lunes, 28 de febrero de 2022

ELEGANCIA

 


CIELOS DE BUENOS AIRES

#CielosdeBuenosAires #confiterialasvioletas

En el  barrio de Almagro, solo a 4 kilómetros de la avenida de mayo, a principios de 1880, abrió sus puertas un solar que poseía inequívocas señales de refinada distinción. El revuelo no fue menor. Elegantes carruajes con curiosos aristócratas llegaban hasta las puertas del suntuoso y flamante local. Cuenta la historia que el mismo Carlos Pellegrini, futuro presidente del país, de rigurosa galera, capa y bastón, asistió gustoso a la inauguración, transportado por un tranvía especial acompañado por muchos de sus distinguidos amigos. El 21 de Septiembre de 1884, en la esquina de Rivadavia y Medrano, nacía en Buenos Aires la confitería Las Violetas...

La confitería fue construida con el estilo característico de estos locales en el Buenos Aires de principios de siglo. Su interior posee una exquisita y lujosa decoración, hecha a base de revestimientos en madera, 80 metros cuadrados de vitrales, arañas con caireles, fachada y mesas con mármol de carrara.


Pero es alrededor de la década de 1920 cuando las Violetas fue remodelada, luciendo nuevas vidrieras francesas y puertas de vidrios curvos, vitrales y pisos de mármoles italianos, hechos en el barrio de San Telmo y colocados en 1928.

No puede dejar de mencionarse su tradicional repostería y su célebre pan dulce. Entre sus habitués se puede mencionar a escritores como Roberto Arlt y Alfonsina Storni. Fue escenario de varias películas, como La Mafia, de Leopoldo Torre Nilson y Sol de Otoño, de Eduardo Mignona, protagonizada por Norma Aleandro y Federico Luppi.

En el año 1984 fue reconocida por el Museo de la Ciudad como "Testimonio vivo de la memoria ciudadana" y fue catalogada como "confitería notable" por la Comisión respectiva. Cerró el 30 de junio de 1998, momento en el cual se sanciona la Ley 49 con esta declaratoria de Sitio de Interés Cultural y otra ley con su catalogación de Área de Protección Histórica (APH). El 19 de julio de 2001, completamente restaurada y con nuevos dueños, abre nuevamente sus puertas.

Famosa desde sus orígenes, su reaparición, luego de un cierre de tres años, fue festejada por los vecinos de Buenos Aires que han acompañado su nueva etapa con entusiasmo.

CIELOS DE BUENOS AIRES

sábado, 26 de febrero de 2022

1936: HEIDEGGER

 MARTIN HEIDEGGER


Esta Europa, en atroz ceguera y siempre a punto de apuñalarse a sí misma, yace hoy bajo la gran tenaza formada entre Rusia, por un lado, y América, por otro. Rusia y América, metafísicamente vistas, son la misma cosa; la misma furia desesperada de la técnica desencadenada y de la organización abstracta del hombre normal. Cuando el más apartado rincón del globo haya sido técnicamente conquistado y económicamente explotado; cuando un suceso cualquiera sea rápidamente accesible en un lugar cualquiera y en un tiempo cualquiera; cuando se puedan ‘experimentar’ simultáneamente, el atentado a un rey, en Francia, y un concierto sinfónico en Tokyo; cuando el tiempo sólo sea rapidez, instantaneidad y simultaneidad, mientras que lo temporal, entendido como acontecer histórico, haya desaparecido de la existencia de todos los pueblos; cuando el boxeador rija como el gran hombre de una nación; cuando en número de millones triunfen las masas reunidas en asambleas populares -entonces, justamente entonces, volverán a atravesar todo ese aquelarre, como fantasmas, las preguntas: ¿para qué? -¿hacia dónde?- ¿y después qué?


La decadencia espiritual de la Tierra ha ido tan lejos que los pueblos están amenazados de perder la última fuerza del espíritu, la que todavía permitiría ver y apreciar la decadencia como tal (…). Esta simple comprobación no tiene nada que ver con el pesimismo cultural ni tampoco, como es obvio, con el optimismo. En efecto, el oscurecimiento del mundo, la huida de los dioses, la destrucción de la tierra, la masificación del hombre, la sospecha insidiosa contra todo lo creador y libre, ha alcanzado en todo el planeta tales dimensiones que categorías tan pueriles como las de pesimismo y optimismo se convirtieron desde hace tiempo en risibles.  


#MartinHeidegger   |   Introducción a la Metafísica 

(1936)

jueves, 24 de febrero de 2022

DESPEDIDA

 


EMMA GUNST

¿Qué más puede pasar?

He despedido gente en el aeropuerto,

en las terminales desiertas,

en la acera mientras abordan taxis sospechosos,

he pasado estos años despidiéndome.

Sobra decir: odio las despedidas porque no importa.

Eso no importa, porque es uno el que se queda

con la mano en alto por si voltean a verme.

Pronto me despediré de mí.

Me desearé buena suerte y verme pronto,

buen viaje.

Llegaré a donde vaya sintiendo que falto

y que no soy yo

la que ahora se va dejándome sola

injustamente.

Odio esperar las maletas.

Las aduanas.

No estar en ninguna parte.

No hablar el idioma y avanzar a tientas en la ciudad extranjera,

inhóspita casi siempre,

despectiva;

dejaré la casa y las plantas a medio morirse,

los libros en cajas,

las sábanas dobladas,

y me veré ir de lejos,

vestida con el abrigo ligero,

la mirada incómoda.

Es mi propia mano la que saluda en la distancia del pasillo,

soy yo la que devuelve la sonrisa y aguanta las lágrimas

por no verme más.

Porque no me tendré durante un tiempo para sostenerme.

Nadie aprende nunca a biendespedirse.

Balbuceamos el amor o el afán en palabritas tontas.

Al instante

me digo,

por si no me vuelvo a ver,

que ha sido punzante la experiencia de estar conmigo.

Me digo:

ha sido bueno encontrarme en mí.

El altavoz me nombra y me separo.

Entonces, justo ahí, doy la vuelta.


*


#BrendaRíos

https://www.instagram.com/huevitoestrellado/

(Acapulco, México, 1975)

de La sexta casa, Instituto Sinaloense de Cultura, Guadalajara, Jalisco, 2018


"Young Girl Walking In Airport Looking", arte digital de #TithiLuadthong, 2019


#PoesíaMexicana #LectoraDePoesía #LibroEmmaGunst #LaMujerEscribeYESoEsLoQueImporta #PoesíaEscritaPorMujeres #EmmaGunst #LeamosAutoras #LeamosPoesía

miércoles, 23 de febrero de 2022

SUPEREGO

NEXTFLIT FILMARÁ LA O EL BIOPIC DEL INMENSO CARLES TÀVEC

Por Carles Tàvec


Dibujo de Mónica Bardi. Lápiz y Tipp-Ex sobre papel liso. 

