martes, 8 de marzo de 2022

SÍMBOLOS

 MÓNICA BARDI

Vendió para pagar viejas deudas. Muchas eran culpas del pasado. Todos llevamos algo a cuestas. Pagó y se dió cuenta que eso le aportó cierta impalpable tranquilidad interior como si una tímida paz se asomara desde algún lugar oscuro. Por eso, cuando fue interpelado por AQUEL que siempre tocaba el apropiado botón emocional que le hacía daño, notó algo distinto, algo nuevo. En un primer momento, no pudo definirlo, no pudo ponerle nombre, era como una serenidad inquebrantable. Los ataques verbales de AQUEL salían de su boca pero, asombrosamente, no llegaban a destino. Las apuñalantes palabras, esas terribles y dolorosas palabras, perfectamente entendidas desde lo racional, llegaban vacías de contenido, habían perdido su filo, sus puntas y su quemazón. Profundamente asombrado, constataba, con el paso de los minutos de la conversación, que era como si un parapeto transparente lo aislara del poder hiriente de AQUEL que lo quería herir. Ese noble cristal actuaba de cortocircuito y lo iracundo se derretía en el camino. ¿Como se habría obrado aquel milagro? ¿Era posible que con plata se hubiera saldado esa deuda que solo existía en su imaginación? ¿Tanto poder tenía ese papel impreso en su subjetividad? "Para que después resten importancia a la fuerza simbólica del dinero" pensó más tarde, rebobinando el diálogo con placer. Y una leve sonrisa curvó su boca. Había ganado la guerra, llevada y traída en tantas batallas a lo largo de muchos años: YA NO PODÍA HACERLE DAÑO. 
                            Mónica Bardi. 

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