jueves, 21 de octubre de 2021

CONSUELO DE TONTO

 


Viendo en el telediario las espeluznantes escenas de la erupción del volcán de la isla canaria de La Palma; ese Leviatán de roca; y  con qué urgencia la gente tiene un ratito (quince minutos, media hora), para sacar sus cosas de la casa e irse para siempre, antes que la lava engulla vorazmente plantaciones, viviendas e infraestructuras, una se larga a pensar. A imaginar. Y a mirar en derredor lo que vemos cada día que nos despertamos y damos por sentado: las mismas cosas, todas las cosas que están a nuestro servicio y nos facilitan la vida: la cafetera, la ducha, el lavarropas. Y luego, nuestros recuerdos, los que hemos ido acumulando con los años, las fotos de los viajes. Nuestras plantas ¡las plantas, los árboles!, que sembramos y vimos crecer, día a día. Las que otras manos plantaron hace años y en esos troncos y esa savia guardan su recuerdo, mientras arañan las nubes.

La vajilla de la boda de mamá, las enormes cantidades de cartas manuscritas de mis padres cuando emigré; mis pinturas, que lo invaden todo; algunos cuadernos escolares de los hijos con sus dibujitos, los libros ¡los libros! (Si los perdiera, no me consolaría pensar que ahora los puedo leer on-line), el título de odontólogo de papá: irreemplazable. Y pienso. E imagino. ¿Cómo se sentiría Borges si una lengua de fuego se tragara su biblioteca?

Todo prolijamente devastado, incinerado, liquidado, por la naturaleza que necesita descomprimirse, desperezarse. Todo lo que creíamos que seguiría existiendo, puede pasar, en pocos días, a manos de invasores dedos ardientes de roca fundida y hundirse en un profundo y nuevo estrato terrestre. Así como todas estas islas nacieron de erupciones, las erupciones posteriores las van "aggiornando", van redibujando una orografía distinta con su negro carbón. Menos mal que contra este fenómeno explosivo no nos podemos enojar, ni buscar culpables, ni agarrarnos algún ataque de nervios señalando con el índice la causa de nuestras desgracias, como pasa hoy en día con casi todo lo demás. 

Los pobres canarios rescatan lo que pueden, incluídos los animalitos domésticos y salen corriendo en furgonetas atestadas. Al volcán le da igual que los desborde la vulnerabilidad, la desesperación. Él continúa impertérrito con sus vomitivas y ardorosas necesidades. Lecciones que nos da la vida. 

Y pienso. E imagino. Miro mis paredes, a las que hace tiempo les vendría bien una mano de pintura y que me protegen y me amparan y nunca se cansan; el techo con sus tejas aguantando frío, calor y lluvias torrenciales y nunca se cansa. Los cristales que detienen la lenta marcha descendente de las gotas de lluvia y nunca se cansan. 

                Foto de Martín Barizo

 ¿Y las palmeras? ¿Oirán los gemidos de sus lejanas parientas canarias cuando la temperatura alcanza los 1000 grados centígrados? ¿Y mi ganso Cuaco? ¿Habrán podido sus parientes canarios salir volando?

Estoy desanimada ¿se nota? No puedo evitar pasar este mal rato con tanto animal y vegetal desafortunados, aunque después siga con mi vida y los tontos inconvenientes que nos regala la vida cotidiana, y que, comparados con esas tragedias, no son más que trivialidades. Pero igual estoy desanimada ¿se nota? 


Y hablando de tontos tropiezos, ayer tuve uno. La burocracia siempre se ocupa de arruinarnos una mañana espléndida de sol y ayer me tocó ir a una repartición nacional a buscar unos papeles, armada de paciencia. Las veces que he visto que estos lugares no funcionan bien, me dan argumentos de sobra para ir arrastrando los pies. 

Pero hete aquí que, en este caso, pude aprovechar esa circunstancia para superar mi desánimo. Hice (hicimos) algo por alguien que me dió un poco de aliento en el alma. En la cola del registro civil (si, cola y con cita previa) vi a una señora ¡viejísima!¡antiquísima! y muy digna, con un par de muletas y pensé: "si yo no pude conseguir la cita previa en Internet ni con la ayuda del funcionario, qué le espera a esta pobre anciana". Y ella, sin saber nada, se dispuso a esperar tranquila, creyendo ingenuamente que cuando le llegara su turno, la atenderían, aunque ni siquiera preguntó cuál era el último de la cola y de la cita previa por Internet no tenía ni noticias. ¡La pobre! (Enseguida me acordé del tramo de mi vida con muletas). Se apoyó sin quejas en un recodo de la pared porque sillas para esperar allí, no había, no hay ni habrá. 

