lunes, 28 de octubre de 2024

PAMPA HÚMEDA

 Relato de Mónica Bardi. 


En la pampa húmeda argentina convivían en relativa amable vecindad un pino y un damasco. Digamos que no siempre estaban en su mejor momento pero, eso sí, condenados a aguantarse. 



El pino se burlaba del damasco cuando éste perdía sus hojas al llegar el otoño. "Yo soy perenne" se vanagloriaba. "En cambio, tú eres caduco".  

El damasco, con sus ramas desnudas, aguantaba estoicamente y pensaba en el viejo adagio: "ten paciencia y verás pasar el cadáver de tu enemigo". Pero luego reflexionaba un poco más y se decía: "Que malo soy. Yo a éste le tengo que devolver una sonrisa para demostrarle que, a pesar de que muchas veces las convivencias son complicadas, hay que poner buena voluntad, tolerancia y buen humor. Tengo que dar ejemplo. Después de todo, yo tengo flores y frutos y este pobre no pasa de la gama de los verdes".

Y así pasaban los años y las estaciones. El pino, ya enorme, volvía a burlarse del damasco, que lo retrucaba sin palabras con su despliegue de colores. Aquél  disimulaba ese contratiempo mientras se dejaba acariciar por la brisa de poniente. 

Un crudo día de invierno, estaba el damasco desnudo y el pino más verde que nunca. 

Pero, en esta ocasión, el damasco tenía información privilegiada y, apenas el otro empezó a jactarse, lo interrumpió y se manifestó con solvencia: "Han venido unos rubios anglosajones a hacer unas prospecciones".

"Si", contestó el pino, mientras trataba de arañar una nube, "los he visto. ¿Y qué?".

"Que van a desviar el arroyo que nos nutre y del cual dependemos tú, yo y muchas especies más, porque necesitan el agua para fabricaciones militares". 

"¿Y qué?"

"Que disfrutemos los que nos queda de vida, seamos amables y compañeros, tratemos de apreciar ese cielo y este suelo, porque en unos pocos años tú serás tan caduco como yo, y peor". 

"No te entiendo", dijo el pino con incredulidad impostada porque, en realidad, sí entendía. 

"Los dos moriremos, colega, nos moriremos de pura caducidad irreversible por sequía, porque allí donde llega el sapiens, llega el asfalto y el cemento y nosotros estorbamos", remató dramáticamente el damasco. 

Lloró el pino pensando en su amargo destino, pero la diosa de la lluvia, que casualmente endaba de paseo, lo oyó y, deseosa de hacer justicia, lanzó una terrible tormenta que creó un lago enorme donde antes había un idílico prado. Entonces, a pesar de las buenas intenciones de la diosa, murieron todos los que allí moraban, ahogados por una  crisis hídrica que posteriormente dió paso a ondulantes peces, algas, juncos y caracoles secándose al sol. 

Pasaron los años y el bello lago fue descubierto por el hombre, que lo rodeó de hoteles de lujo. Los dioses ya no existían y el sapiens disfrutó de los placeres sin cortapisas hasta que la laguna se contaminó con los deshechos hoteleros y se acabó la fiesta. Años más tarde unos escuálidos arbolitos recomenzaron la tarea de regenerar un bosquecillo con el pequeño arroyo que quedó del antiguo lago. Eran un pino y un damasco. "Aún hay sol en las bardas" dijo Cervantes, poniendo palabras a la esperanza. 

domingo, 20 de octubre de 2024

JAMES BOND




Una anécdota sobre un autógrafo del recordado actor Roger Moore. 


El periodista Marc Haynes (@marchaynes) la publicó en su Twitter y se volvió viral en su versión original en inglés. Aquí la traducción al español:

"Cuando tenía siete años de edad en 1983, en los días previos a las salas de Primera Clase en los aeropuertos, yo estaba con mi abuelo en el aeropuerto de Niza y vi a Roger Moore sentado en la puerta de despegue leyendo un papel. Le dije a mi abuelo que había visto a James Bond y le pregunté si podíamos tener su autógrafo.  Mi abuelo no tenía idea quienes eran James Bond o Roger Moore, así que caminamos, y cuando estuvimos frente a él, le dijo: 

“Mi nieto dice que usted es famoso ¿Puede firmar esto?"

Tan encantador como podía esperarse, Roger preguntó mi nombre y escribió al respaldo de mi tiquete de avión una nota llena de buenos deseos. Yo estaba extasiado, pero cuando regresamos a nuestros asientos, miré detenidamente mi tesoro. Y aunque era difícil de descifrar, definitivamente no decía “James Bond”. Mi abuelo la miró y ayudándome en la lectura dijo: “Roger Moore”. Yo no tenía absolutamente idea quien era y mi corazón se encogió. Le dije a mi abuelo que la firma estaba equivocada, que él había puesto otro nombre, así que mi abuelo regresó donde Roger Moore, llevando el boleto que había acabado de firmar.

Mi abuelo le reclamó: “Él dice que usted firmó con el nombre equivocado. Él dice que su nombre es James Bond”. 

Roger Moore arrugó el ceño y me hizo señas para que me acercara. 

