Cuento corto de Mónica Bardi.
Algo trágico pasó porque las caras de espanto que alcancé a ver fugazmente entre los invitados a esa reunión tan elegante no encajaban con el espíritu festivo que los había convocado.
Sólo sé que mi esposa malinterpretó mis aventurillas pasajeras. Siempre fue muy celosa y tremendamente exagerada.¡Qué mujer desconfiada!
Claro que esa noche la niña estaba tan guapa... y tan joven... sentí una vehemencia erótica, una pulsión incontenible en ese nocturno y perfumado jardín rumoroso... yo jamás me hubiera propasado con nuestra hija... no soy ese tipo de persona despreciable... pero es que esa noche, recortadas sus curvas con los rayos de la luna sentí el aliento de Eros en todo mi cuerpo... solo quise acariciarla.
Alcancé a darme la vuelta y vi a mi esposa enarbolando un enorme candelabro. Ya no recuerdo nada más.
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