viernes, 3 de febrero de 2023

NADA LOGRAMOS SABER

 FAUSTO (Goethe)

Ilustración de August Von Kreling
El sueño de Fausto

¡Ah! Filosofía, jurisprudencia, medicina y hasta teología, todo lo he profundizado con entusiasmo creciente, y ¡heme aquí, pobre loco, tan sabio como antes! Es verdad que me titulo maestro, doctor, y que aquí, allá y en todas partes cuento con innumerables discípulos que puedo dirigir a mi capricho; pero no lo es menos que nada logramos saber. Esto es lo que me hiere el alma. Sin embargo, sé más que todos cuanto necios doctores, maestros, clérigos y religiosos se conocen: ningún escrúpulo ni duda me atormentan; nada temo de todo aquello que causa a los demás espanto; pero, merced a esto mismo, no hay para mí esperanza ni placer alguno. Siento no saber nada bueno, ni poder enseñar a los hombres cosa alguna que logre convertirlos o hacerlos mejores. No tengo bienes, dinero, honra ni crédito en el mundo: ni un perro podría soportar la vida bajo tales condiciones: por eso no he tenido otro recurso que consagrarme a la magia. ¡Ah! ¡Si por la fuerza del espíritu y de la palabra me fuesen revelados algunos misterios! ¡Si no me viese por más tiempo obligado a sudar sangre y agua para decir lo que ignoro! ¡Si me fuese dado saber lo que contiene el mundo en sus entrañas y presenciar el misterio de la fecundidad, no me vería, como hasta ahora, obligado a hacer un comercio de palabras huecas! ¡Reina de la noche, dígnate dirigir tu última mirada sobre mi miseria, ya que tantas veces, después de la media noche, me has visto velar en este pupitre! Siempre me mostrabas entonces, pobre amiga, sobre un montón de libros y papeles. ¡Ah! ¡Si me fuera dado ahora trepar a tu dulce fulgor las altas montañas, flotar en las grutas profundas con los espíritus, danzar a la hora de tu crepúsculo en los prados, y, libre de todas las ansiedades de la ciencia, poder bañarme rejuvenecido en tu fresco rocío! Miserable agujero de pared tenebrosa, en el que sólo a duras penas penetra la grata luz del cielo, y en el que por todo horizonte descubro este montón de libros roído por los gusanos y legajos de papel empolvados que llegan hasta el techo. No veo en torno mío más que vidrios, cajas, instrumentos carcomidos, única herencia de mis antepasados. ¡Y eso es un mundo, y eso se llama un mundo! ¿Y aún preguntas por qué el corazón late con inquietud en tu pecho? Porque un dolor inexplicable detiene en ti toda pulsación vital, porque vives entre el humo y la carcoma, porque en lugar de la naturaleza viva en que Dios colocó al hombre, no tienes en tu derredor más que huesos de animales y esqueletos humanos. Huye y audaz lánzate al espacio. ¿Acaso no es un guía suficientemente seguro ese misterioso libro escrito por Nostradamus? Entonces conocerás la marcha de los astros, y si la naturaleza se digna instruirte, se desenvolverá en ti la energía del alma, y sabrás cómo habla un espíritu a otro espíritu. En vano por medio de un árido sentido intentas conocer ahora los signos divinos. ¡Espíritus que flotáis en torno mío, respondedme, caso de que llegue mi voz hasta vosotros!  


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