Cuando estaba a la altura de su rodilla, se inclinó, miró para todos lados, elevó una ceja y con voz suave me susurró: “Tengo que firmar mi nombre como Roger Moore porque de otra forma…Blofeld (el gran enemigo de James Bond) podría encontrarme aquí”.

Me pidió que no le dijera a nadie que había visto a James Bond y me agradeció por mantener su secreto. Yo regresé a nuestros asientos, absolutamente dichoso. Mi abuelo me preguntó si él había firmado James Bond. “No -le dije-, yo estaba confundido. Ahora estoy trabajando con James Bond”. Muchos, muchos años después, yo estaba trabajando como guionista en una grabación que involucra a UNICEF y Roger Moore, que estaba filmando en su rol de embajador. 

Él fue completamente amable y mientras el camarógrafo instalaba el equipo, le conté la historia de cuando lo encontré en el Aeropuerto de Niza. Él estuvo feliz de escucharla y sonriendo me dijo: “Bueno, no lo recuerdo pero estoy encantado que te hayas encontrado con James Bond”, fue muy amable.

Pero luego él hizo algo brillante. Después de la filmación, él caminó delante de mí por el pasillo, mientras buscaba su automóvil, hizo una pausa, se me acercó, miró a ambos lados, elevó una ceja y en voz baja me dijo: “Claro que recuerdo nuestro encuentro en Niza. Pero no dije nada allá, porque esos camarógrafos, cualquiera de ellos podría estar trabajando para Blofeld”.

Estuve tan maravillado a los treinta como estuve a los siete. Qué hombre... ¡Qué tremendo hombre!".

viernes, 18 de octubre de 2024

TITO

 

Relato breve de Mónica Bardi

Mi pareja y yo tenemos algunos cortocircuitos en nuestra comunicación, como el resto del mundo. Antes de seguir con la narración me parece oportuno aclarar que mi pareja es mi gato Tito y, a pesar de nuestra enorme diferencia (de especie) de edad, hay que tener en cuenta que los gatos viven mucho menos que los sapiens, así que, año más, año menos, nos vamos a morir alrededor de la misma época, si antes no sobrevienen accidentes o enfermedades inesperadas. 

Yo creía que mi gato Tito me traía ofrendas como habitualmente se le llevan a una diosa. Mirlos o lagartijas, muertos o casi, para complacerme, tipo sacrificio humano azteca, para así tenerme contenta y seguir recibiendo sus delicatessen y su agua fresca, pero últimamente me está entrando la duda. 

Ahora más que ofrendas, obsequios o regalos, parecen como castigos o reproches porque siempre ocurre cuando me ausento más de lo habitual. Esta hipótesis está abonada por la base científica de CAUSA-EFECTO.

Voy a dar un ejemplo: me voy a un congreso y duermo 2 noches fuera de mi casa. Al volver, Tito no está. Pero tiene suficiente comida y agua que le ha dado mi hija. Lo llamo, pero nada. Sacudo su cuenco de pienso porque con ese ruidito vuelve siempre. Pero nada. 

Por fin, llego a la misma conclusión que con todas mis anteriores parejas: "que vuelva cuando quiera y sino, que no vuelva".

Al rato largo entra maullando repetidamente. Yo lo recibo con grandes manifestaciones de alegría y arrumacos y el me agarra una pierna con sus dos patitas y me da mordisquitos que, a veces, pasan de castaño oscuro. ¡Qué bien!, pienso. Ya pasó la bronca. Y nos vamos a dormir muy juntitos.

Pero sistemáticamente, al día siguiente hay un cadáver en las inmediaciones de mi dormitorio y plumas por todo el pasillo. ¡Eso no puede ser un indicio de alegría por mi vuelta, como quien lleva un ramo de flores! Es inútil, no hablamos el mismo idioma. Igualito, igualito que con los Sapiens. 

Además, Tito es enteramente negro. Y ya se sabe: son todos iguales. Eso de que en la noche todos los gatos son pardos es mentira: de noche y de día todos los gatos negros son negros. Así que si veo otro negro flaco por el barrio, no se si es Tito o no. 

Visto y comprobado: si no falto de casa, no hay sacrificios, pero si me da por hacerme la independiente, alguien tiene que pagar el pato. 

Y hablando de patos, Cuaco, mi ganso ampurdanés, fue abandonado miserablemente por su pareja, la Cuaca, que salió volando y no volvió más. Menos mal que no tuvieron cuaquitos. A mi me parece que tenían una pareja complicada: siempre juntos pero muchas veces peleando salvajemente. No sé bien de que lado ponerme, pero ahora que lo pienso, mi cariño incondicional es para el Cuaco. 

En esta casa las emociones se desbordan con facilidad. 

¿Qué pasaría si los árboles pudieran caminar, como en el cuento de Chesterton? ¿Se quedarían, se irían? Qué se yo. La vida es un continuo peregrinar...


 

miércoles, 16 de octubre de 2024

HITITAS

 

Si hay alguna persona de la que no me voy a divorciar nunca, ésa es EVA TOBALINA. No nos conocemos personalmente pero no hace falta: la veo siempre que quiero en YouTube. 

