvió a intentar una nueva naturaleza con otro gobierno en los cielos y no en las montañas, esta vez con una única e incuestionable certeza: el Dios verdadero... y con el resultado que todos conocemos. FIN DEL CUENTO. 

jueves, 15 de abril de 2021

SEMANA SANTA

 Semana Santa. Por Guillermo Alonso. 

Q

Abrió su whatsapp y encontró múltiples “Felices Pascuas” en casi todos los grupos en los que el participaba. Algunos con figuras de ángeles, otros con Jesús subiendo al cielo y varios con huevos de chocolate, incluyendo algunos con forma de pelota de rugby. Esas imágenes le trajeron a su memoria una historia que había vivido hacía muchos años atrás, cuando todavía creía que la vida tenía un sentido religioso que había que seguir. Hacía menos de un año que se había casado y en la Iglesia el cura le había hecho agradecer a Dios el haber conocido a su mujer, le había hecho prometer que tendría todos los hijos que Dios le mandara y que cumpliera con los mandatos de la Iglesia. Por eso, ese jueves santo, además de no comer carne había dispuesto realizar las siete entradas y siete salidas a distintas iglesias, conmemorando los siete caminos que realizó Jesús entre la última cena y el calvario. Como en su pueblo no había más que dos iglesias decidieron viajar a la Capital para poder cumplir con el rito en poco tiempo y sin tener que caminar demasiado ya que su señora estaba embarazada. Empezaron en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, siguiendo por el Oratorio de San Román Nonato y la Catedral Metropolitana. Antes de dirigirse al cuarto destino previsto, la Iglesia San Ignacio de Loyola, hicieron un alto para tomar un café. Entraron en una confitería en la esquina de Avenida de Mayo y Perú donde consiguieron la única mesa vacía, en el fondo, cerca de la escalera para subir a los sanitarios. Mientras esperaban ser atendidos él subió al baño y fue allí donde ocurrió lo que le cambió la vida. Había un hombre allí, un hombre que al mirarlo se dio cuenta que era igual a él, un poco más joven pero como si fuera su mellizo. Ese hombre también se sorprendió al verlo. Se miraron de arriba abajo reconociendo que eran muy parecidos. Él no tenía hermanos ya que su padre había abandonado a su madre al poco tiempo de nacer. Su madre se volvió a casar con Roberto que no sólo lo crió como si fuera su hijo, sino que a los seis años, cuando había que inscribirlo para el colegio, le cambió el apellido de su padre Fredericks por el suyo Robles. Mientras bajaban la escalera para volver al salón él se presentó: “Soy Juan Robles”. El otro le tendió la mano y le dijo “Mucho gusto, soy Martín Fredericks”. Al escuchar el apellido Juan se conmovió. En ese momento su mujer levantó la cabeza buscando a su marido y lo encontró llegando a la mesa con una persona idéntica al lado suyo. Se sobresaltó. “¿Quién es?” le preguntó. “Nos encontramos en el baño y su apellido es Fredericks. ¿No te parece raro?”. La mujer los hizo sentar en el momento en que una ráfaga de viento abría violentamente la puerta sobre Perú y un trueno sonaba fuerte anunciando la lluvia por llegar. El mozo trajo los dos cafés y al levantar la mirada para preguntarle al otro hombre que iba a tomar, no pudo menos que asombrarse y decir en voz alta “¡Son iguales!”. Los de las mesas vecinas se dieron vuelta, los miraron e hicieron sus propios comentarios. Los rasgos eran tan parecidos que parecían gemelos. Lo único que los diferenciaba era el pelo, Martín lo tenía un poco más largo, más suelto. Juan le explicó a Martín porqué estaba sorprendido. Aunque él no lo había conocido su padre era Fredericks, Ronald Fredericks. Martín, que hasta ese momento se mostraba tranquilo, se sobresaltó y empezó a transpirar. Ronald Fredericks era SU padre. Un relámpago anticipó un nuevo trueno y la lluvia no tardó en llegar. Martin miró el reloj y les dijo que se tenía que ir. Le pidió el teléfono a Juan y le prometió que lo iba a llamar. Salió por la Avenida de Mayo y se subió a un taxi. Sin completar las siete entradas y siete salidas Juan y su mujer volvieron a su pueblo, Ramallo. Dos días después  recibieron un llamado de Martín, quien les contó que su padre le había reconocido tener un hijo de un matrimonio previo y quería encontrarse con él. Le contó también que tenía una enfermedad terminal y que los médicos no le daban más de dos meses de vida. Como su madre ya había muerto y su padrastro Roberto Robles estaba recluido en un geriátrico después de haber tenido un ACV sólo pudo conversarlo con su mujer. Lo decidieron enseguida. Llamó a Martín y le dijo que cuando muriera su padre podrían empezar a tratarse como hermanos, antes no. La pregunta de su mujer lo sacó de esos recuerdos: “¿A qué hora le dijiste a Martín que viniera?”

