domingo, 29 de diciembre de 2024

COSAS QUE ME CUENTAN (7)

 Va a ser difícil hacer una síntesis corta de lo que quiero contaros. Pero lo intentaré porque es una epopeya única y asombrosa. Y, después de todo, éste es mi blog y escribo lo que me da la gana y que me lea el que le da la gana.  

La explicación larga y profundamente interesante la encontrarán en YouTube, en la voz y la imagen de la extraordinaria comunicadora Eva Tobalina, profesora de historia antigua de la Universidad Internacional de La Rioja, España, con el título de "Anábasis de Jenofonte y los 10.000 hoplitas". 

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Época: 400 años aC. 

Lugar: Imperio Persa. 

Actuales Irán, Irak, Azerbaiyán, Afganistán y partes de Turquía, Siria, Pakistán, el Cáucaso, Asia central, y Arabia. 


Personajes: 1)Jenofonte (431 aC- 354 aC) hoplita (mercenario) ateniense, pero además,  historiador, filósofo y escritor. 

2) Ciro "el joven", (424 aC- 401 aC), persa aqueménida candidato al trono. 

3) Artajerjes II, su hermano, también candidato al trono y enemigo a muerte del anterior.  

4) 10.000 hoplitas, mercenarios griegos con gran experiencia guerrera. 

CONTEXTO: Pasaron las guerras médicas (492-449 aC) y vencieron los griegos a los persas. Pero como los hombres no pueden vivir sin matarse entre sí,  vinieron las guerras del Peloponeso (431-404 aC), guerras civiles entre griegos: Esparta contra Atenas y viceversa. 

Los persas, para no quedarse atrás, también peleaban, matándose entre ellos por cuestiones dinásticas. (Porque total, las mujeres seguían pariendo hombres;  muchos de ellos deseosos de guerra... y así seguimos).

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Empecemos de una vez: Ciro "el joven", candidato al poder persa empezó a reclutar mercenarios griegos, los HOPLITAS, que andaban un poco en el paro (desempleo), para cargarse a su hermano Artajerjes II y así hacerse con el trono. Resolutivamente se hacían las cosas en ese tiempo, sin segundas oportunidades. 

Ciro "el joven" reclutó a más de 12000 mercenarios pero con un engaño. Les dijo que sofocarían una revuelta de unos bárbaros, etc, etc, y no dijo nada de una guerra familiar persa por el trono. Como les pagaban muy bien los hoplitas aceptaron. Al fin y al cabo, eran mercenarios. 

Pero hete aquí que, después de mucho andar, los hoplitas sospecharon que algo no iba bien porque cada vez se adentraban más en el corazón del imperio persa y los supuestos bárbaros no aparecían por ningún lado, así que en la ciudad de Cilicia se negaron a seguir. Cilicia está ubicada en la zona costera meridional de la península de Anatolia. 

Entonces Ciro "el joven" duplicó el pago, los llenó de oro, así que los hoplitas aceptaron y continuaron por la costa del río Éufrates hasta que llegaron a Babilonia. Allí, inesperadamente, se toparon con el enorme ejército del hermano de Ciro "el joven", Artajerjes II, mucho más grande que el de ellos, a pesar de lo cual los griegos ganaron la contienda porque combatían mucho mejor. Pero en el fragor de la pelea no se dieron cuenta que a Ciro "el joven" lo habían matado de un flechazo en un ojo, así que todo el esfuerzo había sido en vano porque el heredero había muerto.  Cuando los mensajeros llegaron con la funesta noticia, ya era tarde y los hoplitas quedaron totalmente desorientados. Era el 4 de septiembre del 401 a de C. y la batalla se llamó Cunaxa. 

Había que volver a casa pero ¿cómo? Sus generales habían sido engañados y asesinados... no tenían nada, sus campamentos habían sido devastados, las riquezas robadas y nadie quería ayudarlos porque, a fin de cuentas, eran unos griegos de mierda en tierra ajena.  En estas situaciones desesperadas es cuando puede aparecer un líder, un superdotado lleno de valor, inteligencia y astucia. 

Y apareció: Jenofonte tenía 30 años, había sido discípulo de Sócrates, era historiador y filósofo (insólito que, además, se ganara la vida como mercenario, pienso yo. Pero después lo pienso mejor y me digo: nada ha cambiado), y se dirigió a esa multitud de soldados desanimados, contándoles un sueño que había tenido la noche anterior: soñó que una intensa claridad  había iluminado de forma sublime la casa de su padre en Atenas y que esa era una inequívoca señal del dios Zeus,  indicándoles que prosiguieran su camino de vuelta a Grecia y que contaban con su protección. Totalmente abducidos por ese orador extraordinario, los guerreros retomaron sus menguadas energías y caminaron por la orilla del río Tigris con gran esfuerzo y sin apenas nada que comer, dia tras día; pero allí los pilló el invierno y tenían que atravesar la cordillera del Tauro. 

Con sus túnicas y sus sandalias no podían protegerse de las intensas nevadas y el frío tiritante. Los dedos de los pies se les necrosaban, el hambre los empujaba a comer cualquier cosa para después vomitar (era una bulimia muy distinta de la que conocemos actualmente), las tiras de las sandalias congeladas se les clavaban en la piel, o sea, una tortura. Pero seguían... los que podían, ya que muchos murieron por el camino. 

Además, sabían que el persa les pisaba los talones. Algunos se dejaban morir o pedían que los degollaran para no caer en manos enemigas. Así recorrieron 700 kilómetros y por fin vieron a lo lejos la costa sur del mar Negro. Los que iban adelante empezaron a gritar: "¡MAR, MAR!" y su grito de alegría se fue propagando de la rompiente hacia dentro como el viento que peina al trigo. 

Esa euforia duró poco porque el calvario no había terminado, ya que las colonias griegas que iban encontrando en su camino cerraban sus puertas de solo verlos. Les asustaban tantos guerreros hambrientos y desesperados y temían ser saqueados. Unos pocos samaritanos que vivían en el campo los ayudaban en su agónica supervivencia. 

Increíblemente llegaron a Bizancio, (después llamada Constantinopla y ahora Estambul), donde por fin pudieron reponerse, arribar de a poco al mar Egeo y volver a sus casas. Eran 6000, los otros quedaron por el camino y la travesía duró un año y tres meses. 

IDA Y VUELTA DE LOS HOPLITAS

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Lo extraordinario de esta cuestión es que, a pesar de los terribles sufrimientos pasados, casi todos volvieron a incorporarse como mercenarios, incluido Jenofonte quien, años más tarde y ya retirado, empezó a escribir y contar aquélla epopeya a un nivel de detalle inverosímil y casi microscópico. Tanto, que posteriormente fue usada a modo de manual orientativo por Alejandro Magno cuando por fin derrotó al imperio persa. Ese escrito se llama ANÁBASIS. 

Anábasis es una palabra griega que titula obras clásicas de la literatura helénica y que significa "subida, expedición hacia el interior desde la costa". Algo paradójico porque en este caso los hoplitas buscaban las costas del mar Negro y del Egeo, o sea, exactamente al revés, del interior hacia la costa. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero lo que no se ha acabado es la cantidad de reflexiones que nos deja esta épica historia. Entre otras pienso: ¿el hombre no habrá sido "fabricado" para tener una vida acorde con su testosterona, o sea, "peleona"? ¿Y la mujer no hará sido "fabricada" para que no se extinga la especie demasiado pronto a manos de los hombres? Más y más leo de historia y más y más veo que la autodestrucción parece ser el camino de nuestra especie, con notables y excepcionales épocas (y regiones) de paz, construcción y arte, pero con un incierto destino. Porque es muy difícil que una especie tan depredadora e invasora sobreviva por "siempre jamás". 



martes, 17 de diciembre de 2024

ChatGPT

 

30 de noviembre de 2022: nace ChatGPT.

Ella se hará cargo muchas tareas, antes pendientes de nuestro intelecto. Además, será capaz de interpretar una situación y recomendar una decisión. Y nosotros, tan contentos. Hay como una divergencia de caminos:  la neutralización de nuestras posibilidades intelectuales más básicas y, por otro lado, la comodidad del menor esfuerzo: máximos beneficios con las menores pérdidas. 

¿Para qué aprender inglés para traducir un texto si la IA lo hace en 2 minutos? ¿Para qué pintar un cuadro si la tal te la fabrica en un ratito?

