martes, 8 de junio de 2021

LO SALVAJE NOS NUTRE.

 

Siempre que paseo por los alrededores de mi casa, ubicada en terreno no urbanizable ( aunque ésta es legal) miro la cantidad de terrenos abandonados con todo tipo de vegetación creciendo desbocada en jardines de casas en ruinas. Y, en un principio me daba lástima ver tanta dejadez. Pero cuando pensé en la cantidad de animalitos que deben vivir allí sin miedo del HOMO TECNOLOGICUS me quedé más tranquila. Ellos también tienen derecho a un territorio propio y seguro, todavía más que nosotros. 

Al continuar mis caminatas y reflexiones al azar, días más tarde, supuse que las especies vegetales salvajes y autóctonas también tienen derecho a una vida sin la amenaza constante del cortacésped y de los pesticidas; sin el peligro de nuestras especies vegetales elegidas, elegantes y, muchas veces, importadas, cuando arrancamos sin miramientos esas molestas "malas hierbas". 

Pero este apego a lo salvaje no convencía a nadie con los que habitualmente hablo, sólo a mí. Bueno, no solo a mi: mi hijo Alejo, que ya no vive acá, había dejado hace años una parte del jardín sin cuidar para que hubiera vegetación autóctona y espontánea. Ya intuía él que eso era bueno, era biodiverso mi niño, aparte de que le gustara. Ese chico siempre por delante. 

Después de leer al mexicano LUIS ZAMBRANO (adoro a los mexicanos) con frases como ésta: "la naturaleza es como el amor: hay que sufrirla para conocerla". "Soy crítico con utilizar la naturaleza como decoración sobre el hormigón" en referencia a los jardines verticales, fue cambiando mi mirada. Hablando de las ciudades, él avisa que la planificación urbana está, en muchas ciudades, en manos de las constructoras que únicamente se fijan en cada centímetro que pueda ser RENTABLE y ellos deciden si hay parques y dónde, o no hay, directamente. Lo biológico les tiene sin cuidado, hablando en general. También se explaya sobre la cooperación (puesta a prueba con la pandemia), en vez de la competencia y pone el ejemplo de la naturaleza: la mayor generación de biodiversidad viene a partir de la cooperación. Y pone dos ejemplos: 1) las microrrizas son hongos que se pegan a las raíces de los árboles y viven ayudándose. 

2) no podríamos digerir la comida si no tuviéramos bacterias en los intestinos. 

Luego, con el tema de los transgénicos, fue muy claro: aunque los transgénicos no afecten a la salud, según parecen mostrar todos los indicadores, al manipularlos para hacerlos más resistentes a las plagas o al clima, esos genes se dispersan por la BIOTA y la dominan. Se erigen como especies que no admiten otras. No cooperan, compiten. El paisaje se homogeiniza y trae pobreza biológica, anula la biodiversidad. 

Hablando de alimentación, aparece el tema de que no podemos seguir comiendo carne al paso que vamos. No sólo por el maltrato animal sino por el agua. La clave no sería dejar de comer carne, sino comer mucha menos. Singapur es la primera metrópolis que vende pollo de laboratorio, fabricado con células musculares de pollo creadas "in vitro". Cuesta 19 euros, en restaurantes, y se llama "carne limpia"; es fabricada en San Francisco. El desafío del futuro pasa por alimentar a los 7.300 millones de habitantes del mundo sin aumentar las emisiones de CO2. (Teniendo en cuenta que en nuestras sociedades capitalistas, el 40% de la comida va a parar a la basura). ¡Qué horror!

Los SUPERMERCADOS acaparan toda la alimentación. La homogeinizan, abaratan los precios y nos obligan a homogeinizar nuestros menús. Pero no es sólo el sabor; los grandes consorcios necesitan pesticidas para producir esas cantidades. Sólo podemos salir de esto legislando y poniendo freno a las grandes fuerzas del poder económico que son los supermercados. 

La sostenibilidad vive de la heterogeneidad, no de la homogeneización y sólo lo podemos lograr desligando el concepto de DESARROLLO del de CONSUMO. "Una población en contra de la naturaleza es vulnerable". Hasta acá las valiosas opiniones del biólogo. 

En España hay una gigantesca campaña para multiplicar la biodiversidad urbana: los parques de Barcelona, por ejemplo, cuyos jardineros dejan partes salvajes; arroyos recuperados que estaban debajo del asfalto en Vitoria, una microrreserva de mariposas en Logroño, huertos urbanos en Valencia, cultivos hidropónicos, etc. Parece que nos vamos dando cuenta de la importancia que tiene el intercambio genético. SOMOS UN POCO LENTOS, LERDOS, A DECIR VERDAD. 

Otro tesoro: el cáñamo, cuya cepa no psicoactiva abre nuevas posibilidades a la arquitectura con paneles prefabricados de hormigón de cáñamo (hempcrete). Los famosos vaqueros, tan comunes en nuestra vestimenta (otra industria supercontaminante), serían reutilizados para eficaces planchas de aislamiento térmico en los edificios.

En Milán, la Biblioteca de los Árboles, cuyos ciudadanos visitan con devoción, con 135.000 plantas de diferentes especies y 500 árboles, fue diseñada por una paisajista holandesa. Cuando pudieron salir del confinamiento, estaba todo en flor y la gente hizo llegar su agradecimiento a los medios de comunicación, por ese precioso entorno. 

En París, hace solo tres lustros hubo una feroz oposición a que la alcaldesa Anne Hidalgo prohibiera la circulación rodada en las orillas del Sena y ahora es el recreo favorito de los parisinos. 

Después de todo esto, cuando camino por los carriles de mi vecindad, ya no me siento tan mal. Incluso en mi propio jardín, al que nunca dejé entrar pesticidas, ya voy dejando algunas hierbas "malas" para que se crucen genéticamente con las ya plantadas. En mi casa, a ejemplo de la vegetación, los HOMOS TECNOLOGICUS que vivimos en ella, fomentamos la biodiversidad: españoles, uruguaya y argentina. Esta última, o sea yo, con mezcla judía, gracias a Zeus. 



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