Guillermo Alonso (abril/2021)

domingo, 4 de abril de 2021

PONGA UN BATMAN EN SU VIDA

 


El número tres a veces trae estas coincidencias: por una vez podemos hablar bien de los políticos. 3 administraciones demostraron su sensibilidad ante la plaga sumada a la pandemia. El mosquito del Nilo y otras variantes han hecho surgir en Europa 3 enfermedades: zika, dengue y malaria. 

3 administraciones: municipales, autonómicas y provinciales, gobernadas por 3 partidos políticos diferentes: Partido Andalucista, Partido Popular y Partido Socialista, apoyaron a la bióloga SARA PINTO MORALES, que ha diseñado un proyecto que podría eliminar 1,2 millones de mosquitos diarios con una colonia de 400 murciélagos alojados en 40 nidos distribuídos próximos al río Guadalquivir, donde los ataques de estos insectos se cobraron la vida de 9 personas (y otras 76 fueron afectadas) en los pobladores de Coria del Río y la Puebla del Río en la provincia de Sevilla. 

¡Salvemos la reputación de estos quirópteros, tan desprestigiados por su presunta relación con el covid-19!

Otros 3: Alicante, Navarra y Murcia ya han demostrado la eficacia de estos predadores naturales de los mosquitos tigre. 

Pongamos una BAT-BOX en nuestras casas y jardines. Se trata de casitas o refugios para murciélagos y nos ahorramos en pastillas para ahuyentar mosquitos. Los propios ayuntamientos deberían instalar estas cajas-nido, en lugar de eliminar a los murciélagos, como proponen algunas empresas de control de plagas. Así lo sugiere la experiencia y algunas asociaciones medioambientales. 

¡Unamos un murciélago del Guadalquivir contra el mosquito del Nilo y que entre ellos se arreglen!

viernes, 2 de abril de 2021

MALVINAS

 


Por Roberto Valero.

El 2 de Abril de 1982, se comenzaba a escribir una de las páginas más trágicas de la historia Argentina que paradójicamente llenó de héroes la nación, generalmente no reconocidos llegados al continente; ese día tropas Argentinas desembarcaron y recuperaron las Islas Malvinas. La secuencia de acontecimientos comienza en 1979. El empresario Argentino Constantino Davidoff, firmó un contrato para el desguace de las instalaciones balleneras abandonadas en la islas Georgias del Sur. Para ello el gobierno británico autorizó el movimiento de barcos Argentinos por la zona, por ello no llamaba la atención ver por la zona el Rompehielos Irizar. El 19 de Marzo de 1982 Davidoff se traslado a la Georgias en el buque “ARA Bahía Buen Suceso” y allí, junto con los operarios argentinos, izaron la bandera Argentina. Ello provocó que el Reino Unido enviara al buque “Endurance”, radicado en Malvinas para sofocar esta provocación. El 23 de marzo, el comandante del Grupo Naval Antártico recibió la orden de trasladarse con el buque “ARA Santísima Trinidad” en apoyo de los obreros; arribó el 24 de Marzo y equilibró la situación. El justo reclamo de soberanía sobre las islas hubiese quedado ahí, pero en Buenos Aires la junta militar estaba jaqueada por el creciente descontento social, y aprovechó el conflicto para dar inicio a una operación que se venía gestando desde la asunción de Galtieri como presidente. Bajo las órdenes y coordinación del almirante Jorge Isaac Anaya se inició la “Operación Rosario”. En el lapso de 5 días movilizó toda la flota Argentina y la infantería de marina hacia las islas Malvinas apoyados por la fuerza aérea y el ejército. La noche del 1 de Abril el submarino “ARA Santa Fe” desplegó buzos tácticos que balizaron una playa cercana a Puerto Argentino y en la mañana del 2 de Abril desde el “ARA Cabo San Antonio” empezaron a bajar los anfibios rumbo a la playa del faro San Felipe. Las tropas argentinas encontraron focos de resistencia, pero para la noche todas las autoridades y los Marines británicos se habían rendido: se había iniciado “La Guerra de Malvinas”.