Partiendo de esto, podrían nuestros hijos preguntarnos ¿para qué ir al colegio, aprender gramática, ortografía, etc? ¿Para qué tanto esfuerzo?

Aunque el lenguaje que se crea con máquinas sólo reproduce lo que, estadísticamente, ya había sido creado. Ella repite lo que se había programado antes. Más que "generación" es "reproducción". "O sea, es un funcionamiento opuesto a nuestra forma de emplear el lenguaje, porque no se basa en el principio de correlación sino en el de asociación. Esa es la singularidad de nuestra elocución porque nadie piensa de manera idéntica a otra persona" ÉRIC SADIN. "¿Nos damos cuenta que esta forma necrosada está destinada, un día, a ser mayoritoria?"[...]. Ya no podremos ni podemos saber el origen ni la naturaleza de una voz o de una imagen. Se crean imágenes casi en tiempo real. Si queremos perjudicar a alguien no hay más que generar imágenes de ese alguien haciendo algo malo. 

Además, veremos y oiremos solo lo que nos gusta o coincide con nuestras opiniones. "Nuestro interés por las obras de arte, por el genio de la alteridad, decaerá". Imaginemos por un momento que estamos delante de un cuadro de Van Gogh, que, en su época, era arte despreciable. ¿Cómo moldearemos nuestro gusto y nuestro espíritu ante lo nuevo, lo distinto, lo inesperado? Tampoco a mi me gustaba cierta música sinfónica hasta que aprendí a escucharla. 

"En tercer lugar, ahora que la mayoría de los puestos de trabajo están en el sector servicios, precisamente los que movilizan nuestras facultades intelectuales y creativas, ¿cómo no ver el huracán que se avecina?".

"Es vital que, además de preocuparnos por el calentamiento global, también lo hagamos por la glaciación que se cierne sobre nuestras facultades".

Fragmentos comentados de un artículo publicado en EL PAIS, el 1/12/24, por Éric Sadin.

Y para rematarla, Geoffrey E. Hinton, el padrino de la IA dice:



martes, 10 de diciembre de 2024

VILLA CARIÑO

 HUELLAS.

GUSTAVO JASSIN



“El micro espacio  y Villa cariño”

Teníamos una edad que la definiría como “edad Previa”. Las amistades con derecho a roce, el metejón, el noviazgo. Finalmente, es un proceso de rodaje para la proyección y extensión de la especie humana.

Cuando bajo código se establecía la aceptación recíproca, algo que si mal no recuerdo,  se producía con la mirada. Bajo determinadas circunstancias, los ojos se transforman en esos semáforos de fórmula uno en que se está pisando acelerador y embrague a la vez, esperando el pisotón a fondo. Cuando las luces verdes coinciden, brota el efecto mágico del beso y a partir de ahí, el lenguaje mas universal. Se podía decir “estoy metido” que significaba que a partir de ese beso inicial, comenzaba el proceso de fin de casting temporal y a probar esa maravilla del compartir, abriendo paso a paso, las compuertas de la intimidad. En esa edad previa, no era fácil tener espacio para el revolcón .Por si fuera poco, los primeros pasos motorizados se solían hacer en coches tipo Fiat 600 y si ya tenías un Peugeot 404 o 504 es que realmente eras un campeón, afanando el coche al viejo, o tal vez, tenías la suerte que al terminar bachillerato te habían premiado con un buen segunda mano.

Hablando de mano, eso era arte de maniobra y control. En la capital porteña teníamos un par de sitios para aparcar y proceder. Uno de ellos, era Villa Cariño y el otro, el Planetario que tenía la ventaja que los camareros ya estaban entrenados en el tema de la discreción y te llevaban los sándwiches de lomito y bebida. Lo que no recuerdo es si era, antes, o después de la puesta en escena. En esa época era común que lo coches tuvieran palanca de cambios al volante, lo que facilitaba, o mejor dicho, evitaba algunos posteriores incómodos moretones . Por un lado, tener palanca al piso y asiento reclinable era un lujo contradictorio. Al volante y cama, ya era una van King Size. Al menos, por experiencia personal, mujer manda a hombre y el stop era todo un tema muy vinculado a la proyección, o  un carpe diem, o sino, lo que podía ir hacia la etapa siguiente, tal fue mi caso en feliz matrimonio. Que entre un coche y la boda, también teníamos espacios por hora, pero ese es otro tema que también tiene lo suyo.

Esos maravillosos sesenta  fueron quebrándose a partir del 66 derivado en causa  POR ONGAnía (¿a que esta no las pillado, IA?) hizo que  una sociedad , con un gran presidente como fue el Dr.Arturo Illía cayera en un apagón social. Paradójicamente, se encendieron las luces en Villa Cariño y fue que todos los que estaban, en ese momento de entrega al amor, terminaran presos en comisaría. Estoy convencido que esas luces que se encendieron aquella noche, tal oxímoron, apagaron la esencia de la libertad. 

Cuando un hecho, se transforma en código cultural, si se lo anula , se termina atropellando  a la felicidad que de eso trata, el paso por la vida.Que bueno sería que todo el planeta fuera una Villa Cariño, con la propia luz del alma y un poquito..de transgresión:)

martes, 3 de diciembre de 2024

LA DAMA

 "Sobre el tranquilo remanso donde las estrellas duermen/ como una gran flor de lis la blanca Ofelia flotaba" RIMBAUD



Cuento corto de Mónica Bardi
Acrílico sobre tela. 

Moira se quedó dormida al instante y entró en esa cálida relajación oscura de desconocidos mundos circulares donde la navegación es siempre a ciegas. El primer tramo del sueño fue profundo y reparador. Pero luego vino el tramo del pis y no hubo más remedio que levantarse para sentarse en el receptáculo apropiado o inodoro, (pero no Pereyra, solo entendible para argentinos de cierta edad).

Esto le acarreó un inevitable desvelo que intentó gestionar leyendo. Siempre en papel, sin pantallas ni pantallitas. 

Por fin llega el segundo tramo del dormir con ensoñaciones variadas. Y Moira soñó. Soñó que una bella dama toda vestida de blanco se acercó a su cama, acompañada de un aroma fresco y frutal. Sonreía con dulzura. Era gigantesca y evanescente; flotante y prodigiosa. Parecía emerger de la lámpara de Aladín; emanaba ternura a los cuatro puntos cardinales mientras el dormitorio, gradualmente, adquiría una luz propia. El techo se sembró de estrellas que seguían su viaje ajenas a todo. 

La giganta estiró sus brazos, recogió a Moira en ellos como si fuera una niña pequeña y, siempre sonriendo, se la llevó, junto con el libro que estaba leyendo. 

Moira ya no quiso despertar. 


sábado, 30 de noviembre de 2024

COSAS QUE ME CUENTAN (6)

 



Mi amiga Cecilia hizo una llamada telefónica pero se equivocó de número y, como consecuencia de ello, entabló unas interesantes conversaciones con un desconocido muy simpático, que se prolongaron durante ¡ocho meses! 

La cuestión iba remontando con tintes cada vez más románticos aunque ella se resistía a dar el paso de conocerse en persona porque temía una desilusión, hasta que ya fue inevitable y quedaron en verse en el Parque del Retiro de Madrid. 

La presunción de mi amiga fue acertada: no hubo flechazo ni nada parecido por ninguna de las dos partes. Al revés: ambos parecieron no gustarse con esa primera mirada. Pero, inesperadamente, allí empezó una gran amistad, que, como casi todas las amistades entre hombre y mujer, terminó en la catrera (cama en argentino). Así que, por lo visto, no hubo Cupido con sus flechas, aunque sí hormonas con su neuroquímica infalible. 

Antes de proseguir con este relato de la vida real he de decir que Cecilia es una mujer con un gran recorrido de vida, en el cual demostró una potente inteligencia natural, sentido común, humor y carácter; todo eso adornado con una inequívoca dignidad como telón de fondo. Una mujer íntegra. Según C. S.  Lewis la integridad sería hacer lo correcto aunque sepas que nadie te está observando. La integridad es entonces una virtud moral fundacional y la base sobre la cual se puede establecer un buen carácter. Por todo eso a Cecilia yo le puse un mote: la marquesa de Sudaquia, ya que ella había nacido en Chile que, como todo el mundo sabe, está en el sur del sur. 

