miércoles, 18 de marzo de 2020

HABLANDO DE PESTES.


 En el siglo XIV, en Europa hubo una epidemia de peste negra o bubónica, llamada así por los bubones o tumores negros que se desarrollaban en los cuerpos de los afectados. Naturalmente, se creía que era un castigo de Dios y los flagelantes salían con sus silicios a atormentarse las
espaldas sangrantes recorriendo pueblos y ciudades en medio de palabras admonitorias y culpabilizantes, aterrorizando a quien se cruzara con él.
Pero no era Dios, siempre tan ocupado en otros menesteres, sino las ratas llenas de pulgas que, a su vez estaban llenas de la bacterias específicas (Yersenia pestis),  responsables de infectar la sangre de sus víctimas.
Y como había tanta sangre disponible por los flagelantes, le enfermedad se iba extendiendo a gusto y piacere.
Se calcula que si no hubieran existido esos fundamentalistas religiosos, la peste se hubiera cobrado medio millón de víctimas pero al haberlos, la mortandad fue de cuarenta millones.
Desventajas de la ignorancia.

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