martes, 24 de mayo de 2022

JAMES ENSOR

 James Ensor, pintor el padre del expresionismo belga (1860-1949)

James Sidney Edouard, el Barón de Ensor, o James Ensor, nació en Ostende, el 13 de abril de 1860. De padre inglés y madre flamenca, perteneció al grupo de los Less XX, grupo surrealista y expresionista de la época. En Bélgica se le conoce como uno de los padres precisamente del surrealismo y el expresionismo en el país.

Fue  un pintor poco conocido para la mayoría pero muy conocido en los segmentos artísticos de comienzos de siglo XX. 

Los primeros motivos de inspiración de James Ensor fueron los extraños objetos que tenía su padre en su tienda. Una enorme variedad de conchas marinas, prismáticos y máscaras para el carnaval, sorprendieron al joven Ensor.


Debido a su bajo rendimiento académico, James Ensor abandonó la escuela con tan sólo quince años, y comenzó a frecuentar los talleres de pintura de los artistas locales.


Salió muy poco de Bélgica, incluso su ciudad natal de Ostende,  sólo la dejó un par de años para ir  a estudiar arte en Bruselas. Visitó Paris, Londres y Ámsterdam por un breve periodo; este amor a su terruño lo marginó, de cierta manera, del circuito artístico que hombres con menor talento y creatividad, que él, manejaron a la perfección.

Esta puede ser una razón de su poca fama hoy.


James Ensor tuvo en “El Bosco” un referente, tanto pictórico, temático como geográfico para extraer ideas. 

Su tratamiento “grotesco” de los hombres de su época nos habla de esta influencia flamenca de retratar una gente amanerada, banal y algo estúpida.

Su paleta agresiva y colorida es un buen ejemplo de un expresionismo que fue la antesala a estilos como el “Dadaísmo”  y de cierta manera el “Surrealismo”.

James Ensor es un hombre vanguardista, un innovador en ese siglo XIX, tan lleno de ganas de cambios sociales, artísticos o políticos.

Al ser un hombre con ideas nuevas lo lleva al terreno del “escándalo” y la censura en su tiempo. La “Entrada de Cristo en Bruselas” (1888) es un claro ejemplo de esto.

Rompe las clásicas reglas de perspectiva y de “buen gusto”. Nos hace pensar en un Cristo de ayer visto entrando “hoy” (entendiendo el hoy de hace cien años), de una forma moderna; sometiéndose a la descalificación de sus contemporáneos.

Gente que esconde sus rostros e identidad tras mascaras, son los personajes que se apropiaran de esta “entrada triunfal” para beneficio propio, intereses políticos y comerciales serán en definitiva los grandes beneficiados de este Cristo perdido entre la muchedumbre.

"Entrada de Cristo en Bruselas": el alcalde de Bruselas esta en el extremo superior derecho, con la banda, como un claro ejemplo de un hombre tratando de girar el evento en su propio beneficio. 



Cristo tiene el rostro del propio artista, simbolizando esas ganas de transmitir un mensaje ante los avatares descalificadores. Este juego psicológico, trazado con una paleta colorida y ajena a restricciones nos lleva al expresionismo de comienzos de siglo XX.  Ensor mantuvo el cuadro durante toda su vida y realizó modificaciones, como con la mayoría de sus obras.

Los temas religiosos de esta etapa, finales de siglo XIX, son un medio para expresar la insensibilidad humana. Única manera del artista de reflejar en su lienzo el disgusto ante las desigualdades de un mundo intolerante y elitista.

Otro medio utilizado son las mascaras y los payasos, que nos presentan los temas desde una perspectiva tragicómica para entender esos hombres de su tiempo. El estilo realista interactúa con el simbolismo, en esta alegoría “Ensoriana”, que nos lleva a ver las cosas con otra mirada, una mirada mas cotidiana y contingente, de un mundo “irreal” y “pasado”.

 


James Ensor, su genialidad, su atrevimiento y su vanguardismo son encerrados en el fácil calificativo de “pasado de moda” a comienzos del siglo XX. La gente olvida su obra y su talento metiéndolo rápidamente en el saco de pintor del pasado, algo increíble si pensamos que artistas como Paul Klee o Marc Chagall lo dan como referente en sus propias creaciones.

Esa crítica social, contra todos los poderes: iglesia, burguesía, militares  y políticos, finalmente le pasan la cuenta. Ensor se cansa de ir contra molinos de viento como se agobia por no vender a nadie sus obras.

Entrado el siglo XX llega la aceptación popular con reconocimientos, premios e incluso un título de Barón otorgado por el rey Alberto I de Bélgica.


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