lunes, 6 de marzo de 2023

JOYCE

 


James Joyce y las mujeres:

Joyce mantuvo otra relación con el psicoanálisis, o mejor dicho con un psicoanalista, y en esa relación personal, en una anécdota, se sintetiza un elemento clave de esta tensión entre psicoanálisis y literatura. Joyce estaba muy atento a la voz de las mujeres. Él escuchaba a las mujeres que tenía cerca: escuchaba a Nora, que era su mujer, una mujer extraordinaria; escuchándola, escribió muchas de las mejores páginas del Ulises, y los monólogos de Molly Bloom tienen mucho que ver con las cartas que le había escrito Nora en distintos momentos de su vida. Digamos que Joyce estaba muy atento a la voz femenina, a la voz secreta de las mujeres a las que amaba. Sabía oír. 

Él, que escribió Ulises, no temía oír ahí, junto a él, el canto siniestro y seductor de las sirenas. 

Mientras estaba escribiendo el Finnegans Wake era su hija, Lucia Joyce, a quien él escuchaba con mucho interés. Lucia terminó psicótica, murió internada en una clínica suiza en 1962. Joyce nunca quiso admitir que su hija estaba enferma y trataba de impulsarla a salir, a buscar en el arte un punto de fuga. Una de las cosas que hacía Lucia era escribir. Joyce la impuslaba a escribir, leía sus textos, y Lucia escribía, pero a la vez se colocaba cada vez en situaciones difíciles, hasta que por fin le recomendaron a Joyce que fuera a consultar a Jung. Estaban viviendo en Suiza y Jung, que había escrito un texto sobre el Ulises y que por lo tanto sabía muy bien quién era Joyce, tenia ahí su clínica. Joyce fue entonces a verlo para plantearle el dilema de su hija, y le dijo a Jung: ‘Acá le traigo los textos que ella escribe, y lo que ella escribe es lo mismo que escribo yo’, porque él estaba escribiendo el Finnegans Wake, que es un texto totalmente psicótico, si uno lo mira desde esa perspectiva: es totalmente fragmentado, onírico, cruzado por la imposibilidad de construir con el lenguaje otra cosa que no sea la dispersión. Entonces Joyce le dijo a Jung que su hija escribía lo mismo que él, y Jung le contestó: ‘Pero allí donde usted nada, ella se ahoga’. Es la mejor definición que conozco de la distinción entre un artista y… otra cosa, que no voy a llamar de otro modo que así.


*Los sujetos trágicos (literatura y psicoanálisis), Ricardo Piglia.

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