Sus decisiones en una vida muy complicada en dos países, ya que un día decidió emigrar a España, hablan por sí mismas.  

El hombre en cuestión no estaba a su altura. Era buen compañero, atorrante y simpático pero, a la hora de la verdad, se quedaba corto, por así decirlo. Para empezar, no le dijo que estaba casado, aunque su mujer se había largado al Paraguay, su país de origen, hacía muchos meses y el creyó que ya no volvería a España. Mentirijilla de entrada, nomás. 

Así que la marquesa de Sudaquia, creyéndolo sin compromiso, se instaló algunos días por semana en la casa de él, aunque seguía teniendo la suya. Mantuvieron una relación con picantes condimentos de intenso erotismo y divertido compañerismo, aunque los dos reconocían que no estaban enamorados. Aunque yo me pregunto: ¿quién necesita amor con tanto compatibilidad?¿Eso no es amor? ¿Faltan las mariposas en el estómago? Uf, no me hagan caso, fue un comentario cínico. Ya pasó. 

Ambos trabajaban mucho pero también disfrutaban de la vida. Hicieron varios viajes por preciosas ciudades españolas mientras la relación se iba fortaleciendo. Ella mejoró la vida de él con sus artes de gran cocinera y mejor organizadora. 

Y ahora viene lo memorable: un día cualquiera alguien golpeó a la puerta y resultó ser la otra. Mejor dicho, la una, o sea, la esposa paraguaya. 

El quedó paralizado, ella también... pero solo unos instantes. Del otro lado de la puerta la otra, es decir la una, la esposa paraguaya, pedía que se le abriera la puerta pero sin demasiada convicción. Algo se imaginaría. Pero claro, no hay que tener altas capacidades para pensar  que hubiera sido prudente y hasta conveniente avisar con antelación  de su llegada. 

Cecilia, con buenos reflejos, se hizo cargo de la situación y abrió la puerta. Los cambios energéticos operados en ese tenso triángulo se pusieron, cómo no, del lado de mi amiga estupenda, quien tomó el mando del turbulento desaguisado. Tal es asi que la marquesa de Sudaquia, luego de un breve intercambio de palabras con los otros dos, dijo rotundamente que ella no se iba de esa casa, con esposa paraguaya o sin ella. Lo más extraordinario del momento es que los otros dos lo creyeron mientras Cecilia supo desde el minuto cero que lo único que quería era darles un escarmiento y no quedarse a vivir. 

Así que, en tono imperativo, le ordenó a su querido muchacho que colocara una cerradura en el dormitorio principal porque ella pensaba dormir en el y con él, como lo venía haciendo los últimos meses, pero que quería sentirse segura. El hombre lo hizo prestamente porque era cerrajero de profesión y, además, porque cualquiera le llevaba la contraria a mi amiga. 

Luego el se fue a su trabajo dejando a las dos mujeres solas. Escapó cobarde y  convenientemente. 

Ellas hablaron y hablaron. Al final, mi amiga estupenda, la marquesa de Sudaquia, terminó dándole unos consejos a la otra, la una, la esposa paraguaya, ya que, por lo visto, estaba bastante contrariada por esa inesperada presencia y asumió un innecesario papel de víctima. Cosa que a Cecilia la sublevó,   pero se contuvo porque se dió cuenta que estaba ante un "animal" indefenso. Terminó hablándole de la autoestima y la dignidad de la mujer como quien le habla a una niña pequeña que lloriquea. Para quitarle hierro al asunto le puso música: polkas paraguayas, que con sus hipnóticas arpas tranquilizaron a la mujer desairada. 

Esa noche Cecilia durmió con su amigo, tal como lo había dejado claro desde el principio. Cerró con llave y la "otra" se quedó en el dormitorio de invitados. Al día siguiente se marchó tan ricamente dejándolos a ellos ajustando cuentas y ya no volvió más, nunca más. 

A partir de ese momento, la marquesa de Sudaquia y él siguieron hablando por teléfono alguna que otra vez pero el encanto se había roto y el paulatino alejamiento fue inevitable, lo cual me recordó unas palabras que un conocido repetía: "cuando se rompe una estatuilla de porcelana se puede restaurar, pero ya no es lo mismo".

Pasados los años el hombre fue comprendiendo que había perdido para siempre a su joya más valiosa. Pero así es la vida, pone a cada uno en su sitio: demasiada mujer para tan poco hombre: después de todo ella era marquesa y él un pobre plebeyo. 


domingo, 24 de noviembre de 2024

LUCHA FEROZ

 


IRENE VALLEJO

La lógica de la competición a ultranza nos exige convertirnos en triunfadores. Mil veces escuchaste la advertencia: quienes te rodean son rivales. Se aprovecharán de ti. Enseña los dientes, jamás te muestres débil. Eres demasiado ingenua, vas con un lirio en la mano. No sabes poner límites. Como si el problema fuera tuyo; como si la bondad fuese una deficiencia de carácter, una insignia de perdedores.

Hace casi veinticinco siglos, el historiador griego Tucídides diseccionó esta contradicción con afilada lucidez: “La mayoría de los hombres prefieren que los llamen listos por ser unos canallas, a que los consideren necios siendo honrados. De esto último, se avergüenzan; de lo otro, se enorgullecen”. Tras siglos de fascinación por el misterio y el imperio del mal, nuestras historias sobre gente bien intencionada se cuentan en clave cursi o remilgada, incluso paródica. Salvo en las monsergas a los niños que incordian —¡pórtate bien!— o agazapada en la sobredosis de almíbar navideño, la bondad tiene una reputación aburrida, insulsa, moralizadora y pusilánime. Se elogia episódicamente, pero se devalúa por sistema. Pese a los disimulos y tapujos ocasionales, nadie se engaña: lo deseable de verdad es el liderazgo arrogante, carismático y con colmillo. Desde las redes sociales a las encuestas electorales, se premia la agresividad. La guerra de todos contra todos es ortodoxia, la victoria sobre el prójimo es la medida de todas las cosas, la evolución nace de una lucha feroz por la supervivencia. Sin embargo, incluso Charles Darwin reconoció que la empatía hacia los demás es tan instintiva como el egoísmo. Durante una tertulia televisada hace décadas, nuestra poeta de guardia, Gloria Fuertes, inmune al sarcasmo de sus compañeros de programa, declaró con voz ronca y total convicción: “A mí solo me erotiza la gente buena”. Curiosamente, tanto la palabra “bonito” como “bello” son, en su raíz latina, diminutivos de “bueno”, como si en otro tiempo el magnetismo que proclamaba la escritora hubiera sido una evidencia. Hoy, el término latino bonus alude a un incentivo económico: nuestro mundo prefiere el lujo a la lujuria. Solo en su acepción dineraria parece alcanzar la bondad su perdido prestigio.

En esta época zarandeada por la incertidumbre, la avalancha de pronósticos apocalípticos y los diagnósticos fatalistas nos empujan a fijarnos mejor en lo peor. Sin embargo, a nuestro alrededor, mucha gente es buena a diario, sin que nadie parezca advertirlo o agradecerlo. La teoría de la competencia descarnada desacredita aquello que hace funcionar el mundo: los cuidados gratuitos a hijos, ancianos y enfermos. Las personas que se esmeran en sus quehaceres y sus trabajos. Las pequeñas virtudes escondidas, fuera de los focos. El filósofo romano Séneca, asmático desde la infancia en su Corduba natal, vivió marcado por una salud débil y la necesidad constante de asistencia para afrontar sus achaques. En una carta evocaba: “Todas las incomodidades del cuerpo, todas sus angustias y borrascas han pasado por mí”. Consciente de que la enfermedad y la debilidad forman parte de nuestras vidas, escribió que el sabio quiere amigos no por interés propio, sino para colmar el deseo de ayudar al prójimo, porque la colaboración es sanadora. “Nadie tiene una vida feliz si lo vuelca todo en sus fines”. En sus famosas Epístolas a Lucilio describió la convivencia como una arquitectura del cuidado: “La sociedad se parece a una bóveda, que se desplomaría si unas piedras no sujetaran a otras, y solo se sostiene por el apoyo mutuo”. No somos islas, sino hilos entretejidos. La bondad asusta porque nos vuelve conscientes de la vulnerabilidad ajena, y de la propia. No queremos afrontar la fragilidad acechante de nuestros cuerpos. Preferimos el ideal de suficiencia, menos promiscuo, que promete fortaleza e independencia, al precio de aislarnos. Por eso, nos obsesionamos con encontrar la seguridad en el éxito y, en esa carrera despiadada, negamos la alegría y el disfrute de los actos generosos. Reprimimos nuestros instintos, nos refrenamos. En un océano de islas amuralladas, sin tacto ni contacto, la bondad acabará por ser nuestro placer prohibido.