Se sabe que la película está en pleno proceso de preproducción. En las oficinas de la empresa dejaron trascender que estaban invitados a participar del «casting» Christian Bale (Tàvec de mediana edad) y (Richard Gere (Tàvec terceretario). Debido a algunos episodios oscuros, su niñez no será «biopicada». Sobre todo aquel en el que quiso electrocutar un insecto que se había posado sobre un mosquitero metálico colocando dos cables pelados sobre él y conectando del otro lado el enchufe al a red eléctrica. Hubo un terrible fogonazo del que emergió una nube de humo y un cortocircuito que sumió en la oscuridad a toda la casa y en la desesperación a sus padres. El insecto bien, gracias. O aquel otro en el que pretendió ahuyentar un roedor prendiendo fuego a unas maderas que estaban sobre una pared medianera de canto.  El resultado fue un incendio descomunal que no hubo manera de apagar. Las maderas ardieron hasta el final y la pared quedó tan debilitada que una tormenta fuerte la derrumbó para desgracia de quienes la habían construido. De milagro, no hubo víctimas inocentes ni culpables. Y en mérito a la brevedad, no nos vamos a explayar sobre el episodio en el que armó cigarros usando papel de diario y yerba mate. No querrán saber los lectores las consecuencias de tal temerario acto.

Después de haber leído la autobiografía inédita de este argentino sin par, por suerte para la Humanidad, y el guion del film, Richard Gere declaró a la prensa que era imposible para él interpretar a cabalidad un personaje tan rico y complejo y les sugirió a los productores que hablaran con Javier Bardem, que si bien tiene acento español con un poco de entrenamiento podría chamullar en porteño. Christian Bale se manifestó contrariado pues si bien él mismo es un «borderline», cuando leyó la tormentosa autobiografía del «biopicado» se espantó y exclamó que el caso lo superaba ampliamente, por citar un lugar común. El plan B es apostar por actores argentinos que harían más creíble la historia. Ya fueron  sondeados Leonardo Sbaraglia para el Tàvec de mediana edad y Arturo Puig para el Tàvec terceretario. De la misma manera que los actores extranjeros, los de acá temen no estar a la altura del «biopicado», pues mide un metro y ochenta y cinco centímetros. Habrá más noticias.

martes, 22 de febrero de 2022

INOCENCIA

 FRAGMENTO DE LA HIJA DEL CANÍBAL 

ROSA MONTERO.



(...) "Yo estaba durmiendo encima de un jergón en la cocina, como siempre, cuando me despertó un roce, una presencia. Abrí los ojos espantado: era la viuda. Se había acuclillado junto a mí y me miraba con una expresión extraña, indescifrable. Estaba cubierta desde el cuello a los pies con un camisón grisáceo de tela grosera; con una mano sostenía una vela torcida, y con la otra me acariciaba ligeramente la cabeza. Era ese leve toque lo que me había espabilado. 

"¿Ocurre algo?", casi grité, ronco de susto y sueño. 

"Shhhhh", dijo ella, arreciando en sus caricias, como quien calma a un niño: "S hhhh."

Y se tumbó a mi lado, en el jergón. 

Estuvimos juntos hasta el amanecer. Ella, que nunca hablaba, me susurró interminables dulzuras maternales: nanas apenas tarareadas, arrullos mimosos, consejos saludables.

"Cuidate, m'hijito, mi chaparrito, abrigate bien, que la Virgen te bendiga, pórtese bien, estese usted sosiego..."

He conocido, luego, en el amor, a mujeres taciturnas y calladas a las que la cama desataba, sorpresivamente, una lengua florida y prodigiosa. Algo parecido sucedió aquella noche con la viuda, pero la voz que se desnudó en su garganta no fue erótica, sino íntima y doméstica. No hubo nada sexual entre nosotros; la viuda, sin marido y sin hijos, en la frontera de la edad madura, vio en mi algunas horas a su propia criatura; y yo, huérfano y añorante de madre, me deje mecer embelesado en sus brazos inmensos. Así estuvimos hasta el amanecer, apretados el uno junto al otro, mi camisola deshilachada y sucia contra su camisón basto y crujiente, su olor nutritivo a pan y a sudor perfumándolo todo, sus manos de matar gallos y cochinos y patos acariciando mi cabeza con un roce dulcísimo, esas poderosas manos de mujer capaces de degollar y alimentar y apaciguar de manera indistinta. 

Fue una noche inolvidable, porque a partir de entonces se acabó mi niñez. Fue la noche de la última inocencia". (...)

                                     ROSA MONTERO

lunes, 21 de febrero de 2022

ACTITUDES

 

Héctor J. Díaz. 

Primero se mostró esquiva. Con dudas.

No creyó en mis palabras. Siquiera mi actitud hacia ella.

O en mi interminable espera por su regreso.

La perdoné. Y me mantuve a su lado esperando una señal.

Nunca llegó.

Solo la desconfianza de sus vampiros me llevé como único pago por mi lealtad.

Y ya ante el final, apenas le recriminé no haberme mirado.

Pero esperé un último gesto. Y ella me lo concedió.

Me olvidó.


Hector J Diaz (Mayo 2012)

®Copyright - All rights reserved.

miércoles, 16 de febrero de 2022

TELESCOPIO

 EMPIEZA LA ERA WEBB

Ángel Gómez Roldán, director de la revista ASTRONOMÍA. 


"Antes de escribir esta líneas, a primeros de enero, nos llega la noticia de que el telescopio espacial JAMES WEBB ha finalizado con total éxito su despliegue. A más de un millón (¡UN MILLÓN!) de kilómetros de distancia, con su parasol.completamente extendido, y sus espejos primario y secundario todos en su lugar, ahora poco a poco irá enfriándose protegido de la luz del Sol hasta alcanzar unos 230°centígrados bajo cero. Tiene por delante un largo y complejo periodo de ajustes y calibraciones en su óptica e instrumentos y una todavía mayor bajada de temperatura operacional, esperándose que las observaciones científicas empiecen el próximo verano. (...) El logro conseguido con tener un telescopio como el Webb en el espacio (¡de nada menos que 6,5 m de abertura!, es que es MUY grande), y camino de estar plenamente activo es un testimonio de lo que un gran equipo multinacional de miles de personas dedicado, pasional y altamente cualificado puede conseguir trabajando duramente. El proyecto del James Webb nació poco después del lanzamiento del Hubble, y ahora mismo, casi 30 años después, se ha hecho realidad. Y precisamente se están desarrollando hoy ideas para un futuro telescopio espacial de hasta 15 metros de abertura, como el LUVOIR. No sé si tardarán otros treinta años  en tener semejante monstruo en órbita, pero por ahora vamos a esperar pacientemente  a que el flamante James Webb se enfríe y se ajuste para empezar a tener un nuevo y maravilloso ojo mirando a las profundidades del Cosmos".  Ángel Gómez Roldán, director de la revista ASTRONOMÍA. 