Así que cuando me llegó mi turno (al que accedí días antes con la ayuda de otra persona más hábil que yo en estas engorrosas cuestiones informáticas) y ya terminé mi trámite, antes de irme le susurré a la joven empleada: "¿te puedo decir algo?" Y ella asintió algo intrigada. "Allí afuera hay una viejita que no tiene cita previa, debe pasar de los 80 años y se apoya en dos muletas. ¿No podrías colarla, por favor?". Entonces ocurrió lo inesperado: la joven salió, vió la situación e hizo entrar a la anciana inmediatamente y sin ninguna explicación, frente a la mirada estupefacta de la gente de la cola...aunque nadie dijo ni mu. 

Me fui satisfecha y contenta como un boy scout que ha hecho algo bueno por alguien (aunque sea una insignificancia). Compré una plantita con una bellas floras blancas y volví para regalársela a la ahora sonriente, aparte de sorprendida, funcionaria del registro civil. Le dije: "gracias por tus esfuerzos". Y no era un hueco halago: esas personas muchas veces se dejan la piel día tras día para atender, lo mejor que pueden, a tanta gente, en general, tranquila, pero a veces vociferante. Esta joven es una víctima más de los recortes de personal en las oficinas públicas. Había sólo dos empleadas donde tendría que haber al menos cuatro o cinco personas atendiendo al público y luego, haciéndose cargo de la búsqueda y entrega de los documentos ya firmados en grandes pilas de carpetas que ni siquiera estaban por orden alfabético. 

Este tema me trae a la memoria la remanida controversia de que si hacemos algo bueno por alguien es únicamente para nuestra propia satisfacción. Nunca entendí este razonamiento, es como buscarle la quinta pata al gato. Si hacemos algo bueno por alguien hay doble beneficio: el que da y el que recibe. ¿Eso es malo?¿ O necesitamos una hipotética balanza para calibrar que pesa más? 

Y así vamos por la vida, con pequeños consuelos y desconsuelos y, a veces, por qué no, fugaces momentos de alegría.  

6 comentarios:

  1. Horror por el volcan y alegría por mi prima siempre solidaria

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  2. Gracias, Beto. Primo querido y preferido.

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  3. ¡Sí que te da tiempo a pensar en un día! Y a escribirlo, sobre todo.
    La naturaleza sigue su curso y es una jodienda cuando estamos en el medio.
    Sobre lo dramático de que en un breve lapso de tiempo podamos quedarnos sin NADA, está el dicho: “Más se perdió en la guerra”. Una vez me detuve a pensarlo… qué terrible, perderlo todo. Dentro de lo terrible de lo que sé está viviendo en La Palma, podemos aliviarnos sabiendo que no se ha perdido ninguna vida humana… lo primero que se pierde en las guerras. Aún así, nada puede consolar el dolor de cada una de estas personas despojadas de sus cosas.. las cosas también son parte de nosotres.
    En cuanto a lo del beneficio propio al hacer el bien, también lo he pensado Mónica.
    Ojalá haya mucha más gente que se sienta egoístamente feliz al hacer un pequeño gesto de amabilidad. Recalco: esos pequeños gestos que no te van a hacer salir en un titular de diario.
    Para les que hacen “obras de beneficiencia” para pagar menos impuestos, para lavar su imagen pública o para sentirse buenes cristianes, para esos sí que digo: tu acto es puro egoísmo, mierda revestida de oro.
    Obviamente no es tu caso. Lo de hacer pequeños pero grandes gestos de solidaridad, apoyo y sostén para otras personas en vos, Mónica, es una vocación. Es amor.

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  4. Jaja… me sale en la cuenta de mi hija… pero ya sabés quién soy. Besos!

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    1. Si, sos Mara Gavito, gracias por tu comentario. El blog está contento y yo también.

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  5. Hay un dicho que dice "Dios perdona Siempre, el hombre a veces, la Naturaleza nunca"
    El primero parece ser su Trabajo, con el segundo viste el gesto de la empleada no todo esta perdido, y con la tercera es inevitable. Saludos 🤗

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