Irene Vallejo

viernes, 15 de noviembre de 2024

Y LA CORRIENTE DEL AGUA...

 Poesía de María Jesús Zaldívar Navarro


Y la corriente del agua 

atraída por la luna…

Arrastra la vida

hacia otros horizontes.

Donde un  aire misterioso…

Hace sonar los violines,

que abren la noche, 

a  un amanecer inédito

alimentado por curiosas pupilas.

Que maravilladas, miran…

Todo lo recién nacido.

Todo lo recién creado.

Todo lo recién iluminado.


María Jesús Zaldívar Navarro

21/9/2021

domingo, 3 de noviembre de 2024

CHELA

 


UN ADIÓS A CHELA

Recuerdos de Mónica Bardi.

Acrílico sobre lienzo. 

Nuestras mascotas, según avanza el milenio, van agigantando su importancia en nuestras vidas. Yo no sé si será por el individualismo in-humano, que también se va agigantando y nos trae como consecuencia ese discurso que podríamos resumir en estas pocas palabras: "apártate de mi, colega". Ese alejamiento afectivo se va extendiendo en la sociedad. Por miedo al otro, por desconfianza, por ausencia de compromiso, por falta de empatía (palabra muy usada pero poco aplicada en la práctica) y por todo esto y mucho mas es que nos acercamos tanto a los bichos y tratamos de entenderlos aunque no hagamos el mismo esfuerzo para entender a un vecino, a un pariente o a un amigo o a un inmigrante. Ellos, los bichos, son más incondicionales, más confiables y más perdonables. Después de todo, si no los entendemos es porque son eso, bichos. 

Si mi gato me araña es porque es un felino y ellos se expresan así, si mi ganso me muerde es porque es un ánsar y me está pidiendo conversación, si mi perro se sube al sofá es porque no le he enseñado quién es el jefe de la manada y porque allí está más calentito; si mi loro canta la marcha peronista es porque yo misma se la enseñé... en fin... que para la conducta de ellos siempre hay una excusa o una explicación. 

No saben lo que es el rencor pero saben lo que es el amor. Pase lo que pase, ellos nos siguen amando. La negociación entre ellos y nosotros se basa en agua, comida suficiente y gestión apropiada de sus excrementos y, aunque eso faltara, tampoco pasa nada. Nos siguen amando. 

Chela era de las que amaban incondicionalmente. Con mala salud, recibió todos los cuidados y mimos imaginables. A cambio, nos brindó años de miradas acariciantes. Agradeció sus largos paseos con Camilo por Algeciras. Vivió extensos períodos de ternura con Magnolia y sus hijos. Si la regañaban por algo, aceptaba dócilmente el rapapolvo.  Se adaptó como pudo a convivir un tiempo con gatos y jardín en casa ajena y para todo tenía esa mirada conmovedora, como de agradecimiento. 

Tu ausencia pesa como plomo fundido, Chelita, y tu amor dió ejemplo como factor de unión, de acercamiento. "No hay tiempo tan breve en la vida para riñas ni para disculpas ni rendición de cuentas, solo hay tiempo para amar apenas un instante". MARK TWAIN. 

Con verdadero cariño he hecho la pinturita que encabeza este escrito en su memoria, tratando de recrear su mirada brillante y anhelante, de una foto que yo misma tomé, porque todo lo demás que pueda decir de ella está de más. Hasta siempre, Chela, quedarás en nuestro recuerdo mientras vivamos y, a lo mejor, dentro de muchos, muchos años alguien que se tope con tu retrato,  preguntará: "¿y esta perrita quién es?" Y Chela moverá el rabo allí donde se encuentre. 

lunes, 28 de octubre de 2024

PAMPA HÚMEDA

 Relato de Mónica Bardi. 


En la pampa húmeda argentina convivían en relativa amable vecindad un pino y un damasco. Digamos que no siempre estaban en su mejor momento pero, eso sí, condenados a aguantarse. 



El pino se burlaba del damasco cuando éste perdía sus hojas al llegar el otoño. "Yo soy perenne" se vanagloriaba. "En cambio, tú eres caduco".  

El damasco, con sus ramas desnudas, aguantaba estoicamente y pensaba en el viejo adagio: "ten paciencia y verás pasar el cadáver de tu enemigo". Pero luego reflexionaba un poco más y se decía: "Que malo soy. Yo a éste le tengo que devolver una sonrisa para demostrarle que, a pesar de que muchas veces las convivencias son complicadas, hay que poner buena voluntad, tolerancia y buen humor. Tengo que dar ejemplo. Después de todo, yo tengo flores y frutos y este pobre no pasa de la gama de los verdes".

Y así pasaban los años y las estaciones. El pino, ya enorme, volvía a burlarse del damasco, que lo retrucaba sin palabras con su despliegue de colores. Aquél  disimulaba ese contratiempo mientras se dejaba acariciar por la brisa de poniente. 

Un crudo día de invierno, estaba el damasco desnudo y el pino más verde que nunca. 

Pero, en esta ocasión, el damasco tenía información privilegiada y, apenas el otro empezó a jactarse, lo interrumpió y se manifestó con solvencia: "Han venido unos rubios anglosajones a hacer unas prospecciones".

"Si", contestó el pino, mientras trataba de arañar una nube, "los he visto. ¿Y qué?".

"Que van a desviar el arroyo que nos nutre y del cual dependemos tú, yo y muchas especies más, porque necesitan el agua para fabricaciones militares". 

"¿Y qué?"

"Que disfrutemos los que nos queda de vida, seamos amables y compañeros, tratemos de apreciar ese cielo y este suelo, porque en unos pocos años tú serás tan caduco como yo, y peor". 

"No te entiendo", dijo el pino con incredulidad impostada porque, en realidad, sí entendía. 

"Los dos moriremos, colega, nos moriremos de pura caducidad irreversible por sequía, porque allí donde llega el sapiens, llega el asfalto y el cemento y nosotros estorbamos", remató dramáticamente el damasco. 

Lloró el pino pensando en su amargo destino, pero la diosa de la lluvia, que casualmente endaba de paseo, lo oyó y, deseosa de hacer justicia, lanzó una terrible tormenta que creó un lago enorme donde antes había un idílico prado. Entonces, a pesar de las buenas intenciones de la diosa, murieron todos los que allí moraban, ahogados por una  crisis hídrica que posteriormente dió paso a ondulantes peces, algas, juncos y caracoles secándose al sol. 

Pasaron los años y el bello lago fue descubierto por el hombre, que lo rodeó de hoteles de lujo. Los dioses ya no existían y el sapiens disfrutó de los placeres sin cortapisas hasta que la laguna se contaminó con los deshechos hoteleros y se acabó la fiesta. Años más tarde unos escuálidos arbolitos recomenzaron la tarea de regenerar un bosquecillo con el pequeño arroyo que quedó del antiguo lago. Eran un pino y un damasco. "Aún hay sol en las bardas" dijo Cervantes, poniendo palabras a la esperanza. 

domingo, 20 de octubre de 2024

JAMES BOND




Una anécdota sobre un autógrafo del recordado actor Roger Moore. 


El periodista Marc Haynes (@marchaynes) la publicó en su Twitter y se volvió viral en su versión original en inglés. Aquí la traducción al español:

"Cuando tenía siete años de edad en 1983, en los días previos a las salas de Primera Clase en los aeropuertos, yo estaba con mi abuelo en el aeropuerto de Niza y vi a Roger Moore sentado en la puerta de despegue leyendo un papel. Le dije a mi abuelo que había visto a James Bond y le pregunté si podíamos tener su autógrafo.  Mi abuelo no tenía idea quienes eran James Bond o Roger Moore, así que caminamos, y cuando estuvimos frente a él, le dijo: 

“Mi nieto dice que usted es famoso ¿Puede firmar esto?"

