lunes, 11 de julio de 2022

GENIOS

 

Raúl Pescaras Castera de Catelluccio

Desde muy chiquito había sido muy inquieto. De esos nenitos a lo mejor un poco intensos, a los que era necesario de vez en cuando pegarles un grito... su madre elegía mandarlo a la calle a que saliera un poco, que recorriera plazas. Todo era mejor que tenerlo adentro, encerrado e insoportable.

Y ahí iba Raulito, corriendo, saltando, pateando, gritando, y riendo. Descargando energías, digamos.

Regresaba a su casa casi a la nochecita, apenas la tarde se había ido y empezaba a oscurecer. Y eso que solo tenía 7 años.

Cuando entró a la primaria, el "problemita" fue trasladado (podríamos decir) a sus maestras...Que, obvio, tampoco lo soportaron. La primaria fue para Raulito una gran colección de retos, de golpes en los nudillos, de chasquidos en la cola con una varita, de horas observando contra una pared, de oprobiosos gorros en cono y orejas de burro que provocaron (claro está) la risa interminable y vergonzante de sus compañeros…El chico era eléctrico en una época (1897) en la que la escuela no estaba preparada precisamente para chicos de este tipo... Era "el loquito Raúl" para sus compañeros. Y también para sus maestros, claro.

Mil y una vez llamaron desde la dirección a su madre Clara, para que les explicara porque su hijo era tan “intenso”. Clara (por toda respuesta) bajaba la cabeza y decía "tiene usted razón, le pido perdón", respuesta la cual permitía al director endilgarle una sarta interminable de pseudo consejos destinados a "encarrilar a ese chico,  educar a esos padres y salvar la integridad de esa familia"...(literal, AGN, A. H. Escolar, libro 78, F. 112 ). Esa pobre madre soportaba todas las quejas que las autoridades derramaban sobre su hijo que, sin embargo, no modificaban nada de sus conductas. Ella simplemente  confiaba en él.

Cierta vez, mientras estaba retando a su hijo por los motivos de siempre y de todos los días, el con la cabeza gacha y los ojos llenos de lágrimas la respondió "Es que no tengo tiempo de ser chico, por eso soy tan apurado". Respuesta por lo menos enigmática para un niño de solo 7 años, en aquellos lejanos tiempos... Cuando termina la primaria a los ponchazos, también a los ponchazos transcurrió su secundaria.

Primero hacerlo entrar al colegio ya que cuando lo fue a anotar, las autoridades le preguntaron "¿pero su familia es acomodada? Porque a este colegio solo vienen los ricos". Y era verdad…porque la educación secundaria en aquellas épocas era definitivamente para “acomodados”, solo para ricos. Y no solo en el colegio que eligió la mamá de Raúl, sino en todos los del país. Claro, y no era esa la situación económica de la familia: Clara era ama de casa y su esposo Alberto era fogonero de locomotoras, así que el dinero precisamente no sobraba, sino más bien todo lo contrario. Sin embargo (gracias a la intermediación de un muy lejano tío que era militar), Raúl pudo ingresar a la secundaria.Y ahí parece ser que aparte de apurado, se hizo abombado. O por lo menos la mayoría de sus profesores lo trataba como tal. A lo mejor, vaya a saber, motivos no les faltaban:

Raúl desarrollo un interés (casi un amor podríamos decir) apasionante por…las abejas. En los recreos, en vez de ir a jugar con sus amigos, se iba hasta las cercanías de un alambrado desde dónde se podían vislumbrar un par de panales, y se pasaba esos 45 minutos observando, suspirando, anotando, riendo y tomándose la cabeza. Un loco. Otra vez, paradojalmente y sin relación con la primaria, lo comenzaron a llamar también "el loco Raúl"...para que no hubieran dudas, parece. No le iba mal en las materias, pero lo que ponía como locos a los profesores es que también le gustaban…las libélulas.

Así que ya no solo eran las abejas, sino también las libélulas. Y también se pasaba horas y horas observando suspirando, anotando, riendo y tomándose la cabeza con sus nuevos descubrimientos sobre el novedoso insecto ¿Descubrimientos? Sí, pero que solo a él le interesaban, y a nadie importaban. Como fuera (tal vez porque no pertenecía a la élite acomodada o ya porque los profesores no lo soportaban), Raúl en tercer año fue expulsado de la escuela. Su padre fue a hablar, su madre casi a implorar. Pero no hubo caso, el “loquito Raúl” fue dejado de lado...hacía ya rato en verdad que se lo querían sacar de encima.

Dos situaciones se dieron al mismo tiempo: Raúl se quedó sin escuela, y a Alberto, su padre, le ofrecieron trabajo cómo maquinista de ferrocarril, pero en España. Pues solo averiguar a través de un familiar lejano si había escuela para Raúl, metieron en un par de valijas las pocas cosas que tenían y partieron hacia allá, a la aventura. Una vez instalados, las finanzas de la familia mejoraron, y nuestro querido Raúl pudo ser incorporado a una escuela que esta vez contuviera sus locuras. Aunque los profesores le seguían diciendo de todo por esa manía que no había abandonado de mirar hacia el cielo y de observar abejas y libélulas, le tuvieron de todas maneras más paciencia que en Argentina. Aunque nunca dejó de ser por allá "Raúl, el Flipao", parece ser que tan loco no estaba: a sus 22 años patentó en Italia su primer invento: el lanzatorpedos. A sus 27 años patentó para España la friolera de 99 inventos más, entre ellos el pistón libre. A sus 29 años (y a pedido de su amigo de aventuras Gustave Eiffel), patentó para Francia su invento máximo: el helicóptero (patente francesa número 533.820). Al contrario de lo que opinaron sus profesores argentinos, parece ser que pasarse horas y horas observando suspirando, anotando, riendo y tomándose la cabeza con descubrimientos sobre abejas y libélulas (al final) no había sido una pérdida de tiempo. Al día de la fecha, el tercer ingreso de divisas a Francia por motivos de canón por patentamientos mundiales, sigue siendo el helicóptero de Raúl Pateras Pescara...($3800 millones de Euros solo en 2019).

Raúl Pateras Pescara de Castelluccio fué abogado, piloto pero también (y antes que nada) un inventor formidable.

Falleció en 1966 en París, justo el mismo año en que Elvis Presley compró su primer auto de colección: el Pateras Pescara Royale. Podría haber sido nuestro, si aquellos profesores no hubieran sido tan ciegos. Ciegos de no reconocer el genio en un niño distinto. 

Solo una muestra, de cómo no cuidamos a los nuestros...

https://cafecito.app/historiasminimas

¡Mil gracias por leer!

No hay comentarios:

Publicar un comentario