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Después de leer esto y de esperar con ansiedad los resultados pienso dos cosas: 1) si ya quedamos estupefactos y asombrados con las imágenes del Hubble, a ver que nos tiene reservado este nuevo gran ojo. Claro está que no me quiero morir antes, así que dénse prisa, por favor. 

2) con toda esta épica deslumbrante e inimaginable pocos años atrás y sus increíbles conclusiones posteriores con respecto al lejano cosmos me confirma una vez más que lo esotérico y la magia de andar por casa queda a la altura de un guisante. 


martes, 15 de febrero de 2022

MADRES

 


💪45 Años, 45 Hechos:

5. Primer viaje al exterior

Después del Mundial, tras la proyección internacional que les había dado aquel informe de la TV holandesa, las Madres deciden salir del país. Así, entre octubre y noviembre de 1978 se produce su primer viaje al exterior, para denunciar las desapariciones y construir vínculos de solidaridad en el extranjero, que les permitan sortear la censura y el hostigamiento que padecen en la Plaza de Mayo. El primer destino es Estados Unidos e inmediatamente, Italia. El desafío es enorme: además del enorme riesgo que significa denunciar a la dictadura fuera del país y tener que regresar luego, las Madres no tienen experiencia, casi no han salido de sus ciudades y ahora se ven en la obligación de recorrer continentes y entrevistarse con personalidades de renombre internacional. El viaje se extiende por 30 días. Se comprometen a no hablar de cada hijo en particular, ni de la situación personal de las que viajan, sino de todos los desaparecidos. Les va muy bien: en Roma las recibe el presidente de Italia, Sandro Pertini. La repercusión que tienen en su gira es el germen de la formación de un total de 20 Grupos de Apoyo en varios países del mundo.  


#45Años45Hechos

lunes, 14 de febrero de 2022

LECTURAS

 VIENEN TIEMPOS DUROS PARA QUIENES VIVEN LA VIDA MODERNA. (recortes de un artículo mucho más largo y razonado).

Peter Sloterdijk   30/1/22

El País N°351 

Nacido en 1947 en Alemania. Su libro IRA Y TIEMPO nos cuenta que la ira surge cuando hay decepción por las promesas no cumplidas. En Rusia se llevan el primer premio en este aspecto y su gente ya no cree en nada. Son muy cínicos y se contentan con que la política no les moleste demasiado. Hay resignación. Sin embargo, la democracia necesita algo de esperanza para mantenerse aunque, por ejemplo, los europeos ya van por el mismo camino que los rusos: la decepción y la resignación. Su prioridad y su refugio es la vida privada, el PRIVATISM. Los británicos, tan flemáticos, parecen haber decidido tomar a Boris Johnson como una especie de payaso, (muy a la inglesa) y hasta los franceses, siempre dispuestos a protestar, están cansados. (La pandemia, para más inri, ha aumentado la tendencia a la privacidad).

Todo esa ciudadanía desencantada va dejando las manos libres a los políticos.

Tras la ruptura del mundo bipolar en 1990 y la irrupción de China en la globalización, Putin, nuestro atlético y rubiaco ex-soviético, aspira a un mayor liderazgo pero sabe que el estilo ruso no es atractivo, más bien tristón. Y el chino, tampoco. Algo del norteamericano queda aunque parece ser que Europa, a pesar de su decadencia, sigue siendo la reina del glamour y por eso atrae mucha inmigración, de la cara (con esta nunca hay problemas) y de la barata (con esta siempre hay problemas). Y ésa es justamente la cuestión: "estamos en una gran contradicción. Según nuestro sistema de valores simbólicos estamos obligados a mostrar hospitalidad y generosidad (...) pero no queremos hacerlo". 

"Hay una urgencia idealista por parte de sacerdotes, activistas o ciudadanos que quieren integrar al extranjero; feministas, por ejemplo, que acogen a víctimas de violencia sexual, pero es una contradicción porque no queremos lo que deberíamos y nunca lograremos que la mayoría de la población quiera lo que debe". Se puede decir más alto pero no más claro, como reza el tópico. 

Este filósofo ha captado lo que en alemán se conoce como el ZEITGEIST, que se podría traducir como el espíritu de nuestro tiempo. 

 Vivir en esa contradicción permanente no puede ser bueno para una sociedad. Es como nadar contracorriente, remar en dulce de leche. En fin...

OTRA LECTURA: CUANDO LA MORAL ENTRA EN COMBATE. 

El especialista en psicología evolutiva Pablo Malo, en su libro LOS PELIGROS DE LA MORALIDAD (Deusto, 2021) escribe que si los políticos y los encargados de gestionar la cosa pública pasan a ser entidades BUENAS o MALAS, empezamos mal, valga la redundancia. Si tu partido encarna el mal y el mío, el bien, la cosa se pone fea. Estamos en blanco y negro pero sería preferible pasarnos a tonos más grises, donde el absoluto no existe. Donde se puede acercar posiciones sin ataques personales ni descalificaciones insultantes. Naturalmente que todo esto suena a chino básico porque lo que estamos viviendo es todo lo contrario. Igual no deja de llamar la atención lo que afirma este psicólogo: MENOS MORAL, que está en las antípodas de todo lo que se predica, ya que es común leer o escuchar que vivimos en un mundo donde se ha perdido el norte, los principios y la ética y debería haber más moral. Pero parece que no porque está claro que nuestro rumbo como sociedad debería rectificarse. 

Moeller (Columbia University Press, 2009) redondea la idea: (...) "Para provocar emociones, obtener atención, crear 'seguidores', las historias deben tener una carga moral que es, en su opinión, potencialmente peligrosa. Ante este panorama, la tesis de Malo es que necesitamos menos y no más moralidad en este siglo XXI". "Una democracia debería funcionar con un sistema en el que no importe en absoluto si las personas son buenas o malas" sostiene, "porque estaría perfectamente delimitado lo que puede hacer cualquiera que llegue a ese puesto". (Utópico ¿no? Sin embargo hay ejemplos reales de que esto ha ocurrido en el planeta Tierra y otra vez tenemos que recurrir a los países escandinavos). 