Tan encantador como podía esperarse, Roger preguntó mi nombre y escribió al respaldo de mi tiquete de avión una nota llena de buenos deseos. Yo estaba extasiado, pero cuando regresamos a nuestros asientos, miré detenidamente mi tesoro. Y aunque era difícil de descifrar, definitivamente no decía “James Bond”. Mi abuelo la miró y ayudándome en la lectura dijo: “Roger Moore”. Yo no tenía absolutamente idea quien era y mi corazón se encogió. Le dije a mi abuelo que la firma estaba equivocada, que él había puesto otro nombre, así que mi abuelo regresó donde Roger Moore, llevando el boleto que había acabado de firmar.

Mi abuelo le reclamó: “Él dice que usted firmó con el nombre equivocado. Él dice que su nombre es James Bond”. 

Roger Moore arrugó el ceño y me hizo señas para que me acercara. 

Cuando estaba a la altura de su rodilla, se inclinó, miró para todos lados, elevó una ceja y con voz suave me susurró: “Tengo que firmar mi nombre como Roger Moore porque de otra forma…Blofeld (el gran enemigo de James Bond) podría encontrarme aquí”.

Me pidió que no le dijera a nadie que había visto a James Bond y me agradeció por mantener su secreto. Yo regresé a nuestros asientos, absolutamente dichoso. Mi abuelo me preguntó si él había firmado James Bond. “No -le dije-, yo estaba confundido. Ahora estoy trabajando con James Bond”. Muchos, muchos años después, yo estaba trabajando como guionista en una grabación que involucra a UNICEF y Roger Moore, que estaba filmando en su rol de embajador. 

Él fue completamente amable y mientras el camarógrafo instalaba el equipo, le conté la historia de cuando lo encontré en el Aeropuerto de Niza. Él estuvo feliz de escucharla y sonriendo me dijo: “Bueno, no lo recuerdo pero estoy encantado que te hayas encontrado con James Bond”, fue muy amable.

Pero luego él hizo algo brillante. Después de la filmación, él caminó delante de mí por el pasillo, mientras buscaba su automóvil, hizo una pausa, se me acercó, miró a ambos lados, elevó una ceja y en voz baja me dijo: “Claro que recuerdo nuestro encuentro en Niza. Pero no dije nada allá, porque esos camarógrafos, cualquiera de ellos podría estar trabajando para Blofeld”.

Estuve tan maravillado a los treinta como estuve a los siete. Qué hombre... ¡Qué tremendo hombre!".

viernes, 18 de octubre de 2024

TITO

 

Relato breve de Mónica Bardi

Mi pareja y yo tenemos algunos cortocircuitos en nuestra comunicación, como el resto del mundo. Antes de seguir con la narración me parece oportuno aclarar que mi pareja es mi gato Tito y, a pesar de nuestra enorme diferencia (de especie) de edad, hay que tener en cuenta que los gatos viven mucho menos que los sapiens, así que, año más, año menos, nos vamos a morir alrededor de la misma época, si antes no sobrevienen accidentes o enfermedades inesperadas. 

Yo creía que mi gato Tito me traía ofrendas como habitualmente se le llevan a una diosa. Mirlos o lagartijas, muertos o casi, para complacerme, tipo sacrificio humano azteca, para así tenerme contenta y seguir recibiendo sus delicatessen y su agua fresca, pero últimamente me está entrando la duda. 

Ahora más que ofrendas, obsequios o regalos, parecen como castigos o reproches porque siempre ocurre cuando me ausento más de lo habitual. Esta hipótesis está abonada por la base científica de CAUSA-EFECTO.

Voy a dar un ejemplo: me voy a un congreso y duermo 2 noches fuera de mi casa. Al volver, Tito no está. Pero tiene suficiente comida y agua que le ha dado mi hija. Lo llamo, pero nada. Sacudo su cuenco de pienso porque con ese ruidito vuelve siempre. Pero nada. 

Por fin, llego a la misma conclusión que con todas mis anteriores parejas: "que vuelva cuando quiera y sino, que no vuelva".

Al rato largo entra maullando repetidamente. Yo lo recibo con grandes manifestaciones de alegría y arrumacos y el me agarra una pierna con sus dos patitas y me da mordisquitos que, a veces, pasan de castaño oscuro. ¡Qué bien!, pienso. Ya pasó la bronca. Y nos vamos a dormir muy juntitos.

Pero sistemáticamente, al día siguiente hay un cadáver en las inmediaciones de mi dormitorio y plumas por todo el pasillo. ¡Eso no puede ser un indicio de alegría por mi vuelta, como quien lleva un ramo de flores! Es inútil, no hablamos el mismo idioma. Igualito, igualito que con los Sapiens. 

Además, Tito es enteramente negro. Y ya se sabe: son todos iguales. Eso de que en la noche todos los gatos son pardos es mentira: de noche y de día todos los gatos negros son negros. Así que si veo otro negro flaco por el barrio, no se si es Tito o no. 

Visto y comprobado: si no falto de casa, no hay sacrificios, pero si me da por hacerme la independiente, alguien tiene que pagar el pato. 

Y hablando de patos, Cuaco, mi ganso ampurdanés, fue abandonado miserablemente por su pareja, la Cuaca, que salió volando y no volvió más. Menos mal que no tuvieron cuaquitos. A mi me parece que tenían una pareja complicada: siempre juntos pero muchas veces peleando salvajemente. No sé bien de que lado ponerme, pero ahora que lo pienso, mi cariño incondicional es para el Cuaco. 

En esta casa las emociones se desbordan con facilidad. 

¿Qué pasaría si los árboles pudieran caminar, como en el cuento de Chesterton? ¿Se quedarían, se irían? Qué se yo. La vida es un continuo peregrinar...


 

miércoles, 16 de octubre de 2024

HITITAS

 

Si hay alguna persona de la que no me voy a divorciar nunca, ésa es EVA TOBALINA. No nos conocemos personalmente pero no hace falta: la veo siempre que quiero en YouTube. 

Profesora de historia antigua de la Universidad de la Rioja es la comunicadora más enganchante que conozco. Anoche estuve viendo EL IMPERIO HITITA (I) y esto es lo que aprendí solo escuchándola: los hititas vivían en lo que es hoy el corazón de Turquía en el sigo XVIII antes de Cristo. (Sí, siglo 18, pero antes de Cristo). Estamos en la edad de bronce. 

ESCRITURA IDEOGRÁFICA

Son los primeros, hasta ahora descubiertos, que hablaban lengua indoeuropea pero al principio eran tribus disperas. ¿Cómo llegaron a unirse para formar un imperio?

Parte de la respuesta parece estar en que, a uno de sus primeros reyes, ANITTA, se le encendió la bombilla y fue creando entre sus súbditos la idea de que los reyes, al morir, se transformaban en dioses. O sea, sacralizó la monarquía para aumentar su poder y el respeto de todos los demás. 

Dicho poder cobró carta de naturaleza en otro rey que publicó el EDICTO DE TELIPINUS, en el cual quedaba claro que cualquiera que hiciera la más mínima falta a su rey condenaba a él y a su familia, a sus descendientes, a sus ovejas y a sus cultivos; al desastre.

Todo esto que nos parece terrible a ojos contemporáneos era aceptado sumisamente, lo cual permitió consolidar el poder y facilitar la expansión. 

Tenían escritura jeroglífica y un culto a los dioses de la vida y otros a los de la muerte. 

Hicieron un aporte curioso a la historia del arte, ya que los hombres eras dibujados al estilo egipcio (sus vecinos), o sea, con la cara y las piernas de perfil y el torso de frente. Pero las mujeres eran dibujadas con nuestra perspectiva actual: todas de perfil. 

Estos hititas eran tan listos que aprendieron cómo obtener hierro 500  años antes que todos los demás. Pero no para usarlo a nivel bélico, porque con las espadas de bronce parece que les alcanzaba, sino como comercio. 

La obtención del hierro pocos artesanos hititas sabían cómo lograrlo, porque le encontraron el punto al calor del horno,  a cómo liberar al hierro de sus escorias y así desarrollar la metalurgia del hierro, que se mantuvo como secreto industrial durante muchísimo tiempo. 

Como era más valioso que el oro, los hititas se enriquecieron con su venta o como obsequio de gran valor. 

Se ha logrado traducir una carta que el rey de los hititas le manda a su colega de Egipto y dice lo siguiente: (no es textual, obvio), "Estimado X: sé que te prometí un regalo valiosísimo como tú te mereces,  que es una espada de hierro, pero tendrás que esperar un poco porque mis artesanos la están fabricando. En prueba de mi palabra y como anticipo te mando una pequeña daga de hierro hasta que tu espada esté lista". 

