miércoles, 9 de junio de 2021

DAVID Y GOLIAT

          FONDOS BUITRE:


EL ABOGADO DE OFICIO QUE GANÓ A GOLDMAN SACHS. 

Hay hechos que nos sorprenden gratamente, nos permiten sacar por breves minutos la cabeza de la oscura ciénaga en la que nos metieron los que globalizaron el odio, y logramos RESPIRAR AIRES DE JUSTICIA. 

César Pinto. 

Ésta es, muy resumida, la historia de César Pinto (español) y Rachid Bouikov (marroquí) y su larga batalla judicial. Dos ciudadanos valientes y perseverantes. 

Entre 2013 y 2015 dos hombres muy cabezotas, Pinto, abogado español y Bouikov, arrendatario marroquí decidieron enfrentarse a un ejército de abogados especialistas de la Comunidad de Madrid y, por si esto fuera poco, también se enfrentaron a un fondo buitre llamado Goldman Sachs, dueños de medio mundo y de la otra mitad casi también. Todo empezó cuando a Rachid le subieron 140 euros el alquiler de su casa. Él sospechó que, detrás de esta subida, algo más había y el azar quiso que su expediente cayera en manos de Pinto, abogado de oficio. Y lo que había era una venta millonaria de viviendas protegidas. 

Estos dos idealistas decidieron impugnar un convenio de venta urbanística de 2935 viviendas protegidas. Protegidas, en teoría, por la Comunidad de Madrid, quien, en realidad había vendido dichas viviendas al fondo de inversión ENCASA CIBELES por 201 millones de euros. ENCASA CIBELES es propiedad al 97% del banco de inversión GOLDMAN SACHS, conocido fondo buitre. 

                            RACHID BOUIKOV

CÉSAR Y RACHID han ganado y su victoria afecta a todos. La Comunidad de Madrid, siempre con el espíritu humanitario y solidario por delante (ironía), se opuso a que su caso beneficiara al resto de los vecinos en su misma situación. Pero el empeño de nuestro valiente abogado de oficio logró, desde su pequeño despacho de causas perdidas, el pasado febrero, que el tribunal fallara de nuevo a su favor: la sentencia de mayo de 2018 que anulaba la subida del alquiler de Rachid y devolvía su vivienda a manos públicas, se hizo extensiva a los otros 2934 vecinos. 

El potente fondo de inversión Goldman Sachs ya se ha rendido y ha pedido desembarazarse de las promociones y, de paso, ha reclamado recientemente (abril de 2021) a la Comunidad de Madrid casi 200 (doscientos) millones de euros por daños y perjuicios (se acabó la pasta, ¿la cosa salió mal?, se acabó la alianza, claro).

El gobierno regional ha recurrido, como última carta judicial, la ejecución de la sentencia, pero sabe que se encuentra en posición de JAQUE MATE inminente. 

Toda esta información, muy resumida por mi, la obtuve del diario EL PAÍS, del domingo 25 de abril de 2021. 

Lo notable de esta historia del País de Nunca Jamás es el escepticismo y la falta de entusiasmo con que algunas personas la han recibido. Estamos tan acostumbrados a que los malos ganen y logren corromper a todo bicho que camina que cuando algo noble ocurre, los que están de vuelta de todo miran torcido, con incredulidad y seguramente piensan: "mira esta, que ingenua, algo habrá oculto". (Lo de ingenua va por mí). Y esto me duele porque demuestra que en eso han triunfado los poderosos: han triunfado porque cuando ocurre que un ciudadano de a pie logra un poquito de justicia, muchos no terminan de creerlo. ¿Quiénes no lo creen? Los de la sonrisa cínica y el rictus de amargura, los superados que tienen todas las respuestas y que, si tuvieran razón, jamás hubieran sobrevivido Gandhi, Mandela, el Papa Francisco, el juez Garzón y muchísimos más que pelearon por un mundo mejor y lograron sentar precedentes y cambiar paradigmas. Si tuvieran razón los amargados que no se alegran de que algo bueno pase, estaríamos en el Paleolítico. 

Si alguien más me quiere recordar a gente VALIOSA Y VALIENTE, tanta como hay, que lo ponga en los comentarios, por favor, para que los escépticos reconsideren su posición y admitan que tengo derecho a sospechar que, en el fondo, envidian a los corruptos y en su lugar, quizás, harían lo mismo. (Que lo admitan para sí mismos, aunque no sea en voz alta). Porque, a decir verdad, ¿qué certeza tenemos los sufrientes ciudadanos de lo que seríamos capaces de hacer estando en los zapatos del OTRO? Todos tenemos un precio, dicen las malas lenguas. Pero si aceptamos esto, al menos echemos mano de algo de HUMILDAD y aceptemos también que, ante una situación límite, algunos actuaríamos de una forma y otros, de otra porque valiente es el que puede, no el que quiere. No apartemos con nuestra estúpida desconfianza a quienes merecen respeto y admiración, sin olvidar nunca los anónimos luchadores cotidianos, o sea, nosotros, esos que nunca salimos en los diarios.

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