La moral tribal es la que nos lleva a amar o a odiar a un líder político cuando en realidad deberíamos escuchar sus propuestas, sus ideas y sus razones y no a nuestras emociones. Se reconoce un retroceso, una regresión, un miedo provocado por la inestabilidad mundial que se vale de las redes sociales para propagarse. 

Nietzsche ya lo advirtió: "en la moral no hay que ir a los extremos porque, de hacerlo, acaba uno asqueado". 

sábado, 12 de febrero de 2022

MARIPOSAS

 CIELOS DE BUENOS AIRES


MARIPOSAS

El domingo 12 de febrero de 1984 en que Julio Cortazar murió en París, la ciudad de Buenos Aires fue escenario de un hecho inédito en su historia: una invasión de mariposas. Al día siguiente, los científicos explicaron que una oleada de calor en una zona rural vecina originó una migración inicial de mariposas en busca de fresco, y que miles de ejemplares fueron acoplándose durante el trayecto, hasta que desembocaron en el centro porteño.

El fenómeno no se ha repetido, hasta hoy, pese a que ha habido veranos mucho más calurosos que aquel. Las crónicas, las notas y los comentarios publicados por entonces no relacionaron aquella alteración momentánea de la ecología de la ciudad con el deceso del escritor. Para casi todo el mundo se trató de una curiosidad científica o, en todo caso, una “nota de calor” a la hora de conformar la agenda informativa de los medios, tan aburrida, en general, durante los meses de calor.

Una causalidad

Para Cortázar hubiera sido normal no sólo porque amaba las mariposas desde su niñez –y eso consta en su obra- sino también porque la irrupción de los elementos fantásticos en la más rutinaria de las normalidades era una de las claves de su narrativa. Que una ciudad que amó a un escritor resultase invadida por los más hermosos insectos el día de su muerte fue una de esas causalidades que él buscó y atesoró durante buena parte de su existencia.

fragmento del Libro: Polimenio, Carlos; Rep (ilus)/ Cortázar para Principiantes.

CIELOS DE BUENOS AIRES 

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Y ahora, como la guinda del pastel, agrego una frase que se hizo famosa, del entrañable y tan querido Cortázar: "andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos". 

jueves, 10 de febrero de 2022

PRETENSIONES

 POR CARLES TAVÈC



Yo tenía una «cónferens col» a las «eleven-o-cloc» con mi «pérsonal treiner» para ajustar el «esquédul». Mientras tanto esperaba el «delivery» para mi «lanch». Todo «cul». Ahora estoy haciendo «raning» y en un rato me ducho y me voy para el «after office» con mis «felous» aunque yo esté de «jólideis».

Un amigo del barrio que me escuchó hablar así me dijo: — ¡Rescatate barrilete!, ¿en qué idioma chamullás, papá?— 

Y yo le respondí que para pertenecer al «jet set» tenía que hablar como Mónica Bedoya Hueyo de Picos Pardos Sunsuet Crostón (volvé Niní) o como los yonis.

— ¿Yoni, yoni?. Yo ni te entiendo—, me respondió. — ¿Por qué para empezar no te leés la novela esa del flaco piantao que sale de juerga con el gordito retacón?—.

—No, no puedo ahora—, le respondí. —Estoy en la mitad de «Cómo ganar amigos e influir sobre las personas—. 

—Dale, Carnegie, dale nomás—, me respondió.

martes, 8 de febrero de 2022

VOLVER

 Volver. Por Guillermo Alberto Alonso. 



Ya era hora de que volviera. Desde que comenzó la pandemia que no iba a su departamento en la costa donde tenía que hacer unos arreglos que habían quedado pendientes dos años antes y que ahora era urgente que los hiciera. Llegó en los primeros días de enero, después de pasar las fiestas con su hija, su yerno y su nieto. Aunque vio que sus amigas estaban en la playa, los primeros días se quedó a supervisar los arreglos. Sólo cuando una de sus amigas la encontró en el supermercado es que se comprometió a bajar al balneario y jugar burako con ellas. No se veían desde hacía dos años y sólo la habían llamado para darle el pésame cuando el covid se llevó a su marido. Le costó acostumbrarse. Cada tanto levantaba la cabeza de la mesa de juego y miraba hacia el mar, imaginando que él aparecería a contarles las barrenadas que había hecho. Después de cuatro o cinco días espléndidos el tiempo cambió. Llegó la lluvia y las bajas temperaturas y ella se sintió aliviada de poder cambiar su rutina y no bajar a la playa. Aprovechó para salir a caminar a la mañana y ver series de Netflix a la tarde. A la noche se acostaba temprano después de un té con galletitas. Pasaron los días y decidió que ya era tiempo de volver. Fue caminando hasta la estación de trenes y sacó pasaje para el que salía a las doce de la noche y llegaba a la madrugada a Constitución. Era un buen horario para viajar. Aunque el tren tuviera ocho paradas intermedias seguramente podría dormir. O por lo menos dormitar. El día del viaje sus amigas fueron a visitarla y le ofrecieron llevarla a la estación. Ella aceptó gustosa y se despidieron en el andén con la duda de si se encontrarían otra vez. Durante el viaje fue pergeñando lo que tenía que hacer en su casa. Lo primero que haría es deshacerse de las cosas de su marido. Al primero que le ofreció ropa fue al jardinero que se llevó una campera, dos pantalones, camisas y unas zapatillas casi nuevas. Su hija se enojó porque primero no se la había ofrecido a su yerno, así que el sábado fueron a visitarla y se llevaron tres cajas llenas de ropas y calzados. Lo que sobró lo sacaron a la calle de donde desapareció en menos de cinco minutos. No le comentó a su hija que también pensaba cambiar los muebles del dormitorio. Se sentía anonadada en esa cama matrimonial en la que había dormido acompañada más de cuarenta años por lo que se desharía de ella para comprarse una cama individual. Mientras tanto dormiría en un sofá que había en la pieza que había sido de su hija. En la cola de la verdulería le comentó a una vecina su idea de vender el dormitorio y ese mismo día el verdulero le tocó el timbre para ofrecerle la compra. La oferta que le hizo era menos de lo que esperaba pero aceptó porque se llevaban todo al día siguiente. Cuando el fin de semana su hija, su yerno y su nieto fueron a visitarla se encontraron con los cambios producidos en el dormitorio principal y con los que proyectaba para el resto de la casa. Se dieron cuenta también que para ella comenzaba una nueva vida.

