
Wolfgang Pauli los imaginó en 1914 porque no le cuadraba la teoría y les puso nombre. Pero no fué hasta 1956 cuando dos cientificos norteamericanos (REINES y COWAN) lo capturaron por primera vez. Hoy día se detectan en gigantescas piscinas subterráneas como la de la foto. El 23 de febrero de 1987 (¿Qué estaría haciendo yo? Ojalá lo hubiera sabido, aunque no sintiera nada) un flujo extraordinario de neutrinos nos atravesó: había EXPLOTADO una supernova en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite de la Vía Láctea. (si, nuestra galaxia tiene satélites) Hoy día hay detectores de neutrinos en lo más profundo del mar y, con suerte, captan uno de vez en cuando. Así fué como a dos científicos italianos se les ocurrió agregar a esos detectores de neutrinos, hidrófonos para escuchar las voces de las ballenas. Este sistema de escuchas se llama LIDO y serviría para tratar de evitar los daños que los ruidos (perforaciones, maniobras militares, etc.)provocan a estos animales. Se avisaría (y se impediría, si se crea una ley), a los generadores de esos ruidos que desorientan, lesionan e, incluso matan a esas pobres ballenas que ¡¡¡¡ni en el fondo del mar se salvan del HOMO SAPIENS!!!! ¿Les gustó mi post?. A que sí.
¡Me encantó tu post!!! siempre tan interesante yo no sabía que existían gracias a vos hoy puedo saber que el día que mi hijo mayor cumplía 24 años un grupo de neutritosnos atravesó y nosotros sin saberlo, pero hán de ser muy buenos acredito yo que amo todas éstas cuestiones otra vez, muy interesante y me há gustado tu post.Saaludos Betty
ResponderEliminarAunque no se lo crean, yo soy consciente de los neutrinos que emite el sol de la doctora Bardi. Son la lluvia cósmica de su amor.
ResponderEliminarUn besote, guapa.
IM-Presionante.
ResponderEliminarNo me extraña que los neutrinos nos atraviesen, porque en realidad somos más vacío que materia (aunque parezca lo contrario) y las cohesiones entre nuestros átomos no son tan densas como suponemos, así que los neutrinos tienen espacio para pasar a través de nuestro cuerpo. ¡Lástima que no lo sintamos, seguro que resultaría gozoso!
Aunque tampoco me extraña que no podamos sentirlos, porque hoy en día el dichoso homo sapiens ni siente ni padece, nos estamos aborregando, insensibilizando e involucionando a pasos agigantados. Me gustaría poder mirar el mundo dentro de mil años (aunque fuera solo 60 segundos) y comprobar en qué para la cosa. Seguro que da pena.