Profesora de historia antigua de la Universidad de la Rioja es la comunicadora más enganchante que conozco. Anoche estuve viendo EL IMPERIO HITITA (I) y esto es lo que aprendí solo escuchándola: los hititas vivían en lo que es hoy el corazón de Turquía en el sigo XVIII antes de Cristo. (Sí, siglo 18, pero antes de Cristo). Estamos en la edad de bronce. 

ESCRITURA IDEOGRÁFICA

Son los primeros, hasta ahora descubiertos, que hablaban lengua indoeuropea pero al principio eran tribus disperas. ¿Cómo llegaron a unirse para formar un imperio?

Parte de la respuesta parece estar en que, a uno de sus primeros reyes, ANITTA, se le encendió la bombilla y fue creando entre sus súbditos la idea de que los reyes, al morir, se transformaban en dioses. O sea, sacralizó la monarquía para aumentar su poder y el respeto de todos los demás. 

Dicho poder cobró carta de naturaleza en otro rey que publicó el EDICTO DE TELIPINUS, en el cual quedaba claro que cualquiera que hiciera la más mínima falta a su rey condenaba a él y a su familia, a sus descendientes, a sus ovejas y a sus cultivos; al desastre.

Todo esto que nos parece terrible a ojos contemporáneos era aceptado sumisamente, lo cual permitió consolidar el poder y facilitar la expansión. 

Tenían escritura jeroglífica y un culto a los dioses de la vida y otros a los de la muerte. 

Hicieron un aporte curioso a la historia del arte, ya que los hombres eras dibujados al estilo egipcio (sus vecinos), o sea, con la cara y las piernas de perfil y el torso de frente. Pero las mujeres eran dibujadas con nuestra perspectiva actual: todas de perfil. 

Estos hititas eran tan listos que aprendieron cómo obtener hierro 500  años antes que todos los demás. Pero no para usarlo a nivel bélico, porque con las espadas de bronce parece que les alcanzaba, sino como comercio. 

La obtención del hierro pocos artesanos hititas sabían cómo lograrlo, porque le encontraron el punto al calor del horno,  a cómo liberar al hierro de sus escorias y así desarrollar la metalurgia del hierro, que se mantuvo como secreto industrial durante muchísimo tiempo. 

Como era más valioso que el oro, los hititas se enriquecieron con su venta o como obsequio de gran valor. 

Se ha logrado traducir una carta que el rey de los hititas le manda a su colega de Egipto y dice lo siguiente: (no es textual, obvio), "Estimado X: sé que te prometí un regalo valiosísimo como tú te mereces,  que es una espada de hierro, pero tendrás que esperar un poco porque mis artesanos la están fabricando. En prueba de mi palabra y como anticipo te mando una pequeña daga de hierro hasta que tu espada esté lista". 

Este cuento de los hititas no se ha acabado. Pero, al igual que la espada de hierro, habrá que esperar por más. Yo no sé a ustedes, amables seguidores (4 ó 5), pero a mí estas historias me vuelan la cabeza. Saludos a todos. 

lunes, 7 de octubre de 2024

FARMACIA LA CURETA

 


Cuento corto de Mónica Bardi

El hombre se acercó al mostrador de la farmacia de su barrio, llamada LA CURETA, presa de una gran ansiedad. Sabía que no le venderían el psicofármaco sin receta pero igual tenía que intentarlo. Conocía a la farmacéutica y ella lo conocía a él. Era una mujer seca y cortante, una solterona avinagrada y no muy agraciada. El hombre se preguntó si estaría así por vivir entre alcaloides y otras yerbas. Suplicante, le explicó su situación y casi llorando prometió conseguir la receta la semana próxima. Pero ella, inconmovible e inabordable, lo despachó con viento fresco. "¡Yo no le vendo a enganchados!", dijo en voz alta poniéndolo en evidencia delante de todos los demás clientes. 

El hombre se fue totalmente desanimado y tuvo que recurrir al mercado negro, donde, por fin, obtuvo el esperado  medicamento para aplacar su ansiedad y poder dormir la noche entera. "Mañana será otro día", pensó abrazando a su querida almohada, mientras cerraba los ojos. 

Al día siguiente se despertó totalmente recuperado y salió muy relajado a desayunar y comprar el diario de los domingos porque le encantaba el suplemento cultural. Lo abrió al azar y  de golpe se topó con una noticia espeluznante: "farmacéutica de la farmacia La Cureta se quita la vida lanzándose de un noveno piso". 

"¡Pero si es la mujer se ayer! ¡Qué horror! La pobre... de haber sabido que estaba tan mal le hubiera recomendado a mi camello".

miércoles, 2 de octubre de 2024

ATARDECERES

 

Microrrelato de Mónica Bardi

Y llegó nomás. Entre cielos anaranjados, que sólo de verlos dan ganas de lamerlos, llegó nomás; mientras grietas azules arañaban el firmamento a pesar de las protestas del sol poniente. 

La vejez atracó en un atardecer de película con nubes canosas, rojas arrugas, estrías violetas y púrpuras verrugas... se nos vino la noche.