Guillermo Alonso (febrero/2022)

MARTE

Extractos del diario El País. (España)

 "Vivir en un solo planeta es la versión astronómica de poner todos los huevos en la misma canasta". (...) "Si las petroleras y los gobiernos siguen siendo incapaces de reducir las emisiones va cobrando sentido la primera frase", pero claro, las distancias son enormes: para viajar a Marte se tarda 8 meses y de dinero ni hablemos. Eso sí que jamás lo hubieran imaginado (¿o quizás si?) los padres de la astronomía, auténticos genios que sentaron las bases del conocimiento actual, gracias a las cuales se permite trazar esos planes de futuro que parecen de ciencia ficción. Recordemos algunos de esos seres sobresalientes y rindámosle nuestro homenaje. 

 
         
KEPLER: en el año 1604 este extraordinario astrónomo observó muy sorprendido una supernova en la Vía Láctea, nuestra propia galaxia. Un hecho extraordinario que pudo ser observado a simple vista durante 18 meses, y que no ha vuelto a repetirse hasta el día de hoy. La supernova lleva su nombre. 



    COPÉRNICO: "ciertas fechas deberían ser borradas del calendario por simple vergüenza, por ejemplo, el 24 de febrero cuando unos inquisidores, en el año 1616 censuraron la teoría heliocéntrica de Copérnico reafirmando la inmovilidad de la Tierra". Kepler y Copérnico demostraron que los planetas giran alrededor del sol por la fuerza de la gravedad. Kepler dijo "mi propósito es demostrar que la máquina del universo no es como un ser animado por Dios, sino más bien como un reloj" y le envió sus datos a Galileo y a Tycho Brahe. Parece que Galileo ni respondió pero Tycho, el danés, lo invitó al observatorio más avanzado de la época para trabajar juntos con los asombrosos datos que había recogido Kepler. Una dupla excepcional. 

En un libro de Benjamín Black titulado "LOS LOBOS DE PRAGA" son descriptas las intrigas, penalidades y trabas que retrasaron el viaje de Kepler unos años y cuando por fin llegó, tuvo tanta mala suerte que, poco después, Tycho Brahe murió, aunque antes le regaló su inmenso legado científico. Todas estas fórmulas empíricas más los experimentos de Galileo apoyaron a Newton, años más tarde,  para la formulación de la ley de la gravedad, la primera unificación de la física y la inspiración de 4 asombrosos siglos de ciencia. Supongo que no es difícil imaginar los tremendos tropiezos que sufrieron estos genios con la iglesia católica, en plena Inquisición. Así que además de inteligentes debieron ser valientes. 

          GALILEO, "e pur si muove", dicen que susurró el pobre italiano al abjurar de sus extraordinarios descubrimientos ante el tribunal de la Inquisición de la estimada Iglesia Católica, si quería seguir viviendo 

TYCHO BRAHE: su biografía es muy movida y muy interesante. Sólo diré que siendo niño, en 1560, se produjo un eclipse de sol y ese hecho causó en él una profunda impresión y lo encaminó, tras vueltas y revueltas, al estudio sistemático de los cielos. 

Esto me hace acordar a una anécdota de Einstein, cuando un familiar le regaló una brújula. El pequeño Albert estaba enfermo  en la cama. Al recibir ese regalo se quedó estupefacto y no salía de su azoramiento por no poder encontrar una explicación desde el "sentido común" al caprichoso comportamiento de la aguja del aparentemente mágico instrumento. 

La pequeña sueca Greta Thunberg asistió, en su colegio, a una clase sobre el cambio climático. Los demás chicos volvieron a su casa como si nada, pero Greta quedó como si le hubieran dado un puñetazo. Esos cerebros privilegiados captan lo que la mayoría ni sospechamos. A partir de ahí, y gracias a su presencia mediática, ya nos hemos acostumbrado a las palabras "emergencia climática" y parece que los dueños del planeta buscan lugares más seguros para vivir. Por ejemplo, Marte. Los demás... y bueno, mejor no pensar en ciertas cosas. 

"En 1964 la nave Mariner 4 de la NASA analizó la atmósfera de Marte: una fina capa de CO2 y temperaturas de 100 grados bajo cero", siendo obviamente escenarios poco amables para el SAPIENS, cabe preguntarse: ¿Por qué se han enviado ya 28 misiones a Marte con 10 aterrizajes exitosos? Por la distancia a la Tierra "Marte sería un primer destino obligatorio aunque solo sea por nacionalismo cósmico". "Ni Colón ni Alejandro Magno habrían soñado con una hazaña semejante pero los científicos están imaginando en serio como hacerlo". 

LA TERRAFORMACIÓN DE MARTE.

Esta palabra significa transformar un medio hostil en un lugar apto para la vida así como la conocemos y según los físicos una cuestión crucial es si la cantidad de CO2 atrapada en el subsuelo es suficiente como para que merezca la pena movilizarlo a la atmósfera. "En la Tierra el objetivo es reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera para desacelerar el calentamiento global, pero en un planeta a 100 grados bajo cero el calentamiento sería una bendición". 

Lo cual, ahora mismo, no parece posible ni aún derritiendo los casquetes polares (como insiste el delirante millonario Elon Musk), porque según los cálculos científicos todas las emisiones de CO2 acumuladas por la humanidad desde la revolución industrial no alcanzarían a terraformar al planeta rojo. En fin, no parece fácil domesticar al vecino. El tiempo, como siempre, tiene la palabra.


lunes, 7 de febrero de 2022

MERCADO

 MANDÁ FRUTA 

Por ALEJANDRO ROBINO



Al mercado central de Buenos Aires lo frecuento desde hace más de quince años. Comencé a ir impulsado por la necesidad de aliviar el bolsillo de las grandes compras familiares cuando mi mesa era numerosa y la de mis padres se había agrandado con quienes amorosamente los cuidaban. Ahora, que el tiempo –sin la imponencia de Muiño ni la gracia de Sandrini (*)– me sentenció a achicar la mesa, voy cada tanto a proveerme preponderantemente de pescado variado y fresco. Meto en el baúl del auto mi heredado changuito marca “changuito”(**), la heladerita y rumbeo el sábado bien temprano por la autopista hacia el sudoeste.


Si bien la conveniencia de precios y la frescura de los productos bien podría ser un provecho tácito que fundamentara mi excursión a la “Chacra de los tapiales”(***), no develaría el verdadero motivo de lo que me impulsa a esas excursiones. El fresco aire de la mañana incipiente me refresca la sonrisa.


Voy contento.


