Héctor J. Díaz.
Primero se mostró esquiva. Con dudas.
No creyó en mis palabras. Siquiera mi actitud hacia ella.
O en mi interminable espera por su regreso.
La perdoné. Y me mantuve a su lado esperando una señal.
Nunca llegó.
Solo la desconfianza de sus vampiros me llevé como único pago por mi lealtad.
Y ya ante el final, apenas le recriminé no haberme mirado.
Pero esperé un último gesto. Y ella me lo concedió.
Me olvidó.
Hector J Diaz (Mayo 2012)
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