martes, 10 de septiembre de 2019

A MI NIETO ADRIÁN, DE SU ABUELO.

Hay cosas que guarda la memoria
Sol, arena y cuerpos libres.
La playa en la Caleta entre las piedras
buscando caracolitos y cangrejillos.
Tu carita feliz cuando el skyte
O un concierto de pelotazos
en los adoquines de la calle a cara de perro
... y siempre ganabas vos.
Nieto: eso estuvo conmigo todo el tiempo
Tu fiesta allá en la escuela.
Yo nunca fuí a una fiesta de mis hijos, pero
en la tuya fuí más que feliz.
Nadie me quita a mí lo que he sembrado
ni a vos crecer como un pino hermoso
que ocupa ese lugar bello y entero.
Un Hidalgo entre hidalgos con un poco de Bardi.
Te debo tantas horas felices, Adriancito,
tanta complicidad entre nosotros
que ahora salta de nuevo
madurando por el carril insondable de la sangre.
Es un eco fantástico
un eco de risas, un dejà vu
transcurrir el tiempo.
Nos inventaron una galaxia ajena
nos inventamos una galaxia propia
sin tu padre, tu madre ni tu abuela.
Estás casi a la puerta de ser hombre,
tres años más, cinco quizás.
No temas jamás los desafíos
debes reír a mandíbula batiente
siempre
y cuidar tu lugar a sangre y fuego.
Dale un corte de manga a la tristeza
y lo que no sirva por favor, Adrián, déjalo
correr como un tronco en el río arisco.
Te debo este poema y otros muchos
pero vamos a hacerlos nosotros juntos.
Tenemos algo a mano que nos une
El Océano Atlántico, inmenso y misterioso
que es apenas un charco pa' nosotros.
Hidalgos andadores y curtidos
dominando el tiempo y la distancia
sutiles como el indio
que organiza con la mente
su cosmos y su utopía.


No hay comentarios:

Publicar un comentario