Esa voluptuosidad de colores y de olores, ese aglomeramiento de pesquisas de calidad y precio y, sobremanera, esa alegría del trabajo manifiesta en los voceos ingeniosos que ofertan mercadería, esa solidaridad entre puesteros que se disputan el ocasional cliente indeciso, pero, sobre todo: esa amabilidad extinta en la ciudad. Allí se dice buen día, permiso, muchas gracias, disculpe, ¿está atendido?, ¿qué le vendo jefe? –ribeteado con una sonrisa–. Reina la comprensión de que la cortesía facilita ese convivir comunitario.


Los changarines con sus carros repletos de cajones transitan con paciencia zen entre el público, jamás atropellan a alguien. Los cuidacoches son amables y jamás solicitan la merecida propina que nadie les niega. Al comprador frecuente lo reconocen y saludan con alguna particularidad que así lo demuestra. Al nuevito lo asesoran: si no trajiste heladerita empezá por la verdura, si buscás calidad primero date una vueltita y compará. Y así brindan su servicio con orgullo y modestia.


Aunque haya lugar para estacionar más cerca de la nave minorista, dejo el auto invariablemente en los cien metros que custodia Tito, que siempre hace alguna observación optimista del pronóstico del clima. Munido de mi changuito, camino las tres cuadras que me distancian y me sumerjo en el lento transitar del gusano humano que se forma en los pasillos entre puestos. Allí, el apuro individual acepta la mesura y el respeto como razonable límite.


Me doy pequeños gustos. Cuando detecto alguna puja de voceos de la misma mercadería entre puesteros lindantes, me quedo a escuchar esa payada ingeniosa. Si hallo expuesta albahaca junto a tomates de quinta bien maduros, cierro los ojos y me doy un banquete de perfume. Justamente estaba haciendo esto cuando siento un empujón acompañado por un descortés: Correte.


Me costó acomodarme a la novedosa grosería y los vi pasar sin reaccionar. Bueno, más o menos. Una bomba de retardo. El tipo que me apartó descortésmente tendría apenas unos años más que yo. Grandote, me llevaba una cabeza. La barriga, como proa de un rompehielos le abría paso mientras barrileteaba un carrito de las compras color fucsia, nuevito. Una de esas chotadas semi plásticas de bazar chino con el que, sin reparo ni pudor, lesionaba los tobillos de quien se le interpusiera. Seguía los pasos de una mujer también regordeta que no estaba dispuesta a tolerar tiempos de espera ni modos que la postergaran. Seguramente mal asesorada sobre algún derecho divino de paso inexistente de que creía que poseía su ombligo. Ambos portaban caras de fastidio y hacían un extraño contrapunto de bufidos con los que le manifestaban al universo que no aceptaban que los dioses los hubieran expulsado de Jumbo. Soberbia infundada en el rictus de la comisura de los labios. Cara de orto, para ser preciso.


Ya desterrado del paraíso de la combinación itálica de perfumes en el que me embriagaba, obligado por mi destino frutícola al final del pasillo, seguí sus pasos a través del brete. Ella prodigaba codazos a personas que desconcertadas se apartaban ante el insólito comportamiento en tanto él, altisonante, prodigaba onomatopéyicos de desprecio colectivo. No querían estar ahí, quedaba claro. Estaban indignados y supuraba esa herida infecta sin acertar a los causantes de esta desgracia inmerecida que les tocaba transitar. Hacían berrinche. Con cincuenta años menos, un ratito, hubiera sido gracioso. Y un rato más largo hubiera sido abortado por un soplamoco, medida disuasiva aplicada a los menores muy popular en aquellos años. Pero no, no eran niños. Eran una señora y un señor grandes que no sabían comportarse en este lugar al que el saqueado bolsillo los había arrojado.


Los dejé en un puesto de acelga, espinaca, remolacha y brócoli y proseguí mi lenta peregrinación hacia los duraznos, recordando la filosa observación de Mayra Arena sobre los empobrecidos. Ese sector social medio bajo que, en las crisis económicas, desgraciados azorados por su nueva suerte, no poseen herramientas de supervivencia y se mueven torpemente. Los pobres nuevos que en el duelo de su caída libre desde la clase media a la que pertenecían y en la que se adiestraron, recién están atravesando las etapas del enojo o la negación.


Tal vez fue el terror que me generó el pensamiento lo que me hizo detenerme en el puesto de papa, batata, cebolla y ajo y comprar una ristra, para colgarla cerca de San Cayetano. Yo soy agnóstico, pero lo que no mata engorda y en estos tiempos horribles, laburo no me sobra.


Me estaban despachando la trenza de cabezas de ajo cuando la prepotencia me afeitó una oreja y se estrelló contra el pibe que me atendía que se las ingenió para darme el vuelto, contestarle y despedirme. 


–¿A cuánto está el kilo de papa?


–Cinco kilos cien pesos. (A mí) Gracias don, disculpe.


–¿Veinte?


–Cien los cinco.


El pibe le está tratando de decir que no vende por kilo sino las bolsitas ya armadas, pero el cascote no sólo que no comprende, sino que le hace transferencia de su limitación intelectual y me busca de cómplice para lanzar una descalificación berreta y patotera.


–Cómo va progresar el país con estos cabeza. Ni siquiera puede vender papas.


–Tendría que encontrar clientes que entiendan que no se vende por kilo sino por bolsa de cinco. Pero vaya a saber… tal vez en cincuenta años escriba “Terrenal”(****) y no necesite venderle papas a un cascote.


–¿De qué hablás flaco? –dijo engranando, intuyendo que lo gastaba.


Mi mamá recomendaba siempre que no fuera pendenciero. Así fue que me hice dramaturgo, director y abogado, como encubrimiento profesional de esa pasión que me gobierna por meterme en el kilombo, perdón, conflicto quiero decir. Todo esto sólo para que mi vieja no me rete.


Por suerte la mujer del tipo, que me miraba desde arriba, ajena a la tensión óptica, lo arrastra hacia el puesto de enfrente. El tipo se deja llevar mascullando una puteada inconclusa y yo prosigo mi destino, prometiéndole a la memoria de mi vieja enmendarme, en parte movido por la reflexión, en parte haciéndome cargo de que un día me van a bajar los dientes.


Llego al puesto de las frutas, saco número y espero junto a una montaña de duraznos priscos. Una de las puesteras me ve la cara, parte uno a la mitad y me convida a mí a la señora que está a mi lado que lo comparte con su hijita. Son los más ricos del planeta. La nena y yo nos manchamos y eso a ella le causa gracia y su risa a mí ternura. Ese dulzor frutal me devuelve al buen ánimo. Ciruelas, naranjas, uvas, damascos, limones, manzanas verdes y rojas, peras chinas… Vuelvo a regodearme con la sensualidad policromática en tanto la danza de los números avanza. Todo iba bien, pero un rebuzno desafinado otra vez la caga:


–Dame dos kilos de uva negra, que esté buena, duraznos y peras, las de oferta.