74 días después, el lunes 14 de junio de 1982, la Argentina se rindió formalmente y así finalizó la Guerra de Malvinas. En total la Argentina envió a más de 23 mil combatientes; Galtieri subía y pisoteaba a los 649 argentinos que fallecieron. De ese total, casi la mitad murieron con el hundimiento del crucero General Belgrano, que fue atacado por el submarino nuclear inglés HMS "Conqueror" en momentos en que navegaba a 35 millas al sur de la zona de exclusión determinada por Gran Bretaña alrededor de las Islas Malvinas. De los 1.093 tripulantes que tenía a bordo, murieron 323, casi la mitad del total de muertos argentinos en la guerra; y unos 770 lograron sobrevivir en balsas inflables, pero debieron esperar varios días en el mar, con temperaturas bajo cero, para ser rescatados. Su hundimiento marcó una antes y después de la guerra. Además, fallecieron 255 británicos y tres civiles isleños. Estimaciones de asociaciones de ex combatientes aseguran que fueron entre 350 y 500 los veteranos que terminada la guerra SE QUITARON LA VIDA. "Váyanse ustedes, que tienen hijos. Yo me quedo” gritó Oscar Ismael Poltronieri mientras disparaba contra más de 600 ingleses desde el Monte Dos Hermanas en las Islas Malvinas hace 37 años. 

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ANÓNIMO. Historia de un valiente. 

Oscar Ismael Poltronieri con 18 años y siendo analfabeto, por sus acciones de combate durante la batalla del "Cerro Dos Hermanas" en la Guerra de Malvinas, quien era operador de una ametralladora, y desoyendo la orden de retirada y quedándose combatiendo él solo, permitió el repliegue de todos sus compañeros (más de 150 soldados incluidos sus superiores) a zonas seguras y disparando al enemigo con su única boca de fuego. Impidió el avance de todo el dispositivo ofensivo británico durante más de 10 horas.

No podía moverse por estar herido. Prefirió quedarse cubriendo la retirada de sus compañeros, consciente de que, herido como estaba, los iba a retrasar . Solito, herido y de noche, se bancó enfrentar a los soldados más profesionales del mundo.

Por este acto recibió la medalla "La Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate". Es el único soldado conscripto vivo en recibir la máxima condecoración que otorga nuestra Nación.

Luego de la Guerra, Oscar, intento suicidarse, vendió baratijas en los colectivos y trabajó de remisero.

Pero lo más importante fue que soldados y oficiales ingleses lo buscaron para expresar su admiración por él y fue condecorado en Inglaterra con "La Cruz de Hierro al Valor".

En los colegios de nuestro país los alumnos NO lo conocen,  NO saben quién es.

La historia es contar, narrar los acontecimientos, hechos, junto a sus personajes los verdaderos protagonistas. Al contar y compartirlo colaboramos con el maravilloso proceso de construcción de la memoria y el honor de un pueblo, de una Nación Argentina y su transmisión a las generaciones.


"...Los únicos héroes que se mueren son los que se olvidan..."