viernes, 26 de febrero de 2021

LA GALLEGUITA

            EL MAR (Jorge Luis Borges)

Antes que el sueño (o el terror) tejiera

mitologías y cosmogonías,

antes que el tiempo se aclara en días,

¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento 

y antiguo ser que roe los pilares 

de la tierra y es uno y muchos mares 

y abismo y resplandor y azar y viento? 

Quien lo mira lo ve por vez primera, 

siempre. Con el asombro que las cosas 

elementales dejan, las hermosas 

tardes, la luna, el fuego de una hoguera. 

¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día 

ulterior que sucede a la agonía. 

.....................................................................

Cuando María bajó en Buenos Aires, del barco que la traía de Galicia, tenía solo 15 años y había cruzado el mar sin su familia."¿Quién es el mar, quién soy?" se preguntaría ella al igual que Borges. En el puerto la esperaban mi abuela Victoria Molfino y mi abuelo, Pedro Bardi. María iba a trabajar y vivir en la casa de ellos,  como empleada del hogar con cama adentro. Pasaron los años y la humilde galleguita pasó a formar parte de la familia. Ayudó en la crianza de todos mis tíos y de mi papá; era como una cálida y perenne sombra: entrañable y servicial que hablaba poco pero colaboraba en todo. Vivió las alegrías y las tragedias en esa casa del barrio de La Boca. Fue testigo de los logros, las risas y las lágrimas de esa familia que vivía en una casa de madera, pero dónde se tocaba el piano y se hacían pequeñas representaciones teatrales. Pobres pero amantes de la cultura. 

Nunca más se fue: no se casó, no tuvo una vida ajena a los Bardi y en mí quedó la impresión de que a ella el mundo le parecía un lugar en el cual no podía confiar. María cuidó de nuestra familia y nuestra familia cuidó de ella, hasta que la muerte las separó, cuando ella murió muy viejita. Uno de mis únicos recuerdos con ella fue que, siendo yo muy chica, le pregunté que qué pasaba que la calesita estaba cerrada, no íbamos al colegio y estábamos siempre metidos en casa. Ella me contestó, medio en susurros, ya que no se hablaba mucho del tema, para no asustar a los chicos: "Es por la parálisis infantil". Efectivamente, una epidemia de poliomielitis asolaba Argentina. Yo no entendí la palabra "parálisis" pero tuve una aproximación lógica a "algo parado, algo imposibilitado", y tan errada no estaba. La vida se había detenido hasta que la epidemia pasara con la ayuda de las vacunas Sabin y Salk. 

Recuerdo a María como una persona muy bajita, con las piernas anchas y algo aniñada, como si no comprendiera bien las cosas del mundo adulto. Pero también recuerdo su dulzura, su acento gallego y su ingenuidad. No creo haberla visto nunca contrariada o enfadada. En cierta ocasión, siendo ya ella muy viejita y viviendo con mis tíos Menes y Mari Esther en su casa de Lomas de Zamora, ocurrió algo que la pinta de cuerpo entero. 

Muy agitada fue a decirle a mi tía Mari Esther que un desconocido había tocado el timbre y le había dado un montón de billetes que a continuación le mostró a mi sorprendida tía, quien, de un golpe de vista, se dió cuenta que esos enormes billetes españoles debían ser de antes de las guerras carlistas...que ya es decir. Por lo visto, María había escondido durante 50 años (o más) todo ese dinero, por lo que pudiera pasarle en la vida y, a la hora de blanquearlo, no encontró mejor explicación que una fugaz aparición de un anónimo señor que cruzó el Atlántico con ese único propósito. Mi tía disimuló la risa e hizo como que todo estaba dentro de la lógica. Y le preguntó algo imposible, a ver si colaba: "María ¿quieres que vayamos al banco a ver si nos cambian ese dinero por plata argentina?". Ella contestó que nunca había entrado en un banco y que mejor fuera alguien de la familia. Naturalmente nadie fue pero sé que le hicieron creer que habían podido cambiarlo y le dieron unos cuantos australes (la moneda del momento...en Argentina somos muy cambiantes en ese sentido, jeje), que ella volvió a apalancar en algún bolsillo secreto por lo que el futuro le pudiera deparar. Cuando uno ya peina muchas canas llega a hacerse preguntas del tipo de ¿qué sentía María, qué pensaba María? ¿Por qué nunca tuvo amigos? ¿Alguien de mi familia la llevó alguna vez al Centro Gallego?¿Ella supo de la existencia de los miles de españoles inmigrantes con los cuales pudo haber tenido trato? ¿Era algo más que una sirvienta, aunque siempre viviera en las casas de nuestra familia? ¿Tenía miedo de salir del círculo familiar? ¿Tenía algún retraso intelectual o era solo timidez? ¿Sabía leer y escribir? ¿Por qué nunca supe su apellido? ¿Qué sería de su familia, tenía padres, hermanos? ¿Por qué vino a Argentina y sola y en qué año? ¿Alrededor de 1890? ¿Por qué nunca me contó de su vida en la verde Galicia?¿Por qué no me interesé por ella y su vida en otro continente? ¿Sería yo demasiado chica? Me asombra la cantidad de cosas que nunca supe de ella...y ya no queda nadie a quien preguntarle. ¿Se puede vivir una vida entera ignorándolo todo de alguien con quien se convive? ¿Quién es el mar? ¿Qué es María? Aunque en mi casa no vivió nunca y ella ya era viejita cuando yo era muy joven, me entristece lo que de María me perdí y que nunca me transmitieron mis mayores. 