Este cuento de los hititas no se ha acabado. Pero, al igual que la espada de hierro, habrá que esperar por más. Yo no sé a ustedes, amables seguidores (4 ó 5), pero a mí estas historias me vuelan la cabeza. Saludos a todos. 

lunes, 7 de octubre de 2024

FARMACIA LA CURETA

 


Cuento corto de Mónica Bardi

El hombre se acercó al mostrador de la farmacia de su barrio, llamada LA CURETA, presa de una gran ansiedad. Sabía que no le venderían el psicofármaco sin receta pero igual tenía que intentarlo. Conocía a la farmacéutica y ella lo conocía a él. Era una mujer seca y cortante, una solterona avinagrada y no muy agraciada. El hombre se preguntó si estaría así por vivir entre alcaloides y otras yerbas. Suplicante, le explicó su situación y casi llorando prometió conseguir la receta la semana próxima. Pero ella, inconmovible e inabordable, lo despachó con viento fresco. "¡Yo no le vendo a enganchados!", dijo en voz alta poniéndolo en evidencia delante de todos los demás clientes. 

El hombre se fue totalmente desanimado y tuvo que recurrir al mercado negro, donde, por fin, obtuvo el esperado  medicamento para aplacar su ansiedad y poder dormir la noche entera. "Mañana será otro día", pensó abrazando a su querida almohada, mientras cerraba los ojos. 

Al día siguiente se despertó totalmente recuperado y salió muy relajado a desayunar y comprar el diario de los domingos porque le encantaba el suplemento cultural. Lo abrió al azar y  de golpe se topó con una noticia espeluznante: "farmacéutica de la farmacia La Cureta se quita la vida lanzándose de un noveno piso". 

"¡Pero si es la mujer se ayer! ¡Qué horror! La pobre... de haber sabido que estaba tan mal le hubiera recomendado a mi camello".

miércoles, 2 de octubre de 2024

ATARDECERES

 

Microrrelato de Mónica Bardi

Y llegó nomás. Entre cielos anaranjados, que sólo de verlos dan ganas de lamerlos, llegó nomás; mientras grietas azules arañaban el firmamento a pesar de las protestas del sol poniente. 

La vejez atracó en un atardecer de película con nubes canosas, rojas arrugas, estrías violetas y púrpuras verrugas... se nos vino la noche. 


lunes, 30 de septiembre de 2024

BLANCANIEVES

 


CUENTO CORTO DE MÓNICA BARDI

Verónica siempre intuyó que ese no era su verdadero nombre pero la certeza cayó como un rayo en su memoria cuando, siendo muy pequeña, sus padres le estaban leyendo un cuento antes de dormirse, como todas las noches.  

Esta vez fue Blancanieves. Cuando ella oyó esa palabra tuvo un sobresalto y se tapó con su sábana blanca. 

Los padres rieron y su madre le dijo "no tienes que tener miedo, Verónica, el cuento y el pelo blanco canoso de tu papá terminan bien". 

La reiteración de la palabra BLANCO terminó de convencer a la pequeña que ella se llamaba Blanca, como su abuela y que su mamá biológica siempre le decía : "¡Qué linda! Tienes la piel blanca como Blancanieves". 

Aunque habían pasado muchos años la niña nunca olvidó aquélla noche y, ya mujer, buscó y encontró a su verdadera familia. 

Solo quedaba su abuela, la del pañuelo blanco. 

jueves, 19 de septiembre de 2024

EL CANDELABRO

 

Acrílico sobre lienzo, Mónica Bardi

YA NO RECUERDO NADA MÁS. 

Cuento corto de Mónica Bardi. 

Algo trágico pasó porque las caras de espanto que alcancé a ver fugazmente entre los invitados a esa reunión tan elegante no encajaban con el espíritu festivo que los había convocado.

 Sólo sé que mi esposa malinterpretó mis aventurillas pasajeras. Siempre fue muy celosa y tremendamente exagerada.¡Qué mujer desconfiada! 

Claro que esa noche la niña estaba tan guapa... y tan joven... sentí una vehemencia erótica, una pulsión incontenible en ese nocturno y perfumado jardín rumoroso... yo jamás me hubiera propasado con nuestra hija... no soy ese tipo de persona despreciable... pero es que esa noche, recortadas sus curvas con los rayos de la luna sentí el aliento de Eros en todo mi cuerpo... solo quise acariciarla.

Alcancé a darme la vuelta y vi a mi esposa enarbolando un enorme candelabro. Ya no recuerdo nada más. 

AMOR LESBIANO

 

Microrrelato de Mónica Bardi

Escribió con un rotulador en la pared de su piso aquéllas inolvidables palabras: "nuestros cuerpos, impermeables al descrédito, seguirán exudando pasiones, aunque ya no tengamos úteros".

domingo, 15 de septiembre de 2024

NARANJITOS

 


Cuento de Navidad de Mónica Bardi

Iba y venía por el jardín distraídamente, dando de comer a los Cuacos, mis gansos ampurdaneses, pensando si le rebanaba el pescuezo a la Cuaca con la tijera de podar porque me incordiaba permanentemente con sus graznidos histéricos. Vigilando por donde andaba mi gato Tito, siempre a la caza de algún pichoncito de mirlo como regalo porque mi gato cree que yo soy una diosa y me trae ofrendas. De repente oí un ruidito a mis espaldas. Había caído un naranjito verde, pequeño e inmaduro, rodando por las baldosas. 

"Ah, ¿eras tú?" le dije sin darle importancia y seguí con mis cosas.

"Si" me contestó, "no pude evitar caerme por el fuerte viento". 

"Bueno, así es la vida... y la muerte. Las dos son un pelín complicadas". 

"¿No podrías hacer algo conmigo antes de que me pudra?"

"Creo que no. Eres demasiado chico y amargo".

"¿Amargo yo? Eso nunca. Solo me falta un poco más de tiempo y me pondré dulce y de un bello color naranja".

"Pues por eso... para comer ahora no sirves".

"Ufff", pensó el naranjito, " y después resulta que el amargo soy yo", pero no dijo nada. Y arremetió argumentando que él podría tener otras utilidades, aunque no supo precisar cuáles. Ante mi olímpica  indiferencia, se quedó el naranjito bajo el sol inmisericorde del verano, y sin saber qué hacer. 

Horas más tarde se acercó mi vecino  Matvey, un chico rubio que habla un idioma ininteligible para el naranjito y para todos los que no sean rusos. Tenía unos 5 años y se dedicaba a juntar bichos bolita, arañitas, hormigas, lagartijas, etc. respondiendo a una fuerte vocación de naturalista. 

De golpe el naranjito se encontró con otra cantidad de hermanitos que, en distinta fase de maduración y variados colores, también habían  sido arrancados por el irresistible viento de Levante. El chico ruso se dedicó a juntarlos en un cubo quién sabe con qué propósito.

Mas tarde me los encontré a todos en el congelador de la nevera. Y les pregunté: "¿qué hacen aquí?" 

"Cagándonos de frío" contestaron varios, tiritando. "Un niño rubio que habla muy raro nos trajo". 

Fui a preguntarle a Matvey que para qué había hecho eso pero como es ruso, ni él entendió mi pregunta ayudada con gestos y el traductor del móvil, ni yo supe que me estaba explicando como respuesta. Como lo considero un niño inteligente y avispado lo dejé hacer. ¿ Y qué estaba haciendo? Estaba muy ocupado doblando unos alambrecitos con mucho esfuerzo, no sé con qué propósito. Misterios de la niñez: allí quedaron los naranjitos en el freezer y los alambritos adquiriendo forma de pequeños ganchos.

Llegó la Navidad y el momento de decorar el abeto. Voy preparando las cosas de decoración y el entorno. Pero tengo que salir a comprar las luces porque las del año pasado están estropeadas. Al volver veo a mi precioso amiguito ruso Matvey que está decorando el árbol con naranjitos de variados colores, colgados por los ganchitos de alambre fabricados por él,  que lo rodean casi por completo. Entonces se da la vuelta y me mira con una sonrisa enorme, plena de satisfacción por la tarea realizada. Me acerco y les pregunto a los naranjitos, que, por suerte, hablan español: "¿Qué, como se sienten?"