–Va por número, señora –informa gentil una de las chicas que atiende.


–Es igual, estamos todos acá, es eso solo –increpa el marido a la feriante haciendo gala de su facilidad para el desagrado.


La puestera no quiere problemas y amaga manotear unos racimos para embolsarlos cuando me escucha preguntar:


–¿Por qué número van?


–Ochenta y siete –dice y abandona las uvas obligada por mi intervención maldita y justiciera.

Un hombre mayor agita la mano y con su pedido saca a la empleada de la línea de fuego. Pero el orangután no mide y eso lo pierde. Sobrador, escupe:


–¿Che, tanto kilombo por dos kilos de uva?


–¿Por qué no vas a Jumbo que ahí te podés servir vos mismo? –Lo banderilleo para torearlo caliente y veo que le duele, que enrojece como una brasa al viento.


Me viene a la mente que Nelly, mi dentista, está de vacaciones.


–Ochenta y ocho


Ese es mi número y me parece que no voy a estar vivo para utilizarlo. Pero el cajero, un flaco viejo de pucho en la oreja que estaba encaramado en la caja, en lo alto del puesto, evidentemente el patrón, se descuelga e interrumpe el abalanzamiento del grandote diciéndome: 

–Le pido me disculpe, caballero. Atiendo en un momento al señor como se merece y ya estamos con usted.


Los pibes y pibas que despachan, unos cinco, se quedan congelados mirando la escena, que seguramente es inusual para ese personaje. El grandote me mira por arriba del hombro y con displicencia le indica.


–Dos kilos de uva negra.


–No hay más –afirma el patrón delante de una pila de racimos que parecía la vendimia nacional. 

–¿Cómo no hay más? ¿Y eso?


–Ya está reservada. ¿Qué más?


–Duraznos.

–No hay. ¿Alguna otra cosita?


–De estas peras dos kilos –dice la mujer.


–No hay más.


–¿Y se puede saber qué es lo que te queda? – dice el tipo sobrándolo.


–Números. Me quedan números –y le señala el talonario colgado de un fierro del puesto.

El coro de risitas le da cuenta de que si va a armar kilombo, las probabilidades no lo favorecen. A ojo de buen cubero éramos todos contra él. Se va al puesto de al lado, contiguo a escaso metro y hace el mismo pedido. La patrona le hace un gesto a sus empleados y lo ignoran, no lo atienden. Ya me están despachando. Mi cabeza hierve. El patrón volvió a su trono en la caja. No me decido por cuál estoque de ironía clavarle para ultimarlo. Los empleados prosiguen su atareada cordialidad sin mirarlo. El tipo se va bufando apartando gente mientras le dice groseramente a su mujer:


–Sólo a vos se te ocurre venir acá.


–Dijimos que llevábamos la ensalada de frutas al asado porque veníamos a comprar al mercado –y agrega por lo bajo– son como veinte, vamos a quedar como el culo.


La apariencia en jaque lo taclea. La mira fijo y ocurre lo imprevisto. Amansado por un rayo, con la derrota en el rostro como la de un pibe al que se le colgó la pelota, vuelve sobre sus pasos, saca un número y aguarda con la cabeza gacha. El insólito sonido lo delata. Comenzamos a escucharlo como una ensoñación improbable, creció en volumen como posibilidad y estallo como certeza. Clavado como el único poste sobreviviente de un muelle arrasado por desmesuradas olas de una inesperada tormenta, el tipo lloraba. Lloraba sin parar y era un llanto tan sentido, tan amargo que, aunque fuera un hijo de puta, daba ganas de abrazarlo. El silencio nos fue ganando a todos hasta que una de las pibas, instada por un mudo cabezazo de su jefe, le dijo a la mujer:


–¿Qué va a llevar, doña?


La mujer repitió en voz baja su lista de ofertas y a medida que le despachaban las frutas las iba guardando en el carrito que el grandote sostenía sin parar de llorar.


Se me fueron las ganas de pelear o hacerme el gracioso, como si se me hubiera desfondado el alma. Daba ganas de disculparse, aunque no había motivos. Daba ganas de solidarizarse, pero era un cretino. Se fueron pronto y se perdieron en la marea humana. Tuve la certeza de que tenía algo atragantado para decirle pero no pude identificar qué era. Me fui hasta el auto rumiando una angustia inexplicable. Le doy su propina a Tito y arranco sin mantener la clásica charlita, epílogo de compras. Ya rumbo a la salida los veo. Están unos metros más adelante, cargando el auto. Ella le trata de enjugar las lágrimas mientras mete las bolsas en el baúl. Ya sé. Ya lo sé. Cuando llego a su lado aminoro la marcha, bajo la ventanilla y le confieso:


–No te pasa a vos solo. Yo digo que vengo a comprar pescado fresco, pero también vengo a estirar el mango.


Si le hubiera explicado la teoría de la relatividad, racionalmente hubiera comprendido más o por lo menos algo. Levanta la vista, me mira y aturdido, atinó a decirme:


–Gracias.


Porque lo esencial, emotivamente, lo había percibido: “Yo comprendo tu destierro en carne propia”. Y lloraba. Yo lloraba. Por esta imbecilidad colectiva de querer cagar más alto que el culo que nos rige a los que, desde siempre, vivimos en la línea de flotación. Que se propaga de abuelos a padres, de madres a hijas. Este idiota campeonato de apariencias que nos encierra solitarios e indefensos en nuestra propia miseria del que me creí ajeno y sin embargo también me mancha. Ese inútil camuflaje verbal de cotidianas derrotas que desemboca en una estúpida falsa traducción del campo de batalla. Que don Roque no estaba grande, sino que ya no compraba los remedios de la presión. Que Juanca no se largó por su propia cuenta y le fue mal, sino que lo rajaron y no tenía puta idea de cómo rebuscárselas solo después de veinte años de relación de dependencia y cuando chocó el remis no tenía seguro por daños. Que Mirta no volvió al barrio con los chicos a cuidar a sus padres, sino que debía siete meses de alquiler y le pidieron que se fuera y por eso se amontonaron. Que Marce no está renovando la casa, sino que vende los muebles para pagar los servicios. Que José no tuvo un accidente, sino que se tiró bajo del tren en palomita cuando el banco le quitó la casa. Esa infundada pretensión nobiliaria de abuelos inmigrantes desilusionados que nos hace negar que las balas pican cada vez más cerca. Esta impostura tilinga y berreta que nos impide mirarnos a los ojos y mancomunarnos en defensa propia. Mientras tanto, los que nos desprecian, nos cazan de a uno, como a pajaritos.