Un día cualquiera que yo estaba en la casa de mis tíos me propuse pintarla al óleo. Yo tendría más o menos la misma edad de ella, cuando llegó a Buenos Aires, unos quince o dieciséis años. La senté en un lindo sillón y la pinté con una gama de marrones y amarillos. Me salió igualita porque tenía facciones muy marcadas, fáciles de lograr: con los pies cruzados y calzados con cómodas zapatillas, su eterno vestido beige y el pelo blanco. Cuando se lo regalé, se emocionó. Nos abrazamos y se llevó la pintura a su dormitorio, que era el de mi abuela cuando vivía. Allí quedó colgado, frente a su cama y me decía que todas las noches, antes de dormirse, la miraba y la miraba... Luego todos fueron muriendo y esa casa se habrá vendido. El heredero era mi primo Carlos Oxenford, que hace unos años, también falleció. 

¿Dónde habrá ido a parar esa pintura? Cómo me gustaría tenerla... así tendría un cachito de María, la galleguita. ¿Estará todo junto en el baúl de los recuerdos, en el reino de nunca jamás? Ya no queda nadie a quien preguntarle. 

6 comentarios:

  1. Las Marías de aquellas épocas, se sintió cobijada y allí se quedó.Sin pretensión de una vida propia...Por lo menos fue apreciada y queda en tu recuerdo cariñoso...

    ResponderEliminar
  2. Así es. Fue bien tratada, protegida y bastante querida.

    ResponderEliminar
  3. Del poema:"¿Quién es el Mar?
    Del escrito:¿Por qué nunca supe su apellido?
    Maria es el nombre de una española. Tal vez de todas las españolas. Antes todas las mujeres eran Maria Consuelo, Maria Elvira, Maria etc. Maria es España como para cualquier hombre fue José. Maria viajó con 15 años. ¿Cuánto puede durar el Shock de estar lejos en otra cultura sin familiares directos, antes de arrancar con tu vida? ¿Qué sabía de las opciones que tenia en su vida? Y uno mismo ¿Que opciones tenia en el año 2020 cuando comenzó la pandemia del Coronavirus en cualquier parte del Mundo? Los billetes guardados son la herencia, los que aun nos ata lo que aun nos recuerda como una foto con nuestras raíces. ¿ Quién no atesora un billete o una moneda extraña?, lejana en el tiempo que nos transporta otra época, a un viaje o a ciertas personas. Bajó con 15 años, y cambió sus billetes como 50 años después. Lo que tardó en bajar del barco. Mi hermano me dijo a los dos meses que llegue a Madrid. "Todavía no bajas del Avión ". Y me dolió pero tenía razón. Los Judíos creen que existe solo una fórmula para trascender, plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Yo no creo que solo sea eso. Gabriel García Márquez, dijo. "Somos no lo que vivimos sino como lo recordamos". Y entonces Maria no murió, se quedó en esa historia de los billetes, en ese cuidado amoroso impagable con los años, se quedó en ese cuadro que le dio identidad, en ese barco traumático de un viaje de ida.
    Maria ese personaje secundario, que limpia el piso, que limpia una casa, que te cuida los niños, que hace rutinas engorrosas. Que es secundario de su propia vida. Pero dejan un recuerdo imborrable, son los mayordomos de la película "Lo que queda del Dia" Son los Anthony Hopkins y Emna Thompson de la vida. Parecen no tener vida privada, no tener opiniones, no tener Apellido, solo Maria. Y desde afuera hasta pensemos pobres, se perdieron o se escondieron detrás de sus amos o de los años. O tal vez sea que nosotros nos escondemos detrás de un apellido muy importante, de una cuenta bancaria, de una pareja, de algunos hijos, detrás de algún complejo, detrás de algún trabajo, detrás de lo que la Sociedad dice que es la Felicidad. ¿Quién es el Mar? ¿Quién es Maria? Maria somos todos, que nos embarcamos en el barco de la vida, y sales un viaje de ida, ojalá todos dejemos ese recuerdo en la gente como esta mujer maravillosa, de persona entrañable. En esta época de psicópatas y abusadores sexuales,¿cuanto valdría una Maria en casa para cuidar los nenes? Maria fue el Tesoro de la casa, El Tesoro escondido, un puñado de pesetas que yo le hubiera cambiado a Australes sin conocerla. Sus comida, sus abrazos, su mirada, su presencia, no tuvieron precio, aunque ese cuadro seguro le dio un cachito de Dignidad y Trascendencia. Abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Martiiiinnnn, tenemos que escribir algo juntos, antes que me muera!!!!Sie lo permites, voy a publicar tu respuesta en el blog. Si estás de acuerdo. Besos mil.

      Eliminar
  4. Qué precioso. En mi familia fue Emilia. Parecida historia. Como hablamos hace unos días, son nuestros pueblos originarios, tan ignorados.

    ResponderEliminar