domingo, 14 de septiembre de 2014

EMIGRANDO, CAPÍTULO IV. Raíces

Emma María Martina, una compañera de la facultad, me pregunta cómo hicimos para arrigarnos a un nuevo país. Si uno quiere hablar del ARRAIGO primero debería abordar el DESARRAIGO. No puede haber un buen arraigo si uno no se ha desarraigado por muy buenas razones. Además, no es lo mismo un desarraigo voluntario que otro empujado por la necesidad aguda, involuntario (una guerra, por ejemplo).  No obstante, las buenas razones no son suficientes porque el tema tiene mucho que ver con lo emocional.
De mi experiencia puedo afirmar que hay personas que NO sufren el desarraigo: son esencialmente AVES.
Y otras personas que no lo elaboran nunca y no son felices en esa situación por muchos años que pasen. Son esencialmente ÁRBOLES.  Juan Gelman cuenta que, cuando se vió forzado a emigrar, aprendió alemán y estuvo muchos años como profesor en la universidad alemana....de a poco se fué desprendiendo de su origen. Hasta que un día habló con alguien en castellano y sintió una gran emoción al hacerlo. Su patria era el IDIOMA. Otros dicen que la patria es la NIÑEZ: .
En mi caso concreto la facilidad del desarraigo se veía venir desde lejos. Siendo pequeña me fuí a pasar unos días con unos tíos que no tenían hijos. Eran estrictos pero cariñosos. Pasaban los días y mi amorosa tía me interrogaba: "¿no extrañás tu casa?". -"No"- contestaba yo, algo sorprendida por la ausencia de lo que se supone que debía sentir.
El desapego, el desprendimiento, el alejamiento; la mirada siempre puesta hacia adelante y nunca hacia atrás eran en mí algo natural. No sé cuándo se gestó y el paso de los años no hizo más que acentuar esa tendencia. No me ataba a nada ni a nadie, mis vínculos siempre eran superficiales. El compromiso era sólo conmigo misma y luego, años más tarde, con mis hijos. No creo que se pueda hacer un juicio moral sobre eso. No es bueno ni malo. SIMPLEMENTE ES y no sé por qué. 
Y para responderle a Emma de cómo nos arraigamos más concretamente, sólo se me ocurre lo que contestó PINTI, cuándo le preguntaron que cómo se destruía un país (hablando de la decadencia de Argentina): "DE A POCO". Así se arraiga uno, de a poco. Igual que como se desarrolla un germen dentario: de a poco.
Pero, a diferencia del germen dentario, que responde a un programa genético y va derecho al objetivo final; arraigarse es equivocarse una y otra vez, es escuchar más que hablar, es aprender los nuevos códigos, es estudiar un poco de historia del país para intentar entender fuertes hábitos adquiridos con los años...es DIFÍCIL. Y lo más difícil es no enjuiciar comportamientos diferentes como equivocados, sobre todo para un porteño. Ya sabemos cómo somos: tenemos todas las respuestas. (aunque luego lo que pasa es que nos cambian las preguntas, como dice MAFALDA).
La buena voluntad es fundamental y lo que más ayuda es el sentido del humor, aunque eso depende de las comunidades.No es lo mismo Andalucía que Galicia o que el país vasco, por dar sólo 3 ejemplos al azar. Funcionan con bastantes características diferenciales. Y otra cosa que entendí (que comenté con un alemán que había observado lo mismo) es que es muy distinta la mirada de una persona criada en una gran ciudad que una criada en un pueblo pequeño o en una aldea. 
Mis hijos tuvieron una ventaja: su madre estaba FELIZ, no andaba llorando por los rincones ni recordando el dulce de leche o el bife de chorizo. En lugar de ello, saboreaba el gazpacho y las gambas al ajillo. Y eso de que hablamos el mismo idioma ayuda...aunque luego ves que no es exactamente el MISMO idioma. Allí se podía coger (o cojer) todo el día...nadie lo veía mal.
He visto enormes diferencias en la adaptación si uno TRABAJA en casa, como muchas de las esposas de odontólogos que están en casa mientras sus maridos trabajan en su consultorio. En casa se está recordando mucho y conociendo poco y eso estimula la nostalgia y disminuye la curiosidad por conocer una sociedad diferente. El contacto con la sociedad es fundamental: para mí eran todos DESCUBRIMIENTOS y NOVEDADES y, aunque había muchos argentinos recién llegados, de a poco fuí tratando españoles, (con los cuales además, trabajé desde el principio) y salí del búnker, donde sólo se hablaba de los papeles.¡¡¡ OHHHHH, LOS PAPELES!!! el que los tenía y el que no los tenía, pero haría cualquier cosa por tenerlos. No se hablaba de otra cosa.
Con respecto a esto aprendí algo más: no se podía COIMEAR a un funcionario de inmigración como no se podía COIMEAR a un guardia civil de tráfico ni a un policía.........NO SE PODÍA Y PUNTO. 
En Argentina en diciembre del ´88 fué la hiperinflación: sentí que nos habíamos salvado de un NAUFRAGIO......uno de tantos. Pero no todo era un camino de rosas en la península ibérica.....la historia continúa.............

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