lunes, 2 de enero de 2012

OTRA PELÍCULA INOLVIDABLE.

Hace años que la ví, la volví a ver a los pocos días y ahora, años más tarde, la vuelvo a ver.
Y el corazón se te vuelve a encoger, te late desbocado con algunas escenas. La música, a veces, hasta te obliga a cerrar los ojos. La maravillosa pintura en el salón de la casa del escritor. La atmósfera gris, opresiva del informador, su vida sin amor,  en contraste con la casa cálida y hospitalaria del escritor que es permanentemente observado, la traición de la mujer, la lenta transformación del informador del régimen al otear en la vida de ése otro que tiene una vida DE VERDAD, y cómo elimina una prueba incriminatoria escondida del que tiene esa vida de verdad. La escena final, cuando el informador, ya caído el régimen, y él caído en desgracia, compra el libro del ahora célebre escritor y encuentra la dedicatoria dirigida a él (en clave, por supuesto). El vendedor le pregunta: "¿Se lo envuelvo para regalo?"  Y, él, con esa infinita mirada azul, le contesta: "No, es para mí" (NUNCA MEJOR DICHO, anónimamente le había salvado la vida al escritor enemigo del régimen). Su gesto había cambiado, su mirada se había dulcificado, la transformación que dejó entrar en su alma se quedó allí para siempre.  Hay películas que nos llegan al sistema límbico y allí se quedan para siempre.  

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