Y contestaron atropellándose mutuamente con las palabras: "Muy bien, si, si, estamos felices, acá decoramos de forma original, a todos les va a gustar y no nos tiraron a la basura... estamos muy contentos". El agregado de las luces resaltaba aún más las curvaturas de los ahora orgullosos frutitos que, con su variedad de color, sencillez y naturalidad habían desplazado a las bolas de plástico. 

Fue una nochevieja muy especial, con nuestro imaginativo niño ruso y su gran creación artística: los naranjitos inmaduros como bolas de Navidad. 

CUENTO CORTO

 


EL ÚLTIMO PISO 

La comida sería a las nueve y media, pero me encarecieron que llegara un rato antes, para que me presentaran a los otros invitados.

Llegué apresuradamente, sobre la hora, y, ya en el ascensor, apreté el botón del último piso, donde me dijeron que vivían.

Llamé a la puerta. La abrieron y me hicieron pasar a una sala en la que no había nadie. Al rato entró una muchacha que parecía asombrada de mi presencia.

-¿Lo conozco? –me preguntó.

-No lo creo –dije-. ¿Aquí viven los señores Roemer?

-¿Los Roemer? -preguntó la muchacha, riendo-. Los Roemer viven en el piso de abajo.

-No me arrepiento de mi error. Me permitió conocerla –aseguré.

-¿No habrá sido deliberado? –inquirió la muchacha, muy divertida.

-Fue una simple casualidad –afirmé.

-Señor… -dijo-. Ni si quiera sé cómo se llama.

-Bioy –le dije-. ¿Y usted?

-Margarita. Señor Bioy, ya que de una manera u otra llegó a mi casa, no me dirá que no, si lo convido a tomar una copita.

-¿Para brindar por mi error? Me parece muy bien.

Brindamos y conversamos. Pasamos un rato que no olvidaré.

Llegó así un momento en que miré el reloj y exclamé alarmado:

-Tengo que dejarla. Me esperan, para comer, los Roemer a las nueve y media.

-No seas malo –exclamó.

-No soy malo. ¡Qué más querría que no dejarte nunca!, pero me esperan para comer.

-Bueno, si preferís la comida no insisto. Has de tener mucha hambre.

-No tengo hambre –protesté- pero prometí que llegaría antes de las nueve y media. Los Roemer están esperándome.

-Perfectamente. Corra abajo. No lo retengo aunque le aclaro: no creo que vuelva a verme.

-Volveré –dije-. Le prometo que volveré.

Podría jurar que antes nos habíamos tuteado. Pensé que estaba enojada, pero no tenía tiempo de aclarar nada. Le besé en la frente, solté mis manos de las suyas y corrí abajo.

Llegué a las nueve y treinta al octavo piso. Comí con los Roemer y sus otros invitados. Hablamos de muchas cosas, pero no me pregunten de qué, porque yo sólo pensaba en Margarita. Cuando pude me despedí. Me acompañaron hasta el ascensor.

Cerré la puerta y me dispuse a oprimir el botón del noveno piso. No existía ese botón. El de más arriba era el octavo.

Cuando oí que los Roemer cerraban la puerta de su departamento, salí del ascensor para subir por la escalera. Sólo había allí escalera para bajar. Oí que había gente hablando en el palier del sexto piso. Bajé por la escalera y les pregunté cómo podía subir al noveno piso.

-No hay noveno piso –me dijeron.

Empezaron a explicarme que en el octavo vivían los Roemer, que eran, seguramente, las personas a quienes yo quería ver… Murmuré no sé qué y sin escuchar lo que decían me largué escaleras abajo.

Adolfo Bioy Casares

sábado, 31 de agosto de 2024

LA PEATONAL

 Pensamientos. Mónica Bardi

¿Qué ocurre cuando el alejamiento de una persona querida se prolonga demasiado? En esta época de las supercomunicaciones, en teoría, el vínculo se mantiene si ambas partes lo alimentan con una frecuencia y una reiteración de afecto. Pero repito, ¿qué ocurre cuando una persona se aleja y se aleja y se sigue alejando?, ¿ los vínculos se relajan, se oscurecen, se amortiguan y, al final, mueren y/o quedan como un recuerdo remoto?

Y ya que hablamos de muerte, rematemos la faena y lleguemos al punto álgido: si esa persona muere ¿ya no nos duele tanto? ¿Ese alejamiento fue como un prólogo, una pequeña muerte progresiva, constante e inevitable? ¿Es lo mismo? ¿O casi? Esa anestesia sentimental que nos adormece ¿sería como un pequeño duelo porque el alejamiento deja de nutrir esa relación?

Sin embargo, parecería que hay lazos afectivos que permanecen intactos como una escultura y que, por el contrario, a veces parecen agigantarse con el tiempo. 

¿Será idealización? Quizás ese ser ausente no sufre las inclemencias del trato cotidiano, no se desgasta, no hay heridas en período de cicatrización. No hay palabras, cariñosas o dañinas ni hay perdones. No hay nada: ni bueno ni malo. Tampoco hay rutina. 

¿La voluntad de mantener y nutrir ese  vínculo, aunque sea unilateralmente, es capaz de preservarlo?

Desbordada por todas estas preguntas salgo a hacer un trámite y, en mi pequeña ciudad, la gente ríe, habla y se encuentra por la calle. Yo misma me encuentro, con gran sorpresa, con una exvecina a la que casi no reconozco. Y charlamos un ratito... Las peatonales son lugares ideales para interesarse un poco por la vida de los demás. Hay siempre algún músico callejero y pienso: esos vínculos tenues y casuales dan ganas de seguir viviendo y tienen su lugarcito en nuestras vidas. 

sábado, 24 de agosto de 2024

VIEJITOS AL ATAQUE

Pintura de JAN LIVENS

Mónica Bardi y sus casi 77 años, escribió esto. 

 ¡¡Por fin me dí cuenta!! Me cayó la ficha  y todo quedó transparente, evidente. 

Cuando el relax de la lectura, el cine, la escritura, la pintura o simplemente sentarnos en un parque es lo único que nos calma; cuando el cableado neuronal transmite serenamente, cuando el corazón late agradecido y los pulmones permean cada átomo de oxígeno recién llegado es cuando entendemos por fin de qué se trataba ese tema tan cacareado, masajeado, conversado y discutido: la vejez. Todo aquello que nos requiere, que nos demanda, que nos obliga, que nos pone a prueba, por tonto e insignificante que parezca, tiene el omnímodo poder de estresarnos, de angustiarnos y otros "arnos". 

Esto era la edad avanzada: necesitamos dos horas (mínimo) de relajación, acostados y en silencio, para superar una tarde ajetreada, una mañana de trámites, una conversación agitada o un tonto  problema doméstico. Esto es, en definitiva, la prueba palpable del paso de los años. Ya ni hablemos de una discusión o un disgusto. En esos casos, farmacología urgente e insomnio asegurado. 

Contribuye amablemente al disgusto y la preocupación cuando vemos a un ser querido a punto de meter la pata, de cometer un gran error y sufrir las consecuencias... y no podemos ni siquiera opinar. Vemos venir el tsunami con los labios sellados porque los jóvenes saben la mejor manera de cometer errores. Lo sé porque fuí joven y cometí muchos. 

Así que esto era la vejez: la reacción del medio interno en forma de alarma (cortisol) ante cualquier banalidad. No digan que no les avisé: esta viejita (yo) no está para muchos mambos. Y si no lo entienden ahora, jóvenes, solamente dejen pasar el tiempo y lo entenderán. Sabrán lo que es volverse transparente, invisible para los demás, cuando muchas veces hay que ponerse enérgico para que noten nuestra presencia. 

