jueves, 3 de noviembre de 2022

EJERCICIO PARA TEATRO

 Escena en el departamento de extranjería de la comisaría de policía.

Un policía está en su escritorio mirando fijamente un papel. 

Entra un hombre muy bien trajeado y se queda de pie con respeto. 

"Siéntese, por favor" dijo el policía, sin mirarlo. 

El hombre llamado Ulises se sienta y espera.  

"Vamos a ver" suspiró el policía, como si le costara decir lo que iba a decir. "Usted y sus 4 hijos entraron en este país hace un año como turistas. Luego usted solicitó el permiso de residencia y trabajo pero le fue denegado. Por lo tanto, usted está expulsado de España y se tiene que marchar". 

Ulises, con expresión de gran preocupación, respondió, luego de un breve silencio: "hay un problema: no tengo dinero y ya que estoy expulsado y me tengo que ir ¿Quién me va a pagar el billete mio y el de mis 4 hijos? ¿Su gobierno?"

"Imposible, si tuviéramos que pagarle los viajes de vuelta a todos los indocumentados, imagínese".

Ulises está acorralado y nervioso.

"Pero es que, le repito, no tengo dinero para cinco billetes"

"Ya, pero ése no es mi problema. Usted se tiene que ir. Además, estando expulsado no podrá alquilar una vivienda"

"Ya alquilé a unos conocidos. Allí vivo con mis hijos".

"Pero...pero...no podrá abrir una cuenta bancaria". 

"Ya abrí una en Unicaja con mi pasaporte" dijo Ulises, cogiendo algo de confianza. 

El policía se encontraba cada vez más confundido y acorralado porque iba perdiendo argumentos. 

"Es que...es que...siendo indocumentado no podría comprar un coche".

"Ya compre un Simca 1000 e hicimos la transferencia. Mire, señor policía, con todo respeto ¿esto no se puede arreglar de otra manera?"

El uniformado se puso de pie mientras le iba cambiando el color de la cara. "Usted no estará sugiriendo nada parecido a un soborno, me imagino, porque le recuerdo que no está en una república bananera"

Ulises se dió cuenta que había dado un paso en falso e inmediatamente se puso a a arreglar el desaguisado. 

"¡¡No, claro que no, por supuesto que no!! ¡Qué barbaridad! Haré lo que usted manda: pediré dinero prestado a la Cruz Roja y me iré de inmediato. Dejo a los niños aquí".

"¿Cómo que deja a los niños? Son menores de edad... no puede hacer eso" se alarmó el policía. 

"Claro... eso mismo pienso yo. Pero el dinero no va a alcanzar".

Habían llegado a un callejón sin salida. Se hizo un silencio espeso que al final rompió Ulises, esbozando una tímida sonrisa. 

"A propósito, señor agente, tome mi tarjeta personal con mis datos. Ya veré cómo lo resuelvo con mis papeles. Lo tendré informado". 

"Ahh, dentista, ya veo... ya veo. ¿Le puedo hacer una pregunta profesional?"

"Por supuesto" dijo Ulises tratando de esconder una sonrisa de triunfo. 

"Mire usted, tengo un problema con una funda y nadie da en la tecla. No se imagina el dinero que llevo gastado y ya me veo perdiendo esa muela". 

"De ninguna manera. Encontraremos una solución para que eso no ocurra. Estoy a su entera disposición" contestó el doctor con su mejor sonrisa, mientras el policía colocaba el expediente en el fondo del cajón de donde nunca lo debería haber sacado. 

             Fin del cuento. 




 




No hay comentarios:

Publicar un comentario