domingo, 20 de abril de 2014

PODER Y SALUD

Tengo una amiga muy poderosa. No me refiero al poder político ni económico. Me refiero al poder en su entorno cercano. Familia y amigos.  Mi amiga es noble, generosa, optimista, buena madre y qué se yo cuántas virtudes más la adornan. Hay dichos suyos que la trascenderán. Por ejemplo: " para morirse hay que tener vocación".  Hilarante. Otro: " no hay que apretar el botón del monstruo". Todos albergamos una zona interior que nos duele sí alguien la toca. Las grandes verdades que nos ponen frente al espejo.
Mi amiga tiene, como todo el mundo, su parte de vulnerabilidad. Hay asuntos referentes a su salud que no se deben mencionar. Y ella es tan poderosa que ¿quién se anima? ¿Y para qué?
Claro, muchos dirán que los verdaderos amigos te dicen las cosas a la cara, aunque duelan. Pero si ella a nadie le ha otorgado poder para decirlo todo, es imposible decirlo sin perder la amistad.
Y una amistad así es impensable perderla.
Ella, que es muy inteligente, sabe perfectamente cuál es el problema. Pero no puede con él. Ha intentado con ayuda médica pero los efectos secundarios del síndrome de abstinencia han sido brutales. Yo personalmente creo que no exploró todas las posibilidades terapéuticas existentes.
Pero honestamente ¿quién desea pasar por un durísimo camino del cual no se conocen bien los resultados? ¿Qué desequilibrio no calculado puede traer secuelas aún peores que el propio tratamiento? ¿Quién desearía perder, aunque sea temporalmente, las interminables y exquisitas comilonas con amigos? ¿Y las divinas tertulias llenas de humo y complicidad?
Lo doloroso es la merma de su calidad de vida. Esos dolores, esos ahogos son la constante desde que se despierta hasta que se acuesta. Y hasta el sueño puede ser bruscamente interrumpido por un ataque de tos. Pero nada de eso le impide disfrutar lo que la vida le pone por delante.
En fin, que nadie puede hacer nada. Nadie tiene ese poder sobre ella. Ella sola tiene el poder y, por lo visto, ya eligió el camino.
Además, nadie puede saber si es peor el remedio que la enfermedad, así que, ¿con qué convicción la intentaríamos convencer?
¡¡ Larga vida a mi amiga!! Y a mí, el futuro cadáver sano, para poder disfrutarnos mutuamente mucho tiempo más.

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