Eso de que los años traen serenidad era una mentira viperina inventada por gente joven para hacernos sentir todavía peor. Es verdad que amamos más el silencio que el ruido, que podemos pasarnos una hora mirando un árbol e imaginando como corre la savia por su interior; es verdad que ya no esperamos gestos de gentileza o amabilidad espontáneos de chicos o jóvenes. Que a nadie le interesa nuestra opinión y que el mundo actual no es como nos aventurábamos a imaginarlo. Si hay que hacer algo rápido lo mas probable es que nos equivoquemos porque nos ponemos nerviosos, pero si se puede reflexionar al respecto lo mas probable es que acertemos porque nos da tiempo para pensar. Esto era la vejez, señores míos. Hemos llegado. 


jueves, 22 de agosto de 2024

COMPAÑERO

 


FELIPE por Alejandro Bandín

Y una madrugada, entre la 1 y las 5 te fuiste. Hacedor de mil tropelías. Impune. Gallardo. Soberbio. Dominando con tu belleza. Atorrante. Insaciable buscador de alimento aún en basureros, actitud contraria a tu aristocrático porte. Sabedor de que con tu mirada apagabas las furias que tus delitos provocaban. Compañero en viajes y aventuras, en soledades, siempre. Gracias por este tiempo que compartiste con nosotros. Julia y yo, como los que también te conocieron bien, estamos tristes pero felices de haberte disfrutado. ¡CHAU FELIPE! seguramente si hay un cielo de perros, ahí debes estar paseando tu gallardía.

sábado, 17 de agosto de 2024

CORAZÓN

 


REFLEXIONES DE CLAUDIA ALIANDRI

Razón(co)razón.                                                        Y de repente viene un día mi corazón a plantearme que necesita espacio.

Me quedé pensando…

Por alguna o varias razones llevábamos algo de tiempo distanciados, y decidí dejarle marchar.

No es la primera vez que lo hace, pero ahora fue diferente, me lo dijo, como pidiéndome permiso.

Hizo las maletas y se alejó sin rumbo.

Me quedé pensando…

¿Se habrá cansado de caminar conmigo que últimamente lo hago más cabizbaja que nunca?.

Quizás esté por ahí bailando silencios harto de tanto escucharme llorar,

puede que esté en urgencias intentando sanar las heridas que le hice,

o escondido protegiéndose de tanta decepción, no lo sé…

A lo mejor está en aquella orilla esperando a que la certeza le rescate... o le empuje.

¿Acaso esté deambulando en soledad buscando respuestas?  

Tal vez esté soñando despierto aquellos sueños que di por perdidos,

… igual fue a interceder con mis demonios para que me dejen en paz, quien sabe.

En alguna ocasión me confesó que ya no podía con tanto desatino, quizás por ello me dejó sola con la razón.

Ellos nunca se llevaron del todo bien, les cuesta ponerse de acuerdo, pero los necesito a ambos para deshacer todos los nudos atorados en mi garganta, si ya es difícil hacerlo con los dos, más aún lo es si me falta uno de ellos.

Dicen por ahí que la razón tiene razones que el corazón no entiende..., pero sin las razones del corazón yo no podría vivir.

Sin ella muero poco a poco, pero sin él…, muero a tiempo completo.

Probablemente me dejó por las veces que intenté imponerle cordura a su locura, o incluso las veces, que, sin pensármelo mucho, le di sepultura.

Mi corazón es andariego. 

Volverá. 

Lo sé. 

Lo siento…

…porque mi corazón es alegre solo que ahora necesita..., un poquitito de tiempo.

viernes, 9 de agosto de 2024

COÑO

 


ODA TRIUNFAL AL COÑO 

Clàudia Lucas Chéu

La desimportancia del falo explicada a los caballeros

Sobrevalorado en el gozo siempre fue el falo.

Un hombre que domine bien la lengua,

en ambos sentidos,

no necesita preocuparse de la eficacia

o la belleza de su falo.

Las damas,

y los caballeros que también lo aprecien,

se conquistan por el uso de la boca.

Digamos que el falo divierte pero no conduce al éxtasis.

De esto no se habla, por pudor

o por miedo de amedrentar el cetro

sobre el cual siempre se pensó que giraba el mundo.

El falo es hermoso, si señores 

algunos, otros son horribles,

estilo cobra ciega ―,

simplemente no juzguen como obra de arte

la exposición de artesanía, caballeros

viernes, 2 de agosto de 2024

VINO TRISTE

 


ESTE ES MI VINO TRISTE por Mara Leonor Gavito


En esta noche de sábado familiar 

podría estar compartiendo risas y vino

podría ser como fui las otras noches

podría 

si no fuera la que me toca ser hoy


cuesta mantener la Alegría 

defenderla como una trinchera 

que diría Benedetti

que diría porque sabía perfectamente 

lo que cuesta mantenerse firme intransigente invencible en la trinchera

frente a la amenaza de la melancolía


cuesta disfrutar de todas las cosas pequeñas y también de las grandes

de las cotidianas y también de las extraordinarias 

a veces el esfuerzo de esta vigilancia agota


sobre todo cuando estás contando otro fracaso

otra puerta que se cierra

ante algo que empezó a brillar y prometió ser calidez amabilidad ternura pieles que se erizan

y eso se apaga 

sin que tú entiendas el porqué 


algo que te uniría al mundo para que este no fuera tan violento

cae y se cierra y no se dice 

sólo se intuye

y no se explica y te deja muda sin siquiera la posibilidad de contestar 


cae como todo lo que cae 

por más leve que parezca 

por más poca cosa 

por más poco tiempo 

cae y resuena demasiado porque las hoquedades de tu cuerpo son muchas y las resonancias se expanden y multiplican en ecos que tardarán en apagarse


y no pasa nada

objetivamente no pasa nada

si no fuera porque eres tan acústica para lo bueno para lo malo para lo serio para lo banal para lo mágico para lo hermoso 


tan acústica 


el vino triste aumenta la sensación de estar del otro lado

perdida en un mundo con códigos extraños

cada vez más indescifrables cada vez más enfermos

esperando a que alguna vez

las palabras sean herramientas útiles para el disfrute humano

esperando a que las manos sean herramientas útiles para la ternura

esperando a que los cuerpos sean herramientas útiles 

para refundar el amor


hasta que ya no hagan falta palabras precisas

que nos sirva cualquiera de ellas para nombrarnos 

una vez que lo importante 

lo realmente trascendente ya no sean las palabras

sino una dulce comunicación

sutil y efectiva 

como la que usan las abejas

para inventar la miel

jueves, 1 de agosto de 2024

PARTO por Lidia Barugel

 


EL ENCARGO

Adentro del vientre de su madre, enroscada y aún tibia, Serena sueña. Sueña que están soñando con ella.

Después del largo parto en el piso de la celda, el hombre envuelve a Serena en la manta marrón con que la entrega ahora. Su encargo, señor, dice. Felicitaciones y que tengan ustedes buenas noches.

El hombre despide un fuerte olor a sangre y a flores podridas, un olor que permanecerá impregnado en la casa hasta muchos años más tarde. 

         LIDIA BARUGEL

                                                                     

jueves, 18 de julio de 2024

MI CORAZÓN

 

Wisława Szymborska nació en Polonia, en 1923, fue una poeta, ensayista y traductora polaca, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1996. Fue una niña con gran imaginación que amaba leer, en su casa todos amaban la lectura, incluso se animó a escribir unos primeros versos a los cinco años, si al padre le gustaban, le daba una moneda. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando su escuela fue clausurada, tomó clases de manera clandestina con las monjas ursulinas. Fue en esta época que empezó a escribir sus primero poemas (libro “Canción negra” publicado por Nórdica), los cuales hablan de guerra y muerte. En enero de 1945 cuando las tropas soviéticas ocupaban Cracovia, organizaron un recital de poesía al cual asistí y fue donde conoció al también poeta Milosz, con quien entablaría una amistad para toda la vida. Con la llegada del comunismo, debuta como poeta y se adapta al estilo exigido. Sin embargo, a lo largo de su vida, el desencanto se incrementaría y terminó desilusionándose con esta ideología.  Tras sus dos primeros libros, Wisława rechaza al líder comunista Stalin.

Wisława Szymborska también adquirió una gran popularidad gracias a sus traducciones al polaco de obras maestras universales.


A MI CORAZÓN EL DOMINGO


Gracias te doy, corazón mío,

por no quejarte, por ir y venir

sin premios, sin halagos,

por diligencia innata.


Tienes setenta merecimientos por minuto.

Cada una de tus sístoles

es como empujar una barca

hacia alta mar

en un viaje alrededor del mundo.


Gracias te doy, corazón mío,

porque una y otra vez

me extraes del todo,

y sigo separada hasta en el sueño.


Cuidas de que no me sueñe al vuelo,

y hasta el extremo de un vuelo

para el que no se necesitan alas.


Gracias te doy, corazón mío,

por haberme despertado de nuevo,

y aunque es domingo,

día de descanso,

bajo mis costillas

continúa el movimiento de un día laboral.