domingo, 26 de mayo de 2024

BORGES Y DIOS

 


¿Cree usted en Dios?

—Si por Dios se entiende una personalidad unitaria o trinitaria, una especie de hombre sobrenatural, un juez de nuestros actos y pensamientos, no creo en ese ser. En cambio, si por Dios entendemos un propósito moral o mental en el universo, creo ciertamente en Él. En cuanto al problema de la inmortalidad personal que Unamuno y otros escritores han vinculado a la noción de Dios, no creo, ni deseo ser personalmente inmortal.

Que hay un orden en el universo, un sistema de periodicidades y una evolución general, me parece evidente. No menos innegable es para mí la existencia de una ley moral, de un sentimiento íntimo de haber obrado bien o mal en cada ocasión.

—¿Quiere decir entonces que en esencia todo eso probaría la existencia de Dios, o que Él haya sido el creador, el principio y el fin de las cosas?

—No sé si Dios está en el principio del proceso cósmico, pero posiblemente está en el fin. Dios es tal vez algo hacia lo cual tiende el universo.

—¿Y por qué cree usted de esta manera en Dios?

—Creo por intuición y además porque sería desesperante no creer. Si suponemos que hay un ser perfecto y omnipotente que está al principio de la historia universal, y suponemos que creó el mundo, entonces no comprendemos por qué existe el dolor o la maldad; en cambio si suponemos un Dios que está creándose a través del proceso cósmico o de nuestros destinos personales, en esa única forma podemos creer en Él, es decir, como canalización evolutiva hacia la perfectibilidad.

—¿Y cómo aplica su creencia a la vida práctica cotidiana?

—Trato de aplicarla. Dentro de la vida para la cual estoy condicionado hago lo más que puedo. Además no exijo a la finitud de mi ambición más de lo que el proceso natural de mi propia evolución podrá darme. Trato de ser un hombre justo, pero no siempre lo consigo.


* En Mundo Argentino, Buenos Aires, Año XLVI, Nº 2.369, 11 de julio de 1956

viernes, 10 de mayo de 2024

EL EGO

 


CINCO SEGUNDOS DE FAMA por Lidia Barujel


Ya no seré jamás

ni Borges ni Plath ni García Lorca

ni seré Camille Claudel.

Él no será jamás

ni Sigmund ni Klein.

Ella no será jamás Argerich.


Nosotros no seremos

Vosotros no seréis

Ellos no serán.


Necesitamos que nos miren

a matar o morir,

pero no se alcanza la gloria, no llegamos.

Allí lejos las metas, rotas en pedazos.

Nos sumergimos en aguas servidas

en lugar de aplausos.

Y el ego tan ego sobrevive nadando

en un mar espeso de cuerpos muy muertos.


Nuestros cinco minutos de fama

fueron ni siquiera la mitad de un segundo.

Y los elogios, una gota de agua en el océano.


Cuando el espejo nos saca la lengua

levantamos el dedo del medio

con la uña comida hasta el hueso.


La vida culmina

y hemos malgastado nuestras mínimas,

pequeñísimas historias en este asunto del ego.

Una lucha inútil,

porque nuestro legado estaba en otro lado,

no pudimos verlo.


                                    Lidia Barugel

sábado, 4 de mayo de 2024

EL TRONCO

 Charlando con un Tronco.

Autor: Jesús Martínez Linares. 

Cuando me lo topé le espeté un descuidado ¿Qué pasa tronco? El se sintió doblemente aludido. Me dijo que estaba cansado de dar soporte a todo sin ser reconocido. Que es duro ser el pilar firme de una personalidad, el encargado de erigirle, de sustentarle, de nutrirle, de hacerle florecer. Sin embargo, nadie se había fijado en él salvo yo. Le miré a los ojos y le dije que esa es la labor del tronco, que el reconocimiento le vendría de los otros troncos que saben que todo esta conectado. Que los árboles no le dejaban ver el bosque pero que había que ir a la raíz del asunto. El bosque está frondoso de hermosura de aquellos que cumplen su función solamente por amor y no por vanidad. Le agradecí ser tronco, pues son el sostén de la vida que nos acaricia. Os agradezco a los troncos que ahora me estáis leyendo. Gracias por darnos la verdadera "saviduria", a "saver", la de dar savia viva a todo lo que os rodea!