sábado, 6 de marzo de 2021

ARGENTINOSAURUS II

 

            FLORENTINO AMEGHINO

                    JOSÉ BONAPARTE. 

Florentino Ameghino murió en 1911 y José Bonaparte en 2020. Uno a principios del siglo XX y otro a principios del siglo XXI. Vivieron tiempos distintos, pero compartieron una pasión: la prehistoria y sus habitantes. 

Quizás por eso, en vez de ir a cielos o infiernos, se quedaron, después de muertos, merodeando en donde más cómodos se sentían: los museos de historia natural,  mientras seguían conversando sobre sus respectivos trabajos, investigaciones y taxonomía. Las novedades científicas volaban y ellos no querían quedarse atrás. 

"¿Te enteraste que encontraron a un hijo del gigantón que descubriste en la Patagonia, José?" preguntó Florentino, hojeando el diario. 

"No. Cuéntame"- contestó Bonaparte, mientras miraba un trilobite con una lupa. 

"Estos jóvenes investigadores no leen el diario: pasan de todo" pensó Florentino pero no dijo nada. "Resulta que una niña encontró un esqueleto casi entero de un argentinosaurus bebé, a poca profundidad, al lado de la ruta 40, cerca de donde tú encontraste al primer ejemplar". 

"¡Bien por la niña!" se alegró José. "Lo llevarán al museo de plaza Huincul, junto al otro ejemplar, seguro y podremos ir a verlo". 

"Ahí te equivocas, se lo llevaron, casi por la fuerza, unos funcionarios del museo de Mercedes, porque, como sabrás, es una joya que muchos ambicionan"se lamentó Florentino. 

"¡Pero eso no puede ser!" casi gritó Bonaparte, apartando bruscamente la vista de la lupa. "Ese tesoro pertenece a la provincia del Neuquén"

"Así es la política, mi amigo, todos se quieren colgar la medallita, pero ya hay un litigio en marcha, que, como te imaginarás, durará una eternidad entre sellos y papeleos, abogados y oficinas... claro que a nosotros nos da igual. Tenemos toda la eternidad para ver cómo se resuelve. La que me da lástima es la niña, que parece que está muy triste, ya que ella habló con el esqueletito del saurus y éste extraña a su mamá. El saurito querría estar a su lado. Naturalmente, nadie le creyó". 

"¿Y nosotros no podemos hacer nada? "musitó José, muy pensativo. 

Florentino lo miró, también pensativo: "como no vayamos al programa de la tele de Iker Jiménez, Cuarto milenio, no se me ocurre más nada. Con la burocracia que inventamos estando vivos, no hay nada que hacer: nos pedirían hasta la vacuna del último perro que tuvimos. Y robarlo no podemos porque buscarían culpables entre los vivos: sería injusto". 

"Sin embargo" los ojos de José se iluminaron de golpe con una luz sobrenatural, como en todos los difuntos suele ocurrir, porque para eso están kaput. "Algo muy loco sí podemos hacer...pero llevará mucho tiempo".

"Tiempo es lo que nos sobra, José, cuéntame tu idea". 

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"Ya sé lo que voy a estudiar de mayor, mamá: paleontología" anunció Luna a Selene, con una prometedora sonrisa, saliendo de su melancolía y de su aislamiento. 

"Anda ya, niña, déjate de pavadas. Vas a estudiar odontología, como tu padre y tu abuelo. El futuro asegurado, que es lo más importante"-dijo Selene, sin dejar de hacer veinte cosas a la vez, como todas las mujeres y más, si son madres,  pero con una secreta alegría de ver a su hija otra vez contenta. 

"Si, mami, dientes estudiaré, pero los de los fósiles; ya verás, y de hambre no me moriré, ma, en todo caso heredaré tu piso". 

"¿Mi piso? Ja, ja, después de la guerra civil con tus hermanos te quedará medio dormitorio, con suerte.  Pero volvamos al tema de marras, todo esto se te ocurrió por lo del argentinito, ¿verdad, tesoro? Eso te afectó mucho". 

"No, mami, no es por el esqueletito, es porque hace varias noches que vengo charlando con 2 paleontólogos famosos y ellos me interesaron mucho en estos temas. Me contaron historias fabulosas de antropólogos que trabajan en la sierra de Atapuerca hace más de 20 años, en Burgos,  en España. Ya veré luego en qué me especializo porque la prehistoria es un período de tiempo inmenso, ¿sabías, mamá? Es una maravilla. Todo, todo me lo están contando ellos. 

"Ah, claro... hablas con ellos por Internet".

"No, mami, ellos ya murieron, hablo con ellos face to face, como quien diría. "

Selene se acercó alarmada a su hija y le tocó la frente: "¿otra vez sin fiebre y hablando con fantasmas?" pensó y al borde de un ataque de ansiedad, interrogó a Luna. 

"Dime, hijita de mi alma, desvelo de mis días y mis noches, tesoro de mi cuore ¿quiénes son esos señores con los que hablas, en lugar de dormir?"

"Florentino y José". 


Continuará.








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