miércoles, 8 de septiembre de 2021

AFORISMOS

 César Cantoni envió este escrito sobre Jorge CURINAO a la red social, que yo copio en mi blog, porque me parece magnífico. 



Jorge Curinao nació en Río Gallegos, ciudad donde reside, en 1979. Es poeta y cuenta en su haber con varios libros publicados. Recientemente, Espacio Hudson dio a conocer una antología de su obra con el título “Los álamos cantan en el viento”. Sus poemas poseen la concentración y la contundencia propias de la poesía. En algunos casos, como en “Gorriones de la noche” (2020), pueden comprimirse hasta alcanzar un carácter aforístico, pleno de sugerencias. Son intensos y profundos, y, sobre todo, cumplen con eficacia su propósito: “Cambiar de lugar las palabras y el silencio” para mostrarnos la realidad desde una perspectiva no complaciente, inquisidora. Si tuviera que describirlos gráficamente, apelando a elementos de la naturaleza que afloran a menudo en ellos, diría que ostentan la transparencia del viento, la desnudez de la lluvia, el temblor de la nieve cuando cae. Inquietan, conmueven e invitan a repensarnos en nuestro desamparo existencial. De “Gorriones de la noche”, libro que tuvo la gentileza de enviarme con otros dos, comparto aquí algunos textos:


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Abrir un libro y leer, en la primera página, que todos los pájaros se han ido.


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De noche, el viento se detiene. Un perro que ladra inventa el desierto.


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Se trata de la misma soledad: las hojas golpeando en la pared, la caída de la nieve sobre lo que se creía perdido.


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No se puede escribir una carta con las puertas abiertas. Todos entran y salen como si de eso se tratara la vida.


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No sé si alma o cuerpo, pero algo duele. Los gorriones, que juegan en el techo de mi casa, saben que la muerte viene y desordena todo.


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De pronto se detiene el viento y paseamos por nuestra bahía. Aún no le hemos puesto nombre, pero sabemos que es nuestra. Lo dice la noche.


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Algunos instantes se quedaron conmigo toda la vida. Porque la eternidad no es más que un vicio, luz que se enciende de a ratos.


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Me detengo en medio del desierto y miro el cielo a través de la lluvia. Aunque me vaya, esas nubes seguirán ahí.


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Casi no he conocido a mi padre, pero siempre lo he extrañado. Su ausencia es un niño sin alas: dibuja un pájaro.


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Algún día han de florecer las palabras que planté una mañana de abril. La sombra del álamo es tan fuerte como el mismo álamo.

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