- Luis Alberto Nicolao - De la página de Víctor Pablo Karakachoff.
"Nosotros nadábamos sin antiparras, con agua medio turbia, no sabíamos qué comer ni cómo eliminar la acumulación de ácido láctico: a mí me sacaban morado del agua".
Nicolao nació en Buenos Aires el 28 de junio del año 1944. Es un nadador argentino retirado de la alta competición, especialista en el estilo mariposa, en el que obtuvo dos veces el récord mundial en 100 metros el 24 de abril y el 27 de abril de 1962, único nadador argentino hasta 2009 en haber obtenido un récord mundial homologado. Fue 24 veces campeón sudamericano, una vez campeón nacional de los Estados Unidos en 1965 y obtuvo tres medallas de bronce en los Juegos Panamericanos.
Acaso baste para definirlo una mención que seguramente nadie se atreve a discutir: fue el mas grande nadador argentino de todas las épocas y quizás el mejor deportista de la década del '60.
Atleta argentino, Nicolao en su dilatado transitar por piletas de todos los rincones de la tierra acumuló una retahila de éxitos asombrosa. Pero ninguno tuvo la tremenda trascendencia del que coronó el 27 de abril de 1962, en el natatorio de Guanabara, en Río de Janeiro, Brasil.
Ese día Luis Alberto Nicolao inscribió su nombre y el de la Argentina en las tablas de records mundiales. Un hecho que la natación local jamás había registrado, ni volvió a hacerlo.
Alentado por un público entusiasta se arrojó a las saladas aguas por esa circunstancia mucho más aptas para desplazamientos veloces, pues ofrecen menos resistencia— decidido a quebrar el record mundial de los 100 metros estilo mariposa. En 57 segundos ya había cumplido su cometido.
Fue uno de los primados que resistió durante más tiempo el alud de records desatado en el último decenio. Durante cinco años, dos meses y trece días permaneció incólume a todos los embates. En los primeros días de agosto de 1967 un fenómeno de la natación americana, Mark Spitz, desplazó a Nicolao al establecer 56 segundos 3 décimas, en un torneo internacional celebrado en Santa Clara, California.
Sin embargo, no logró opacar la performance del que fuera representante del Club Ateneo de la Juventud, en Buenos Aires.
Escapando a la mediocridad de un medio que difícilmente le permitiera superarse —ya antes lo había hecho su entrenador Alberto Carranza, tentado por ofrecimientos de clubes brasileños y uruguayos— el excepcional mariposista emigró hacia los Estados Unidos de América, donde optó por la beca que le ofreciera la Universidad de Stanford, en California. Allí representó también al Santa Clara Swimming Club, una institución casi mitológica en el concierto de la natación internacional.
Pero jamás olvidó al deporte de su país. Donde fuese necesario, allí estuvo presente para defenderlo. Desde su primera participación internacional, durante el campeonato Sudamericano de Cali, en Colombia en 1960, acaparó 17 títulos sudamericanos, sin contar su participación en los equipos de postas.
Fue olímpico en tres oportunidades:
Roma en 1960, Tokio en 1964 y México en 1968, donde finalizó su trayectoria de nadador.
Con 24 años —una edad inusual en que la mayoría de los nadadores optó por el retiro— acudió en búsqueda de la única satisfacción que no alcanzó una medalla olímpica. Su prueba más fuerte —los 100 metros mariposa— recién se incluyó en el programa olímpico en los Juegos de México» hecho que no le permitió alcanzar antes ese objetivo.
Dispuesto a jugar su última oportunidad, se instaló en la capital azteca con 50 días de antelación para ganarle al fantasma de la altura. Sus posibilidades parecieron fortalecerse tras su actuación en los 100 metros estilo libre, prueba en la que se clasificó para la final. A pesar de ocupar el séptimo puesto (marcó 53,9 segundos) fue un buen indicio ya que esa no era su especialidad.
El domingo 20 de octubre ganó su serie eliminatoria —corrida por la mañana— de los 100 mariposa con relativa facilidad. A las 18.30 de ese mismo día estaba anunciada la semifinal.
Allí comenzó a gestarse un diabólico, absurdo drama que lo dejó sin posibilidades. Cuando el micro oficial que lo transportaba comenzó a atravesar la zona por donde pasaba en ese momento la carrera de maratón debió detenerse.
Fue un largo retraso:
Nicolao llegó a su destino después que la competencia en que debía participar se había efectuado. Todos los reclamos —acaudillados curiosamente por mister Ritter, el delegado norteamericano— fueron desoídos.
En una declaración para la revista "El Gráfico", del 5 de octubre de 1968, Nicolao se quejó: "Le pregunté a Ritter qué había dicho el delegado argentino, Manuel Segura, y me contestó que si estaba, se quedó mudo, que no vio ningún argentino que sacara la cara por mí"...
Fue el pago de un medio deportivo que defendió durante años. Un epílogo injusto a su campaña, pero digno exponente de la mediocridad que alguna vez lo hizo emigrar
Premio Konex de Platino 1980. Jurado Premios Konex 2000 y 2010.
Fue 24 veces Campeón Sudamericano. Campeón Nacional de EE.UU. y Campeón Universitario por la Universidad de Stanford (1965, 1966, 1967 y 1968). Premio Olimpia de Oro 1961.
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Desde luego, no sé donde guardará este señor Luis Alberto Nicolao tantos trofeos: seguro que tiene otra casa para los premios. Es algo asombroso. Casi no tengo palabras para explicar la impresión que me causó al verlo nadar en el club ECA de Témperley en una exhibición. No podía creer lo que veía: alguien volando casi sin tocar el agua. Yo, nadadora, me quedé sin respirar de lo inesperado de la situación; nunca había visto a un campeón mundial de natación en directo.
Por esa razón incluí un comentario sobre ese día inolvidable en mi novela LA CASA BROTADA; como homenaje a ese superdotado que nos hizo sentir tan orgullosos de ser argentinos. Además, tuve la suerte de poder contactar con el (milagros de Internet) y mandarle mi novelita. Espero que le guste.
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