viernes, 27 de mayo de 2022

REFLEXIONES

 


Por Mónica Bardi

Hay situaciones que nos ponen al borde del abismo y ese abismo te mira a los ojos y te manda preguntas. Preguntas fundamentales que estaban algo aparcadas por las urgencias del día a día. Alejamientos inexplicables, el desmembramiento familiar, broncas que deberían ser pasajeras pero no lo son porque todos los días se le echa una paladita de rencor, la pérdida de momentos compartidos, la ausencia del perdón y la tolerancia, etc, etc...

Y uno se ve obligado a preguntarse: ¿por qué nos pasa esto? No ya como individuos sino como sociedad. Y hay respuestas, si se buscan en profundidad. Alejándonos de teorías conspiranoicas, simplemente partiendo de la realidad. Y no de la teoría a la realidad porque eso ya comprobamos que no funciona a nivel de sociedades humanas, aunque sí funcione en la mecánica cuántica o la astronomía. La realidad es que el fomento del individualismo y su gran aliado, el capitalismo salvaje con su conocido consumismo, nos reduce a seres "comprantes", que le dan más valor a las cosas que a las relaciones personales. Algo que todos sabemos pero que ponemos en práctica con entusiasmo porque es más cómodo, más fácil y más divertido. A lo de comprar, me refiero. Pasamos el rato, ¿no? Nos entretenemos. Pensémoslo mejor: ¿cuántos de nosotros elegiríamos visitar a un pariente o a un amigo y charlar con un café, si tenemos en ese momento un montón de dinero para salir de compras? Y tratemos de responder a esto con sinceridad. Total, es anónimo y la respuesta es para nosotros mismos. 

Y entonces pasamos a la siguiente pregunta: ¿esto es algo planeado por oscuras mentes (o preclaras, debería decir con más propiedad), que quieren dirigir nuestro destino como si fuéramos trágicas marionetas consumistas y carentes de alma? Yo creo que si. 

Si en el mundo hay unos poquísimos megamillonarios y también hay una alarma global por crisis alimentarias para millones de personas, el balance queda, fuera de muchas dudas, a la vista. 

Algunas pocas personas clave tuvieron ideas geniales, desde el paleolítico, para ir empujando el carro humano, con avances y retrocesos y llegar hasta donde llegamos, aunque la película no haya terminado. Tipos clave sumamente intutitivos e inteligentes que lograron convencer a sus congéneres que, aplicando sus fórmulas, lograrían el dominio de las voluntades del resto. Esto no pretende ser un ajuste de cuentas moral, solo pretende dejar al descubierto que hay gente más especulativa y con ojos de águila para obtener ventajas en la inmediatez, ignorando muchísimas veces las consecuencias a largo plazo. También hubo tipos geniales que crearon, con sus ideas, sociedades que funcionaron bien durante siglos, con sus más y sus menos, pero funcionaron. (Aunque yo creo que más fueron las multitudes anónimas las que mantuvieron los tinglados en pie). Pero volvamos al hoy. 

Estamos donde estamos, rodeados de tecnología, con el esfuerzo laboral que fue el incentivo de generaciones, en el descrédito. Vemos jóvenes que prefieren no trabajar y cobrar un desempleo. ¡Y muchos tienen razón! Porque en sus trabajos han comprobado que cobran poco, los explotan mucho, es altamente precario y no avanzan a puestos de más jerarquía ni avanzarán nunca. Sólo sobreviven y van tirando. Comprando algunas cosas a crédito para conformarse. Y lo de jóvenes emprendedores sólo es posible con un gran capital detrás. Está visto y comprobado. Eso ha empujado a muchos a no tener hijos porque la precariedad les da miedo y todos hemos oído hablar de la superpoblación y la invasión de ecosistemas de otros seres vivos que nos acarrean nuevas enfermedades. ¿Para qué TANTA GENTE? Por eso, las familas cada vez son más pequeñas y están más alejadas, cuando lo lógico sería que, al ser menos cada vez se unieran más. Pero no. Esto es como imaginar extraterrestres: están tan, pero tan lejos que, aunque existan, ellos y nosotros estamos SOLOS; ellos y nosotros, con la  inmensidad en el medio. 

Ya ven a dónde he llegado partiendo, con mis reflexiones, de un hombre que ayer mismo luchaba por su vida y nos tenía a su entorno conteniendo la respiración y las lágrimas. Estamos ahí cuando está casi muerto pero no nos juntamos a tomar café un domingo. Estamos ahí en las malas pero nunca vamos al cine juntos. Estamos ahí sin siquiera poder verlo porque el hospital lógicamente no permite muchas visitas pero no somos capaces de organizar una barbacoa en la playa estando sanos. 

¿Sanos? ¿Sanos? Físicamente será, pero  mental y emocionalmente estamos para el desguace. Hemos caído en la trampa que nos tendieron otros más listos. "Divide y reinarás". Y perdimos lo único bueno que tienen las religiones: el amor. Pero no es necesario ser creyente y pegarnos a un dogma para poder amar, perdonar y tolerar. Mmmmmm...¿seguro?...Da que pensar que el lugar ocupado anteriormente por dioses haya quedado vacante... da que pensar que ese respeto reverencial y el no dañar por miedo al castigo haya quedado en el pasado. Esa metáfora de Dios ya no nos sirve, pero entonces, en su lugar ¿que nos queda? ¿Nos queda don dinero? ¿De verdad nos gusta este mundo? Nos gustan sus progresos en la medicina, por supuesto, nos gustan ciertas leyes que ya tienen aplicación transnacional, nos gusta viajar a lugares lejanos y exóticos gracias a los aviones. Pero las relaciones humanas han sufrido un enorme cambio...por Internet es más fácil ¿no? Face to face es un pelín más complicado. 

 Sigamos pensando en el asunto. Es un tema abierto a más reflexiones...muchísimas más...




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