*Enrique Muiño y Luis Sandrini, grandes actores argentinos, protagonizaron dos versiones cinematográficas de “Así es la vida”, donde se popularizó la frase “hay que achicar (o agrandar) la mesa” como metáfora de las transformaciones familiares.


** Carrito de alambre, de dos ruedas, utilizado para hacer compras cuyo nombre surge de la marca que lo introdujo en el mercado argentino: “Changuito”.


*** Chacra de los tapiales, casco histórico fundado en 1615 en cuyo predio fue construido el Mercado Central de Buenos Aires.


**** “Terrenal”, clásico del teatro argentino contemporáneo escrito por Mauricio Kartun, quien en su adolescencia y juventud trabajó en un puesto de venta de papas en el Mercado de Abasto de San Martín.

                 ALEJANDRO ROBINO

jueves, 3 de febrero de 2022

HERMANO

 Las ventanillas traseras. MÓNICA BARDI

 Creo que era cerca del mediodía... no me acuerdo. Y ya no queda nadie a quien preguntarle: todos murieron, menos mi sobrina Selva, que era un bebé en aquel momento y yo. Se fueron en un taxi hasta el aeropuerto. Las 3 caritas nos miraban desde las ventanillas de atrás. Saludábamos agitando las manos sin demasiada convicción: era triste la situación. La hija de mi hermano Mario y de su mujer, Claudia, era una pequeña con nombre salvaje, Selva María y habían venido los tres a pasar unas vacaciones a mi casa de Villa La Angostura, en la provincia del Neuquén. Allí, en ese paisaje imposible de pinos, montañas y lagos, vivíamos con mi marido e hijos. Pero a los pocos días Selvita enfermó y, a pesar de que había en el pueblo un hospitalito, ellos se sintieron más seguros con la opinión de su pediatra en Buenos Aires y decidieron volverse. Al final solo fue una eruptiva, menos mal. 


Unos meses más tarde, mis padres vinieron a pasar unas vacaciones a ese mismo lugar, a relajarse y disfrutar. Cuando estábamos en lo mejor llegó un telegrama de mi cuñada Claudia, avisando que Mario estaba enfermo y que su vida corría peligro. Ante tal emergencia se fueron volando para Buenos Aires. Poco después supimos que, en realidad, lo habían secuestrado los parapoliciales y se lo habían llevado a la rastra. Estaba con el ambo de guardia (era médico) en la puerta de una clínica y un compañero del colegio que, casualmente, pasaba en un autobús, lo reconoció desde lejos y fue testigo de aquél brutal acto de violencia, como años después testificó.

Recuerdo, como si fuera hoy, las caritas de pena de mis padres en la ventanilla de atrás del taxi que los trasladaba al aeropuerto. Muchísimos años pasaron y, más que nunca, cuando uno se acerca a la puerta de salida de la vida, esos recuerdos lacerantes que no se pueden compartir más que con un blog, duelen más que si hubieran ocurrido ayer. 

Dicen que los años atemperan la pena de una pérdida, que el dolor se supera y queda el recuerdo. Pero ¿y si fuera al revés? ¿Y si los años nos abrieran ventanas sensibles que, siendo jóvenes, teníamos obturadas por las prisas, los hijos, el trabajo y las obligaciones? ¿Y si el tiempo nos ha remodelado la forma de mirar? ¿Y si la muerte de jóvenes cercanos nos ha tocado alguna fibra dormida? Todos hemos oído hablar de grandes políticos muy belicistas que se transforman en impulsores de procesos de paz, siendo mayores. Todos hemos visto aumentar la sensibilidad hacia los animales o personas desvalidas con el paso de los años. ¿Y si el verdadero valor de la vida se apreciara en toda su magnitud cuando el periscopio mira desde lejos? 

Recreo involuntariamente las escenas de las ventanillas traseras y un estilete de hielo me atraviesa de lado a lado. No puedo evitar imaginar la escena del secuestro de mi hermano una y otra vez, como si fuera un martillo: oigo gritos, veo patadas, un auto con las puertas abiertas, la voz de mi hermano, aullando: "¡No, no, no, soltame, hijo de puta!" Imagino músculos y tendones, sangre, corazones latiendo enloquecidos, ojos inyectados de odio... ¿para que seguir? Y luego... luego, nada. La nada. Un rato después la gente sigue con su vida tranquilamente. ¿Qué otra cosa pueden hacer?

Reitero la pregunta: ¿Y si muchas otras cosas fueran al revés? ¿Si fuera el Reino del Revés, como cantó María Elena Walsh? Recordemos un fragmento de una canción: "Me dijeron que en el Reino del Revés nadie baila con los pies, que un ladrón es vigilante y otro es juez y que dos y dos son tres". 

Y por fin me doy cuenta: las ventanillas traseras son una mirada al pasado, una mirada distinta, una mirada del revés, "donde nadie baila con los pies". 

miércoles, 2 de febrero de 2022

PINTURA Y POESÍA

 La pluma muy exquisita de Rubén Alberto Ibero, me sorprende y me honra, con estas décimas bien criollas inspiradas en esta obra de mi autoría. Gracias infinitas Rubén!!



Sobre la obra del artista EDUARDO MALARA


"SOBREVIVIENTE"


Debajo del arbolito...

En la tarde santiagueña

Un perro bayo se empeña

En dormitar un poquito

¡El calor se hace infinito!

Y el algarrobo es consciente

Que a toda clase de gente

Sus pares han albergado

Y hoy de muestra se ha quedado

Como el gran sobreviviente


Las casas han separado

¡Por formar un corredor!

Por si algún viento cantor

Lo cruzara levantado

Al horno me lo han quinchado

¡Por ser pieza principal!

Del pan sagrado y formal

De bollos y de empanadas

Y su forma abovedada

Parece un tatú espectral.


Dos cercos a pique de palos

Flanquean el patiecito

Y con su co-co infinito

Las gallinas de regalo

Buscan bichos en el ralo

Patio que aquieta la siesta

Y las parvas con su gesta

De comida de animales

Estàn junto a los corrales

Que de ratones infesta.


El cielo, de azul-celeste

Con tres nubes delatoras

Pasa buscando a la aurora

Por que en la noche se acueste

¡Y aunque reniegue y proteste!

En forma particular...

¡La mandarà a descansar!

Por jóven y presumida

Ya que es regla de la vida

Levantarse y alumbrar...

(Rubén Ibero)