sábado, 19 de junio de 2021

LA OTRA HISTORIA

 


MARTIN MIGUEL DE GÜEMES por Roberto Valero. 


Lo que nos enseñaron, y lo que nos siguen diciendo es que Güemes sólo fue "un gaucho valiente" y lo único que hizo fue cuidar "la frontera" norte del país contra los realistas. 

No, no fue así ...

Primero que no había ninguna "frontera" porque el Alto Perú (hoy Bolivia) era parte de la misma Patria que estábamos liberando. 

Pero por otro lado, presentarlo como sólo "un gaucho muy valiente" es vaciarlo de su verdadero contenido y valor.

Cuando hay alguien incómodo para el poder, el poder lo combate, lo ningunea, lo vacía de contenido. 

Por consiguiente, San Martín fue sólo un militar brillante; Belgrano sólo hizo la bandera argentina; Artigas sólo fue el héroe de un país vecino, y Güemes sólo fue un gaucho valiente. De esta forma el poder de los "dueños de la historia", que son los dueños de todo lo demás, neutraliza la faceta más revolucionaria y molesta de nuestros grandes. Su primera batalla la libró en las invasiones inglesas de 1806 y 1807, en esas circunstancias fue protagonista de un hecho insólito: la captura de un barco por una fuerza de caballería. Una violenta bajante del Río de la Plata había dejado varado al buque inglés «Justine» y el jefe de la defensa, Santiago de Liniers ordenó atacar el barco a un grupo de jinetes al mando de Martín Güemes. Dos años más tarde, volvió a su provincia natal mientras en Buenos Aires comenzaba lo que sería la Revolución de Mayo de 1810.

¿Y cuál fue esa faceta revolucionari? 

A principios de 1817, Güemes fue informado sobre los planes del Mariscal de la Serna de realizar una gran invasión sobre Salta. Se trataba de una fuerza de 3.500 hombres integrada por los batallones Gerona, Húsares de Fernando VII y Dragones de la Unión. Eran veteranos vencedores de Napoleón. Güemes puso a la provincia en pie de guerra. Organizó un verdadero ejército popular en partidas de no más de veinte hombres, El 1º de marzo de 1817, Güemes logró recuperar Humahuaca y se dispuso a esperar la invasión. Los realistas acamparon en las cercanías. Habían recibido refuerzos y ya sumaban 5.400. La estrategia de Güemes será una aparente retirada con tierra arrasada, pero con un permanente hostigamiento al enemigo con tácticas guerrilleras. En estas condiciones las fuerzas de La Serna llegaron a Salta el 16 de abril de 1817. El boicot de la población salteña fue absoluto y las tropas sufrieron permanentes ataques relámpago. El general español comenzó a preocuparse y sus tropas empezaron a desmoralizarse. No lo ayudaron las noticias que llegaron desde Chile confirmando la victoria de San Martín en Chacabuco. De la Serna decidió emprender la retirada hacia el Alto Perú. En marzo de 1819, se produjo una nueva invasión realista. Güemes se preparaba nuevamente a resistir. Sabía que no podía contar con el apoyo porteño: su viejo rival José Rondeau era el nuevo Director Supremo de las Provincias Unidas. La prioridad de Rondeau no era la guerra por la independencia sino terminar con el modelo artiguista en la Banda Oriental, que proponía federalismo y reparto de tierras. El nuevo director llegó a ordenarle a San Martín abandonar su campaña libertadora hacia el Perú y regresar a Buenos Aires con su ejército para reprimir a los federales. San Martín desobedeció y aclaró que nunca desenvainaría su espada para reprimir a sus compatriotas.

El año 1821, fue sumamente duro para Güemes porque a la amenaza de un nuevo ataque español se sumaron los problemas derivados de la guerra civil. Güemes debía atender dos frentes militares: al Norte, los españoles; al Sur, el gobernador de Tucumán Bernabé Aráoz que, aliado a los terratenientes salteños, hostigaba permanentemente a Güemes, quién sería derrotado el 3 de abril de 1821. El Cabildo de Salta, dominado por los sectores conservadores, aprovechó la ocasión para deponer a Güemes de su cargo de gobernador. Pero a fines de mayo Güemes irrumpió en la ciudad con sus gauchos y recuperó el poder. Todos esperaban graves represalias, pero éstas se limitaron a aumentar los empréstitos forzosos a sus adversarios.

Estas divisiones internas debilitaron el poder de Güemes y facilitaron la penetración española en territorio norteño. Los sectores poderosos de Salta no dudaron en ofrecer su colaboración al enemigo para eliminar a Güemes.

El coronel salteño a las órdenes del ejército español José María Valdés, alias «Barbarucho», buen conocedor del terreno, avanzó con sus hombres y ocupó Salta el 7 de junio de 1821. Valdés contó con el apoyo de los terratenientes salteños, a los que les garantizó el respeto a sus propiedades.

Güemes estaba refugiado en casa de su hermana Magdalena Güemes de Tejada, «Macacha». Al escuchar unos disparos, decidió escapar a caballo pero, en la huída, recibió un balazo en la espalda, un poquito mas abajo. Llegó gravemente herido a su campamento de Chamical con la intención de preparar la novena defensa de Salta. Reunió a sus oficiales y les transfirió el mando y dio las últimas indicaciones. Murió el 17 de junio de 1821 en la Cañada de la Horqueta. El pueblo salteño concurrió en masa a su entierro en la Capilla de Chamical y el 22 de julio le brindó el mejor homenaje al jefe de la guerra gaucha: liderados por el coronel José Antonio Fernández Cornejo, los gauchos de Güemes derrotaron a «Barbarucho» Valdés y expulsaron para siempre a los españoles de Salta.

Güemes, al igual que San Martín en Mendoza y Artigas en la Banda Oriental, tuvo la oportunidad que no tuvieron Mariano Moreno y Manuel Belgrano, gobernar.

Güemes gobernó Salta y aplicó lo que decían Belgrano y Moreno: reparto de tierras, promoción de las artesanias y de la industria regional, confiscación de animales y riquezas para la causa común; productivista, proteccionista y fomento del mercado interno.

Se enfrentaba a la clase dominante del puerto de Buenos Aires que se había quedado con los ingresos de la Aduana, pero también a la aristocracia y al clero salteño, tan clasistas como racistas. 

¿Murió un 17 de junio?

No murió, lo asesinaron los realistas, para la casta dominante salteña de entonces  era una pesadilla. 

Una versión asegura que la traición llegó a tal punto que se confabularon con el general realista Olañeta y favorecieron la entrada en la ciudad. Entregaron Salta y a Güemes al enemigo.

Murió defendiendo valientemente a su pueblo, fue alcanzado por un disparo en el glúteo. Se refugió con sus paisanos, pero al ser hemofílico, y no poder recibir atención médica, murió con sus 36 años.

Después de su muerte, la Gazeta de Buenos Aires (el mismo diario de Mariano Moreno, Castelli y Belgrano, pero ahora en manos de Rivadavia) tituló en su portada:

"Murió el abominable Guemes...Ya tenemos un cacique menos"

Posteriormente la casta salteña chamuyó que a Güemes lo habían matado "por un asunto de polleras", por primera vez un colla no tenía que bajarse de la vereda para dejar paso a un señorón de la alta sociedad, por primera vez los del pueblo no tenían que bajar la mirada.

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